Capítulo 16
Había una algarabía alegre y relajada por todo el edificio. Aunque el recreo había comenzado ya, había pocas personas comiendo en el patio. La gran mayoría estaba repartida por los pasillos del instituto curioseando aquello que había reemplazado muchos carteles viejos y una antigua pintura que ponía de malhumor a Nathaniel cada vez que la veía porque le parecía que una piedra habría tenido más imaginación.
—¡Mira, mira! —exclamó una chica pelirroja de primer curso a la que Marinette reconoció apenas de pasada—. ¡Ahí está Adrien!
Y así era. Una de las fotos que Nino les había sacado a Adrien y a ella mientras actuaban llevando ella el cosplay de Noel, salían cantando y mirándose el uno al otro, viviendo el momento. Era una foto preciosa.
—Así que por esto la profesora Mendeleiev te dejó salir de clase antes —señaló Alya a modo acusatorio, aunque tenía una sonrisa traviesa en los labios.
—Pensé que iba a encasquetarte un castigo o algo así —reconoció Rose—. Sabiendo cómo se las gasta.
—Con ella, basta que te tires un pedo para que te mande con el director.
—¡No seas guarro, Kim! —le recriminó Rose.
—¡¿Qué?! Es un proceso natural del cuerpo —se justificó Kim, encogiéndose de hombros—. Nadie se queja cuando me los echo en la piscina.
—Porque ninguno puede respirar con la nariz tapada —dijo Alix, haciendo reír a los demás.
Sus compañeros de clase empezaron a avanzar, admirando las láminas que decoraban la paredes. Marinette se quedó parada, rezagada, contemplando con orgullo y felicidad los rostros curiosos de sus amigos, señalando las fotos en las que aparecían o las que habían ayudado a hacer.
—Dime la verdad —dijo alguien detrás de ella, sobresaltándola—. ¿Cuánto tiempo llevabas planeando esto?
Marinette giró el rostro y se encontró con Adrien, que la observaba con aquella extraña expresión intrigante que alguna vez le había visto, pero muy pocas.
—No diría que fue un plan como tal...
—Marinette, tienes una exposición montada por todo el instituto —le recordó Adrien, riendo—. No creo que eso sea cosa de un día.
—Supongo que quería daros las gracias —dijo Marinette, clavando su mirada azul en sus ojos verdes por un momento—. A todos.
Comenzaron a caminar, aprovechando los espacios libres, observando las fotografías despacio. Ahí estaban algunas de las fotos que le habían sacado con motivo del concurso, pero ahí no estaba lo importante. No para ella. Estaba en todas las que habían sacado mientras montaban decorados, ensayaban las posturas, reían y bromeaban. Estaba en todos aquellos momentos compartidos durante ese viaje.
—Has conseguido que te presten los proyectores —dijo Adrien, asombrado, al pasar frente a la grabación de su actuación conjunta frente al lago.
—Solo un par de ellos —explicó Marinette—. Son de un par de aulas que no se están usando por las goteras, los dejarán aquí hasta que lo arreglen.
—Pues benditas goteras —bromeó Adrien, chocando suavemente su hombro con el suyo—. Aunque me alegra que no te dejaran también los altavoces.
Marinette se tapó la boca, tratando de impedir la carcajada que subía burbujeante por su garganta.
—Si quieres escuchar la canción, tienes que acceder al código QR que hay junto al letrero informativo que está bajo la proyección.
—No me estarás hablando en serio...
—¿No te da vergüenza cantar ante un público en directo, pero sí que lo vean tus compañeros de instituto?
—En ese momento no me pareció que desafinara, ahora no estoy tan seguro.
—¿Qué me dices? Si cantas como los ángeles.
—Me sobrevaloras.
—Como tu amiga, podría decirte que sí, pero como la persona que se pasó horas editando el vídeo y que escuchó la canción mil y una veces, te puedo asegurar que no.
Las palabras de Marinette sonaron como una sentencia y Adrien alzó las manos en alto, riendo, en señal de paz.
—Me fiaré de tu palabra, entonces.
—¡MARINETTE!
El grito se escuchó de lejos, Adrien y Marinette tuvieron que alongarse a la barandilla para ver a Nino en la planta baja, mirándoles con el ceño fruncido.
—¿Qué pasó?
—¿¡Has expuesto el vídeo de nosotros cocinando!?
Nino lucía molesto, tenía el ceño tan fruncido que sus cejas parecían haberse transformado en una sola.
—¿Y para qué crees que lo grabamos? —preguntó Marinette.
—¡Tendrías que haberme avisado! —se quejó Nino—. ¡He aprendido a hacer un efecto nuevo que habría quedado genial! ¡Esas cosas se avisan, Mari!
Marinette y Adrien se echaron a reír, pero Nino les siguió mirando con mala cara.
