dieciocho •

| DESEOS |

Le pagaban más de lo que ellos pensaban siendo un senior abogado y el más conocido de toda Stellis, ello perfectamente lo entendían Roselle y Luke, sin embargo, les fue imposible no apreciar su lugar cuando arribaron a él.

     El penthouse era muy espacioso, sin duda les recordaba a Artem ya que la decoración era afín, incluso el papel tapiz en las paredes. Su sala era enorme, con un conjunto de sillones grises, una mesa de cristal ratona y una gran pantalla; luego estaba la cocina, equipada como una profesional; su habitación en la segunda planta estaba tan ordenada, con esa cama para dos en la que le recostaron y su escritorio en donde solía trabajar a solas, sin olvidar que por todo el lugar, existían algunas plantas que gritaban los fresco que se sentía el ambiente.
     En conclusión, era un buen lugar para el mayor, en donde la elegancia era lo que más resaltaba tal como él.

     —Se los agradezco, pero aún así me siento como una carga —confesó el ojiazul al sentir su cómodo lecho. Estaba a apenado.

     —Gracias a usted y a Themis podemos seguir con la investigación, déjenos ayudarle de vez en cuando —dijo amistoso el pelirrojo, acomodándole la almohada detrás de su espalda.

     Mientras tanto, Roselle se había quedado junto a la puerta de la recamara. De no ser porque Luke necesitó ayuda para subirlo por las escaleras, no hubiese llegado tan lejos, ya que no quería sentirse como una invasora.

     —El doctor dijo que debía limpiar las heridas cada seis horas, ¿cuándo fue la última vez que lo hizo? —le atendía Luke, revisando las recomendaciones en la receta. Habían colocado las medicinas y las vendas en el mueble junto a él.

     —Cuando llegué al hospital y me atendieron, como a las tres y media —indicó el herido.

     —Ah, es cierto. Entonces debemos ocuparnos a las nueve y media de ellas. —Dejó las hojas y le miró.

     —Ya han hecho suficiente, creo que puedo ocuparme de mi mismo. Vayan a descansar —mandó poco después el castaño. Aún si necesitaba la ayuda, que no lo creía, estaba preocupado por su salud, en especial la de la chica.

     Pero antes de que Luke dijera otra cosa, su celular sonó, alertando a cada uno.

     —No ahora... —lamentó cuando revisó el texto—. Tengo que irme, el doctor Ritcher me ha enviado las muestras de los farmacéuticos de Heirson y necesito enviarlas a los profesionales de la NSB para una inspección. Roselle, quédate con el señor Wing y ayúdale, ¿bien?

     —Pero, Luke, ¿no necesitas ayuda? El señor Von Hagen me dijo que teníamos la tarea en conjunto —renegó ella casi enseguida.

     —Estaré bien haciéndolo solo. Más tarde puedes unirte a mi.

     La mirada de la agente se llenó de nerviosismo, definitivamente quedarse a solas con el senior no era su objetivo, sin embargo, antes de decirlo, su compañero caminaba hacia la salida y se despedía.
     Les dejó a solas, en el peor momento que pudo haber escogido el psiquiatra para mandar aquel mensaje, y el resultado fue un abismal silencio.

     —No me has mirado desde que estábamos en el hospital, Roselle —comenzó el mayor, un poco decepcionado de lo que decía, pero sabiendo que de alguna manera estaba justificada su actitud evasiva.

     A pesar de ello, la joven se mantuvo con la mirada en el suelo.

     —No me había dado cuenta —mintió—. Además, debo decir que estoy un poco cansada.

     —Puedes ir a casa entonces, no le diré a Luke que te marchaste. Descansa como es debido —le dejó el contrario, entendiendo. Era posible que aquella fuese una solución a su estado de ánimo.

     Iba a hablar, pero su cuerpo respondió primero y dio la media vuelta mientras su mano tomaba la perilla de la puerta y la giraba.

