cuatro •

| CONFIANZA |

—Estoy enamorado de Themis —confesó mientras sus mejillas tomaban un color rojizo bastante tierno, sin embargo, lo que más llamó la atención de su acompañante, fue su tono resignado, como si le doliera, y aun así, estaba acostumbrado a ello.

     No encontró las palabras correctas, incluso cuando pensó en un abrazo de consuelo como el que él le había obsequiado aquella tarde, la mesa cuadraba le era un impedimento para ello.

     —Eso quiere decir que, ¿aquel abrazo... también fue un consuelo... para usted? —concluyó con ello en mente, viendo su respuesta cuando él agachó la mirada.

     Roselle ahora entendía porque el tacto le resultó tan familiar, y también la razón por la cual un hombre tan serio como Artem hacía locuras que no parecían ir con su esencia. La respuesta era, que estaba tan lastimado como ella con la presencia de Luke, que no le quedaba otra, más que apoyarse en alguien que seguro entendía el sentimiento del "corazón roto".

     —Señor, de verdad lo siento mucho. —Eran palabras sin sentido, pero sintió que debía disculparse por el desorden que el pelirrojo provocó.

     —No debe disculparse, nadie me ha obligado a quererla, mucho menos usted. Además, creo que podemos entendernos —mencionó tal como ella pensaba, suspirando poco después de tomar un trago de su café.

     —Uh, bueno... Yo... —balbuceó la joven al mirar su taza—. ¿Cuál es la opinión que busca exactamente de mi? Todavía no comprendo para que me necesita.

     Artem vaciló por primera vez en toda la mañana de lo que iba a decir, hasta que pegó su dolosa mirada en la de Roselle cuando tuvo la oportunidad, entonces preguntó:

     —¿Debería seguir intentándolo? O, ¿definitivamente Themis nunca tendrá ojos para mí?

     Le costaba escuchar las palabras, porque era lo mismo que se preguntaba día con día, incluso antes de conocer a la abogada en persona y conocer con ello la gran amenaza que era para su estabilidad emocional, y, por supuesto, ¿quién hubiese imaginado que un hombre como el señor Wing tendría esa clase de problemas? ¿No era que hombres como él conocían al amor de su vida, y la otra parte no era tan estúpida para dejar ir algo como una relación?

     Tenía que dejar de idealizar a las personas por como se veían.

     —No lo sé. —A diferencia de la respuesta que esperaba, ella fue sincera y recordó sus sentimientos por Luke—. No conozco la relación que tiene con Themis, poco valdría mi opinión por lo que veo ahora, sin embargo, puedo decirle que no deje de intentarlo, porque si es algo que realmente ama, significará incluso la perdida.

     Claro, ¿cómo iba a decirle que se rindiera cuando ella no tenía el valor para hacerlo? Amaba al detective, con sus perfectos y desperfectos, y algo como una "amiga de infancia" no iba a negar sus sentimientos con tanta facilidad.

     Había esperanza en su corazón, y hasta que la corta mecha no se apagara, seguiría sonriendo hacia él.

     —Tiene razón. Fue bueno acudir a usted -señaló el abogado al acabar su taza de café—. Tiene algo que a mí me falta...

     Roselle siguió escuchando, pero el hombre se detuvo justo ahí, dejándola con la duda, situación que posiblemente era la que más odiaba en todo sentido.

     —Le agradezco, y como lo esperaba antes, podemos volver al trabajo cuando se encuentre lista —prometió al sonreírle con amabilidad.

Había sido una gran revelación el enamoramiento de Artem hacía la mejor amiga de infancia del detective que trabajaba codo a codo con ella, aunque, ¿a quién quería engañar? Todas esas palabras bonitas, que no solo el abogado se había tomado el tiempo de dedicarle, sino que básicamente toda la sala había hecho hacia la castaña, lo gritaban.
Ella tenía algo que los volvía locos, y si lo pensaba mejor, no sería una sorpresa que los demás también le buscaran para obtener respuestas como Artem, pero ese era un asunto que ya no estaba dispuesta a tocar.

     —Tengo mis propios problemas —masculló en su cama, revisando las redes sociales después de un duro día de trabajo al que no estaba muy acostumbrada.

