I love you, Mar-Mar.
No sé, se me ocurrió esto hace tiempo y tardé como un mes en terminarlo. Al principio, pensé en no mostrarlo por algunas razones (tales como posibles spoilers y demás) peeero, lo modifique un poco para que difiera del libro "The Human And The Half-dragon" y quede un poco como una línea temporal. Aún si no he lanzado nada sobre éste último, no llega a tener relación directa con la trama de este One-Shot.
Acá, Luz es half-dragon y Marcy humana, aclaración por si no leyeron la descripción.
La neta, obtuve tremenda inspiración al momento de escribir esto xD. Anyways, sin más preámbulos...
¡Disfruten este One-Shot!
—◇—
Aquella humana iba de visita a la casa de su dragoncita, para pasar tiempo con ella y recuperar el perdido después de 10 años de no haber estado con ella. Llegó a la aldea dentro del bosque, algunos Lungtem la saludaron y otros siguieron en sus cosas. Era algo conocida y hasta querida en la aldea, debido a que era una de las salvadoras de Amphibia junto a Luz y sus amigas.
Llegó a la casa y abrió la puerta con las llaves que le habían dado. La familia Noceda la conocía y confiaban en ella, razón por las que las tenía. Al entrar, fue a buscar a su novia, viendo que no estaba en ninguna parte, ni estaba tampoco algún familiar suyo. Supuso que su familia había salido a hacer algo, pero lo de Luz era algo raro. Eso la extrañó un poco, hasta que recordó que su dragoncita era mucho de dar paseos, así que pensó que era por eso... O eso creía.
Antes de siquiera asumir esa suposición, escuchó un gimoteo de la habitación de su pareja, desconcertándola un momento. Miró a la puerta por un momento y se acercó a ésta, dando unos pequeños golpecitos.
—¿Luz...?
No hubo respuesta. Decidió esperar unos minutos, pues seguramente no era algo muy importante y no quería irrumpir en la privacidad de su pareja, aunque no podía negar que se estaba preocupando. Tras esos minutos pasados, su preocupación aumentó, y lo siguiente fue que la desconcertó otra vez, pero aún más.
—M-Marcy...
Aquel murmullo tembloroso, de un tono algo desesperado, alertó a la pelinegra, a lo cual avisó que iba a entrar, y lo hizo. Miró donde estaba Luz, en sí cama... Pero no se la veía bien.
Ésta última estaba sudando y respirando agitadamente, mientras abrazaba su vientre y cerraba los ojos con fuerza, manteniendose casi en posición fetal. Lágrimas se derramaban por sus mejillas, soltando algún que otro gemido lastimero, a pesar de que intentaba mantener cerrada su boca en lo posible, importándole poco o nada si sus colmillos lastimaban su labio inferior.
Rápidamente se acercó a ella, muy preocupada de verla en tal estado. ¿Por qué su novia estaba así de repente?
—¿Luz...?
Oyendo aquel murmullo, la Noceda se alertó un poco y se acomodó en la cama, algo nerviosa. No le había dicho a Marcy, pero... Había entrado en celo. Sabía como podía comportarse durante este período, y no quería lastimar a su pareja, menos de 'esa' forma... No quería dañarla como muchos Lungtem podrían hacer eso en aquel período, sea consciente o inconscientemente.
—A-ah- ¿¡Marcy!? ¿Qué haces acá? —preguntó algo exaltada, intentando ocultar su actual estado y al mismo tiempo, su gran necesidad, sentándose y arrinconándose un poco contra la pared. Titán, podía sentir su ropa casi pegada a su cuerpo por el sudor.
—Iba a visitarte, no te encontraba hasta que te oí y bueno, te vi así... ¿Estás bien mi dragoncita...? —preguntó, mirándola preocupada y acercándose un poco más a ella, con la intención de acariciar su mejilla.
Ante la pregunta, la miró por un momento. Su piel, algo escamosa y la vez humana, estaba cubierta por una fina capa de sudor, debido al agobiante calor que sentía. Quería decirle que estaba bien y que solo se sentía un poco mal, aunque a la vez quería decirle la verdad, sintiendose conflictuada. Al final, sus instintos le hicieron una mala jugada... O tal vez, no tan mala.
—No... Realmente... Estoy en mi ciclo estral —respondió, para luego darse cuenta de lo que dijo, tapando su boca de inmediato, sintiendo un pigmento rojo invadir sus mejillas por la vergüenza que sentía.
Aquella respuesta hizo que Marcy ladeara la cabeza, la realización llegandole unos segundos después. ¿No es ese un período donde los animales...? Y así, entendió a lo que se refería, casi desmayándose de un posible gay panic. Su cara estaba roja como un tomate. Tras unos minutos pasados de no decir nada, la Lungtem, preocupada, exclamó:
—¿Marcy...? ¿Pasa algo...? Perdón por no decírtelo, solo que... Agh, no sé cómo explicarlo... Es complicado...
