TRIGÉSIMO CUARTO


–¡Eres terco, testarudo y un idiota, Kim Namjoon! –.

–Oh, pues gracias por todos esos términos hacía mi persona. Hasta aquí siento todo el cariño que tienes por mí–. Escucho su risa golpear en el micrófono.

Este hombre me hace sentir un millón de cosas a la vez, nervios, ternura, cariño, frustración, impotencia; es tan complicado que siento esa punzada en el centro de mi cerebro anunciando un posible dolor de cabeza, puede que se mantenga todo el día, ¿por qué? No solo es su terquedad que lo impulso a regresar al trabajo cuando no está del todo recuperado, es el trabajo que se apila como montañas de papeles amenazando con quedar esparcidos por el suelo, y que hoy es viernes, el día que enfrentare a Boa y sus mentiras. Más estresada no puedo estar, y Joon en vez de ayudarme, suma más presión a mi posible dolor de cabeza.

–Hablo muy en serio, Joon. No debiste ir a trabajar. Hasta ayer tu garganta se desinflamo, ¿que si por no cuidarte recaes? –. Manoteo a sabiendas que él no puede verme.

–Estoy abrigado, traje mis medicamentos y estaré todo el tiempo en el estudio, alejado del frió–. Sé que se sigue riendo, no le veo la gracia a lo que pasa.

–¿Ves? Eres un terco–. Chillo frustrada. Desearía ir a por él y encerrarlo en su apartamento. –Necesitas descanso, Joon. Descanso, ¿no conoces el significado de la palabra descanso? –.

–Ya, ya. Zoe. Hagamos algo, yo termino un pedido urgente aquí y me regreso al apartamento, ¿qué te parece? –. Escucho un chirrido pero no sé de qué sea, estoy absorta en su voz que ha erizado mi cuerpo.

–Mmmm–. Algo me dice que no sucederá.

–Lo prometo. Me iré a penas termine esto, Yoongi lo necesita para hoy y lo tengo casi de un pelo. Quiero terminarlo para irme tranquilo a descansar–.

Un largo y pesado suspiro sale de mi boca, dejo resbalar mi cuerpo de la silla giratoria, ¿quién soy yo para decirle que no, cuando puedo ser igual o peor de testaruda a él? Me preocupa su salud, actuar prevenida es una reacción normal ¿no? A través de mi ventana veo pasar a Song, viene a la oficina.

–Pero terminas y vas directo al apartamento, tomas tus medicinas y descansas ¿entendido? –. Song se detiene en el marco de la puerta, le hago una seña para que siga y se sienta frente a mí.

–Lo haré. Gracias, Zoe–. Sentí como si estuviera a mi lado, pegando su respiración en mi oído.

–¿Gracias? ¿Por qué? –.

–Te preocupas por mí, me cuidas, estás pendiente de lo que hago, por todo eso. Me digo que no debo hacerme ideas sobre un nosotros, pero cada vez me es más difícil –. Suspira. No suena agotado, frustrado, es un suspiro lleno de ilusión y yo siento el nudo en mi garganta al no poder decirle nada concreto.

–¿Zoe? –. Por alguna extraña razón siento un cosquilleo en el estómago cada vez que dice mi nombre, esto ha pasado después de que estuve cuidándolo en su apartamento.

–Dime–.

–¿Está bien si pienso que después de hoy vas a darme tu respuesta? –.

Debería, ¿no? Se deben responder no solo  sus preguntas, también  las mías. Porque hoy una parte de mis dudas serán dispersadas, él tendrá que terminar de esfumar las restantes. Después de hoy, el Namjoon hombre y el Namjoon amigo se pondrán de acuerdo para volverse uno solo, el Namjoon al que querré, si él me lo permite, tal vez, por mucho tiempo.

–Sí, está bien que lo pienses–.

–Gracias...–. Susurró demasiado bajo pero fue suficiente para encender mis mejillas. Song sonrió señalando mis mejillas y yo quería desaparecer de la pena. –Sigue trabajando, no quiero distraerte más. Te veo en la tarde...–. Hace una pausa como si estuviera reuniendo las palabras para terminar lo que iba a decir. –Vamos a hacer esto juntos, voy a cuidarte, Zoe–.