     Podía confiar en Artem, lo entendía, antes bien, sentirse cómoda con alguien que descubrió su secreto era algo muy distinto, y por ello un poco de incomodidad se coló en su día. No pudo verle a los ojos sin pensar en que la estaba analizando, o peor, no podía verle sin pensar en que tenía el corazón roto como ella por casi la misma situación.

     Era pasadas de las diez de la noche cuando el timbre de su apartamento sonó; estaba casi dormida, pero no pudo ignorarlo, solo que antes de bajar al piso de la sala, la puerta se abrió.

     —Roselle, lamentamos venir tan tarde, pero la lluvia no se detiene y no sabíamos que más hacer...

     "Lamentamos", fue lo primero que escuchó al bajar las escaleras en pijama. Los pasos no solo eran de una persona, mucho menos las respiraciones agitadas.

     —... Si dejo que Themis vaya a casa, seguro atrapará un resfriado —terminó.

     Nada más al poner un pie descalzo en la madera, a través de la gran cortina del ventanal se percibió la luz de un gran rayo y luego le siguió el estruendo, y así, la albina por fin pudo verlos. Tan empapados, arruinando el suelo y arruinando su paz.

     —Usaste la llave, que bueno. —Fingió una sonrisa al ver a la castaña a su espalda con notable vergüenza—. No te preocupes, pueden estar aquí hasta que se calme la lluvia.

     Sí, se comportaba como una hipócrita, pero, ¿no lo estaba haciendo él también? Después de todo, no creía odiar a Themis un poco, los sentimientos malos solo provenían de sus expectativas hechas pedazos y comprendía que nadie tenía los créditos del hecho, porque así como lo manifestó Artem, nadie le había obligado a amar a Luke.

     ¿Qué culpa tenía Themis? La verdad era que ni un solo fragmento de ella.

     —Muchas gracias, no debimos dejar que la lluvia nos sorprendiera, pero no pudimos hacer nada —habló la mujer, saliendo por fin del que creía era un buen escondite.

     Roselle le miró directamente y negó dándole la espalda para volver a subir a su habitación, sin embargo, se detuvo y señaló el camino a su habitación con notable vacilación.

     —Si gustas, tengo ropa para ti, puedes subir y tomar un baño caliente para evitar que enfermes —señaló al dar unos cuantos pasos, y es que no podía no ser amable cuando alguien lo necesitaba.

     —Te lo dije, Roselle es una buena persona, ha estado cuidando de mi por dos años y no tengo ninguna queja. Ella es, en quien más confío —expresó Luke orgulloso cuando empujó a Themis en dirección de las escaleras.

     Afuera seguía lloviendo, y cuando la abogada decidió avanzar, la agente quiso salir corriendo del lugar en busca de un buen escondite, porque era difícil escuchar las palabras de su compañero.

     —Si es así, entonces también puedo confiar en ella —siguió el juego la castaña, aunque no estaba siendo condescendiente. Pensaba, encantada de las reseñas de su mejor amigo, que lo más conveniente era acercarse a la mencionada.

     —Perfecto, pero Luke... —le llamó Roselle aceptando el trato y relajando su estado ánimo—. Como los buenos amigos que somos, limpia tú mismo el desastre que has hecho con el piso, por favor.

     El pelirrojo resopló cuando la de la pijama volvió a darle la espalda tras esa sonrisa cínica, pues sabía que aún estaba molesta con él por la discusión de la mañana, sin embargo, ciertamente él también lo estaba y buscaba la manera de pedirle disculpas pese a ello.

     Tendrían que tragarse su orgullo en algún momento, los dos por igual.

     Una vez en su habitación, las damas tuvieron tiempo a solas, pero no conversaron abiertamente. Soltaban algunos comentarios acordé a lo que sucedía, hasta que Themis corrió a tomar un baño. Cuando le dejó sola nuevamente, Roselle se recostó de nuevo en la cama y se cubrió con todas las mantas que tenía disponibles.

     Abajo, Luke se había quitado los zapatos y calcetines, y como le habían ordenado, limpiaba el suelo con calma. No era la primera vez que visitaba el departamento de su compañera, de hecho, como amigos cercanos, solía visitarle y por ello el lugar le era familiar. En otras palabras, si lo deseaba, podía incluso tocar la cocina y echarse en el sofá a descansar, todo sin ningún problema.

