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— Has estado actuando horrible últimamente, Craig –dijo el rubio a la vez que arrebataba el cigarrillo de entre las manos del pelinegro– y también fumando demasiado.
— Y tú dejaste de ser tú.
Una pequeña risita se escapó de los labios del rubio, era cierto, al menos había cambiado para bien al dejar el café de lado junto con sus paranoias y mejorando su apariencia. Craig buscó en sus bolsillos la cajetilla que recientemente había comprado, no lo encontraba en ninguno de estos. Estaba por perder la paciencia hasta que por fin recordó que los tenía dentro de su mochila y entre sus libros. Suspiró agotado mientras apoyaba su mochila frente a él con ayuda de sus piernas, igualmente le fue demasiado difícil encontrar la dichosa cajetilla, pues tenía un completo desorden. Tweek se apresuró a sujetarlo cuando el pelinegro estaba a punto de perder el equilibrio.
— Eres como un bebé –burló– mejor vamos a comprar otros.
No esperó respuesta -sabía que nunca llegaría- y se encaminó a la tienda más cercana con Craig siguiéndolo al lado suyo. Tweek tomó la mano de su novio, pero no recibió un apretón de respuesta, trató de ignorarlo, después de todo no eran una pareja completamente real, pero un pequeño sentimiento de deber surgió en él.
— ¿Te encuentras bien? –preguntó por cortesía– sabes que está bien decir tus problemas en vez de guardarlos. No es necesario ser siempre el mejor, o al menos aparentarlo.
— Lo sé, no me repitas el mismo discurso.
El rubio decidió guardar silencio. Tenía tantas ganas de decirle tantas cosas, que era mucho mejor que fuera odiado a ser amado por algo que no era el mismo, por algo con lo que no se sintiera cómodo. Era irónico, pues el hacía lo mismo estando en el papel del "buen novio". Paró su caminar para poder tomar al pelinegro por sus hombros, este no se sorprendió, el rubio era un amante del drama según él.
— Eres vulnerable
Eso sí le sorprendió.
— Perdón, ¿qué? –sacudió su cabeza levemente– ¿soy qué?
— Eres vulnerable –repitió– no entiendes que no eres un robot como para andar complaciendo a todos menos a ti.
De nuevo silencio.
Incomodo silencio para Craig.
Silencio que le otorgaba la razón a Tweek.
Silencio que fue cortado por las risitas de Tweek.
— Eres adorable –su pálida mano se paseó por el rostro del moreno– muy adorable, pero solo sabes causar problemas –jaló la parte delantera del gorro azul, tapándole los ojos–
— ¡Agh! ¡¿Pues adivina qué?! ¡Tienes razón, no soy un robot! Empezaré por dejar de complacerte a ti.
El moreno golpeó la mano de su "novio" bruscamente, estaba más que harto, pero si de algo se había olvidado era que el rubio podía llegar a ser demasiado agresivo también, lo recordó demasiado tarde, justamente cuando tuvo el puño del contrario impactando en su mejilla derecha.
— ¿Qué crees? ¡Yo tampoco soy tu robot para quedarme callado ante ti!
Ambos se dieron miradas matadoras, cargadas de enojo y fastidio. Tweek fue el primero en darse la vuelta y dirigirse a su casa con la cara roja y los puños cerrados. Craig aún estuvo un rato en el mismo lugar.
A la mañana siguiente todo transcurrió tan normal y diferente al mismo tiempo, todos seguían con su rutina, pero a la vez no, en especial el grupo de Stan quienes tenían de colado a Craig, al parecer el golpe de Tweek le había hecho ignorar que eran los chicos menos queridos de todo South Park, además de que no confiaba mucho en ellos. Debían admitir que su actitud había "mejorado", era más abierto o algo así. Por otro lado, a sus amigos y Tweek no parecía importarles este detalle, tal vez un poco a Clyde.
— Creo que el dinero que le dio su abuela los atrajo –bromeó el castaño–
─ Siempre atrajo a esos alfileres –respondió Token–
─ Seh, ¿tú que dices Tweek? –Clyde dio una palmada a donde debería estar la espalda del mencionado, mas no había nadie– ¿Tweek?
─ En el árbol de allá -Bebe señaló un árbol que estaba no muy lejos del grupo de Stan-
Y así como dijo Bebe estaba Tweek, trepado en un árbol tratando de escuchar la conversación de su "novio", lo cual le estaba dando buenos resultados, escuchaba perfectamente todo, sin perder detalle alguno.
─ Y dinos Craig, ¿es cierto que le pediste a Tweek pasar a otro nivel? –Kenny se acercó lo suficiente a Craig como para darle pequeños golpes con el codo–
─ ¿Qué? Claro que no
─ Aww, que tímido.
«Ese idiota nunca se comprometería a nada» Pensó Tweek. «Veamos que tanto te importo frente a los demás»
Rápidamente sacó su teléfono del bolsillo. Casi le daba un infarto cuando este se le resbaló un poco de sus manos. Marcó al número de Craig y esperó algo ansioso a que le respondiera, ni siquiera sabía que le diría, solo quería saber la reacción del moreno.
A la primera llamada, no se tomó la molestia de buscar su teléfono.
A la segunda llamada, ya se notaba un poco la molestia.
A la tercera llamada, todos estaban incómodos.
A la cuarta llamada, por fin sacó su teléfono.
A la quinta llamada, Cartman tuvo que alentarlo a contestar.
— Oh vamos, no seas tan patético, ya todos sabemos lo gay que er-
— ¡Cállate! –interrumpió Kyle– Lo que quiere decir, es que solo contestes, no te molestes por nosotros.
— Si, lo que dijo Kahl
A la sexta llamada, Craig colgó.
Tweek tuvo pequeños temblores ante esto, sentía la necesidad de digerir un poco de café. Tratando de alejar las inseguridades lejos de el, jaló de sus rubios cabellos. Un gritillo se le escapó en su pequeño ataque de nervios, fue en ese momento que se dio cuenta de algo.
Él también era vulnerable, y demasiado.
Era fácil verlo, estaba en un árbol espiando a su "novio", llamándolo repetidísimas veces, casi rogando por que le prestara atención, incluso estaba regresando a sus viejos hábitos. No hacía caso a lo que aprendió, el no era un robot. Craig podrá ser la persona más adorable, podrá cumplir con la mayor cantidad de expectativas de Tweek que cualquiera, pero solo será problemas en su camino de la vida. Al fin lo entendía.
De un buen salto bajó del árbol que le sirvió de escondite y encaró al causante de sus problemas.
— Oh, cariño –remarcó la última palabra- creí haberte algo importante –apretó amablemente el brazo contrario y bajo su mano dejando pequeñas caricias hasta llegar a su mano-
— No, no lo hiciste –le respondió sin darse cuenta que su teléfono era quitado de su mano suavemente-
— Bueno, lo diré ahora –Tweek jugueteó con el teléfono ante la mirada asombrada del moreno y las demás personas que paseaban por allí- ¡No soy un maldito robot!
Con todas sus fuerzas lanzó el aparato lejos, lejísimo, como consecuencia, este se estrelló contra el pavimento y se rompió completamente, nada quedó en buena condición. Craig no pudo gritarle al rubio, pues huyó al instante del lugar.
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