Ante lo que dijo, rápidamente salió de su estupor y con prisa le contestó. —No no, no es eso... Simplemente el que me hayas dicho eso, bueno, me sorprendió y no lo esperaba... ¡Pero no es nada malo, no te preocupes! —aclaró aún sonrojada, haciendo un gesto rápido con sus manos. Si era honesta, no sabía que había querido decir, pero esperara que se entendiera el mensaje.
Tanto ella como la half-dragon se quedaron en silencio por un rato, la última intentando lidiar con su agobiante celo, no queriendo hacerle daño a su amada. Mientras que por el lado de Marcy, empezó a sentir algo en su interior... Algo que ni ella misma conocía... Deseo. Deseo por ayudarla, por hacer algo que no se le habría ocurrido hacer jamás, o al menos, hasta ahora.
—Mi dragoncita... —pausó un momento, aún ruborizada. Puso una mano sobre su mejilla, sintiendo lo húmeda que estaba por el sudor, y ardiente por el calor abrasador del estro. Respiró hondo para prepararse para lo que iba a decir, y la miró a los ojos—, podría ayudarte... ¡O-obvio si no quieres está bien! Es tu decisión...
La Lungtem, oyendo aquella propuesta, se sonrojó bastante, al punto de parecer un dragón de fuego, literalmente. Lo pensó por un momento, sintiendo las inseguridades atacarla por el miedo a lastimarla... Pero por otro lado, Marcy le estaba ofreciendo ayudarla, y no podía negarlo... Sentía la necesidad de que lo hiciera.
—P-pero... ¿Y si te lastimo...? ¿Y si te hago algo malo...? No quiero eso...
—Lu, mi dragoncita... Tranquila... Sé que no lo harás... Eso lo sé bien... —exclamó, dándole una sonrisa tranquilizadora que calmó un poco a su contraria, la cual la seguía mirando algo sonrojada y con las orejas bajas. Sabía que su amada en verdad no le haría daño, y mucho menos de 'esa' forma.
La Lungtem la miró por unos segundos, pensativa. Por un lado, estaba un poco insegura de hacer esto, pero por otro... Se sentía tentada por aquella propuesta, más de lo que ella misma creía, las palabras tranquilizadoras de Marcy aumentando más la tentación. Tras unos segundos de pensarlo, miró a los ojos de su humana, ahora segura de lo que iba a responder.
—Sí... Ayúdame, por favor... —murmuró lo último en forma de súplica, sintiendo una punzada de necesidad atravesarla, así como sentía un calor abrasador en su interior.
Aquello último que había dicho hizo sonrojar aún más a la pelinegra más de lo que ya lo estaba. Tragó grueso, viendo fijamente a su dragoncita. Acercó su cara a la de su contraria, llevando su mano a una de sus mejillas acariciando ésta. Respiró profundamente y, la besó en los labios. No era uno salvaje o algo así, simplemente uno delicado, uno lento, como para comenzar poco a poco las cosas.
Era la primera vez de ambas, y eran inexpertas en el tema. Claro, sabían sobre este tipo de cosas, más no sabían como hacerle, era como algo nuevo para ellas. Algo que Marcy definitivamente no quería hacer era incomodarla, o de plano, hacerla sentir muy mal.
Tras unos segundos pasados, se separó del beso y miró a la Lungtem. —Lo haré. Si te llegas a sentir incómoda en algún momento, solo dime y me detendré, ¿está bien?
Asintió con la cabeza. —Está bien.
Y con esa afirmación, Marcy procedió lentamente. Daba castos y a la vez tiernos besos, como una forma de demostrar su amor, junto a las palabras 'te amo' de forma repetida, sintiendo que no era suficiente con decirlo una vez. Tanto ella como la half-dragon, se amaban más de lo que las palabras podrían expresar, y más de lo que las personas podían ver o creer.
Más allá del posible deseo, la lujuria y la necesidad, una prevalecía entre todo ello: El amor. Aquel sentimiento que habían nacido en sus adolescencias entre ambas, y era más fuerte que nunca desde siempre, más en este especial –y tal vez algo vergonzoso, pero aún así, especial– momento.
No sabrían como iba a salir esto, pero Marcy se encargaría de que fuera lo más especial posible, a pesar de su inexperiencia en este tipo de cosas.
La pelinegra miró a su novia, quien correspondía los besos gustosamente y a la vez algo desesperada, probablemente por su celo que hacía que perdiera el control sobre sí misma. Poco a poco, la humana se acercó a la cama, terminando arriba de ésta arrodillada con la Lungtem sentada enfrente de ella.
Distraídamente, la taiwanesa coló una mano bajo la remera de Luz, sintiendo su piel sudada erizarse ante el contacto, así como ésta última soltaba un pequeño jadeo sorpresivo. Aquello había sido repentino, pero no se quejaba, al contrario; lo disfrutaba.
