Capítulo 41 : UNEXPECTED

“Quédate aquí, quédate aquí. Este lugar es muy doloroso sin ti, ven aquí. No te alejes más, sóplame tu aliento, por favor. Con tu calor el universo que estaba helado se convierte en la primavera. Sobre el cielo oscuro brillan sueños resplandecientes como si bailaran.”

-MoonWalker (BDC)

Taehyung sabía lo que su madre iba a contestar, incluso antes de acercarse a ella para invitarla a asistir a uno de sus entrenamientos de baloncesto. La cosa era, que tenía un leve recuerdo de esta viéndolo jugar con una enorme sonrisa cuando las cosas todavía no iban demasiado mal en su casa. En algún momento de su vida cuando los tres eran felices y podían considerarse una familia real. En esa época en la que su padre todavía no había descubierto la adicción por el alcohol, cuando en su casa no faltaba dinero para comida y él podía presumir de dos padres realmente divertidos.

Aquel niño que él fue, no tenía la menor idea de que en cuestión de unos meses la adicción latente de su padre por la bebida aumentaría hasta el punto de convertirlo en otra persona, una completamente desconocida y con el humor de un verdadero monstruo dispuesto a destrozar a cualquiera que se le pusiese enfrente durante un momento de mal humor. Él aún no sabía que perdería a la persona que lo alzaba en brazos y lo colocaba en la posición de superman para perseguir villanos imaginarios, como tampoco sabía que su principal héroe terminaría convirtiéndose en su mayor enemigo. Que su amor puro, acabaría convertido en un odio imposible de curar a esas alturas.

Él no sabía que llegaría a perder a su padre aún cuando este seguía respirando, nunca lo supo hasta que los golpes llegaron. Porque incluso viendo la mirada diferente en los ojos de aquel hombre, el Taehyung que solo era un niño trató de recuperar a su padre en muchas ocasiones antes de rendirse por completo. Si quedaba una mínima muestra de amor o empatía en las entrañas de su padre, desde luego este se empeñaba en demostrar lo contrario.

Le llevó más que un simple par de años, a ese pequeño Taehyung que podía presumir de la inocente infancia, entender que su familia no volvería a mostrar una imágen de felicidad. E incluso si seguía contemplando las gradas de la cancha de deporte de su instituto cada día a pesar de que siempre obtenía el mismo resultado, también le llevó bastante entender que las cosas habían cambiado lo suficiente como para que su madre pudiese permitirse asistir a sus entrenamientos y partidos como el resto de padres de sus compañeros de equipo continuaban haciendo.

Y en algún momento de su vida la mujer que solía aplaudir con orgullo cuando encestaba, pasó a pedirle que se centrase en estudiar para lograr tener un futuro certero que le permitiera escapar de la prisión que le suponía aquella casa en la que ambos residían al lado de un monstruo alcohólico. Las películas de héroes jamás volvieron a resultarle atractivas a Kim Taehyung, porque los villanos eran demasiado graciosos cuando conocías a los de la vida real. Esos que no necesitaban potentes inventos, armas o poderes extraños para dominar el mundo. A los villanos de la vida real les bastaba con cuatro botellas de soju mezclado con cerveza.

-Mamá… - Taehyung no estaba seguro acerca de cómo realizar su petición, pero al menos le gustaría intentarlo. De algún modo su madre había modificado levemente su pensamiento después de su charla con el entrenador Min en el hospital de Seúl, pero eso no significaba que esta estuviese abierta a permitirle irse de casa de nuevo por varios días. Las consecuencias de su escapada habían significado varios cinturonazos por parte de un hombre que incluso alcoholizado pudo notar la falta de su mujer e hijo cuando las botellas comenzaron a acabarse. - Necesito pedirte un favor, sé que no te gusta la idea de dejar que juegue al baloncesto lejos de Daegu pero el entrenador Min me ha pedido que te lleve a uno de los entrenamientos del equipo para que puedas tener una mejor idea acerca de cómo funcionamos. - Taehyung tragó una enorme bocanada de aire, observando el modo en el que su progenitora había comenzado a fruncir el ceño mientras cruzaba los brazos alrededor de su pecho. - Sé que ya lo hemos hablado pero… En algún momento del pasado recuerdo verte animándome en las gradas. - el base notó la forma en la que su garganta había comenzado a doler. - Y no te haces una idea de lo mucho que desearía verte ahí de nuevo, gritando mi nombre en voz alta y dejándome saber que estás orgullosa de mi. Entiendo que nuestra situación es complicada pero mi vida es lo suficientemente miserable de por sí, solo pido que mi madre pueda verme jugar con la misma sonrisa que solía mostrar hace tiempo. Ya ni siquiera recuerdo el sentimiento de tener tu apoyo mamá. Por favor, ven a verme mañana.