—¡Oh, vamos, Nino! —exclamó Marinette—. ¿No te basta con lo guapo que sales?
—Bueno, ¡vale! —resopló Nino, aunque de repente se veía muy a gusto—. ¡Pero a la próxima me avisas!
—Sí, sí...
—¿Seguimos? —le preguntó Adrien, tendiéndole la mano.
Con duda, Marinette acercó su mano a la suya, pero en el último momento cambió de idea y enrolló el brazo en torno al codo de Adrien.
—Si caminamos un poco más, llegaremos a sus fotos, alteza —bromeó Marinette—, si es que tus fans nos dejan llegar hasta ahí.
Adrien resopló, haciendo que los cabellos de su flequillo se levantaran y se desordenaran.
—Pues habrá que caminar de puntillas.
—Mañana voy a tener agujetas. Otra vez.
La noche estaba más calurosa de lo esperado, pese a la humedad que hacía. Marinette estaba cepillándose el pelo con cuidado cuando escuchó un golpeteo en la portezuela que daba a la azotea. Marinette se puso su bata y se cubrió el cabello con la capucha antes de subir por las escaleras y abrir la trampilla.
—Vaya, sí que eres puntual —dijo Marinette, saliendo a la azotea.
—¿Cuándo no lo he sido?
—¿No se suele decir que los gatos van a dónde y cuándo se les antoje?
—Será posible... Por dos o tres sinvergüenzas no vamos a tener mala fama todos.
—Mala fama, ¿eh? —lo pinchó Marinette.
Se acercó a la barandilla y se apoyó en ella. Chat no tardó en seguirle, aunque él se subió al soporte de metal y se quedó ahí de cuclillas.
—Hoy daban los resultados, ¿no?
—Sí, los han dado hoy.
Chat esperó a que Marinette dijera algo más, pero parecía demasiado entretenida observando el escenario de luces que eran las calles nocturnas de París.
—¿Y? —insistió Chat.
—Pues que no he ganado —le respondió Marinette con una expresión tranquila y pacífica.
—Lo siento mucho...
Marinette negó con la cabeza.
—Sabía que no iba a ganar, desde el principio, pero supongo que lo intenté igualmente porque quería hacer algo, no sé, algo diferente.
—¿Y ha valido la pena?
Marinette le mostró una sonrisa radiante y extasiada.
—Completamente. Si tuviera que viajar al pasado y volverlo a hacer, lo haría.
—Y te puedo preguntar... ¿Con qué foto participaste al final?
Chat la observó con interés, expectante.
—Presenté una que me hice como Tutu.
—¿Las que te hiciste con Adrien?
—Sí, exact... —Marinette se detuvo, de pronto—, ¿cómo sabes tú de esa sesión? No te la había comentado.
Chat se rascó la nuca, intentando evitar su mirada.
—Chat.
Chat levantó el rostro al cielo, como si las estrellas fueran a esconderle de las preguntas de Marinette.
—Chat —lo llamó de nuevo.
Chat bajó la vista al suelo, viendo a los transeúntes pasear y corretear por las aceras de las calles que tenía cerca.
—¡Chat!
—¡Bueno, vale! Puede que haya visto tu exposición.
—¿Vas a mi instituto? —preguntó Marinette—. ¡No, no, espera, no respondas a eso!
—Bueno, he tenido que ir a tu instituto —se explicó Chat—. Me colé.
—¿Y se puede saber cómo te enteraste? —preguntó Marinette—. Colgamos las fotos hoy.
—El ladyblog —respondió Chat, encogiéndose de hombros—. Alya publicó que había una nueva superheroína en la ciudad que iba a hacerme de competencia, porque no paraba de salir vestida de gata.
Marinette soltó una risotada.
—Eso me cuadra más —dijo Marinette al fin—. ¿y qué te pareció?
—Me gustó mucho, se podía ver lo implicada que estabas, cómo te ibas soltando poco a poco y, sobre todo, se te veía feliz —le respondió Chat—. Creo que eso es lo mejor de todo.
—Sí, yo también lo pienso.
—¿Te puedo hacer una pregunta?
—Claro.
—¿Por qué elegiste esa foto para el concurso? La que te hiciste con Adrien —recalcó Chat—. ¿Es por tus sentimientos por él?
Marinette lo pensó durante un segundo, un segundo que a Chat se le hizo eterno, no sabía si para bien o para mal. Ahora que ya había aclarado las cosas con Kagami y habían decidido volver a ser amigos, podía ser sincero respecto a sus sentimientos con Marinette. Pero después de las tres semanas que habían pasado de aquella sesión de fotos en su casa, había notado a Marinette diferente. ¿Y si ahora el que tenía un amor no correspondido era él?