     ¿De verdad iba a irse? ¿De verdad iba a dejarle solo cuando necesitaba cuidados? No era indiferente, y tampoco era cruel para hacer realidad su deseo de marcharse.

     —¿Puedo ocupar su cocina? Sería bueno que usted comiera algo y luego duerma —preguntó y recomendó. Recordaba que a Artem no le agradaba del todo que manos ajenas tocaran su espacio, mucho menos el lugar de los alimentos.

     —Por supuesto, deberías comer algo también. —El hecho de pensar en Roselle cocinando para él le alborotó los sentidos, que quiso ofrecerse a ayudarle, sin embargo, no era prudente desobedecerla cuando ya antes había dicho que se haría cargo.

     Sin decirle otra palabra, la dama bajó al primer piso vacío y se dirigió rápidamente a la cocina. No era exactamente perfecta a la hora de cocinar, mas haría lo que fuese necesario, y pasadas veces, cuando Luke había comido algo hecho por sus manos nunca se quejó, así que esperaba una respuesta similar del abogado.

     El refrigerador estaba llenó de ingredientes, perfectos para elaborar un desayuno ligero. Entonces se quitó el saco formal de trabajo, se arremangó la camisa blanca, y estuvo en la cocina cerca de media hora. El sonido del cuchillo resonó un par de veces y el chillido del sartén le relajó más de lo que quiso, y pronto obtuvo en sus manos dos platillos iguales.

     —Está listo, y por favor, deje ese libro, se supone que debería descansar —regañó cuando volvió a la habitación y encontró al hombre leyendo.

     Lo que no pasó desapercibido fue su tono, pues mejoró bastante. Se le escuchó más viva que antes, a pesar del sueño.

     Artem dejó la lectura y colocó el libro junto a él en la cama, listo para recibir su desayuno en una mesita especial. Tenía jugo de manzana y una pequeña gelatina, además del platillo. Roselle le creía un niño o algo parecido.

     —Se ve muy bien, nunca me dijo que sabía cocinar —halagó cuando tomó el tenedor.

     Roselle negó sentándose en la silla giratoria que se encontraba frente al monitor, llevaba su plato en la mano, también lista para desayunar.

     —Antes de decir eso, primero debe probarlo —advirtió sintiendo vergüenza. Era posible que no le gustara y odiaría que le mintiera al respecto.

     Una vez el ojiazul probó la comida, repitió más de una vez que le encantaba el sabor, y por supuesto, agradeció su esfuerzo de la manera más sincera que encontró. No obstante, luego el silencio volvió, porque en la recámara no había una televisión que llamara su atención como en la sala, eso debido a que Artem solía dormir en silencio, sin ningún impedimento para conciliar el sueño.

     Una vez terminaron, ella volvió al primer piso para lavar la vajilla usada; solo se tardó unos minutos al limpiar el lugar que había utilizado antes, pero no fue lo suficiente, porque una vez volvió a la habitación con su saco ya puesto, él volvía a leer.

     —Son las ocho y media, ¿cuándo piensas descansar? —directo, el hombre echó en cara a pesar de su mirada pegada en las hojas impresas.

     Roselle sintió que no tenía una idea concreta sobre ello, en consecuencia, su rostro enrojeció al escucharle hablar severo y con aquel juego de lenguaje directo e indirecto a la hora de dirigirse a ella.

     —Cuando no necesite ser atendido —dijo, ambigua, pues los dos ahí sabían que su recuperación no podía ser tan inmediata como lo deseaban.

     —¿Sientes culpa por lo que me sucedió? —cambió repentinamente el tema, siendo incapaz de ignorarlo por más tiempo—. No deberías.

     La agente le miró por primera vez por más de dos segundos a la cara. Sus cejas se levantaron, mostrando que le había sorprendido su cuestión.

     —No, yo no... Seguro ya lo sabe, solo estoy decepcionada de mi misma por no haber hecho mi trabajo —confesó, en parte lo que era verdad mientras sus manos se movían hacia todos lados, inquieta.