La humana oyó aquel sonido salir de su pareja, a lo cual se alarmó rápidamente y se separó de ella rompiendo el beso, teniendo miedo de haberla incomodado o algo parecido. Pero en cuanto vio su reacción, fue que se calmó, notando que estaba haciendo lo correcto.
Siguió con su mano colada debajo la remera de la Lungtem, acariciando suavemente su vientre, notando algunas pequeñas escamas –por su textura algo áspera– y cicatrices por acá y allá, arrancándole unos cuantos suspiros a su contraria. Mirando a su media naranja, la volvió a besar en los labios, sintiendo que esta vez era un poco más intenso. No sabía porqué, pero había empezado a sentir un extraño calor dentro de ella, así como su deseo había aumentado.
Siguió con sus caricias hasta que llegó al pecho cubierto de su amada, suponiendo que el sostén estaba hecho de vendas y piel de animal, debido a la textura. Paró por un momento, no queriendo avanzar sin antes el consentimiento de su novia, porque para ella era MUY importante aquello, no haría nada sin antes tenerlo. La opinión de su pareja valía mucho hasta en lo más íntimo, pues no solo la suya importaba, sino que la de la Lungtem también.
Luz lo sabía muy bien, y con una mirada y unas cuantas palabras, le dio su consentimiento. —Puedes hacerlo...
Y fue ahí que con aquello dicho, avanzó para satisfacer a su dragoncita.
Puso sus manos sobre sus pechos cubiertos, acariciandolos y masajeandolos suavemente arriba de aquel sostén hecho de materiales primarios y vendas, sintiendo la suavidad de esta zona.
Suspiros y pequeños jadeos salían de la half-dragon, aunque esto aumentó con un pequeño gemido que soltó cuando la taiwanesa rozó una parte expuesta de su busto, haciendo que la nublada mente de Luz se aclarara y ambas chicas se sonrojaran ante lo que había pasado.
Pararon por un momento lo que hacían, y se miraron a los ojos. Las orejas de Luz permanecían bajas mientras que Marcy tenía un tinte rojo expandido por sus mejillas. Estaban algo avergonzadas, seguramente por aquel gemido tan repentino que ni ella ni la Lungtem se esperaban.
—Perdón... Me deje llevar por un momento, lamento si te incomode o algo as- —exclamó la pelinegra, antes de ser interrumpida por su novia.
—¡H-hey! Tranquila... Me gustó, solo que por el celo mi reacción fue un poco más "exagerada"... Pero en verdad me gustó y mucho... —aclaró la half-dragon, desviando la mirada por unos segundos.
Estuvieron así por unos momentos, organizando sus pensamientos y tratando de aclarar un poco sus mentes, aunque a Luz se le hacía difícil ya que por su celo su gran necesidad opacaba todo. En verdad detestaba aquel período, pero no podía hacer nada al ser parte de su naturaleza.
Tras un rato pasado, se volvieron a mirar fijamente, y Marcy tomó una gran bocanada de aire para luego soltarlo, queriendo preguntarle a su pareja si podía seguir. —¿Quieres... Que siga...?
—Por favor hazlo...
Y con ese murmullo dicho, Marcy siguió adelante, volviendo a besar a su dragoncita en los labios suavemente. Poco a poco el beso aumentó su intensidad, dado a que ambas ahora estaban decididas y el deseo en el interior de ambas era más grande que nunca.
Un momento pasado, se separaron, los labios de ambas chicas estando algo hinchados por aquel intenso contacto. Mirándose a los ojos y sumidas en la ardiente llama de la pasión, Marcy dirigió sus manos a los bordes de su prenda superior, y con una mirada, le preguntó silenciosamente por su consentimiento.
La half-dragon asintió con su cabeza mirándola con sus pupilas algo dilatadas, aceptando que Marcy le quite la ropa. La humana, notando esto, poco a poco se lo sacó, dejando el torso de la Lungtem semidesnudo. Como la taiwanesa había previsto al haberla tocado en esa zona debajo de la ropa antes, pequeñas cicatrices y escamas adornaban todo el lugar, el corpiño siendo lo único que cubría ahora parte del cuerpo de la cintura para arriba.
Al punto de vista de Marcy, se veía bastante bonito, distrayendose por un momento hasta llevar la mirada a su...
"Ay, ranas-"
Se había distraído tanto que no se había dado cuenta de que se había quedado mirando por un largo tiempo el cuerpo de su dragoncita, menos esa zona. Soltó un pequeño chillido de vergüenza, sonrojandose levemente. Ante esto, la Noceda miró extrañada, hasta entender lo que pasaba.
Un pequeño tinte rojizo se esparció por sus mejillas, a lo cual, las dos pararon de nuevo. Se miraron a los ojos, y esta vez, estando más determinadas e inundadas en la llama de la pasión –y de la impaciencia de Luz por su ciclo estral– siguieron. Juntaron sus labios, profundizando poco a poco el beso.
