Capítulo 3
Marinette lo observó desconcertada y se acercó a él con cuidado de no volcar el contenido de la taza.
—¿A qué te refieres, Chat?
—A todo esto —explicó Chat, moviendo las manos a su alrededor y haciendo que el cascabel sonara.
Marinette dejó la taza junto a la suya, en la mesa, y lo observó con cuidado. Chat tuvo ganas de resoplar. Lo que le faltaba, que lo mirara como si estuviera loco.
—A esto, concretamente —recalcó, llevando el cascabel junto al suyo.
Marinette se mordió el labio inferior y se sonrojó hasta las orejas. Chat estuvo a punto de atragantarse al darse cuenta de lo que significaba eso. Marinette seguía enamorada de él y no podía pensar en otra cosa que meter el dedo en la llaga.
Estaba lamentándose, pensando en qué hacer para salir de aquel desastre, cuando Marinette no aguantó más y empezó a reírse.
Chat perjuró que jamás la había visto reírse tanto. Estaba doblada sobre sí misma, con las manos apretadas fuertemente sobre el estómago y la cara tan roja que parecía una cereza. Tenía una risa preciosa, pero estaba riéndose tan fuerte que le faltaba el aire y jadeaba. Estuvo seguro de que le salieron un par de lágrimas, pero Marinette se las apartó antes de que Chat pudiera afirmarlo.
El sonido era contagioso y, de no haber estado tan perdido, estaba seguro de que habría terminado riéndose con ella.
—Ay, Chat... —dijo Marinette, tratando de contener las carcajadas—. Ay, gatito tontorrón.
Entonces Marinette lo abrazó y Chat no pudo hacer otra cosa que corresponderle el gesto. Aún sentía los efectos secundarios de su repentino ataque al pasar sus manos por sus costillas al abrazarla. Trataba de contener la risa y le estaba costando un verdadero esfuerzo. Chat se limitó a abrazarla, dejando que pasara el tiempo suficiente como para que se calmara. Marinette tenía el oído apoyado junto a su corazón y el sonido pareció ayudarla de alguna forma.
Finalmente se calmó y Chat no supo cuánto tiempo había pasado en aquella cálida burbuja. Ella se separó ligeramente, levantando el rostro, y Chat la miró. Tenía esa sonrisa, esa sonrisa maravillosa que era capaz de iluminarlo todo. Chat no era consciente de lo mucho que había extrañado ver esa expresión de felicidad plena en su rostro, esa forma en que le brillaban los ojos de ilusión y las mejillas se le coloreaban tan dulcemente que daban ganas de besarlas. Y ser el objeto de esa felicidad lo había añorado tanto...
—¿Pensaste que era por ti? —preguntó Marinette, tocando con el dedo índice el cascabel de su cuello—. Gatito curioso.
Marinette se separó de él y Chat dejó caer los brazos. Le picaba la piel por dejarla ir y él no entendió por qué.
—Y por el diseño sobre la mesa.
—Ajá —dijo Marinette, acercándose al ordenador—. Te voy a enseñar lo que pasa cuando eres un gatito curioso que asume las cosas.
En la pantalla había un traje negro de cuerpo entero que bien podía pasar por el traje de Chat. Sobre todo viendo las orejas y ese enorme cascabel. Entonces Marinette clickó sobre una capa oculta y un coqueto vestido rosa con muchas capas de tul apareció delante.
—Oh —susurró Chat, entendiendo de repente. Todas las cosas que había asumido antes le cayeron encima como una losa y fue su turno de sonrojarse—. ¡OH!
—Sí, ¡oh! —lo imitó Marinette, riendo.
Chat jamás había agradecido tanto tener una máscara que le cubriera la cara.
—Espero que el minino travieso que te trajo hasta aquí se basara un poco más en hechos que en su curiosidad, porque si es como tú la llevas clara.
—No, a ver, puede que sea un poco torpón, pero ese gato es un compinche fiable.
—Con que compinche. Voy a tener que preocuparme sobre las compañías que frecuento.
—Confía en mí, es buena gente.
Marinette rió. Chat normalmente era todo un don juan, hacedor de chistes malos y, a veces, un poco caradura. Verle tropezarse con sus propios pensamientos por la vergüenza era un respiro de aire fresco bastante liberador. Estuvo segura de que era una faceta que no tenía nunca la oportunidad de mostrarle a Ladybug porque con ella tenía que esforzarse en ser el compañero leal que podía con todo y que siempre le cubría las espaldas. Había tiempo para los chistes malos que le quitaban el hierro al asunto, pero no para la vergüenza que le dejaba con la mente en blanco.
—Venga, ven aquí que te explico —le pidió Marinette, acercando una silla al escritorio—. Este traje es un cosplay.
—¿Haces cosplays? —preguntó Chat, sentándose junto a Marinette.
—Me había hecho disfraces, pero nunca cosplays, es la primera vez —explicó, buscando un archivo en el ordenador—. En esta ocasión lo voy a hacer de uno de los trajes de Sakura Card Captor.
Entonces Chat lo vio y era idéntico. Al volver a prestarle atención a todo el material que había desperdigado sobre la mesa, pudo verlo.
—Así que me vas a hacer la competencia, otra superheroína gatuna en la ciudad.
Marinette rió.
—Y con un bastón mágico, nada menos —le pinchó Marinette, haciéndole reír—. Es solo uno de muchos, pero ayer me hicieron ver que por algo he de empezar.
