cinco
| REMPLAZO |
Tras una semana, por desgracia la investigación del NXX en colaboración con la NSB se atascó terriblemente, y los seis personajes que estaban encargándose de los detalles comenzaron a trabajar mucho más que antes para sacar a flote todo lo referente.
A fin de cuentas, el trabajo en equipo seguía en pie, así que por una parte, Marius y Vyn se enfocaban en las víctimas de transtornos ligados a la droga que buscaban; mientras que Luke y Themis buscaban la manera de encontrar al hacker desconocido, o no podrían avanzar; y por último, Artem y Roselle buscaban pruebas determinantes en los juicios y mal cuidado de la información, para con ello encontrar una grieta que les permitiera descubrir cada vez más y más acerca del caso perdido de Jasmine.
Tenían, en conclusión, mucho que hacer.
Las reuniones eran cortas, solo para mostrar los avances, y por fortuna el drama desapareció por la falta de tiempo. Roselle y Themis comenzaban a tenerse confianza gracias a Luke, y con este mismo ya no existieron desacuerdos ni discusiones, pero cada vez que Artem se acercaba a la agente, receloso mostraba cuanto detestaba que estuviera cerca, porque él había tenido la gran idea de involucrar a las dos en el asunto.
Eso, sin dejar de lado a los restantes, con quienes Roselle mantenía una relación de cortesía, pero que viéndolo más de cerca, pronto se volverían en una bonita amistad.
Así que aquel lunes no estaba siendo diferente. La albina trabajaba en la oficina del abogado como ya se acostumbraba, mientras él trabajaba en su escritorio en silencio. Fuera, las únicas voces que se escuchaban eran las de de Celestine y los empleados, antes bien, hacia del lugar menos silencioso de lo que ya era.
—¿Podrías hacerme el favor de pasarme el libro "La abogacía", el volumen siete, por favor? Necesito consultarlo —pidió de favor Artem, aunque no lo hacía por flojo, en realidad, la joven estaba junto al librero y lo menos que deseaba era incomodarla, pues ya había sucedido antes una situación similar.
—Por supuesto —mientras decía, lo buscaba con la mirada, y una vez en sus manos, solo unos pasos le acercaron hasta la madera y terminó extendiéndolo hacia el hombre.
—Muchas gracias. —Recibió el libro, ella asintió y pronto volvió a su lugar.
A Roselle le gustaba estar junto al librero, no cabía duda, porque en realidad, poco sabía del oficio del mayor y los libros eran su fuente de conocimiento. Resolvía dudas al instante como la impaciente que era y aprendía lo necesario, incluso curiosidades. Y a Artem le agradaba verla, de alguna manera, le recordaba a él cuando aún era un estudiante y sus pequeñas caminatas mataban el tiempo, pues para muchos seguro era algo molesto, pero él se entretenía al observarla.
—Necesito más café... —murmuró el abogado al ponerse de pie, tomó su taza y se alejó del escritorio.
—Puedo ir yo, usted siga trabajando —ofreció la muchacha, aunque tarde fue, porque él le pasó por un lado y se detuvo en la puerta.
—No se preocupe, siga en lo suyo. —Antes de salir, le sonrió para que supiera que todo estaba bien.
Una vez más le rechazaba los favores. No era la primera vez que se ofrecía a ayudarle durante la semana y no era la primera vez que él se negaba para no molestarla. Y aunque fuese cruel, Roselle estaba acostumbrada a hacer ese tipo de mandados para Luke cuando este se encontraba ocupado, sin embargo, su pecho se sentía tibio al mismo tiempo, porque hacía lo que podía a pesar de no estar en su zona y no se sentía como una secretaria.
Tal como le dijo, ella siguió leyendo tranquila junto al alto mueble, incluso, cuando el castaño volvió a la oficina no se percató de ello por el mínimo sonido que hacía la puerta, hasta que repentinamente, observó como la extremidad del mayor se posaba abierta y sobre los libros frente a ella a la altura de su cabeza. Le daba la espalda, pero definitivamente podía sentir la anatomía del contrario detrás de ella.
—¿N-necesita otro libro? —cuestionó nerviosa, sin la fuerza para moverse del camino.
