diecinueve

| NECESARIO |

La textura suave de las sábanas, la almohada mullida y el ambiente fresco, fueron lo suficientemente buenos para hacer caer a Roselle sin preocupaciones junto al abogado.
          Perfectamente los dos cabían en aquella cama; ella le daba la espalda, en la misma posición que la del parque cuando le confesó que se sentía segura, y él, tranquilo, dormía boca arriba con las manos sobre su abdomen, tan ordenado incluso para ello. Compartían una ligera manta y no peleaban por ella a pesar de no haber compartido antes su lugar.

          Estaban tan cansados, que el sonido de ambos celulares vibrando fue incapaz de hacer que abrieran los ojos. Luke llamaba, Themis llamaba, y claro, Celestine también lo hacía porque era extraño que Artem no le contestara a su compañera. Por lo que al salir de la firma, la abogada castaña arribó al lugar diciendo al pelirrojo que le informaría cuando supiera qué estaba sucediendo, porque él aún se encontraba ocupado.

          —Oh...

          Sin embargo, lo que encontró no fue una amenaza, pero ella misma lo fue para el sueño del mayor, que al escuchar las pisadas habiendo dormido seis horas seguidas, despertó un poco alarmado, aunque se tranquilizó cuando encontró a la conocida a unos pasos de la puerta.

          —Lo siento, señor Wing, es que estuve llamado y ninguno me contestaba. Así que vine porque estaba preocupada por los dos —habló bajito, no queriendo despertar a la agente, pues se le veía bastante cómoda con sus cabellos sueltos y regados sobre la almohada.

          Él se tuvo que sentar con cuidado sobre el colchón, porque se encontraba del otro lado de la habitación y era Roselle quien le daba "la cara" a Themis.

          —Está bien, debimos ser más conscientes de ello después de lo que sucedió —justificó el mayor—. Sin embargo, Roselle estaba tan cansada que no pude evitar quedarme dormido al verle tan tranquila. —Sonrió por lo dicho.

          —También debía descansar, es importante para que sus heridas sanen correctamente —regañó la castaña.

          Al mismo tiempo pensaba en el hecho sobre Artem llamando a la joven por su nombre, cuando solía hacerlo por el apellido frente a otras personas. Él seguro estaba adormilado aún, que sin darse cuenta soltó la verdad sobre su relación, una que la de ojos aceituna ya sospechaba.

          En ese momento, la agente abrió los ojos lentamente, pero apenas pudo entreabrirlos, volvió a cerrarlos con fuerza al encontrar a la abogada de frente a solo unos pasos. Acto seguido, tomó la sábana y se cubrió hasta la coronilla con esta, totalmente avergonzada de que le miraran en ese estado y sobre la cama de un hombre.

          —Tranquila, no pasa nada, necesitabas descansar, y volver a tu hogar tan "temprano" no era una mejor opción —quizo consolar la dama, también avergonzada.

          La albina falsa se mantuvo escondida, pensando en que acomodarse junto al castaño había sido una mala idea. Si bien había caído en su juego sobre "el momento indicado", ya comenzaba a sentir el arrepentimiento, porque él estaba justo a su espalda.

          —Themis tiene razón, pero lamento no haberte dado tu espacio —se disculpó el mayor enseguida, al igual que ella, siendo consciente de que el momento sentimiental les había llevado a hasta ese lugar, y claro, también sentía pena.

          —Bien, entonces me iré ya que veo que están bien. Por favor, sigan descansando hasta que vuelvan sus energías y no sé apresuren a volver al trabajo, en especial usted, señor Wing —advirtió su compañera antes de marcharse.

          Una vez Themis se marchó, el silencio llenó la habitación mientras Roselle aún seguía escondida, no obstante, las palabras de la abogada volvieron a repetirse en su mente, por lo que apresurada se sentó sobre la superficie, quitando la manta de su cuerpo.

