seis •

| REPENTINO |

¿Cuán descabellada había sido la propuesta que le ofreció Artem? Aquella misma sobre el tema que jamás se aclaró dentro de la oficina del mayor; no fue ese mismo día, pero aquel, en la sala de juntas del NXX ocupando lugar junto al del traje, le estaba pasando factura, pues no era capaz de ver directo a los ojos a nadie de la sala.

     —No hay muchos cambios en Hugh, sin embargo, prometo traerlos. No olviden que las visitas podrían estimularlo, así que pueden pasar a verlo cuando gusten —informaba el psiquiatra.

     Habían pasando al menos cuatro días, y lo que parecía ser el rayo de esperanza, es decir, el descubrimiento del hacker, se convirtió en otro asunto que atender.

     —Bien, con esto damos por terminada la junta de hoy, espero que pronto tengamos más avances. —Aplaudió energético Marius, aunque con excepción de Roselle, nadie más siguió la corriente al aplaudir con vacilación apenas.

     Artem fue el primero en levantarse, siendo observado por todos los presentes. En especial Themis y Luke en el sillón de a lado.

     —Entonces, agradezco su tiempo, la señorita Wright y yo tenemos que concentrarnos de igual manera —se despidió educado y los demás contestaron también con una despedida, a diferencia de Luke, que inesperado se levantó para impedir que diera otro paso más.

     Por inercia, la albina también se puso de pie, quedando a la espalda del abogado con un rostro preocupado por lo que fuese a decir el detective. No esperaba una situación tan repentina, mucho menos frente a todos, pero los orbes del pelirrojo mostraban lo contrario.

     —¿Cuánto tiempo tendrá a Roselle ocupada? No la involucre más de lo debido —pidió con el ceño hacia abajo, intentando ser lo más cortés posible, aunque la molestia le salía sin necesidad de forzarla.

     —El mismo tiempo que lo estaremos todos nosotros, señor Pearce —contestó asertivo el castaño, dándole la cara. No se inmutó ante su bloqueo.

     —¿Se da cuenta de lo que hace? Mi compañera no está capacitada para ayudarle, solo la está poniendo en una situación peligrosa —atacó hablando fuerte el más joven.

     Lo que menos deseaba eran discordancias nuevamente por el mismo tema, así que la agente se interpuso entre los dos a la fuerza. Avanzó, dándole la espalda al del traje y miró de frente a su compañero.

     —Luke, ya hemos hablado de esto —murmuró con vergüenza, pues Marius y Vyn seguían en la sala, por no decir que Themis también, espectando el circo que protagonizaban.

     —Han pasado días enteros, no puedo dejar que esto siga así. Si te lastimas, será mi culpa y es lo último que quiero —explicó el pelirrojo hacia ella. La estimaba tanto, y no por motivo de trabajo, ella era su amiga, una muy especial.

     A pesar de sus buenos sentimientos, estaba decidiendo sin pensar por sobre encima de lo que deseaba la dama, porque colaborar como un investigador le era fascinante, ya lo había mostrado antes, y tal vez, Artem sintió con exactitud aquellos sentimientos.

     —La señorita Wright aceptó trabajar conmigo, independientemente de su posición como agente de la NSB, al igual que Themis decidido trabajar con usted, muy a parte de su puesto en Themis Law Firm. ¿No le parece injusto intentar retirarla? Porque no me parece que busque hacer lo mismo con mi compañera —comparó, observando al detective y a la de los orbes aceituna por sobre el hombro de la albina.

     El castaño se encontraba a centímetros de la espalda de la joven, su figura con facilidad sobresalía. Si ella no hubiese estado en medio con decisión lo hubiese encarado, y eso sin duda, molestó a Luke.

     —Es diferente, Themis forma parte del NXX, y como mi compañera, tengo la responsabilidad de protegerla incluso con mi vida. —Todo el mundo ahí sabía que era capaz de hacerlo, porque ellos sabían que harían lo mismo.

     ¿Qué podían decir entonces los demás de su confesión? Él tenía razón cuando decía que la castaña pertenecía al NXX y debía poner de su parte como tal.

     —Luke. —La misma llamó, por fin pudiendo pronunciar palabra en medio de la discusión—. Creo que Roselle está en buenas manos, el señor Wing también está dispuesto a protegerla si es necesario, él ha cuidado de mi todos estos años como su compañera —argumentó.

