Capítulo 2
Cuando Marinette llegó al día siguiente a su casa, huyendo de Alya y sus planes malvados, se lanzó sobre la cama como un peso muerto. Sintió la presencia de Tikki sobrevolar su cabeza, pero no quería darle conversación sabiendo ya lo que le iba a decir.
—Marinette... —la llamó la kwami, tratando de llamar su atención.
—Ni lo digas, Tikki —dijo Marinette, su voz amortiguada por la colcha.
—Creo que lo que te ofreció Alya es buena idea —dijo igualmente.
—¡Oh, vamos, Tikki! —se molestó Marinette, irguiéndose—. Mira, lo del proyecto se lo compro, puede ser divertido, ¿pero cosplayarme?
—¿Por qué no?
—Ni siquiera cualquier cosplay, si fuera otra cosa, pero es que quiere que vaya de magical girl.
—Técnicamente lo eres.
—¡Ajá, lo soy! Conoces a Alya, si cedo en eso, ¿sabes cuánto tardará en pedirme que lleve el traje de Ladybug?
Tikki se sentó sobre la almohada, meditando sus palabras.
—Es posible.
—No, no es solo posible, Tikki, es más que posible —dijo Marinette con voz lastimera—. Cuando llevemos un par de fotos me pondrá ojos de corderito degollado y si protesto me dirá que es un favor para el Ladyblog. Es que me la conozco, Tikki, ¡me la conozco!
—Pero no por eso tienes que echar por tierra toda la idea.
—¿Y qué hago entonces? Me va a ayudar con toda la parte de las fotos.
—Ya pensaremos en algo por el camino —aseguró Tikki, volando hacia ella y acariciando su mejilla—. No sabes si te lo va a pedir, pueden pasar muchas cosas por el camino.
—Solo quiero ser precavida —murmuró Marinette.
—No, lo que estás es asustada —apuntó Tikki.
Marinette apretó los labios con malestar. En el fondo podía ser así. Lo de vestirse de superheroína se lo dejaba a su alter ego, pero ponerse un traje de guerrera, incluso si era simplemente para una sesión de fotos, la hacía sentirse rara. Quizás era una forma extraña de curar su corazón herido, sabiendo el historial que tenía a sus espaldas. Como si no pudiera dejar de ser la salvadora ni por un momento.
—Marinette, con o sin el traje de Ladybug eres una superheroína —le dijo Tikki, poniéndose frente a ella—. Incluso cuando tropiezas, cuando comentes errores, cuando te dejas llevar por tus emociones, cuando tienes el corazón roto... En lo bueno y en lo malo, antes de recibir el miraculous, siempre has sido una luchadora.
Los ojos de Marinette se llenaron de lágrimas. Aproximó a Tikki hacia ella de manera que pudo darle una caricia en la cabeza mientras la kwami le abrazaba la mejilla.
—Todo saldrá bien, Marinette.
—¿Y si las cosas fallan?
—Entonces encontraremos la manera de arreglarlo, siempre estoy contigo.
Aquella tarde de domingo, gracias a la compañía de Kagami, consiguieron que Adrien pudiera salir de casa y se divirtiera con todos sus amigos. Iban de camino a una nueva cafetería que habían abierto cerca de la Estación de Sèvres. Pertenecía a un amigo de estudios del padre de Marinette y según su propia experiencia sus tartaletas estaban de muerte.
Marinette agradeció muchísimo no pasar por el puesto de André en esa ocasión. El heladero bonachón era un amor de persona, le tenía cariño, pero no tenía fuerzas para ver a Adrien y a Kagami haciéndose carantoñas mientras comían la muestra de su amor. Por esa misma razón Marinette iba encabezando la marcha en compañía de Luka. Así no tenía que pasarse todo el paseo con la mirada clavada incómodamente en sus manos entrelazadas. No es que hubiera mirado en algún momento hacia atrás, claro. Puede que solo un poco. Pero en realidad se había dado cuenta porque Rose, que iba detrás de ellos, se lo había susurrado a Juleka en voz más alta de la que pretendía.
—Estás muy pensativa —dijo de repente Luka, que había permanecido en silencio durante un buen rato.
Marinette se sonrojó, avergonzada, sabiendo que había estado ignorando al chico todo el rato.
—Sí, un poco. Alya me sugirió una cosa y sigo dándole vueltas. No sé por dónde empezar.
—Quizás pueda ayudarte.
Marinette clavó la mirada en la suya. Luka tiene unos ojos preciosos, suspiró Marinette para sus adentros. No era simplemente el color o su forma almendrada, era la belleza que se escondía detrás de todo eso. Estaba en su manera de mirar, en esa serenidad que parecía acompañarle siempre, en esa seguridad inquebrantable, en esa pacífica sonrisa que parecía esconderse en sus ojos cada vez que la miraba. Marinette suspiró, rendida. Definitivamente no tenía defensas cuando se trataba de Luka.