A este punto, ambas estaban sintiendo un gran calor dentro de ellas, tanto que hasta a Marcy le estaba estorbando su propia ropa, al igual que a Luz con la que le quedaba aún puesta en su cuerpo. En un momento, la half-dragon abrió su boca distraídamente, y la Wu aprovechó para meter su lengua, generando el tan llamado, beso francés.
Sonidos de suspiros y respiraciones ahogadas salían de ambas, ahora era más que claro; la lujuria estaba tomando el control del momento, al igual que de las dos chicas que se encontraban besándose. Las lenguas se movían al compás de cada una, como un pequeño y lento baile.
Tras un rato pasado, ambas se separaron, un hilo de saliva uniendo sus bocas.
Wow. Eso había sido intenso.
Se miraron fijamente por un momento, la lujuria y la pasión se notaban en sus ojos amarronados, –y en el caso de la Noceda con su cicatriz en uno de ellos–, pero al mismo tiempo, el cariño. Para ellas, esto era más que simple... 'Eso'. Era mucho, mucho más que eso, era como... Más profundo, como si se tratara de solo amor...
Como si se tratara de... Hacer el amor.
El mundo y el tiempo habían desaparecido a su alrededor, dejando a ambas chicas concentradas solo la una en la otra, y en nadie o nada más.
Mirándose a los ojos, pensaron en cómo proseguir. Unos segundos pasados, Marcy procedió a sacarse la remera, dejando su torso semidesnudo también. Aquella gran cicatriz en el medio de su pecho como recordatorio de cuando Andrias la apuñaló, uno muy... Feo la verdad, al menos para la taiwanesa, quien se mostró algo insegura.
La half-dragon notó esto, a lo cual se acercó a ella y puso su escamosa mano en aquella marca hecha por el chajazo de la espada de fuego, recordando perfectamente el momento en el que vio morir a su novia frente a sus ojos. Le seguía trayendo pesadillas, donde nunca pudo salvar a su humana y la perdía para siempre.
Pero sabía que aquello no era real. Solo eran sueños. Sueños producto de sus traumas.
Marcy estaba frente a ella, viva y coleando, y eso, era lo importante.
—Mar-Mar... No te sientas mal por tu cicatriz —le intentó tranquilizar Luz, acariciando su mejilla. No sabía como tenía su mente clara a pesar de su celo volviéndose cada vez más fuerte, pero agradecía no perder la cabeza en este mismo momento.
—Pero, Luz... —murmuró la pelinegra, antes de ser interrumpida por la Lungtem.
—Shhhh... Tú no lo ves, pero para mí, esta marca es más que solo un recordatorio de aquel horrible momento, es un recordatorio de que también, sobreviviste, y sigues viva y coleando, frente a mí. Eres más fuerte de lo que crees, y esta apuñalada lo demuestra muy bien. Estoy orgullosa de ti, porque a pesar de todo, lograste y logras seguir de pie —le dijo la half-dragon con amor, interrumpiendola.
—Luz... Mi dragoncita...
Los ojos de la humana se llenaron de lágrimas. Aquellas palabras... No sabía como describirlas, pero... Eran las más hermosas que había escuchado. Se sentían como un gran bálsamo para sus heridas, y más para la de su pecho. Tenía una sensación cálida en su interior, como si algo la envolviera en algo, y la hiciera sentir segura.
Ante aquello dicho por la half-dragon, la taiwanesa la besó otra vez. No era un beso apasionado o uno ardiente, era uno simple, inocente y suave, que demostraba todos los sentimientos de la pelinegra en este momento y por Luz.
Ésta última correspondió el beso algo torpe, debido a su celo que hacía que pudiera perder el control por momentos. Aún así, no evitó corresponder de igual manera.
El momento se había tierno una vez más, una clara prueba de que el amor era lo más presente en esta íntima situación entre ambas chicas. Un rato pasado, se separaron, mirándose la una a la otra con una sonrisa en sus rostros y con cariño.
—Te amo... —murmuró la asiática, acercando una mano, acariciando su mejilla y, aún, cerca de sus labios.
—Y yo a ti, mi amada...
Ambas, más allá de la posible lujuria, se miraban con un gran cariño que se podía sentir en el ambiente, sus pequeñas sonrisas en sus rostros demostrandolo todo. La flama en el interior de las dos chicas ardía más fuerte que nunca, y con ello la pasión también.
Juntaron sus labios nuevamente, esta vez la intensidad aumentando rápidamente y con ello el beso volviéndose más salvaje y necesitado. Tanto la half-dragon como la humana, cayeron en la cama, con la última encima de la Lungtem. Pequeños suspiros y jadeos salían de ellas ante las acciones que estaban haciendo.
Ahora la situación había escalado de nivel.
De repente, unos pequeños destellos verdes aparecieron en los amarronados ojos de la pelinegra, así como algo muy dentro de ella surgió: la dominación. Debajo de ella, tenía a su novia, jadeando y con las pupilas algo dilatadas, en una posición algo vulnerable.
