Capítulo 1
Por primera vez Marinette fue la primera en llegar a clase. No que le hubiese prestado atención al despertador ni mucho menos. No había dormido en toda la noche. Sus padres se habían asustado al verla en el sofá a las cuatro y media de la mañana que era cuando habitualmente se despertaban para preparar la panadería.
Tenía los ojos tan rojos y la cara tan hinchada que su padre había puesto el grito en el cielo, preocupado de que hubiera pillado algo. Su madre la había mirado con el ceño fruncido y Marinette estuvo segura de que sospechaba algo. Se acercó a ella y le puso suavemente el dorso de la mano sobre la frente.
Compartieron una conversación muda durante unos segundos antes de que su madre le acariciara con cariño la mejilla. En un momento le pidió a su padre que le preparara su desayuno favorito; le ordenó a Marinette que se fuera a duchar; y le dejó esa crema con aroma a flores de cerezo, la favorita de su madre.
Fue de gran ayuda. Aún tenía los ojos rojos y aspecto de cansada, pero no parecía que le había pasado una apisonadora por encima.
—Marinette, ¿tú aquí tan temprano? —preguntó Alya a modo de saludo nada más entrar en la clase—. Tendré que ponerlo en la web escolar.
—Buenos días Alya —saludó Marinette, obviando la pulla.
Alya enarcó una ceja.
—¿Y a ti qué te pasa? —preguntó, acercándose a su asiento—. ¿Estás enferma o algo?
Quizás tenía peor aspecto del que Marinette pensaba. Quizás ni siquiera las crepes de fresa y nata montada podían curar tan rápido un corazón roto.
Alya le tocó la frente al igual que había hecho su madre esa mañana.
—No pareces tener fiebre, ¿te encuentras bien?
—Sí, sí, solo es que he pasado una mala noche.
Alya estaba a punto de preguntar algo más cuando la campana de clase sonó y los alumnos empezaron a entrar rápidamente en el aula. Su amiga resopló, no le gustaba guardarse las preguntas y menos si sospechaba que había un hilo ahí del que tirar. Marinette en cambio lo agradeció. No tenía ganas de hablar. Ni siquiera había hablado apenas del tema con Tikki la noche anterior. Como si parte de ella no lo procesara del todo. Había tenido tantos sueños al respecto que ver cómo todos se descolgaban e impactaban contra el suelo dolía. Terriblemente.
Sentía como si hubiera construido un enorme castillo de cartas, tan terriblemente frágil, tan voluble. Había bastado una simple brisa para tirarlo abajo porque no estaba sustentado en nada más que en falsas esperanzas, un primer amor que estaba destinado a romperse.
Tener a Adrien frente a ella sonriendo felizmente no era de mucha ayuda, pero al menos le recordó que había tomado la decisión correcta. Adrien era feliz. Ahora ella tenía que buscar la forma de serlo también.
Si le preguntaban, Marinette diría que no había sido tan malo, que una vez hecha a la idea de lo que tenía delante, todo era más fácil. Era una mentira más profunda que el Louvre. Al menos cinco veces había estado a punto de llorar por la presencia constante de Adrien en frente de ella, una de salir corriendo al servicio para poder vomitar y dos de zarandear a Adrien por verle sonriendo tan felizmente mientras ella se estaba desgarrando por dentro.
Llevaba toda la mañana con náuseas así que pensó con retorcida diversión que quizás si había pillado algo al final, aunque en el fondo sabía que se debía al cansancio. Marinette estaba cruzando los dedos para que Hawk Moth fuera como Voldemort, que no iba a darle la brasa a Harry hasta que terminaba el curso, y le permitiera a ella trabajar en lo suyo antes de tener que enfrentarse a algún akuma.
La campana de salida fue casi un cántico de aleluya para Marinette. Estaba tan desesperada por salir de allí que casi ni permitió que Alya se despidiera de Nino sino que tiró de ella. En otra ocasión Alya le habría frenado el impulso, pero era obvio que se sospechaba algo así que se dejó llevar.
Saliendo del instituto vio el coche de Kagami llegar. Como bien sabía, Adrien ahora tenía esgrima, lo que significaba que Kagami también. No, no podía, estaba al límite de sus fuerzas. Realmente necesitaba una brisa de aire fresco antes de fingir otra vez que todo iba bien y que nada le afectaba. Marinette no era la superheroína ni Kagami era un akuma, así que Marinette pudo admitir sin pena ni culpa que huyó.
Alya llevaba toda la tarde sondeándola. Tenía instinto para eso, tenía que reconocérselo. Sabía cuándo debía lanzarse con LA PREGUNTA, insistente, inquebrantable e incansable; pero también sabía cuando debía dejar que las cosas encontraran su cauce antes de lanzarse sobre lo que estaba buscando. Por eso se pasaron la tarde viendo Sakura Card Captor. Ya la habían visto de niñas, pero Alya y ella llevaban años siendo fanáticas de los magical girls y, con la aparición de Ladybug y Chat Noir, Alya había insistido en volver a hacer maratones como hacían antes.