—¿Ayer?
—Sí, salí con mis amigos y estaba un poco angustiada con todo esto. Es un concurso del ayuntamiento en realidad y quiero participar, pero no me quedó en claro cuántas veces puedo presentarme así que me estaba agobiando un poco con la carga de trabajo y... En fin, me hicieron ver que no tiene sentido que me centre en todo el trabajo que tengo que hacer pensando en que no llegaré, que tengo que trabajar a mi ritmo.
—Entonces, ¿has estado tan mal últimamente por este concurso?
Marinette clavó su mirada azul en él y se mantuvo en silencio.
—¿Quién te lo ha dicho?, en serio.
—Su nombre debe permanecer en el anonimato.
—Chat, esa excusa me la puede dar Alya, no tú.
—Oye, no solo los periodistas tienen derecho a guardar sus fuentes. Los superhéroes también.
Marinette se cruzó de brazos y se reclinó en la silla, manteniendo esa mirada que estaba consiguiendo ponerle nervioso.
—Muy bien —dijo al fin—. Si tú no hablas, yo tampoco.
—Marinette...
—De Marinette nada. ¿Quieres que te hable del proyecto sí o no?
Chat suspiró.
—Está bien, cuéntame.
Chat se sentía frustrado, algo ahí se le escapaba, estaba totalmente seguro. Lo reacia que se había mostrado Marinette a hablarle de lo que la tenía tan mal y lo abierta que era sobre su proyecto le dio rápidamente a entender que había algo más ahí que no estaba entendiendo.
¿Quizás su teoría sobre Luka había sido correcta? Pero eso tampoco le convencía. No entendía qué se estaba perdiendo y eso le frustraba. Tampoco es que pudiera confesarle que era Adrien su fuente. No solo podría poner en peligro su identidad, sino que podía hacer que Marinette fuera más reacia a confesarle cualquier cosa a Adrien.
Escuchó a Marinette con atención, mirando los diseños que le mostraba, los trabajos que tenía pensado hacer en cada parte. Era una artista que derrochaba talento por cada poro y que en el momento menos pensado iba a deslumbrar al mundo.
Prestaba atención a cada palabra que decía, asintiendo y haciendo comentarios cuando creía necesario, pero la verdad es que no miraba a la pantalla todo lo que debería. La mirada se le iba a ella, sin poder evitarlo. Chat ahogó un suspiro. Lo que le gustaría que también le hablara así, con ese entusiasmo, esa seguridad, ese encanto, cuando estaba como Adrien.
—Quién iba a decir que Chat Noir sabía de moda —rió Marinette después de haberle explicado lo que pensaba hacer con el traje de Sakura.
Chat tragó un pedazo de bizcocho bañado en chocolate antes de hablar.
—¿Te crees que este traje salió por arte de magia? No, no, aquí no eres la única con mente de diseñador, princesa.
Marinette lo miró de arriba a abajo, suspicaz.
—Miedo me da en lo que estuvieras pensando cuando se te ocurrió.
—¡Oye! Ahora me vas a decir que no te gusta mi supertraje.
—Bueno... —dijo Marinette rodando los ojos.
—Miauch, princesa, tú sí que sabes darle a donde más duele.
Marinette rió.
—No te sulfures, gatito. Seguro que más cómodo que el de Ladybug es.
—¿Y eso?
Marinette puso los ojos en blanco. Ella y su gran boca.
—Bueno, el tuyo tiene cremallera y va por partes. El suyo es una pieza única y estoy segura de que no tiene cremalleras por ningún lado. Aunque el tuyo parece que se pega más a la piel, seguro que en eso es más incómodo.
—¿Dónde has estado mirando para hacer esa afirmación? —preguntó Chat, entrecerrando los ojos.
—¿Yo? Así, en general.
—Sí, claro. Luego va a resultar que yo soy el gato travieso, vaya con la artista.
—Tengo ojos, qué quieres que te diga.
—¡Así que lo admites! ¡Esto es increíble! —protestó Chat, poniéndose en pie—. Será mejor que este gato se vaya antes de descubrir algo más turbio.
—¡Oh, vamos, Chat! No te enfades —pidió Marinette riendo y siguiéndole hasta las escaleras que daban a la terraza—. Venga, antes de irte, dime una cosa.
Cuando Marinette se lo pidió ya había subido casi del todo la escalera hacia la terraza.
—Venga, tu pregunta de buenas noches, princesa —dijo Chat, saliendo del todo y asomándose desde arriba.
—¿Eres fan del Capitán América?
—Sí, ¿por qué? —preguntó Chat, confundido con el cambio de tema.
—Porque con ese traje tú tienes el culo de Francia.
Miércoles, 18 de diciembre de 2019
¡Hola a todos, lindas flores!
Este capítulo llega un poco tarde, pero llevo unos días en reposo y acercarme al ordenador para revisar y publicar no era precisamente buena idea. Y lo sé, el chiste final es bastante malo y no puedo echarle la culpa al virus que pille por haberlo escrito, aún lo leo ahora y me río. Lo que tiene ser multifandom y stoner, especialmente jajajajajajaja.
En fin, con esto y un bizcocho, ¡nos leemos pronto!
El traje que está preparando Marinette es el que lleva Sakura en el capítulo de la carta rayo.
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