Su madre pareció dudar, sin embargo eso le aportó cierta ilusión al base. Verla dudando era mucho más de lo que había conseguido en años, por norma general su madre solo salía de casa para hacer la compra semanal y obtener un arsenal de botellas para su padre. Incluso cuando tenía que vender los productos de la huerta que mantenía en el terreno situado tras su casa, era él quien iba de un sitio a otro con los sacos de papel repletos de frutas y verduras.

Era consciente de que su madre escapaba de los murmullos de las personas, igual que sabía que gran parte de sus vecinos los consideraban tan locos como a su padre. No había pena en las miradas de la gente, sino asco. Algunos decían que su madre no había sabido complacer a su padre, así que en consecuencia el hombre se había abrazado a la bebida después de años trabajando sin parar. Otros sencillamente comentaban que si ellos fuesen víctimas deberían haber huído hace mucho tiempo, que quedarse solo significaba que no sufrían.

-Deberías saber a estas alturas que estoy orgullosa de ti, hijo. - mencionó. - Soy mucho mayor que el resto de madres de tus amigos y sé que no has podido ver en mí a una compañera a la que hablarle de tus inquietudes y problemas como muchos de ellos hacen… Pero nuestra situación es diferente. Tú necesitas centrarte en algo que te pueda sacar del agujero interminable que significa vivir aquí, y yo tengo que ahorrar para el futuro. - suspiró. - Entiendo tu amor por el baloncesto, sin embargo…

-Mamá, por favor. Solo será una vez, una vez más y entonces podrás volver a esa rutina en la que detestas que le de tanta importancia a un pasatiempos. Solo quiero que me veas jugando y conozcas mejor a la persona que me entrena, Min es mucho más profesional de lo que puede parecer a simple vista. Ni siquiera es necesario que te quedes durante la totalidad del entrenamiento, me basta si vienes a verme por un par de minutos.

La señora Kim había respondido que no. Min Yoongi pudo saber eso tras telefonear a su base a escondidas mientras la mujer esperaba impacientemente en su despacho con los brazos cruzados y una mirada crítica que lograba erizarle la piel.

Entonces, si había dicho que no iría a verlo jugar, Min lo sabía porque Taehyung se lo había comunicado el día después de que la charla sucediese. Con los ojos llorosos y la voz levemente afectada, su base le mencionó que no estaba seguro de si podría jugar con el equipo en las ocasiones en las que estos tuviesen que salir de Daegu. No al menos por el momento. Entonces… ¿Por qué mierda estaba en el polideportivo la madre de este veinte minutos antes del horario normal de entrenamiento? Eso era algo que se le escapaba de las manos.

-¿Estás seguro de que es mi madre? - Taehyung preguntó, al otro lado del teléfono y con un susurro que le hizo entender a Min que este probablemente se encontrase todavía en el interior de una de las aulas donde recibía sus clases. Parecía tan confundido como él mismo.

-Creo que puedo reconocer la cara de la mujer que me hizo entrar en ira hace tan solo unas semanas. Ella parece… un muro imposible de atravesar Kim. Más te vale mover tu culo hasta mi despacho en cuanto acabe tu clase. Te quiero aquí lo antes posible. - Yoongi observó a la mujer a través del difuminado cristal de la puerta de su oficina. - No tardes, Taehyung.

Taehyung sintió como la ansiedad se comenzaba a aposentar sobre su cuello. ¿Habría pasado algo en casa? O… tal vez su madre había acudido para pedir que lo expulsaran del equipo en un último intento para que él dejase de lado ese deporte que ella consideraba una notable pérdida de tiempo.

-Kim. - Yoongi volvió a hablar. - Sea lo que sea, puedo encargarme de ello pero me gustaría que estés presente si el tema te envuelve.- el entrenador Min había notado la errática respiración de su jugador tras la línea teléfonica. - Simplemente espera a que tu clase termine y ven a mi oficina, trataré con esto mientras tanto.

No importaba del todo si su entrenador creía poder encargarse de tranquilizar a su madre. Que ella hubiese acudido aún tras haberle dado una negativa como respuesta a su petición, era suficiente motivo para lograr que todo su cuerpo se llenase por completo de nerviosismo. Definitivamente había pasado algo, de lo contrario Taehyung no podía llegar a comprender el motivo que habría llevado a su madre hasta la universidad ese día.

-Yo… Entrenador, ¿podría asegurarse de que nada malo ha ocurrido en mi casa? Por favor, necesito saber que mi madre se encuentra bien.

-Todo parece bien con ella, pero puedo preguntar si eso ayuda a que te sientas mejor. - Yoongi volvió a observar a aquella mujer antes de empujar la puerta de su oficina. - Espera solo un min...

