Capítulo 4
A Adrien le gustaba ir a clase. Era donde podía salir de los estrictos esquemas que orquestaba su padre día a día para él, era donde podía encontrarse con sus amigos, era donde podía sentir que formaba parte de algo más que la soledad de su habitación. Siendo así, era realmente raro verle llegar temprano en la mañana con el ceño fruncido. No es como que él se diera cuenta, llevaba así desde su encuentro con Marinette.
Se había observado en todas las superficies reflectantes de su casa como si sufriera alguna alteración extraña del síndrome de Narciso, ¡incluso se había fijado en el reflejo que le devolvía el coche al cerrar la puerta! Parecía un perro dando vueltas sobre sí mismo. Así lo encontró Nino cuando se reunió con él en la entrada del colegio.
—¡Ey, Adrien! —lo llamó, acercándose a él. Se le quedó mirando con una cara que pretendía ser de poker, aunque distaba mucho de serlo—. ¿Todo bien?
Adrien recuperó su postura normal y lo saludó con un choque de puños.
—Sí, sí, solo que no paro de darle vueltas a algo —respondió Adrien. Empezó a caminar hacia el interior del colegio y Nino le acompañó.
—¿Y se puede saber a qué? —preguntó Nino intrigado—. Quizás pueda ayudarte.
Adrien resopló y se llevó las manos al rostro, frustrado.
—Venga, dime —lo alentó Nino—. De algo te tengo que valer.
—Idiota —lo pinchó Adrien riendo—. Es solo que...
Adrien dudó. No quería exponer su conversación con Marinette, su identidad podía peligrar muy fácilmente si llegaba a decirlo. Marinette era lista y no tardaría en juntar cabos al ver que las historias coincidían. Le gustaría pensar que Marinette no era como Chloé, que no iría desperdigando su secreto por ahí, pero también era verdad que ya había hecho gala de su torpeza al descubrir que era Multimouse...
—Es solo que... —repitió Nino, invitándole a seguir.
—Pues que una fan me dijo algo que me dejó un poco perdido —confesó Adrien retorciendo la historia lo mejor que supo.
—He visto la clase de comentarios que te dejan en redes, ¿qué puede ser peor para que te deje así?
—No es tanto peor, si no que... —comenzó Adrien, sobándose la nuca con nerviosismo—. De alguna forma me dio a entender que tengo el mejor culo del país.
Adrien lo sintió, el sonrojo en sus mejillas y en sus orejas al decirlo en voz alta. Si se descuidaba y se dejaba llevar, tendría hasta el cuello totalmente colorado por la vergüenza. Nino silbó.
—Tienes unas fans salvajes, hermano —aseguró Nino—. ¿Pero te lo dijo en plan bien o en plan acosadora chunga?
—No, no, por la forma en que lo dijo creo que tenía buena intención —se apuró Adrien—. Hasta creo que me estaba gastando una broma, pero... Realmente no sé cómo interpretarlo.
—Bueno, así de entrada diría que te estaba tirando ficha bastante fuerte.
—¡Claro que no!
—Qué negativa tan fuerte, ¿no es tu fan? Es una posibilidad con bastante peso.
—No, no creo, ¿o puede que sí? ¡No lo sé! Seguro que solo se estaba quedando conmigo.
—Pero a ver, ¿se puede saber qué te dijo exactamente para tenerte así?
—No me acuerdo bien.
—Ya, claro. A otro perro con ese hueso.
—Se te están pegando las mañas persecutorias de Alya.
—Lo bueno se pega fácil, venga, escupe.
—Me da vergüenza, ¿vale?
—Entre colegas no hay vergüenza, venga, dispara.
—Que no.
—¿Prefieres esperar a que lleguen las chicas y que te lo sonsaque Alya?
—Nino, ¡ni te atrevas!
Nino rió con una enorme sonrisa altanera.
—Rétame.
Adrien maldijo para sus adentros, mordiéndose el labio con nerviosismo.
—Se podría decir que me dijo que tengo, ¿un culito mono? —retorció nuevamente Adrien. No podía decirle que le había llamado el culo de Francia, si cabía la pequeña posibilidad de que Marinette se enterase de esa conversación, tenía que reducir las pistas.
Apenas pasó un segundo, el segundo que tardó Nino en captar claramente el mensaje y en estar seguro de que lo había escuchado bien, cuando rompió a reír.
—Quizás tu fan es menos salvaje de lo que creía —dijo Nino apretándose el estómago—, ¡qué monada!
