Capítulo 13
No solamente los humanos sufren. Durante años hemos sido vistos como entes malignos, pero ¿Qué saben en realidad todos ellos de nosotros? Desafortunadamente pareciera que podemos soportar más de lo debido, por lo que nuestro dolor no es el mismo, sino que es unas cinco veces peor. Un ser humano jamás podría imaginar nuestros castigos y mucho menos soportarlo.
¿A nosotros quién nos defiende? Las leyes aquí son inexistentes y no tenemos otra opción aparte de soportar, porque el sufrimiento es eterno, no puede volver a morir un cuerpo que ya está muerto.
Tal vez desearía estar vivo.
—Das vergüenza, Taehyung. Eres más inservible cada maldito día —su saliva chocó contra mi cara y ese simple acto me pareció repudiable-
No podía defenderme, todo sería peor.
—¿En dónde quedaron tus palabras? Dijiste que sería pan comido y en una semana todo estaría listo, ¡Escoria! —dijo, junto a otras blasfemas —. No me interesa lo que deban hacerle.
¿Por qué él se levantó en contra de Dios y nosotros no podemos levantarnos en su contra?
Mis dedos fueron pisados sin una pizca de piedad, porque de todos modos la "Piedad" es una palabra inexistente en un sitio como este. Estaba completamente desnudo, porque en todo caso disfrutaban de avergonzar a quien fuera, sin importar que fuese uno de los "suyos".
Ataron mis manos y mis pies, pero no juntos, sino que ataron las sogas repletas de espinas a un tubo de metal sobre mi cabeza, mientras que cada uno de mis pies a un tubo que se encontraba abajo, de modo que cada una de mis extremidades quedaran completamente estiradas.
Tiempo atrás desconocía por completo la sala de castigos, pero parecía que últimamente era uno de los sitios que conocía con mayor detalle, hasta estaba seguro de que sabía a la perfección cada herramienta y el lugar en el que se encontraba.
Uno colocó una corona de espinas en mi cabeza y todos comenzaron a burlarse de mí, dejando a la vista sus puntiagudos y amarillentos colmillos.
—¡Dile a dios que te ayude! —gritaban y volvían a carcajearse.
Ellos eran sus manos derechas y a quienes más repudiaba, siempre tan fieles, adheridas a él como repugnantes sanguijuelas, besando y lamiendo sus pies.
Comenzaron a golpear mi cuerpo con los tubos metálicos hirviendo, hasta podía ver como mi piel se quedaba pegada en ellos. Estoy seguro de que la mayoría de mis heridas no tardarán demasiado en sanar, pero de todos modos es horrible sentir cada golpe.
Hice mi cabeza hacia atrás en cuanto sentí que alguien estaba quebrando los dedos de mis pies y posteriormente acercaba fuego para quemarlos. Incluso, las lágrimas que se deslizaban por mis mejillas quemaban.
—¿No te da vergüenza llorar como un insignificante humano? —uno de ellos me golpeó con el tubo en la cara.
—¡¿Y a ti no te da asco hacerle esto a uno de los tuyos?!
—¿Uno de los míos? Ni siquiera considero de los míos a una criatura tan desagradable como tú —me golpeó una y otra vez con más enojo.
Ellos tenían muchísimos años más aquí que yo, por lo que era de esperarse que cualquier rastro de humanidad fuese inexistente en sus vacíos interiores, al igual como yo lo llegaría a ser en algún momento y ese era justamente uno de mis enormes temores.
—Suficiente —apareció nuevamente en la habitación, y todos le obedecieron —Déjenlo allí tirado —movió su mano como para restarle importancia.
Mi cuerpo cayó violentamente desde arriba, pero de todos modos no logré moverme.
¿Era siquiera posible sentir más dolor?
—Mis expectativas por ti ya no son tan altas, no cuando él por mucho te ha superado en todo. Si no lo logras, pobre de ti, Taehyung, sabes muy bien todo lo que te pasará —me golpeó con su bastón, incluso sentí como las púas del mismo se incrustaban en mi piel.
La puerta volvió a abrirse y todas salieron. Aquí no existían las preguntas "¿Necesitas ayuda? ¿Te duele algo? ¿Estás bien?", porque en realidad a nadie le importaba.
Lamento ser un completo idiota contigo, So Hee, pero esto es lo que he tenido que soportar desde que te conocía, no solamente tú has sufrido. Soy tan egoísta, que no me importa lastimarte para que sea mi sufrimiento el que se detenga. Espero que como humana puedes perdonarme y salir adelante, porque eso es algo que yo ya no puedo hacer.
***
Abrí mis ojos y me encontré exactamente en el mismo lugar, pero como lo esperaba, mis dedos ya no estaban quebrados ni mi piel quemada, aunque en mis muñecas y tobillos todavía se podían apreciar las marcas que me habían generado las sogas de espinas.