     Increíble era la forma en que le escondía sus verdaderos sentimientos, después de todo él ya era conocedor de su pasado y de aquel incidente que vivió, pues Themis tuvo que decírselo después de que Luke se lo contara. Así que en el fondo, sabía que en realidad sí sentía culpa por sus heridas.

     El rostro del castaño se tranquilizó después de un rato en silencio; por segunda vez dejó el libro que leía de lado para observar directamente a la joven que se mantenía de pie no muy lejos de la cama.

     —¿Te confieso algo, Roselle? —pidió el permiso, recibiendo un pequeño asentimiento de la nombrada, nerviosa por el tono bajo que ocupó—. Fui egoísta contigo mientras estaba a punto de perder la vida.

La dama se impresionó, no porque fuese egoísta como decía, sino por la forma en que aceptaba haber estado tan desahuciado para aceptarlo estando fuera de peligro.

     —Cuando Kendricks nos encerró en esas celdas de cristal y nos dio la elección de quien debía morir, Themis era lo único que pasaba por mi mente. Quería salvarle a toda costa, verla fuera de peligro aún si yo tenía que morir en ese lugar —siguió—. Había estado recorriendo el edificio vacío a su lado, conversando solo como los dos sabemos, y pensé que tal vez mi oportunidad no estaba tan alejada como pensaba. Me dije, tal vez no era imposible, y jamás pensé en ti y en mi compromiso para hacerte feliz.

     Se llevó una mano al pecho, bajando la mirada, mientras ella le veía mostrando que a pesar de que existía el trato de palabra, se sintió lastimada.

     —Señor Wing, no tiene que decirme esto, al igual que usted, sé que olvidar a Themis no es tarea fácil. Al contrario, tengo la culpa de que se sienta de esa manera; no fue egoísta, es solo que yo no he sido la mejor opción para usted —quiso consolarle con sus palabras, pero en esa ocasión, fue él quien negó.

     —No fui egoísta en ese momento —corrigió, sonriendo con naturalidad—. Cuando estaba por perder la consciencia, Themis desapareció y mi voz interior solo mencionaba tu nombre. Me regañé una y otra vez por no haber contestado el mensaje que me envió por la mañana, ¿qué tan ocupado me encontraba que preferí descuidarla? No tuve justificación.

     Roselle retrocedió en la habitación como acto reflejo, tan evidente, que Artem le colocó la mirada encima para que no se atreviera a volver a hacerlo.

     —Tenía tanto miedo de no volver a verla, de no volver a escucharla, y cuando supe que tenía una segunda oportunidad, pedí a Luke un favor sin pensarlo: contestar ese mensaje.

     Tantas cosas habían sucedió por la noche, que nunca tuvo el tiempo de revisar su celular, y como si se lo estuviese pidiendo, ella lo obtuvo de su bolsillo.

     "Ahora mismo, deseo verte, Roselle".

     —Esto fue cuando... —mencionó al leerlo, pero no pudo terminar su oración al sentir su pecho estrujarse totalmente conmovido.

     —Cuando ni siquiera podía ponerme de pie —terminó por ella—. Una vez tuve mis sentidos de vuelta, me sentí avergonzado, pero no era algo que pudiese cambiar, así que internamente estaba aliviado de que no entrara a la habitación de hospital y me viera siendo un inútil.

     Su risa llenó el lugar, tan alegre y contento porque su deseo se había hecho realidad, y al mismo tiempo, algunos sollozos acompasaron, a pesar de ser sentimientos similares los que sentían.

     —Ven a descansar, Roselle —palmeó la cama mientras decía—. No quiero que sea pronto para nosotros, solo, que sea el momento indicado.

Les dejo a Artem puteado, no había tenido la oportunidad para ponerlo 👀. En fin, yo la verdad decidí sacrificarme así que no tengo la captura de cuando se está muriendo, y de verdad fue tonto, porque lo estaba pensando y me acordé que Artem aguanta mucho la respiración, así que puse a mi MC en peligro por nada hahaha 🤣

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