     Si lo comparaban, básicamente las dos parejas habían vivido lo mismo. Mientras Luke cuidó de Roselle y viceversa, Artem lo había hecho con Themis. Lo único que estaban haciendo era un cambio, pero el agente no estaba del todo convencido.

     —Si el único problema es que la señorita Wright no pertenece al NXX, solo hay que invitarla, ¿no es así? —propuso Vyn a sus espaldas mientras su semblante se tornaba presuntuoso.

     —Me parece una buena idea que la señorita se una, después de todo ya está trabajando en la investigación —apoyó el niño rico, señalando el hecho.

     Los habían ignorado y comprendían el conflicto, así que acabar con la discusión de esa manera fue lo mejor. De igual forma, sin saberlo, el de los orbes dorados había estado probando a la chica para invitarle solo si ella lo deseaba.

     Roselle era apta para pertenecer al grupo.

     —No...

     —Sí, es una buena idea —interrumpió el centro del problema al malumorado Luke.

     Los que estaban de acuerdo asintieron complacidos por la rápida respuesta, solo Themis se veía nerviosa por la repentina unión.

     —Perfecto, me encargaré de sus credenciales yo mismo —le siguió el castaño, pero sintió que debía agregar algo más—. Y por supuesto, es, y siempre fue mi responsabilidad mantenerla segura, señorita Wright.

     Cuando acabó, colocó una mano en su hombro mientras observaba al detective, no como una provocación, sino, para hacerle saber que sería fiel a su palabra. Lo que no pensó fue en las mejillas sonrojadas que provocó en la dama y que no pudo ver.

     —Entonces, ¿cuál será el nombre clave de la señorita? —inquirió el de los orbes púrpuras, quitando la atención de la discusión de una buena vez.

     Ella se mostró vacilante ante la pregunta, ignorando por fin la hostilidad y sin ninguna idea. Miró al que preguntaba, negando, hasta que se escuchó en la sala:

     —Atenea.

     Luke y Artem se observaron nuevamente. Al caer en coincidencia al pronunciar el mismo nombre a la par, la sala volvió a caer en silencio; pensaron que se desataría una nueva discusión, pero no fue así. Aunque no lo mostraron, se sentían orgullosos de haber caído en la misma conclusión.

     —Me gusta, Atenea es la diosa de la sabiduría y Luke me contó que sueles dirigir a las personas por el buen camino gracias a tus consejos —dijo Themis, recordando todo lo que le habían contado de ella.

     Las mejillas de la agente volvieron a teñirse y negó lo dicho enseguida.

     —N-no es eso, y-yo solo... Me gusta explicar algunas cosas y hablo mucho cuando quiero expresarme o estoy nerviosa, no es que sea sabia. —La vergüenza le llenó y bajó la mirada.

     —Me agrada de igual manera, si es así como Raven y Libra la encuentran, no tengo objeción —apoyó el psiquiatra.

     —Me gusta, sin embargo, si no deseas ese nombre, puedes pensar en uno por tu cuenta y no tiene que ser justo ahora —sugirió Marius.

     Escoger era difícil, a Roselle le gustaba su nombre y le agradaba que le llamaran por él, antes bien, al parecer el apodo era necesario para pertenecer al grupo.

     —Atenea será —aceptó para no estar en conflicto.

—Lo siento tanto, él no tiene nada personal en contra de usted, solo se preocupa bastante... —justificaba la joven cuando caminaban rumbo al auto del abogado en aquella mansión, tal como un dejavu.

     Se sentía tan avergonzada del comportamiento de Luke, como si fuese su culpa por dejarle llegar hasta esa instancia. Amaba su genuina preocupación, no iba a mentir, pero comenzaba a cansarle por lo hipócrita que esta misma llegaba a ser en esos momentos.

     Tan preocupado por ella, sin embargo, protegiendo a Themis...

     —Debe ser duro, ¿no es así? —pronunció Artem sin dejar de caminar, por lo que Roselle le miró la espalda con sorpresa.

     Él debió adivinarlo, porque era así como se sentía después de escuchar a la abogada. Era como si estuviesen conectados por sus sentimientos.

     —No quiero hablar de eso —cortó la muchacha enseguida, sabiendo que asimilarlo no era la mejor opción, pues deseaba seguir anestesiada en cierto sentido.

     —Sabía que diría algo por el estilo —atinó a decirle el hombre cuando salieron de la mansión.

     Ella se mantuvo en silencio, hasta que encontraron el auto, el que abordó por su cuenta, pues Artem ya le conocía. Al parecer, como había estado pensando el abogado, a Roselle no le gustaba molestar a las demás personas con acciones que podía hacer por sí misma, y para no caer en contradicciones, le complacía ahorrándose los actos de caballerosidad.