Salí del salón no de tan buen humor y a paso lento me dirigí a una de las habitaciones para buscar qué ponerme, a pesar de que la mayoría no se preocupaban mucho por vestirse por completo, sino que se paseaban desnudos o semidesnudos de un lugar a otro, de todos modos, la ropa no duraba mucho en ellos, porque la lujuria sobreabundaba en el lugar, pero yo sentía demasiado asco por la mayoría como para involucrarme. Era mejor salir, caminar entre humanos me hacía recordar cuando alguna vez fui uno.
Algunos demonios como yo se paseaban por la tierra y nadie se percataba de ello, porque en realidad la diferencia no era muy notable, bueno, en realidad la mayoría tienen una mansión y dinero prácticamente inagotable, pero de algún u otro modo buscaban la soledad para no levantar ninguna clase de sospecha.
Tiempo atrás, uno de ellos me invitó a su casa y allí me quedé junto a otros dos más, pero la comunicación era escasa, solamente nos reuníamos para jugar algún juego de azar o beber alcohol, porque cada uno estaba en lo suyo y si estaba en la tierra no era para estar cruzado de brazos, sino que debían cumplir con las tareas que les fue asignada.
Los demonios que habitamos en la tierra somos los más engañosos, porque no tenemos uñas largas, colmillos enormes y nuestra piel no está sucia; todo es un falso espejismo de perfección para hacer a los humanos caer.
—So Hee, debemos vernos hoy, en un rato pasaré por ti—soné demasiado exigente, además, colgué la llamada sin escuchar su respuesta.
Me coloqué uno de los mejores trajes, ¿Para qué? Ella de todos modos sabía bien quien era y lo que quería.
Quería sentir con una de mis manos los fuertes latidos de mi corazón, como cuando me enamoré por primera vez. Ese fue el mejor tiempo de mi vida y ahora lo extrañaba. Ahora solamente hay un vacío dentro de mí.
Creía que ella no me haría caso, pero logré observarla esperando por mí. Solamente abrió la puerta del copiloto y subió sin decir nada, se limitó a darme una fugaz mirada.
¿A dónde iría? Tal vez lo mejor era alejarme de la ciudad, en todo caso haría lo que yo quería, pero no sabía el motivo por el cual la llamé a ella. Mi deseo era estar solo.
—¿A dónde vamos? —finalmente me preguntó, probablemente estaba confundida al ver la ruta que estaba tomando.
—No quiero estar en la ciudad —es lo único que digo.
El viaje fue de al menos un par de horas, pero siento que valió la pena. No sé en dónde estábamos, era lo que menos me interesaba en ese instante. La carretera era poco concurrida y al otro lado había únicamente un pequeño restaurante, el cual seguramente visitaría después.
Me encaminé a uno de los árboles del lugar y me senté debajo. Cerré los ojos por un instante, pero sentía su presencia frente a mí, lo que me hizo abrir los ojos. Tenía el ceño fruncido y estaba de brazos cruzados.
—¿Qué diablos hacemos aquí? —sonaba molesta.
—Nadie podrá ver si te hago algo aquí —intenté bromear, pero frunció más el ceño —. Quería estar lejos. Iremos luego a ese restaurante —lo señalé y volví a cerrar mis ojos.
Ella se sentó junto a mí y tomó una de mis manos. Las marcas. Cuando quité mi mano ya era demasiado tarde, ella volvió a tomarla y me vio intrigada.
—¿Qué diablos es eso?
—Seguramente desaparecerá mañana —le resté importancia.
—Esa no es una respuesta a mi pregunta.
—Bueno, son marcas de sogas con espinas, son lindas, ¿no?
—¡Por supuesto que no! Algo así es terrible —ella en serio se comenzaba a alterar —, ¿Qué clase de loco le hace algo así a alguien más?
—¿Te preocupas por mí?
—Me preocuparía por cualquiera que tenga unas marcas como esas.
—Si te digo que son por tu culpa, ¿lo creerías?
Se quedó atónita y me vio con incredulidad.
—Crees que eres la única en sufrir por haberme conocido, pero yo he sufrido mucho peor las consecuencias, por eso no puedo alejarme de ti hasta que todo finalmente se detenga.
—Siempre te escuchas como alguien tan enfermo, seguro por eso se hartaron de ti y te lastimaron —se levantó.
¿Cómo podía negarlo? Aparentemente todos estaban hartos de mí, incluso yo también lo estaba.
—Si pudiera desaparecer lo haría, pero desgraciadamente no es algo que se encuentre a mi alcance. La única solución es que ambos pongamos de nuestra parte para que todo se detenga.
No puedo dejarte ir, So Hee.
*****
Tarde, como siempre, jajaja. Pero bueno, por lo menos pude actualizar.
Creo que esta vez no pondré el típico "Espero que les haya gustado el capítulo", porque no es algo demasiado agradable cuando se trata de las torturas que Tae ha tenido que soportar.
Como no tengo que ir a la universidad porque en mi país hay una huelga indefinida, es probable que sí pueda actualizar más seguido, además, ya finalicé un fic e intentaré finalizar otro que le queda poco.
Muchas gracias por tenerle paciencia a esta inconstante persona.
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