—Alya me comentó que el ayuntamiento sacó un concurso de fotografía, ¿sabes cuál es?
Luka asintió.
—Un par de amigos de clase están pensando participar. Supongo que ya puedo decir que tres talentosos amigos míos piensan lanzarse —comentó Luka con una sonrisa.
Marinette lo intentó, pero no pudo contener la sonrisa que curvó sus labios.
—Nunca he creado ningún diseño pensando en lucirlo delante de cámara, y no sé... —Marinette soltó un gemido lastimero, tapándose el rostro con las manos.
—Espera, espera —le pidió Luka—, vayamos por partes. Creo que te has lanzado a tocar antes de conocer el instrumento.
Marinette separó los dedos, dejándola ver, pero no se quitó las manos de la cara.
—¿Qué quieres decir? —preguntó.
—Que ya pensarás en cómo mostrar cada cosa ante cámara más adelante —le explicó Luka, tomando las manos de Marinette y alejándolas de su rostro—. Centrémonos en lo que podemos hacer ahora, ¿vale? Vamos con lo primero, ¿conoces el concepto?
Marinette asintió.
—Fantasía en París.
—Bien, te viene como anillo al dedo —comentó Luka, haciendo a Marinette reír—. ¿Qué ocurre?
—Es lo mismo que dijo Alya.
—Porque te sienta bien —aseguró Luka, guiñándole un ojo—. Así que vamos con lo siguiente, ¿qué quieres hacer en el concurso?
—Alya y yo pensamos que sería divertido hacer cosplays de magical girls.
—Desde luego no te pueden quitar del concurso por no cumplir con el concepto —dijo Luka, riendo por lo bajo—. Y tienes el espíritu de toda una superheroína, también cumples con el personaje. Aunque eso me lleva a otra cosa, ¿piensas ser tú la modelo?
—Sí, ya que le voy a pedir un poco de ayuda a Alya con la parte técnica, pensé que lo mínimo sería que yo fuera la modelo. Para que el proyecto sea más, ya sabes, más mío —explicó Marinette, encogiéndose de hombros—. Aunque seguro las chicas querrán probarse algunos una vez termine el concurso.
—Te aseguro que Rose será la primera en pedírtelo —concordó Luka—. ¿Sabes cuántas fotos puedes presentar a concurso?
—Eso es lo que más confundida me tiene. En las bases del concurso no aparece nada de un número máximo. Alya lo estuvo revisando conmigo porque también le parecía raro —explicó Marinette—. Estamos esperando que nos contesten al correo que les enviamos.
—¿Y cuántos diseños tienes en mente?
—De momento, ocho.
—¿De momento? —repitió Luka, sonriendo.
—He descartado algunos, he añadido otros... Tendrías que haber visto cómo estaba esa lista.
—Bueno, entonces, tienes el concepto, tienes la idea, tienes a una excelente ayudante y tienes ya un listado de los diseños que tienes en mente. Tienes ya una buena parte del camino hecho.
—¿Pero y si luego resulta que me estoy motivando demasiado? ¿Y si no los aplico bien? ¿Y si luego me faltan diseños?
—Marinette —la llamó Luka suavemente—. Paso a paso. Como mínimo, te pedirán una foto. Deja de intentar tocar toda la canción, permite que cada nota disfrute de su momento. Céntrate en el primer diseño y ponlo en marcha. Piensa solo en él y en cómo quieres que se vea reflejado, qué quieres transmitir cuando una persona tiene un traje como ese puesto.
Marinette inspiró hondo y, a poca distancia, vio finalmente la cafetería. Había estado tan concentrada en su conversación con Luka que se había abstraído totalmente del camino y de las conversaciones de los demás. No fue hasta ese momento en que se dio cuenta de que Luka había mantenido una de sus manos unidas y habían caminado así gran parte del trayecto.
—Tienes a gente que te quiere Marinette —le dijo Luka, apretando el agarre—. Solo pídenos ayuda cuando la necesites, estaremos para ti.
Puede que Marinette hubiera estado ajena al resto del mundo durante su intercambio con Luka, pero para los demás no fue así. Especialmente para un par de ojos verdes que observaron la escena con sorpresa durante todo el camino.
Chat Noir corría por los tejados en medio de la noche de París. Estaba intranquilo, llevaba días así. Llevaba un tiempo preocupado, en realidad. Marinette era esa persona con el don de tener una sonrisa mágica, bastaba verla sonreír para que el ambiente alrededor fuera cálido. Pero durante las últimas semanas se había mantenido taciturna y triste, tanto que el corazón de Adrien se había agrietado un poco al verla así y no poder hacer nada para ayudarla.