Mientras tanto, la Noceda se encontraba más necesitada que nunca; su celo la estaba desesperando y exigía internamente que su pelinegra recorriera y tocara todo su cuerpo y estuviera dentro de ella, razón por la cual, parte de su gran calor fue hacia su centro, que empezaba a arder.
Ambas volvieron a besarse de forma intensa teniendo otro beso francés, siendo así que cuando se separaron, se volvieron a mirar a los ojos. Ambas suspiraron, estando hundidas en la pasión, el amor, y, cada vez más la necesidad.
Ambas no sentían vergüenza, ya no
Ahora, estaban controladas por el amor, y la dulce lujuria.
Lentamente habían retirado el resto de sus ropajes, quedando desnudas. Ambas admiraban el descubierto cuerpo de la otra, observando cada detalle de éstos. Al estar tan inundadas en la pasión, solo seguían lo que le decían sus instintos sin tener mucha idea de que hacían a este punto.
—Eres... muy hermosa, mi dragoncita... —le murmuró Marcy, moviendo una mano hacia la mejilla de Luz y acariciando ésta.
—No tanto como vos, mi humana preciosa... —le respondió su media naranja algo sonrojada y sonriendo levemente.
La ojimarrón le sonrió de vuelta, y movió otra mano a su espalda, encontrándose con una cicatriz hecha por garras gigantes; sabía que esa marca había sido de cuando Eda, en su forma de bestia búho, atacó a la Lungtem en esa zona, dejándole unos zarpazos permanentes. Acarició con cuidado aquellos arañazos, no queriendo sobresaltar o incomodar a su media naranja con aquello; solo quería hacerla sentir segura y amada.
Y vaya que lo logró, Luz se sentía más feliz que nunca. Era como algo tranquilizante que calmaba el dolor fantasma que surgía de los chajazos de ahí a veces. Agradecía bastante este gesto y más viniendo de su preciosa humana, Marcy.
Notando esto, la pelinegra se movió y besó esta vez su cicatriz en el ojo, con intenciones de igualmente darle algo de amor a ese corte que había sido hecho por Darcy en el pasado, que casi hace que Luz perdiera la mitad de su vista ocular.
Pequeños gestos de amor eran hechos entre tanta libido del momento, demostrando la devoción de la una por la otra de forma mutua. Era increíble como a pesar de lo vergonzoso –o incómodo– que podía ser esto, siguieran avanzando. Suponían que era por el celo de la Noceda o por el calor del momento, no lo sabían.
Solo sabían que estaban disfrutando esto y mucho.
A continuación, Marcy se alejó del rostro de su amada y se acercó a su cuello, no sin antes preguntar otra vez por su consentimiento. Tal vez era algo pesada con consultar cada vez, pero en verdad no quería lastimarla para nada. ¡Era muy importante la opinión de su novia y más que era su primera vez...! Tan complicado de entender no podía ser... ¿No? Bueno, así lo veía ella.
Esperando su aprobación, vio a Luz asentir con la cabeza nuevamente de forma silenciosa, a lo que de forma gentil y algo tímida, pero aún invadida por tantas nuevas emociones juntas, empezó a besar toda la extensión de su mejilla hasta su clavícula, sus besos volviéndose húmedos y logrando arrancarle pequeños suspiros a la Lungtem.
"Vaya..."
Jamás se había sentido así de bien, y menos con los labios de Marcy atacando su cuello de una forma tan húmedamente suave, como si su piel fuera de cristal frágil que se podía romper en cualquier momento.
Aquella atención en esa zona de su cuerpo se redirigió como un abrasante calor a su núcleo, como si un ardor palpitara allí. Era como una forma de decir con su lenguaje corporal que en verdad necesitaba a la pelinegra dentro de ella, usando sus dedos... O su tierna lengua.
Entre tantos pensamientos, no notó que Marcy movió sus manos distraídamente hacia sus senos erectos, acariciándolos, masajeándolos y pellizcando muy levemente sus pezones. Esto sacó gemidos a la Noceda, sintiendo el placer repentino recorrer su cuerpo y hacerlo temblar.
—O-oh... Si, así por favor... —murmuró la semidragón llevando una mano a las sábanas de su cama, pequeños pero lascivos sonidos salían de su boca, demostrando su deleite con aquella estimulación en su busto, el cual estaba recibiendo la atención que necesitaba bastante.
De repente, unos destellos verdes volvieron a aparecer en los ojos de Marcy, y sus caricias procedieron a ser más... Movidas, en el sentido de que le daba mucha más atención a aquella zona ya mencionada... Y estaba moviendo sus manos por todo el cuerpo de su pareja, al mismo tiempo que sus besos húmedos pasaban a ser lamidas y mordidas ligeras. Era como si sus bajos instintos hubieran salido, y con ello el porqué de su cambio de comportamiento sin previo aviso.
