Capítulo 2
Mis amigas prácticamente me habían obligado a asistir a la fiesta, decían que debía superar el pasado, pero me resultaba algo demasiado difícil, como si estuviese atada a este y cada vez que buscaba la forma de salir algo aparecía y me lo impedía.
Aparte de la música, percibí el fuerte olor empernado en algunas personas y el sitio en sí. Las personas lucían tan alegres que sentía envidia por ellos y ellas, desearía ser feliz nuevamente. Sus cuerpos se mueven al compás de la música, demostrando sus habilidades y mejores pasos, además de sus en parte provocativos atuendos; sin embargo, yo no lucía como ninguna de ellas, mi ropa era del tipo que solía usar al salir a cualquier lugar y ni si quiera me inmuté en cubrir mis evidentes ojeras.
Cuando conocí a Jin no era de esta manera, es decir, ante los estándares de belleza impuestos por la sociedad de mi país tenía sobrepeso y ningún chico se había fijado en mí solo por eso, más bien solían burlarse, pero él siempre fue tan diferente y me hizo sentir segura.
Ingresé al gimnasio no por él, sino por salud, además tuve que ir al psicólogo y nutricionista para superar mi ansiedad, la cual había comenzado en cuanto ingresé al colegio y los demás comenzaron a burlarse de mí.
Ahora sentía tanta vergüenza por haberme convertido en un esqueleto andante, pero por más que intentaba comer no podía evitar devolver casi todo lo que digería.
Buscamos una mesa vacía en la cual colocar nuestras pertenencias, ellas intentaron arrastrarme hasta la pista de baile, pero me negué, con que estuviese aquí era suficiente para mí.
—No seas aguafiestas, So Hee. Será solo un rato —insistió una de ellas.
—No tengo ganas —más bien tomé asiento y observé la animada multitud con cuerpos sudorosos.
Se resignaron y me dejaron permanecer en el sitio, mientras todas juntas se unían a los demás y comenzaban a mover sus cuerpos al igual que ellos. Cuando pensé que lo había visto casi todo y me aburrí, mis ojos se encontraron con un atractivo chico igualmente solo en otra de las mesas, a diferencia de que él está viviendo.
Sus ojos se encontraron con los míos y en lugar alejar mi mirada lo observé con curiosidad, él era realmente atractivo. Él tampoco deja de verme, pero poco a poco su rostro se va oscureciendo y su ceño evidentemente se frunce.
Una chica se acercó a él, pero inmediatamente saltó a la defensiva y la alejó de él, lo que incrementó todavía más mi curiosidad, ella era realmente hermosa, incluso no creo que algún chico aparte de él la haya rechazado antes.
Me sigue observando, incluso colocó con violencia el vaso de vidrio sobre la mesa, pensé que se quebraría, pero no lo hizo.
"Deja de verme" logré leer en sus labios, pero me pregunté el motivo. Él no me conocía y yo tampoco a él, me parecía estúpido que me dijese aquello, ¿quién era él? Probablemente una simple persona más, después de todo lucía como alguien normal.
Intentaba intimidarme, pero su belleza impedía que lograra realizarlo. Negó y sonrió, pero su sonrisa era tan distinta distinta, más bien era algo "cuadrada". Apretó su mandíbula y se puso de pie, dirigiéndose a mí, eso sí que logró ponerme nerviosa, jamás imaginé que una simple mirada llegara a más.
—¿Qué quieres de mí? —preguntó a la defensiva.
Dios mío, su voz es digna de un chico tan atractivo como él. Es tan ronca y lenta que me hace sentir un escalofrío.
—Nada, solo tenía curiosidad —me encogí de hombros.
—Entonces no quiero que sientas curiosidad por mí —alzó sus cejas y rió sin gracia.
—Puedo sentir curiosidad por quien quiera —le sonreí sarcásticamente.
—Vaya —acomodó su cabello con una de sus manos —. Deja de verme.
—¿Por qué?