A ella no le agradaba salir de casa más allá de lo obligatoriamente necesario por las circunstancias que los envolvían a ambos. Tae lo sabía, al igual que era consciente de que si realmente hubiese ocurrido algo en su casa tendría que ser lo suficientemente complicado como para que su progenitora decidiese buscarlo en el polideportivo de la universidad en lugar de limitarse a tomar el teléfono para llamarlo como solía hacer por norma general.

-Taehyung. - Hoseok golpeó levemente su brazo, señalandole al profesor que se encontraba de brazos cruzados con una notable expresión de molestia en los ojos.- No sé lo que pasa pero si es importante deberías aprovechar que el señor Han está mirándote para decirlo, no creo que acepte cualquier excusa para dejar pasar que has respondido el teléfono en el medio de una de sus clases.

El señor Han era un hombre de mediana edad que siempre daba charlas acerca de la importancia del deporte para llegar a la vejez sin problemas cardíacos. A parte de eso, se trataba de un hombre que se enfadaba con una enorme facilidad.

Por ese mismo detalle, Taehyung no dudo ni por un instante cuando decidió colgar la llamada a pesar de que el entrenador Min estaba comenzando a decir algo.

-¿Ocurre algo, Kim? - el hombre ante sus ojos realmente demostraba molestia mientras esperaba una explicación.

-Mi madre está en la universidad, creo que… Debería salir de su clase un poco antes si no es molestia, quizás necesite mi ayuda si…

-Vaya. Si eso puede ayudar a que mi clase se desenvuelva nuevamente con tranquilidad, simplemente vaya. - el hombre hizo un gesto con sus manos. - Pero recuerde que esto no es un instituto, si no quiere venir a mi clase está en la libertad de quedarse en casa. Si en cambio desea venir, le recomiendo que no responda el teléfono en el medio de mis explicaciones.

Taehyung solo tardó unos segundos en alcanzar su mochila y guardar todo su material en esta, sus pies se movieron con prisa sobre las escaleras de la clase tras alzar la mano para despedirse de Hoseok.

Taehyung realmente corrió hacia el polideportivo con la suficiente prisa como para olvidar de nuevo la plaqueta del suelo que se encontraba mal colocada y por efecto secundario escupía agua hasta varios días después de que hubiese llovido. Así que en consecuencia llegó hasta la puerta de la oficina de su entrenador con un poco de agua embarrada en la parte baja de sus vaqueros y la sensación de que no solo la ansiedad, sino también la carrera, lo estaban ahogando.

-Kim. - Yoongi alzó la mirada de su ordenador cuando su base atrevesó la puerta con las pupilas completamente afectadas por los nervios.- He tratado de llamarte pero no has respondido.

Taehyung se limitó a ignorar el reclamo de Min, en su lugar posó toda la atención sobre su madre. Parecía alarmantemente calmada para encontrarse sentada justo delante de su entrenador de baloncesto y lejos de casa, de esa casa que ella siempre temía abandonar por los posibles comentarios de la gente que podría llegar a encontrarse por las calles de Daegu.

-Hijo.

Y ella incluso parecía divertida ante el evidente hecho de que él ni siquiera estaba logrando respirar mientras apoyaba las palmas de las manos sobre sus rodillas y se inclinaba levemente en señal de cansancio.

-¿Va todo bien en casa? Mamá…

Ella definitivamente se estaba divirtiendo al verlo tan exaltado. No eran tan solo imaginaciones suyas, ¿cierto? Hacia un tiempo desde la última vez que había visto una sincera expresión de diversión en los ojos de su madre. Pero ahí se encontraba, haciendo que las facciones de su cara se viesen mucho más suaves a pesar de la evidente edad que las arrugas de los costados de su mirada demostraban.

Su madre era una mujer anciana, pero más allá de eso, su madre había sido y seguía siendo una mujer maltratada por la vida y por un marido al que no le importaba nada salvo sus caras botellas de alcohol.

-Taehyung. - la voz de su entrenador sonó calmada, más de lo que cabía esperar en una situación como aquella.- Tu madre me ha mencionado que le gustaría verte jugar hoy, parece que ha cambiado de opinión y se ha acercado hasta el polideportivo para saber si habría algún problema. Le he mencionado que todos los padres tienen el derecho de ver entrenar a sus hijos siempre que no creen problemas de competitividad o estresen a mis jugadores. Así que hoy, nuestro equipo tendrá publico.