          —Tenía que limpiar sus heridas a las nueve, y ya son... —se interrumpió para tomar su teléfono del mueble junto a la cama—. Y ya van a ser las tres de la tarde.

          Artem pasó de estar soprendido de sus movimientos bruscos, a estar conmovido por su preocupación por él.

          —Sería bueno hacerlo ahora —se convenció sentándose en la orilla de cama mientras ella se dio a la tarea de buscar las gasas y el químico limpiador

          Roselle se entretuvo acomodando todo lo necesario para atenderlo, que cuando volteó hacia el hombre, no pudo contener su reacción aterrorizada. El motivo de ello fue que Artem Wing se dio a la tarea de quitarse su camisa, y le encontró con las manos arriba, en el momento exacto en que sus músculos se contraían por los movimientos, entonces se deshizo de la prenda, pero para ese momento la muchacha ya no podía mirarle a los ojos.

          —C-claro, las heridas están ahí —dijo, no queriendo expresar aquello en voz alta, pero el intento de autoconvencerse hizo que el ojiazul le escuchara.

          Por su parte, el herido pronto se vio sonrojado por tener que recurrir al movimiento frente a la dama, le parecía tan vulgar que le avergonzaba, mas era necesario.

          —Gracias por hacer esto... —señaló inquieto el hombre.

          —Es lo menos que puedo hacer, d-de verdad —balbuceó ella, tratando de concentrarse.

          Ponerle las manos encima fue todo un reto, porque era necesario quitarle el vendaje para poner uno nuevo; pronto el senior estuvo mostrando sus heridas y ella se dedicaba a limpiarlas con la gasa bañada en el químico. Primero su espalda, en donde había menos moretones, y luego su pecho, en donde se remarcaban más, incluso el tamaño y forma del objeto con el que Jones lo había golpeado.

          —¿Duele mucho? —inquirió la joven cuando se encargaba de su hombro. Frente a él, observando discretamente los gestos que hacía, supo que era posible que él estuviese ocultando la realidad de aquellas heridas. Lo más seguro era que quisiese hacerse el valiente frente a los demás y frente a ella.

          —Sí, no estoy acostumbrado al dolor, pero puedo soportarlo —confesó, para sorpresa de la contraria.

          —Señor Wing, lo siento —se disculpó de pronto, afectada por la sinceridad que él dejo ver, así que continuó—: No pude hacer mi parte del trabajo, y tal vez con ello los golpes pudieron haberse reducido, incluso aquella opción de muerte. Mas, yo, cometí el error de creer que podía manejar la situación cuando no era así, porque hay un problema conmigo y no puedo arreglarlo tan fácilmente, mucho menos soy capaz de guiarlos tal como el señor Von Hagen me pidió.

          Pensaba en el terrible incidente de los dieciséis agentes muertos por su culpa; definitivamente no deseaba una repetición de ello, pero sus capacidades mostraban otra conclusión.

          No podía evitarlo.

          Si lo que querían era un acercamiento, aquel podía catalogarse como uno extremo, dando pasos agigantados en lugar de pequeños, antes bien, Artem tenía la boca llena de razón. No debía existir entre ellos nada más que el momento indicado, porque así era como habían avanzado hasta ese día, y seguían allí, sobre esa cama sintiendo confianza mutua.

          —Te escucharé, así que puedes hablar cuanto quieras —ofreció. Sabiendo que uno de los pasos más importantes para avanzar, era afrontar el problema.

          Así que ella aceptó la oferta y comenzó a contarle lo que había sucedido en su carrera como agente, sobre aquel movimiento que le mandó hasta el final de la fila. Y por supuesto, él ya lo sabía, pero no lo dejó en evidencia, pues al final, cuando estuvo puesto el seguro de la venda en su pecho, la historia cambió.

          —Tuve la culpa de todo. Dejé a familias enteras devastadas, sin un padre, madre, hermano y hermana, y todos ellos me odian como yo me odio, porque quería demostrar que no tenía límite, que era superior y merecía más. —Terminó, en ningún momento mencionando el nombre de James Moore.