—La verdad es que al final era un concurso de fotografía, por mucho que Alya dijera que ella solo le daba al botón —recordó Marinette—. No me parecía muy sincero de mi parte presentar a mi nombre algo que al final habían sacado Nino o Alya. Así que solo había dos cosplays en los que las fotos las había sacado yo misma. El de Tutu con Adrien y...
—El de Saint Tail conmigo —terminó Chat.
—Exacto. Me debatí entre las dos durante bastante tiempo, sobre cuál era la más idónea y eso.
—¿Y te decidiste por la que hiciste con Adrien?
—De cara a la galería, diría que era la que parecía cumplir mejor los requisitos del certamen, tenía mejor iluminación, estaba mejor enfocada, nuestras expresiones y movimientos estaban mejor planeados, pero...
—¿Pero?
Marinette se acercó un poco a él y le invitó a inclinar un poco el rostro hacia ella, en confidencia.
—No quería compartir esa foto con nadie, ¿sabes? —explicó Marinette—. Era nuestro momento y, por alguna razón, quería que siguiera siéndolo. Por eso tampoco la puse en la exposición del instituto. Porque es nuestra.
—Nuestra... —repitió Chat, con una sonrisa dulce—. Sí, nuestra.
—¿Alguna pregunta más, señor periodista? —preguntó Marinette con humor.
—Pues en realidad tengo una más, sí, ¿qué planeas hacer a continuación?
—Pues tenía en mente sacarme una foto más, un último cosplay.
—Al final te ha picado el gusanillo.
—No diría que tanto, más bien es que llevo un tiempo con ganas de usarlo, pero no me cuadraba con ninguno de los planes y preferí dejarlo y coserlo ya para el final, como opcional.
—¿Y de qué será esta vez? ¿Una de las de Pretty Cure? ¿Star Butterfly?
—Nada de pelucas de pelo largo, esa es mi norma de cara a futuro —aseguró Marinette, deshaciendo el nudo de la bata.
—¿Entonces de qué....? ¡Oh!
Marinette dejó la bata en la silla que había a sus espaldas y se llevó las manos a las caderas.
—Vas vestida de negro —dijo Chat.
—Ajá.
—Y de cuero.
—Exacto.
—Y llevas orejas de gato —señaló Chat a la diadema que llevaba sobre su desordenado cabello oscuro.
—Sí.
—Así que al final tenía razón Alya, me quieres quitar el puesto —se quejó Chat con voz lastimera, abrazándose a sí mismo con dramatismo.
Marinette se echó a reír.
—No parabas de pincharme con eso de los trajes de gato, así que preparé el definitivo.
—Pero Marinette...
—¿Qué?
—Yo no llevo el ombligo al aire.
—Claro que no, porque voy de Ikuto de Shugo Chara, tampoco llevo un cascabel al cuello, ¿ves?
Chat la miró con una expresión extraña, Marinette no sabía si estaba aliviado o decepcionado. Pero no era como si Marinette fuera a ponerse un traje de Chat Noir, cabía la posibilidad de que la reconociera como Chatte Noire y ese era un riesgo que no podía correr.
—Pues ya que te has preparado para irte de correrías de la ciudad como un gato —explicó Chat, levantándose—. ¿Qué te parece si nos vamos por ahí de verdad?
Le tendió la mano en una clara invitación y Marinette lo miró con interés. En los ojos verdes de Chat brillaba cristalina y radiante una pregunta: "¿confías en mí?".
—Sí —respondió Marinette, tomando su mano con fuerza e impulsándose para subirse a la barandilla.
—Incluso podemos sacarnos una foto —bromeó Chat—. Aunque no creo que consigas robarme el título del mejor gato de la ciudad.
—Ese quizás no, pero con esta ropa de cuero, la del culo de Francia puede que sí —bromeó Marinette antes de tirar de él para saltar de la azotea.
—¡OYE!
FIN
Lunes, 25 de julio de 2022
¡Hola a todos, lindas flores!
Pues sí, al fin hemos llegado al final. Ha sido un viaje intensito, para qué negarlo, pero en el fondo ha sido muy divertido. Con sus dramas y todo. Espero que los que lleven en esta historia desde el principio hayan podido disfrutarla en todo su recorrido, pese a los hiatus, y los que han llegado recientemente o con la historia ya terminada, ¡pues han tenido suerte! JAJAJAJAJAJAJA. Espero que la hayan disfrutado igual. Y los comentarios se agradecen, aún con la historia cerrada. Yo solo digo jajajajajajajaja.
En fin, de verdad muchísimas gracias a las personas que me han apoyado y me han impulsado para que siguiera escribiendo, pese a que estos han sido unos años un poco ruines para mí. Espero que nos leamos en futuras historias y, para quien tenga curiosidad, también escribo microrrelatos sobre este par de tórtolos en mi twitter.
Con esto y un bizcocho, ¡nos leemos en la próxima historia!
Ikuto de Shugo Chara
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