Taehyung depositó los ojos sobre el entrenador Min por un instante, en realidad ningún padre había acudido a ver a sus hijos entrenar pero muchos habían ido al partido de Seúl para animarlos con aplausos y frases gritadas repletas de energía. Todavía eran un equipo pequeño y sin demasiadas esperanzas de lograr demasiado, pero la presencia de todas aquellas familias en las gradas le permitió a sus compañeros jugar mucho mejor de lo que cualquiera hubiese esperado. Cuando se lo contaron en el hospital, Tae no pudo hacer otra cosa que no fuese soñar con tener un hogar real en el que sus padres se llevasen bien y la bebida no hubiera arruinado la personalidad del hombre que le dió la vida. Un hogar en el que su familia fuese a verlo jugar un partido de baloncesto, uno en el que simplemente pudiesen sentarse a comer juntos mientras charlaban acerca de cómo habían ido sus días y se reían de las tonterias más absurdas.

Sin duda le resultaría extraño jugar con la mirada de su madre sobre él después de tantos años escuchando las protestas de esta acerca de que el baloncesto tan solo debería ser un pasatiempos para él, tampoco estaba seguro de cómo sus compañeros reaccionarían o el modo en el que el entrenador Min se comportaría sabiendo que la señora Kim todavía se mostraba reticente a permitirle ver el deporte que amaba como algo más que un simple juego para matar el aburrimiento. Pero lejos de suponer un problema a él le entusiasmaba probarlo. Quería sentir de nuevo que tenía el apoyo de una de las personas más importantes de su vida.

-¿No está bromeando? - sus ojos brillantes se posaron rápidamente sobre los de su entrenador, quien no pudo evitar sonreír levemente mientras se encogía de hombros.

El entrenador Min también parecía divertido ese día, a juzgar por la leve sonrisa que recorría sus labios rosados e iluminaba de algo bonito sus pupilas. Había una sensación de relax alrededor de este que Taehyung dificilmente había visto en cualquiera de sus otras visitas a la oficina de Min.

-A mi me ha parecido bastante sincera mientras me comentaba los motivos que han ayudado a que su opinión haya cambiado. - mencionó Yoongi, mirándolo directamente. - Ve a cambiarte, tus compañeros no tardarán en llegar y creo que necesitas explicarle quién es ella.

Como si su mirada no mostrase ya la suficiente felicidad, Yoongi logró observar el modo infantil en el que Taehyung daba un pequeño salto hasta llegar a su madre para a continuación rodearla en un apretado abrazo de oso.

-Gracias mamá, te juro que no vas a arrepentirte.

-Eso espero, pequeño. - susurró la señora Kim, pasando una de sus manos sobre el cabello de la nuca de su único hijo.

Ella tampoco sabía lo que la había hecho cambiar de opinión, pero quizás la clave se encontraba en esa foto que siempre portaba en su cartera y en la que Taehyung sonreía con una mirada de felicidad real que no había podido ver en los ojos de su niño desde hace años. Esa imágen en la que su hijo sostenía el primer balón de baloncesto que esta le regaló, uno que Tae aún mantenía en una esquina de su habitación junto algunos comics viejos que de vez en cuando ojeaba antes de irse a dormir. Incluso si estaba deshinchado y lleno de parches, su pequeño todavía se molestaba en mantenerlo cerca como un recordatorio de su regalo de infancia favorito.

Él siempre fue diferente. Taehyung creció en un hogar donde los primeros años de su vida sus padres eran demasiado mayores para seguirle el ritmo y pasó su adolescencia entre las paredes de una casa destrozada. Nunca pidió un solo regalo, ni siquiera en sus cumpleaños, pero aquella vez mientras paseaban por un centro comercial después de haber comprado algunas cosas para arreglar las humedades de las paredes del baño, el niño que Taehyung era posó las manos sobre el cristal del escaparate de una tienda de deporte y abrió su boca hasta empañarlo. En aquel instante a su madre no le hizo falta escuchar la petición de su niño, supo que Tae estaba enamorado del balón de baloncesto azul y no dudó ni por un instante en volver hacia atrás para devolver algunas cosas que le permitieran utilizar su escaso dinero en un juguete bonito. Por aquel entonces su hijo tenía solo siete años y ella no sabía que el baloncesto se convertiría en un enorme refugio para este.

Tal vez la necesidad de ver a su pequeño sonriendo como lo solía hacer antes de que su hogar se rompiera, como la vez en la que le compró aquel balon, era mucho mayor que su necesidad de ver a Taehyung obteniendo un trabajo estable que lo ayudase a escapar de la casa en la que se veían obligados a continuar viviendo.

-Hazlo bien. - susurró la señora Kim. - Hazlo bien, hijo.



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Hiii!!!

Como cada sábado nuevo capítulo que desde luego espero que os haya gustado. De veras que agradezco un montón el apoyo que me aportáis semanalmente con vuestros comentarios y votos.

Un beso,
os amo
Mel
💜

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