Las pocas veces en que había intentado abordar el tema lo había evadido, mostrando esa sonrisa vacía y totalmente falsa. Él conocía esa sonrisa, era la que le había acompañado durante mucho tiempo hasta que la propia Marinette, su primera amiga, apareció en su vida.
Ya no sabía qué hacer para ayudarla, cuando era obvio para todos que algo le estaba pasando. Quería a Marinette, era su amiga, su princesa, y le destrozaba verla sufrir sin poder hacer nada por ella. Sin poder ser su apoyo siquiera.
No obstante, algo había pasado. Marinette había sonreído, había sonreído al fin. Con Luka. No entendía por qué le frustraba tanto ese hecho. Debería ser feliz porque Marinette hubiera encontrado a alguien que le ayudara a quitarse de encima el peso que parecía atormentarla, pero el aguijón que le torturaba la mente solo parecía haber cambiado de dirección. ¿Qué le estaba pasando?
¿Y si el problema lo había tenido con Luka? Marinette había estado tan triste, tan dolida... Era imposible que se debiera a algo pequeño. ¿Y si Luka había ofendido a Marinette? Quizás se había disculpado y por eso Marinette había vuelto a sonreír, debía ser eso... ¿Pero y si Luka era malo con ella? La misma idea le causó un estremecimiento. Luka era incapaz... Pero el aguijón seguía allí, perforando su mente confundida y haciéndole daño.
Al final, la carrera por la noche parisina no había hecho otra cosa que confundirle más. Para su descontento, acabó en la terraza de Marinette sin darse cuenta. Pensó en huir, pero su caída había sido lo suficientemente llamativa como para que Marinette se asomara por la trampilla con expresión desconfiada.
—¡Chat! —exclamó al verlo ahí parado, salió de la trampilla en su busca—. ¿Pero qué...? ¿Estás bien? ¿Hay algún akuma suelto o...?
—No, no, claro que no —aseguró Chat, tratando de lucir tranquilo—. Solo que pasaba por aquí y pensé en saludarte.
Marinette lo miró con los ojos entrecerrados, escéptica. Para Chat, aquellos ojos azules de repente parecían tener la potencia de un escáner de rayos x.
—Me estás ocultando algo.
—Por supuesto que no.
—Chat.
—Que no.
—Chat Noir.
—Que solo venía de visita, en serio.
—No me hagas repetírtelo.
—Miauch, princesa, hoy eres tú quien está con las garras afiladas.
Marinette se cruzó de brazos y lo observó impertérrita.
—Y como tú no me digas la verdad pondremos a prueba eso de que los gatos tienen siete vidas.
Chat suspiró.
—Un minino me dijo por ahí que lo has estado pasando un poco mal últimamente —le explicó—. Quería ver si estabas bien.
La expresión molesta de Marinette se relajó al instante.
—Ay, gatito tontorrón —suspiró Marinette—. Ven dentro, tengo chocolate y un bizcocho recién hechos que llevan tu nombre.
Chat la siguió, aunque realmente no estuviera interesado en la comida. No esa vez al menos. Aún así, su estómago rugió ligeramente al captar el aroma del bizcocho de almendras recién hecho y del chocolate caliente. Marinette rió.
—Espera aquí un momento —le pidió, dejándole solo en la habitación.
Chat le dio un vistazo al cuarto. Estaba un poco cambiado desde la última vez que había estado allí. El corcho estaba lleno de bosquejos de diseños de prendas, incluso había algún que otro parche de tela o abalorios pinchado junto a algún diseño concreto. Solo con verlos estuvo seguro de que la propia Marinette había imaginado cada patrón y cosido cada abalorio.
En la pantalla del ordenador había un diseño y sobre la mesa estaba extendida una tela negra enmarcada con tiza para costura. Lo que más llamó la atención de Chat fue el enorme cascabel dorado que había a un extremo de la mesa y, por lo que pudo ver en los diseños, pertenecía al traje. Lo tomó entre sus manos con cuidado de no arañarlo con sus garras.
Escuchó los pasos de Marinette al subir las escaleras y giró el rostro en su dirección. Llevaba la taza con cuidado entre las manos.
—¿Qué significa esto, princesa?
Lunes, 9 de diciembre de 2019
¡Hola a todos, lindas flores!
Poco a poco, con pasitos de bebé, la comedia empieza a aflorar en esta historia. Más despacio de lo que me gustaría, pero hay que entender que en muchos sentidos Marinette ha tocado fondo y no está para risas y fiestas. Aunque claro, luego entra Chat en escena y cuando el gato melindroso se pone a hacer el payaso, pues veamos quién es el valiente que no se ríe jajajajajajaja.
Pues, con esto y un bizcocho, ¡nos leemos pronto!
Chat cediendo ante Marinette al ponerse en modo "¿tengo que traerte de las orejas?"
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