–Lo sé, Joon, lo sé–. Estoy segura que él está más asustado que yo, pero quiere ser mi fuerza, resultándome encantador en muchas formas. –A medio día son tus medicamentos, no los vayas a olvidar. Ah, y llámame cuando estés en el apartamento–. Rió de nuevo. Fruncí el ceño, ¿se está burlando de mi preocupación?

–Sí, señora Kim, lo que usted diga–.

–¡¿Se-se-se-señora KIM?! –. No solo mi saliva me estaba ahogando, también mis pulmones a falta de aire.

–Bueno, suenas como mi madre pero sería raro llamarte así cuando estoy enamorado de ti ¿no? Señora Kim, te queda mejor–. Carcajea encantando con la ilusión en sus palabras.

–¡Eres un idiota! ¡Ya no me llames! ¡No quiero saber nada de ti hasta la tarde! –. Escuche su risa aparatosa antes de cortar la llamada, abrir el cajón del escritorio y enterrar el celular.

Cruzo los brazos a la altura de mi pecho, con la punta del pie golpeo el suelo casi como si quisiera que temblara todo el piso. Escucho la risa de Song y le miro de reojo entornando la mirada.

–Lo siento, lo siento. Es que te ves muy graciosa enojada y sonrojada–. Hasta lloró, corrió la lágrima que bordeaba su ojo derecho.

–Eso, búrlate, mientras sufro un ataque de nervios y frustración–. Tomo la pose de ofendida y cierro mi burbuja cruzando las piernas, apartando la mirada.

–Hey, no me mires así. Solo estoy feliz porque has encontrado tu príncipe, que a mi parecer es mucho mejor que el de los cuentos de hadas–.

Le doy una mirada rápida, solo para ver sus cejas subir y bajar divertida por la situación.

–Aun no es mi príncipe, Song–.

–Porque no han hablado. Estoy segura que una vez aparten todas esas telarañas en su relación, se convertirá en el amor más bonito de toda tu vida–.

–¿Cómo lo sabes? –. Mi burbuja de enojo estallo en ese instante. Acerque el cuerpo al escritorio buscando refugio a mis dudas.

–Lo sé, Zoe. Tú también lo sabes, Debes ver la respuesta cada vez que te miras en el espejo y sonríes, cada vez que escuchas su voz o lees sus mensajes, porque yo lo veo–. Sus manos atrapan las mías que tiemblan al borde del escritorio, escondidas, retraídas. –Sé todo lo que has pasado estos meses, debes estar asustada, pero Zoe, no te niegues esta oportunidad, ni tampoco se la niegues a él–. La dureza de su tono y la amabilidad en su agarre, reconfortan mi corazón. Aparte de mi madre, Song es capaz de crear una zona de confort para mí, me permitirme descansar para luego sacarme al ruedo nuevamente.

Sonrio con un poco más de confianza, afianzando sus palabras. En el fondo de mi corazón solo aparece el nombre de Namjoon marcado con tinta permanente de esas que no los días lluviosos ni el intenso calor puede borrarla, soy consciente de eso y me gusta que sea así. Soló estoy dando los pasos lentos hacía él, lentos pero seguros.

–Gracias, Song–. Siento las lágrimas venir pero no arruinare el ambiente llorando como tonta emocionada.

–Sabes que cuentas conmigo, con Jong y hasta con el pequeño Jimin. Todo saldrá bien–. Asiento. Es cierto, no tengo a mis padres cerca, pero tampoco estoy tan sola. Me siento realmente bendecida, creo que aquella maldición egipcia por fin ha caducado.

Suelta mis manos, enderezándose en el puesto, hago lo mismo denotando la confianza que he adquirido hasta ahora. Sus ojos destellan aquel brillo de picardía ayudándome a hacerme una idea de a que vino a la oficina.

–Bien, dime a que debo la visita en mi oficina de la dueña de la compañía –.

Song pasa su cabello hacía atrás, se recarga en el escritorio tomando esa pose de genialidad que solo muestra cuando cierra negocios grandes para la empresa.

–Hice la reserva en el restaurante "Young" para los tres–.