     —¿Podría hoy ausentarme del trabajo? —pidió ella una vez estuvo ocupando el asiento del copiloto. Miraba hacia abajo y apretaba las manos sobre su regazo, porque a su mente llegaron las palabras que Artem le había dicho antes.

     Es imposible.

     —Claro, si no se siente bien puedo llevarla a casa —aceptó el castaño enseguida—. Creo que hoy también me tomaré el día.

     En su mismo asiento, interrumpió la acción de encender el auto y se recargó soltando un suspiro pesado. Se sentía igual que su actual compañera: desesperanzado y sintiendo que no era nada para la persona que amaba.

     —Siento mucho esto —se disculpó repentinamente y después sus labios se apretaron. Llorar era patético, se dijo, sin embargo, había algunas situaciones que lo ameritaban, y aquella era una de ellas.

     Sus lágrimas se resbalaron poco a poco por sus mejillas, tratando de retenerlas con dificultad.

     —Calma, a veces no se puede obtener todo en esta vida —comentó el castaño, sintiendo el peso de sus mismas palabras.

     —¿Qué demonios estaba pensando al enamorarme de Luke? —se cuestionó luego, aunque solo para ella misma.

     Artem desvió la mirada hacia la dama, siendo consciente de lo que sufría. Parecía ridículo, pero no lo era, porque el amor no correspondido hacia daño, eso bien lo sabía el abogado.

     —Estaba pensando en lo que le hacía feliz —respondió a su pregunta, sin intención de estirar la mano hasta el botón de encendido—. Al menos así me siento cuando Themis está a mi lado. Siento que puedo ser su más grande compañero y no puede ser cambiado, pero cuando abro los ojos, el señor Pearce está ahí.

     Era cruel, mas era cierto. Desde que comenzó la investigación conjunta, cada que la agente abría los ojos Themis estaba justo allí, a lado de Luke.

     —Es imposible... —murmuró la joven, ignorando el hecho de estar acompañada.

     Se llevó las dos manos al rostro para cubrir sus ojos, y así, recargó la cabeza hacia atrás mientras maldecia.
El sentimiento de culpa por sus mismas expectativas hechas pedazos lastimaba cada vez un poco más su alma, y sabía que eso no podía durar para toda la vida, o no acabaría bien.

     Artem supo enseguida a lo que se refería, que la pena le abordó al recordar como se había comportado en la oficina cuando la acorraló contra el librero, no obstante, por segunda vez se sintió valiente y se acercó hasta la joven para tomarle del rostro con delicadeza. Ella quitó sus manos y abrió bien los ojos al ver sentirlo invadir su espacio personal.

     Quedaron a solo centímetros de distancia.

     —Puedes hacerlo, Roselle... —El nombre resbaló desde sus labios con sensualidad y rozó los de ella con cautela—. Estamos en la misma situación, no estás interesada en enamorarte de alguien que no sea Luke y yo no estoy dispuesto a olvidar a Themis, pero en el fondo, sabemos que no deseamos estar solos. 

     Estaba tan desesperado por sustituir sus sentimientos por Themis, hasta ese momento lo comprendió la albina, de no ser así, no existía la manera de justificar su insistencia. Incluso, al ver sus orbes zafiros, descubrió que era él quien más sufría con la situación, ya que por infortunio, había vivido tratando de ser fuerte ante la adversidad a diferencia de ella.

     —Cuidaré de ti, me encargaré de complacerte, solo...

     —Artem... —llamó por su nombre, tratando de alejarse por la vergüenza que le causaba la cercanía, antes bien, el contrarió terminó con ella.

     Un lento, delicado y agraciado beso le plantó sobre los labios, en ningún momento obligándole a seguirle, pues algunos segundos le llevó a la dama derretirse ante la caricia. Sus manos se posaron sobre sus hombros y los de él seguían sobre su rostro, los dos sumergidos en la sensación de placer que provocaba la unión, sin embargo, el momento se rompió antes de que sonara la campana de las doce. Roselle juró escuchar el "crack", cuando por el rabillo del ojo observó al pelirrojo, que de pie frente al auto veía ingenuo la escena.

     Se separó enseguida, casi empujando al hombre con brusquedad hasta su asiento, y este mismo, al darse cuenta de lo que sucedía, se relamió los labios complacido cuando su mirada cayó sobre la del detective.

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