     —Estoy lista, muchas gracias de nuevo... —La castaña salió del cuarto de baño, pero no terminó de avisar, porque ya la albina dormía en paz.

     Decidió bajar al primer piso después de apagar la lámpara junto a la cama, para encontrar a Luke revisando su tableta. Estaba muy cómodo después de haberse quitado las prendas de más y haberse secado.

     —Roselle es muy buena, ahora entiendo porque confías tanto en ella —comentó la chica al ocupar lugar junto a él.

     —¿Verdad? —presumió el pelirrojo sin despegar la mirada de los expedientes—. Es muy importante para mí, así que espero que puedan llevarse bien a partir de hoy.

     Eran buenos deseos, Luke Pearce en realidad las estimaba tanto que haría cualquiera cosa para protegerlas, pero como ya se sabía, no compartía los mismos sentimientos por las dos.

     —Claro, si así lo desea, podemos ser buenas amigas. —Con ello dicho, Themis se vio genuinamente emocionada por lo que fuese a suceder entre las dos.

Como compañera de Artem Wing, la agente de la NSB tuvo la oportunidad de conocer su lugar de trabajo por distintos motivos. En primera, el abogado no podía dejar totalmente de lado su oficio, después de todo, era un excelente abogado y el rostro del despacho; y en segunda... En realidad no existía un segundo motivo como tal, era solo que la idea de trabajar a distancia sonó muy complicada y el hombre le invitó como una vistosa solución.

     Así que, allí estaba, entrando por la puerta principal al edificio de Themis Law Firm.

     —Buenos días, mi nombre es Roselle Wright, tengo asuntos pendientes con el señor Wing —se presentó con la recepcionista que saludó primero.

     La chica de lentes y cabellos castaños enseguida se mostró educada y amable, aunque por el momento solo estaba cubriendo una emergencia en ese lugar.

     —Un gustó, señorita Wright. El señor Wing la espera en su oficina, siéntase como en casa —informó y dio con ello las indicaciones que necesitaba.

     —Muchas gracias, con permiso.

     Roselle avanzó hasta el elevador recordando lo que había sucedido por la mañana.

     Cuando despertó, Luke y Themis no estaban por ningún lugar, pero se tomaron el tiempo de dejar todo en su sitio y un desayuno sobre la mesa que ella disfrutó poco después, y era todo. No había recibido ningún mensaje, pero por lo sabido ellos pasaron la noche en su apartamento y actualmente tenían mucho trabajo que hacer como investigadores.

     Ciertamente deseaba estar en el lugar de Themis, justo como siempre, sin embargo, trabajar con Artem era igual o más importante que hacerlo con Luke, por lo que no se sentía inútil como cuando se enteró que la habían remplazado.

     —Oh, debes ser Roselle, ¿no es así? —cuestionó una joven mujer de cabellos cenizos y semblante confianzudo cuando avanzó en el piso.

     —Sí, supongo que el señor Wing le dijo que vendría —supuso la más joven, adivinando.

     —Estaba esperando, soy Celestine Taylor, mucho gusto. Déjame guiarte hasta su oficina —ofreció después.

     No había mucho personal en el piso, pero estaba agradecida de que Celestine y la recepcionista fuesen amables con su persona.

     Siendo esa la primera vez que visitaba el despacho, notó el lugar vacío de Themis junto a otros escritorios, y enseguida pensó en lo cercana que era para Artem. No se equivocaba si decía que el abogado se había enamorado de ella en horas de trabajo, y aunque le parecía muy romántico, también era triste porque los sentimientos de él no eran correspondidos.

     —Artem —Celestine llamó y tocó la puerta de la oficina con sutileza—. Roselle está aquí.

     Después del aviso, desde dentro se escuchó la característica voz del mayor.

     —Adelante, mucha suerte con sus asuntos —deseó la dueña del edificio antes de irse y dejarla.

     La albina agradeció y abrió la puerta sin esperar otro minuto, encontrando dentro de la estancia y detrás del escritorio a quien estaba buscando. El hombre revisaba algunos documentos importantes, desprendiendo tranquilidad y elegancia en aquel atuendo formal que siempre acostumbraba llevar, y entonces, levantó su amable mirada y le sonrió.

Ya cambié el castaño de Luke a pelirrojo, porque en realidad no sabía cómo debía describirlo, así que bruh, pelirrojo es.

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