Viendo a Sakura enfrentarse a las cartas al lado de Alya y comiendo palomitas, Marinette supo que ahí estaba: la calma que llevaba desde la noche anterior buscando. Se abrazó a Alya y esta le pasó el brazo sobre los hombros, acercándola a ella. Empezó a acariciarle la cabeza y por un momento se sintió como un gato.
—¿Estás lista ya para hablar? —preguntó Alya.
Marinette dudó y Alya esperó.
—Me duele, Alya. Siento que me estoy muriendo.
—Claro que no te estás muriendo. Es solo que el lugar de tu corazón que tenías dedicado a Adrien está renaciendo.
—¿Y por qué duele tanto? —sollozó Marinette.
—Piensa que tu corazón es como un ave fénix renaciendo de sus cenizas.
—Es horrible. No quiero enamorarme jamás.
—No digas eso, no por miedo. El primer amor siempre duele porque está destinado a romperse en algún momento.
—¿Y por qué no me lo dijiste?
—¿Me habrías hecho caso?
Marinette se mantuvo en silencio.
—Lo que yo decía —dijo Alya, pasando el otro brazo por los hombros de Marinette y abrazándola—. Tú eres fuerte, más fuerte de lo que crees. Te vi cuando todos estábamos comiendo helado, te mantuviste firme con tu decisión y estabas tan tranquila... Tienes una fortaleza que pocos tienen, podrás con esto.
—Preferiría ser menos fuerte con tal de que doliera menos.
—Duele tanto porque tienes un corazón inmenso y precioso. Ahora está un poco maltratado, pero con mucho amor lo tendrás al 100% antes de lo que crees.
—Estoy así porque el amor no me funcionó, Alya.
—No hablo de ese amor. Hablo de tu propio amor, no hay mejor medicina. Esa, y pasar tiempo con la gente que te quiere.
—¿Como tú?
—Como yo.
—¿Desde cuándo eres tan madura?
—¿Cuándo no lo he sido?
—Bueno...
—¡Oye!
Marinette rompió a reír.
—Te quiero muchísimo.
—Y yo a ti, Mari.
El capítulo terminó de fondo y se sobresaltaron al escuchar la estridente y repentina voz de Kero. Ambas empezaron a reírse aunque no había un motivo real para hacerlo. Era un desahogo, uno que Marinette había necesitado más de lo que pensaba.
—Mari, hoy es viernes, ¿por qué no llamas a tus padres para que te quedes a dormir? Nos pasaremos la noche viendo anime.
—Te he reenviado una cosa que me ha pasado Nino —le dijo Alya al volver de la cocina con dos tazas de chocolate caliente con un montón de nata montada.
Su teléfono timbró y Marinette abrió su correo.
—¿Un certamen fotográfico?
—Sí, lo ha lanzado la concejalía de juventud del ayuntamiento. Deberías participar.
—Yo no sé nada de fotografía Alya.
—Tú no, pero yo sí, te ayudaré.
—¿Entonces no sería mejor que participaras tú?
—¿Has visto el tema? Fantasía en París. Eso tiene tu nombre escrito, Mari. Mis fotos son periodísticas, no de fantasía, pero te puedo ayudar en la parte técnica.
—¿No sería mejor que yo te ayudara con la parte creativa?
—¡Ah, no! Si tú piensas todo el concepto, va a ser tu proyecto.
—Alya, no sé, me parece algo demasiado grande y ahora mismo...
—Precisamente, ahora mismo estás con la batería baja, ¡necesitas algo que te ayude a llenarla de nuevo!
—¿Y un concurso de fotografía va a ayudarme con ello?
—No me seas lenta, lo que menos me importa son las fotos. Quiero que tengas un proyecto que te ayude a centrarte y no hay nada mejor para que lo hagas que la costura, siempre ha sido así.
—¿Quieres que haga mis propios diseños y les saquemos fotos? ¿Como un catálogo?
—Uno más artístico, pero podemos apuntar por ahí.
Marinette abrió la boca para negarse una vez más, pero no encontró nada que decir. Realmente, si había algo que le había ayudado siempre había sido coser. Era capaz de dejarse ir y olvidarse de todo entre los diseños, los patrones y los hilos.
—¿Y de qué podría hacerlo?
Un estrepitoso ruido salió de la pantalla justo en el momento álgido del combate. Alya la miró con curiosidad.
—Jamás has hecho cosplay, ¿verdad?
—No, jamás, ¿por qué...? —Giró el rostro, buscando a Alya cuando se la encontró sonriendo de forma ladina—. ¡Oh, no!
—¡Oh, sí! ¡Te vamos a convertir en la reina de las magical girls!
Lunes, 2 de diciembre de 2019
¡Hola a todos, lindas flores!
Finalmente estamos con el primer capítulo de la historia. ¿Ya empieza a verse un poco de humor en el ambiente, verdad? Que me da pena que lo que haga a Mari lanzarse con algo así sea tener el corazón tan desmigajado, pero en fin, lo que tiene el contexto.
Pues con esto y un bizcocho, ¡nos leemos pronto!
Pensamientos de Marinette en clase mientras mira a Adrien tan feliz y ella mientras con el corazón a cuadritos.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top