Debía estar imaginando todo. Se dijo, debía moverse para no estorbarle, no obstante, Artem soltó las palabras menos esperadas y le fue imposible incluso respirar:
—¿Por qué no te enamoras de mi, Roselle?
—¿E-eh? —balbuceó sin entender, haciendo lo que era peor en ese momento. Se volteó rápidamente y le dio la cara.
No llevaba el saco encima, su altura era imponente, y además ese mirar profundo le estaba examinando. La agente ni siquiera sabía por donde empezar, pues la cercanía no era nada profesional.
—Estuve pensando todo este tiempo en la posibilidad. Si te enamoras de mi y yo de ti, no tenemos que preocuparnos más —declaró con confianza.
Lo entendía, fue claro, pero no esperaba aquello, así que negando escapó de la jaula por el lado libre y de nuevo le dio la espalda cuando se alejó.
—¿Qué es lo que está diciendo? Ser un remplazo es demasiado cruel y triste —dijo lo primero que se le ocurrió, pareciendo como si realmente estuviese pensando en las posibilidades.
—Eso pensé también —aceptó el abogado. Cerró los ojos y levantó los hombros, y Roselle pudo verle hacer el gesto justo a tiempo.
Su semblante solo decía cuan lastimado se encontraba, tal como ella.
Una de las razones por las cuales la joven se sentía cómoda con Artem, era porque el ambiente siempre era formal, y ciertamente ello lo hacía parecer también alejado e indiferente. Olvidó lo hablado en la cafetería, aunque no totalmente porque era imposible, pero él también parecía haber dejado atrás aquella conversación y consuelo. Entonces, había sido solo cuestión de trabajo, hasta cierto punto, pues incluso a veces conversaban más a allá de los deberes, y era cómodo.
Sin embargo, lo que le decía aquel día no parecía tener la más mínima lógica. Se pensaba, inquieta, que algo le había sucedido al Artem real y ese en la oficina era uno falso.
—¿Qué le sucede de repente? —inquirió, un tanto inquieta por la vergüenza y también por la curiosidad.
Y el castaño, suspirando le miró la espalda.
—Creo que puedes hacerlo, y también creo que yo puedo —declaró sin más, inentendible hasta cierto punto, así que se apresuró a continuar—. No tenemos oportunidad, y es algo que no solo yo he visto durante esta semana.
La acusación era evidente; para Roselle, que él mencionara aquello en voz alta era doloroso, porque tenía razón.
—No puede solo suponerlo —contestó ella algunos segundos después, incapaz de tocar el tema directamente—. Además, no tiene nada que ver con lo que ha dicho antes, ¿por qué habría de buscar un remplazo? Así no funcionan este tipo de cosas —defendió su postura.
¿Acaso nadie iba a ser capaz de aclarar de una buena vez su tema de conversación? Era una certeza que Artem le había acorralado contra el librero y dicho esas palabras, incluso le había tuteado, no obstante, a ese punto, parecía que la valentía ya había huido por la ventana.
—¿Puede explicarme? —continuó ella al sentirlo callado e inquieto.
—Lo que dije antes... no sería capaz de expresarlo frente a Themis, mucho menos comportarme de esta manera —comenzó, aunque rápidamente supo que no sabía exactamente cual era el inicio de la historia.
Para Artem, actuar sin pensar era algo lejano, y rompió el tabú.
—Ah, ya entiendo, señor Wing —aseguró ella, mostrándole el rostro un tanto orgulloso por haberlo captado a tiempo—. Se le llama "paciencia".
Cuando la albina remarcó la palabra, el castaño no comprendió, pero ciertamente le hacía la situación más fácil con sus deducciones.
—Pero no exactamente "paciencia" —corrigió la agente—. La respuesta es, que teme arruinar su relación con Themis si va demasiado rápido, así que se reprime. No digo que actúe o cambie su personalidad, solo, no puede ser desconsiderado con ella y le respeta.
Eso, al menos para el abogado tenía sentido.
—¿Quiere decir que he arruinado ya nuestra relación? —inquirió avergonzado, desviando su azulino mirar hacia abajo.