          Según Luke, los superiores de Roselle le habían obligado a aceptar las consecuencias del error que cometió, sin embargo, en ese momento, Artem comprendió que además de eso, la dama de verdad creía que era su culpa y no existía día en que no pensara en ello como tal.

          Estaba convencida y aceptaba algo que no le pertenecía.

          —No debes pensar de esa manera, todos cometemos errores. Debes entender que la mayoría de las veces no podemos hacer todo el trabajo solos, y fue desafortunado, pero no tu culpa —consoló el mayor, sintiendo que debía ayudarle a cambiar ese pensamiento autodestructivo.

          Y como ella no le miró después de terminar su tarea, él le obligó. Colocó una mano en su mentón y lo levantó, no brusco para no asustarla, pero definitivamente un acto de amor no estaba haciendo.

          —Mereces más —declaró, seguro de sus palabras.

          —¿S-señor Wing? —Ella se vio confundida.

          —Confía en ti, Roselle, eres capaz de brillar sin ayuda de nadie, ¿lo entiendes? Deja de verte a ti misma como la secretaria de Luke Pearce y comienza a hacerlo como su compañera igualitaria, porque eso es lo que eres y no menos.

          Después de escucharle, el rostro de la joven colocó un semblante enternecido. Inconsciente, deseaba escuchar tanto esas palabras, que su pecho se llenó de una sensación tan cálida, que vencida terminó por abrazar al hombre sentado frente a ella.

—Gracias.

Las oficinas de la NSB estaban tan ajetreadas como de costumbre, y esa mañana, cerca de las once, Roselle comenzó a guardar sus cosas frente al pelirrojo que trabaja en su escritorio.

          —Hoy el señor Wing recibe el permiso para volver al trabajo y dije que lo vería en el hospital, así que ya me voy —avisó, recogiendo su bolso.

          Una semana había estado cuidando del abogado, y aunque sus heridas mejoraron bastante con los días hasta casi desaparecer, la verdad era que a los dos les gustaba pasar tiempo juntos, y ella lo justificaba pensando que en solitario estaría muy aburrido sin nada que hacer, así que solía pasar mucho tiempo con él en su casa.

          —¿Y no puede ir él solo? —soltó el pelirrojo sin darse cuenta.

          —Puede, pero prefiero acompañarlo. —No tomó a mal su comentario, solo explicó y avanzó.

          Luke, al saber que ella no podía mentirle y ya que estaba siendo una molestia discreta, aprovechó:

          —Se han hecho muy cercanos últimamente, ¿ya son una pareja? —cuestionó cuando la joven le dio la espalda.

Roselle sudó frío de manera instantanea y se quedó con la mano sobre la perilla sin saber exactamente qué contestar. Artem y ella habían pasado tiempo juntos, incluso conversaciones personales surgieron en los ratos de silencio, contando asuntos que no divulgarían con otras personas, pero la verdad era que no podían ser una pareja.

          —No, en realidad, nos estamos conociendo apenas —optó por decirle la verdad.

          —Cuando conoces a una persona, ¿también la besas?

          Olvidó totalmente ese hecho, y en consecuencia, le dejó vulnerable ante el de los ojos coral. Por distraída esa mañana se había cortado un poco el dedo con el papel, y aquella línea ya sanada incluso comenzó a escocer.

          —Si fuera tú, Roselle, no dejaría que un hombre que acabo de conocer se tome tantas libertades, si al final del día teme comenzar a tomárselo en serio —advirtió sin permiso, sabiendo que ella estaba nerviosa—. En fin, ten cuidado y no te olvides que tenemos trabajo que hacer.

          ¿A qué venía tanta rudeza? La pecosa no podía entenderle, así que agradeció el consejo y salió de la oficina respirando pesado, después de todo, antes de conocer a Artem también pensaba de la misma manera.

No me ha salido la cartaaaaa de Artemmm!!! 😭😭

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