—Claro, tú búrlate —se quejó Adrien, cruzándose de brazos—. Seguro que ella me dijo lo mismo solo para atormentarme.
—¿Crees que solo quería que te pusieras nervioso? —preguntó Nino, mirándole de arriba a abajo, aún con la risa tonta—. Porque si es así lo ha conseguido.
—No lo sé, es que... —Adrien detuvo sus pasos—. Nino, ¿crees que tengo un culito mono?
Nino lo miró con sorpresa y se detuvo también, a su lado. Hasta la risa desapareció.
—Espera, deja ver.
Adrien se inclinó ligeramente hacia delante y Nino se acercó a él, levantándole la camisa blanca para que no le tapara.
—¿Entonces? —preguntó Adrien, mirando al suelo.
—Creo que puede pasar por un culito mono, sí.
—¿Quién tiene un culito mono? —preguntó Alya con el móvil en la mano.
Adrien se enderezó de un salto, sobresaltado, pero Nino se mantuvo impasible con una sonrisa vacilona en los labios.
—Pues Adrien —le contestó Nino, soltando la camisa para acercarse a ella.
—Creo que hay muchas incógnitas en este asunto.
—Y yo creo que has sacado una foto —aseguró Adrien.
—Y un vídeo también —rió Alya—. Y antes de que digas nada, tranquilo, no lo divulgaré por ahí.
—¿Y entonces por qué no lo borras? —preguntó Adrien, cruzándose de brazos.
—Porque Marinette necesita ver esto.
—¿Necesito ver qué? —preguntó Marinette acercándose—. Buenos días, chicos.
—A Nino escaneándole el culo a Adrien.
Marinette frunció el ceño, mirando alternativamente a Adrien y a Nino, esperando que fuera una broma.
—Venga, vale, ¿qué me he perdido? —preguntó Marinette.
—Lo mismo les he preguntado yo —le contestó Alya.
—Pues que una fan le ha tirado los tejos a Adrien con todo el presupuesto —explicó Nino ganándose una mirada sobresaltada de Adrien—. Al parecer le dijo que tenía el culito mono.
Adrien estaba a punto de entrar en pánico y de clavarle un codazo a Nino, también. Las chicas estaban tan centradas en lo que había dicho Nino y en partirse de risa que parecieron no prestarle atención.
—¿Y tú eres el jurado? —preguntó Alya.
—Por supuesto, nadie sabe más de culitos monos que yo —aseguró Nino—. Después de todo, el mío es el mejor.
Las chicas rompieron a reír aun más fuerte y Adrien finalmente comenzó a relajarse.
—¿Pero quién te dijo que tenías el culito mono? —preguntó Marinette con lágrimas en los ojos—. Soy muy fan.
Pues eres fan de tu reflejo, princesa, pensó Adrien aunque se lo tuvo que tragar.
—Bueno, ¿y cuál es el veredicto? —preguntó Alya.
—Has puesto en tela de juicio mi opinión crítica, deberías acudir a otros expertos.
—Muy bien, ¿qué dice tu ojo experto, Mari?
Marinette se sobresaltó, pero estaba tan relajada después de reír que no armó las barreras que la protegían siempre. Al menos, eso pensó Adrien al verla acercarse con una sonrisa divertida.
—Vamos a ver —comentó Marinette, girando a su alrededor.
—¿Y bien? —preguntó Alya—. ¿Es Adrien el ganador al culito mono del año?
Marinette se encogió de hombros.
—Lo siento, pero el de Chat Noir es mejor.
Sonó el timbre y, riendo, Marinette echó a correr hacia el aula seguida de cerca de Alya que no paró de exigirle explicaciones. Adrien se quedó allí, como un pasmarote, hasta que Nino le obligó a volver en sí.
Marinette Dupain-Cheng tenía una forma la mar de única de ponerle el culo del revés.
Martes, 24 de diciembre de 2019
¡Hola a todos, lindas flores!
No tenía pensado darle tanta caña a la tontería de la broma del culo de Francia, sinceramente. Era una pequeña referencia y pensaba meter un diálogo bastante más breve sobre la reacción de Adrien. Pero les ha divertido tanto que me he venido arriba y he escrito esta..., lo que sea, no sé ni cómo definirlo jajajajajajajajaja
En fin, hay una referencia bastante tocha en este capítulo. Y no es la de Los Vengadores. Venga, ¡quien la acierte se lleva un premio!
Les tengo preparado un especial navideño marichat titulado Comme Sabrina. Pueden encontrarlo en mi perfil y espero que lo disfruten.
Con esto y un bizcocho, ¡nos leemos pronto!
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