Tomó de forma literal su explicación, por lo que la compañera del detective lo encontró tierno al ver su lado ingenuo.
—No, no es nada parecido. Lo comprendo en ese sentido, por ejemplo, la relación que tengo con Luke está llena de libertades, pero definitivamente hay cosas que no puedo hacer, aunque quisiera. —Decirlo en voz alta era vergonzoso, antes bien, debía mostrar su punto.
Artem se encaminó algunos pasos para estar más cerca de ella, llevaba la mirada fija en su persona, lo que ocasionó que Roselle quisiese retroceder.
—Nada de ello cambia que puedo actuar de esta manera usted, y como tal, me entiende perfectamente —puntualizó, volviendo a tomar su tono formal.
Ella negó con las manos de forma desesperada.
—Podemos ser buenos amigos gracias a ello —ofreció al no ver otra salida.
Era bochornoso, nunca espero tener una conversación como esa; pensaba que el tema de "los corazones rotos" no debía tocarse jamás.
—Sí, en definitiva me falta algo que tiene usted... —susurró al dejar caer los hombros, sonriendo con resignación.
Se quedó a medias nuevamente, y Roselle sin la fuerza para preguntar sobre ello como la primera vez, en cambio, la oportunidad para devolverle el gesto del abrazo se presentó con palabras.
—Merece más de lo que espera, señor Wing. Su esfuerzo, sus buenos sentimientos... no importa cuanto tarde, serán recompensados. Debe ser feliz.
Artem se mantuvo en silencio, observándole con una sonrisa ligera y agradecida, pues las palabras se le habían atorado en la garganta. Como la imprudencia, hacia tiempo que tampoco se sentía debidamente consolado.
Al final, jamás se aclaró el núcleo de la conversación.
—¿Un niño de diez años? —cuestionaba incrédula al teléfono que descansaba sobre su oreja.
Roselle estaba cocinando cuando recibió la llamada de su compañero para darle las buenas nuevas, sin embargo, su historia era impresionante.
Resultó ser, que Hugh Moss, el hijo adoptivo de la difunta Jasmine Kenders, era el hacker que los había llevado hasta el departamento.
—Sí, tiene apenas diez años, es un genio, el problema es que no quiere comunicarse con nosotros —contó preocupado el detective.
Pensó en las posibilidades, dejando de cortar la zanahoria sobre la tabla para tomar el aparato con su mano, y al tener una respuesta tras el silencio en la línea, volvió a tomar la palabra.
—¿Por qué no le piden ayuda al Doctor Richter? Él es muy versado en su campo, no me sorprendería que tenga la habilidad para trabajar con niños —comentó segura, pensando en la imagen del albino hablando desde su silla de manera profesional.
—Es mejor que lo que había pensando —aceptó él pelirrojo—. Se lo diré a Themis, ella puede contactarlo con más facilidad. Muchas gracias por la aportación, ya tengo que colgar, cuídate y no te metas en lugares peligroso.
Roselle rodó los ojos.
—Lo mismo digo. Adiós, Luke, y buena suerte.
De esa manera la llamada terminó, ella volvió a lo suyo en su cocina, no sin pensar en todo el tema que estaban manejando.
Era increíble trabajar en un caso tan interesante como complejo, y no mentía al darle créditos a los demás investigadores, pues sin duda eran figuras con las que pocas veces se tenía oportunidad de colaborar. El heredero de Pax, un doctor con su propio centro de investigaciones, y un abogado en la cima de su campo.
—Artem Wing... —pronunció sin querer al detener de nuevo su tarea.
Al recordar la escena del librero, sus mejillas se sonrojaron levemente y suspiró. En ese momento, era consiente de lo que deseaba el hombre, y la manera de pedírselo habría hecho desmayar a cualquier mujer, sin embargo, su corazón le pertenecía tontamente a Luke Pearce.
No era justo para ninguno actuar como remplazo, por más lastimados que estuvieran.
He corregido varias cosas en los capítulos anteriores, porque la verdad esto surgió así de la nada lol, y está escrito así como a las carreras. En fin, voy a tratar de mejorar porque ya le perdí la maña a esto de escribir hace vario rato.
Muchas gracias por leer! 💙🐇
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top