Ante esto, la Lungtem no se quejaba; al contrario, lo disfrutaba más que nunca, y más ver aquel nuevo y posible lado de la Wu. Disfrutaba como sus dientes le hacían sentir escalofríos y se clavaban en la piel de su cuello –no lo suficiente como para realmente lastimarla– de una forma que la volvía loca con un placer tan grande como ese.
Si, tal vez sonaba algo masoquista o hasta lo era en sí, pero no podía evitar disfrutar de lo que le hacía su humana en zonas tan sensibles como partes de su cuello, ¡era como el cielo para la half-dragon!
Y oh, como movía sus manos por su cuerpo de una forma tan hambrienta pero a la vez tan amorosa y satisfactoria... A este punto sentía que se iba a morir de tanto disfrute... Pero a la vez, del ardor palpitante entre sus piernas.
Luz no lo sabía, o tal vez no del todo, pero la Wu también tenía aquella necesidad entre las suyas, solo que lo dejaba pasar por alto para satisfacer a su dragoncita... Aunque seguramente no llegaría a resistir más en algún punto.
Lubricante natural escapaba de las entradas de ambas chicas yendo poco a poco hasta la zona de sus muslos internos, producto de la excitación del momento.
—Marcy, te necesito... Te amo y te necesito tanto... —exclamó la semidragón, su vista y juicio algo nublados a este punto.
La pelinegra la oyó perfectamente, a lo que se separó por un momento y miró hacia abajo, teniendo una idea en su mente que no sabía si funcionaría. Se movió hasta estar entre las piernas abiertas de su amada, con su cabeza cerca de su núcleo.
Donde se encontraba el monte de Venus, se encontraba aquella hendidura húmeda, con ambos labios marrones no del todo simétricos a sus lados con un pequeño destello de rosa. No sabía que le atraía más a la Wu; o la capucha donde se unían los dos labios y protegían su clítoris hinchado y visible, o la unión inferior que brillaba por el lubricante natural que chorreaba bastante a este punto.
Aún así, la taiwanesa no desaprovecharía la oportunidad de probar a su novia, así de como complacerla. Inhaló profundamente el olor a almizcle que se estaba produciendo en esa zona, para luego exhalar, provocándole un escalofrío a la Lungtem al sentir el aire caliente de su contraria golpear una zona tan sensible como la ya mencionada.
Viendo esto, la humana procedió a plantar un beso experimental en la parte inferior de su vulva. Oyó a su novia soltar un gemido algo fuerte del placer, y con esto supo que estaba yendo bien. Lamía y besaba cada parte que podía, tirando de los pliegues suavemente y lamiendo franjas de abajo para arriba, sintiendo los jugos de la semidragón entrar en su boca y oyendo ruidos lascivos salir de ella. Su sabor era extraño, más no desagradable. Sabía muy dulce, si era sincera.
Siguió con sus lamidas, hasta llegar a aquel botón rosa el cual presionó levemente con su pulgar, sacando otro gemido sonoro de la Lungtem. Apartó su mano y dirigió sus labios allí, dándole un pequeño beso para luego envolver la protuberancia y empezar a chupar lentamente, haciendo que Luz casi grite.
Mientras tanto, la última se encontraba nublada por el placer, la lujuria y la devoción, siendo así que dirigió una mano a la cabeza de su novia, agarrando su cabello y manteniendola en ese lugar para que no se separara de ella y siguiera con su boca estimulándola y volviéndola loca.
—M-Marcy... —exclamó la half-dragon de una forma tan malditamente pasiva y a la vez, lasciva. —P-por favor... U-usa tus dedos... Te necesito dentro... —rogó mirando a su humana, con lágrimas que empezaban a derramarse por la comisura de sus ojos y con sus puntiagudas orejas bajas.
La dominante mirada de la taiwanesa se alzó, sus iris tornándose de un tono casi verde oscuro, haciendo temblar levemente a la semidragón, no de miedo, sino de excitación. Movió uno de sus dedos hacia su entrada, frotando por fuera para humedecer mejor el lugar, los fluidos pegándose a sus falanges, y aún chupando con vigor su clítoris.
"Empujó" su anular hacia adentro, notando lo increíblemente cálido y cómodo que era por dentro, las paredes de la cavidad vaginal abrazándola con fuerza. Lo movió con cuidado para que el cuerpo de su amada se acostumbrara a la pequeña y nueva intrusión en su interior. Una vez hecho esto, empezó a mover su dedo lentamente, descubriendo algún que otro punto bueno que hacía que su pareja fuera más ruidosa.
Decidió agregar un dedo más, siendo así que ahora la penetraba de forma cuidadosa sin llegar muy profundo; quería que la Lungtem se acostumbrara bien y no se sintiera incómoda antes de seguir avanzando. Sin embargo, en un descuido terminó llegando más allá, atravesando lo que sería el himen... Haciendo que su contraria soltara un quejido de dolor.