—¿Tienes cuatro años? Solo los niños hacen esa clase de preguntas. Odio que me vean y punto, deja de hacerlo —espetó.
—Para algo tengo ojos, ¿no lo crees?
Sacó una libreta y comenzó a apuntar algo en ella, permaneciendo aún cerca de mí.
—Ni siquiera deberías hablarme, nadie debería hacerlo.
—Claro eres tan increíble que...
—Nunca he dicho que lo sea, pero claro, juegas tanto de increíble y valiente que te crees en el poder de responderme —jugó en mi contra.
Colocó de forma violenta el papel sobre la mesa en cuanto acabó de escribir, incluso su mano hizo un fuerte sonido al chocar contra la mesa.
—No estoy jugando, querida So Hee —me vio con burla y se marchó
"Lista de leyes" leí como título, lo que me pareció sumamente ridículo. Él es un chico encantador, hasta escribió algo para mí.
Uno: Aléjate de mí.
Dos: Si desobedeciste a la primera, continúa leyendo.
Tres: Mantén la distancia entre los dos.
Cuatro: No me veas a los ojos.
Cinco: Evita el contacto físico.
Seis: No pienses que soy atractivo o encantador, de este modo podrás cumplir la número siete.
Siete: No debes enamorarte, ¡nunca! de mí. No soy bueno para nadie.
Nota: Si desobedeces, serás la única culpable de las desgracias que eso traerá como consecuencia en tu miserable vida.
Sí, definitivamente era algo tanto absurdo como ridículo, ¿quién en su sano juicio haría algo como eso? Tan siquiera sabía su nombre... ¡maldición! ¿Cómo rayos él sabía que mi nombre es So Hee? Lo escuché perfectamente decirlo antes de marcharse.
—¿Y el chico? —una de las chicas se acercó curiosa a mí.
—¿Cuál?
—El que estaba aquí hace un momento contigo.
—Ah, el idiota ese —hice una mueca de desagrado al recordarlo; sin embargo, el recordar su sonrisa de niño hizo que la mueca desapareciera.
—Bueno, veo que no te fue tan bien con él, el barman tenía razón.
—¿Qué te dijo?
—Que desde hace un tiempo viene aquí y no cruza palabras con nadie aparte de él para hacer el mismo pedido de siempre, suele ahuyentar a las chicas.
—Bueno, creo que fui la excepción, lo ahuyenté a él.
—Debes ser peor que él —dijo en broma —, no espantes a los chicos, So Hee. Dale la oportunidad a alguien más, mereces ser feliz
—Algún día —resoplé. Ella me abrazó y se fue nuevamente con las demás.
Desconocido:
¿Ahuyentarme? Eres realmente ridícula, So Hee.
11: 57 pm
No podía ser él, en ningún momento se lo di y dudo que alguna de mis amigas lo haya hecho, ellas siempre me pedían permiso antes de proporcionar mi número.
Desconocido:
Sí, soy yo. Te hago la misma advertencia para que no lo olvides, querida. No estoy jugando, más vale que te alejes de mí, no te lo diré nuevamente ya que todo está escrito en la nota. Si sigues las indicaciones tendrás una buena vida, te lo aseguro, sino, tu vida será más miserable de lo que ahora lo es.
11: 58 pm
¿Qué estaba pasando con él? Eso ya era acoso.
Yo:
¿Estás bromeando? Eres tan ridículo, ¿cómo sabes mi nombre?
11: 59 pm
Desconocido:
Querida, cuando me observaste a los ojos pude ver todo a través de ellos, no puedes ocultarme nada. Por cierto, los demonios no bromeamos.
12: 00 am
Intenté replicar algo más; sin embargo, al enviar el mensaje, apareció que la línea no existía. Lo llamé y la operadora dijo lo mismo "Lo sentimos, pero el número al que desea comunicarse no existe".
Un demonio. Eso ni siquiera existía, solo era un maldito enfermo que estaba demente.
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