La humana no tardó en notar esto, y sus ojos volvieron a ser normales, su miedo por realmente haberla lastimado resurgiendo e invadiéndola. Rápidamente sacó sus dedos y se movió de su posición, yendo hasta la altura de la cabeza de su dragoncita, cargándola y abrazándola con fuerza.
—¡Luz, Luz! ¡Mi dragoncita! ¿Estás bien? —preguntó con algo de pánico, sus ojos poniéndose algo cristalinos por el simple pensamiento de haberle hecho daño de verdad.
—Mar-Mar... Sí, tranquila, lo estoy... Nada más duele un poco, pero supongo que es normal en la primera vez... —explicó la half-dragon intentando tranquilizar a su pareja, aún con algo de dolor en su canal vaginal. Correspondió al abrazo con fuerza, buscando algo de cariño inocente por un momento entre tanta lujuria por su ciclo estral y su primera vez.
Ésta acunó a su pareja en brazos, dejando que se refugie en su cuerpo mientras se recuperaba del pequeño dolor en su interior. Aún si el deseo seguía presente, lo que más quería la última era algo de amor tranquilo y algunos mimos y besos, que obviamente le fueron ofrecidos.
—Dime cuando te sientas lista, ¿sí...? —le dijo la taiwanesa, acariciando su mejilla mientras le daba algún que otro mimo, a lo cual la semidragón asintió en silencio.
Unos segundos pasaron, y con ello el dolor de la rotura del himen había desaparecido, dejando que regrese la lujuria y la necesidad en Luz. Necesitaba de nuevo a su humana dentro de ella, y lo deseaba con locura.
—Marcy... —rogó, su voz sonando tan suplicante que ni la propia Marcy pudo resistirse. No podía dejar así a su dragoncita desesperada, y menos si estaba en su celo.
Algo dentro de ella hizo que perdiera un poco el control nuevamente, sus iris tornándose verdes como señal de esto. Movió su mano otra vez hasta su centro, no sin antes acariciar a su alrededor, presionar un pulgar en su cereza y después meter sus falanges haciendo un vaivén, sacándole más sonidos lascivos a su amada.
La Lungtem, teniendo la necesidad de agarrarse de algo, llevó sus manos a la espalda de Marcy, arañando ésta con sus garras. Agradecía tenerlas algo limadas, porque no sabría lo que pasaría si en verdad las tuviera afiladas y con ello pudiera lastimar a su pareja.
Oyó a su contraria gruñir levemente en su oído, los movimientos de sus dedos y la presión en su clítoris aumentando cada vez más, así como el encuentro de puntos que le fascinaban a la half-dragon... Y el más importante de todos, el punto G.
Cuando la humana golpeó esa zona con sus falanges, Luz sintió que el mundo casi se le vino abajo. Era demasiado para ella, pues era su máximo punto dulce, el más sensible de todos... Dentro de ella, claro. La velocidad de su pareja era impecable, y con esto hacía que lágrimas del disfrute se derramaran por las mejillas de ésta, cada empuje trayéndola más cerca de derrumbarse por completo.
Mientras tanto, la pelinegra seguía en lo suyo, pero su desesperación se hacía cada vez más palpable, pero aún así lo ocultaba. Sin embargo, nada es para siempre, y este fue su caso al ya no poder soportar más. Sacó sus dedos del cálido interior de su novia, queriendo probar algo nuevo en su desespero.
Antes de que la semidragón pudiera quejarse porque interrumpió su orgasmo acercándose, sintió a su humana cruzar las piernas con ella, los genitales de ambas chicas quedando muy cerca de siquiera rozarse. No sabía como, pero se le había ocurrido de alguna forma hacer esto... Y tal vez, conseguir placer mutuo.
Luz estaba algo confundida, pero luego de un rato entendió, sonrojandose levemente ante la idea. Sus manos se mantenían en su espalda, más no la arañaban más.
Antes de que la pelinegra prosiguiera, miró a la semidragón, buscando su consentimiento ante todo. —¿Puedo...? —preguntó. Aún estando de esta manera, seguiría pidiendo el consentimiento de su dragoncita para evitar cualquier incomodidad entre ambas.
Ésta, aún sonrojada, tomó un par de respiraciones profundas y asintió, preparándose mentalmente para lo que iba a pasar. —Sí, puedes.
Y con esa aprobación dada, fue que Marcy empezó a frotar su entrepierna con la de su pareja. Al principio no sintieron nada, suponiendo que era por los lentos movimientos, o por siquiera la posición. Era algo complicado, pero lograron reacomodarse después de un rato y empezar a sentir placer mutuo al rozar ambos genitales.
A continuación, ambas unieron sus cuerpos en uno solo como último acto, la pasión y la lujuria mezclándose, gemidos prohibidos emanaban las dos chicas, como si expresaran más que solo sexo; como el momento en el que se vieron por primera vez y sintieron una 'chispa' de conexión. Se sentían más unidas que nunca, como dos seres mezclándose entre sí y volviéndose algo completamente nuevo; el fuego que castigaba con el cuerpo y alma siendo la condena, como un pecado, pero más que eso. Cada momento de cariño, cada beso, cada abrazo y cada mimo significaban mucho entre las dos; se dirían mil razones para amarse o demás, y aún así, a ninguna le parecería suficiente demostrar su amor entre ellas, porque iba más allá de lo comprensible para cualquier criatura o ser, sin importar que fuera; humano, demonio, brujo, anfibio, etc.
Finalmente, el orgasmo llegó tanto a la Lungtem como a la humana al mismo tiempo, sus cuerpos ahora sudorosos y algo temblorosos –y el de la taiwanesa, marcado en la espalda– cayendo en la cama. Se miraron a los ojos, sus miradas demostrando lo bien que se habían sentido durante todo este tiempo. Cambiaron de posiciones, con Luz en el pecho de Marcy, recuperando el aire mientras su cola de dragón, que había estado quieta durante todo este momento, se movía lentamente, señal de que estaba satisfecha.
—Eso... Fue intenso... —murmuró la pelinegra, sus ojos volviendo a la normalidad mientras soltaba un par de jadeos, su cabello y el de su pareja completamente desordenados.
—La verdad, sí... Pero me gustó —confesó la half-dragon mirándola con una sonrisa, su celo estando calmado por el momento después de un acto tan intenso como ese.
—Me alegra que te haya gustado... No sabía si lo estaba haciendo bien, me estaba muriendo de nervios la verdad —contestó riendo levemente, sonrojandose un poco.
—No decías eso al final~ —le dijo la Lungtem en un tono de broma, riendo también.
Ambas disfrutaban del momento, haciéndose pequeñas bromas por lo ocurrido y hablando de cómo se sintieron. Estaban felices y satisfechas, siendo éste uno de los mejores momentos de sus vidas... Claro, después del de cuando se conocieron y cuando se declararon, esas situaciones si que fueron las mejores para ambas chicas.
Entre tantas risas, una duda llegó a Marcy, a lo que le quiso preguntar a su novia para saber. —Luz, mi dragoncita, ¿cuanto dura tu ciclo estral?
—Pues... Dura 3 días, y hoy fue el primero —explicó ésta, sin dejar de mirar a la pelinegra.
—Hmmm... Bueno, parece que me quedaré un par de días acá, quiero estar contigo, mi dragoncita... —respondió, acariciando su mejilla y besando su frente. En verdad quería no solo complacer a su amada, sino estar con ella y expresarle su amor en más de una manera.
—¿En serio-? Pero, ¿no es molestia para vos? Lo digo por mi celo que a veces me puede poner algo salvaje... —le explicó algo nerviosa rascándose la nuca, mirándola.
—Nah, por mí está bien quedarme, además, no me importa si te pones algo salvaje o no por tu ciclo estral, me alegra pasar momentos como éste, y es lo que me importa más... —respondió, sonriendole levemente y dándole otro beso en la cabeza.
—Oh... Pues si es así, entonces... Estoy bien con eso.
Pronto, el sueño invadió a Luz, y no tardo en hacer lo mismo con Marcy. Ambas se abrazaron y taparon con las mantas, cerrando poco a poco sus ojos y dejándose caer en los brazos de Morfeo, alejadas de todo y del mundo, encerradas en su propia burbuja de confort.
《—◇♤♡♤◇—》
Aquella pelinegra se despertó poco a poco, sintiendo un pequeño dolor en su espalda por los rasguños de su amada. Miró a los lados, intentando esclarecer su vista, notando por la ventana que ya era de noche. Esto alarmó un poco a la taiwanesa, porque si ya era tarde, entonces Anne y Sasha debían estar preocupadas.
Rápidamente agarró su teléfono y efectivamente; habían muchas llamadas perdidas y mensajes no leídos de sus amigas, a lo que tomó un par de respiraciones profundas para calmarse. Les mando un mensaje diciendo que no se preocuparan, que todo estaba bien y que después se los explicaría a ellas y a los demás.
Apagó su celular después de hacer esto, esperando a que sus mejores amigas contestaran, dejándolo a en la mesita de noche al lado de la cama, y volteó a ver a su novia, que aún se encontraba durmiendo pacíficamente en su pecho. Suspiró levemente, mirándola con una sonrisa y recordando lo que hicieron horas atrás.
Se sonrojó levemente al ver las marcas de mordidas en el cuello de la Lungtem, sabiendo que era ella quien las había hecho. Jamás se había esperado esto, pero... No era algo malo. La verdad, es que se alegraba de haber pasado tal momento especial como lo podría ser la primera vez con su dragoncita, y eso fue suficiente para que se distrajera de nuevo... Hasta que recordó a la familia de Luz.
Bueno, ya les explicaría luego también. Ahora, estaba en su pequeña burbuja con su novia, lejos de todo y todos ahora.
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