Nada mal, no me sorprende de su parte. Young es uno de los restaurantes más cotizados de la cuidad, hemos organizado eventos en sus salones y la terraza es perfecta para festejos de fin de año o compromisos. El edificio es de tres plantas sin contar la terraza, la fachada te regresa a la época del renacimiento donde los barrotes con formas eran protagonistas. En la primera planta esta administración, el buffet, y el primer salón de recepciones. La segunda planta tiene un toque vanguardista que lo hace extremadamente atractivo para reuniones empresariales, presidenciales, o eventos más discretos. La tercera planta está dividida en pequeñas salas con espacio para diez personas como máximo y mínimo dos, es especial para cenas, reuniones más privadas. Justamente Young fue donde Jong se comprometió con mi jefa, así que tenemos cierto recelo por el lugar, sin mencionar que es uno de nuestros favoritos.

–¿No crees que es mucho? Yo había pensado que en Omelets estaría bien–. Eso y que estaría menos nerviosa porque conozco el lugar, es como mi hogar.

–Nada de eso. Tendrán una sala privada para que nadie los interrumpa. No sabemos que pasara con esa desquiciada y debemos mantener a salvo la imagen tanto tuya como la de Namjoon. Recuerda que ambos son las caras de sus empresas–.

Tenía lógica. Omelets es uno de los lugares más populares y concurridos de la zona, nuestros clientes, inversionistas o incluso uno que otro nuevo accionista, deciden almorzar o cenar ahí; darles un espectáculo de un "triángulo amoroso", no es precisamente una buena impresión.

–Está bien–.

–Jong y yo estaremos pendientes en la sala de al lado–. Porque no me sorprende. En algunos casos los Song se toman en serio el papel de mis padres sustitutos.

–Bien. Solo queda esperar que llegue la hora–. Nerviosa froto mis manos esperando que así controle mis espasmos.

–¿Namjoon quedo con ella? –.

–Sí, ayer le sugirió encontrarse y como sospeche acepto porque era en una hora diferente a nuestra cita–. El mismo Joon me llamo después de acordar el encuentro con ella. Dijo que no podía estar decepcionado de una persona en quien confió a ojo cerrado. Compartí su sentir en ese momento, aunque me afecta mucho más que a él.

–Jong pasara por nosotras. Deja todo listo para que no tengas excusas y huyas a última hora–.

Eso dolió. Alzo una ceja y una o pequeña, se forma en mis labios, no puedo creer que lo haya dicho. Aunque admito que si he pensado en escaparme, pero solo son pensamientos, no dejaría plantado a Joon.

–Me ofendes, amiga –.

–¡Ja! Te conozco Kim Zoe. Así que aleja esos pensamientos de querer huir y ármate de valor para lo que viene–. Señalo a mi persona, se puso de pie y antes de irse guiño amable despidiéndose.

Tendré que buscar la forma de no ser tan predecible en ciertas situaciones, a veces creo que tengo letreros que anuncian lo que estoy pensando y eso no me parece del todo bueno. Inconscientemente uso el borde de la mano para frotar mi frente por si está escrita con mayúsculas y en negrilla la palabra "escapar". Dos toques ligeros al marco llaman mi atención y sonrió viendo un par de ojos hechos líneas, sus labios apretados estirados me dicen dos cosas, uno: que necesita algo de mí, y dos: que esta apenado.

Le hago señas para que pase. Compartimos la oficina pero él ha trabajado más afuera que en la oficina, es la razón por la que sigue pidiendo permiso para entrar. Quiero que se acostumbre rápido a su nuevo cargo y vuelva a ser el Jimin sin ataduras, ni limitaciones.

–Hola–. Saludo.

–Hola, Zoe–. Responde y toma asiento. En el proceso sus ojos aparecen y su sonrisa apretada desaparece, tornándose serio y temeroso.

–¿Cómo estás? ¿Has dormido bien? –.

–Sí, sí. Bueno, lo suficiente, creo–. Poco a poco su pequeño cuerpecito se encorva haciéndose más pequeño.

–¿Y el evento de la boda? –. Escuche algo de boca de Song pero quiero que él sea quien me platique.

–¡Bien! Tenías razón, hice lo que me aconsejaste y resulto. Los adornos son verde aguamarina. Muchas gracias, en serio me salvaste de una muerte segura–. Sus ojitos no están fijos en ninguna parte, presiento que le está costando ser claro, le daré tiempo y espacio para que se sienta cómodo.

–No es nada, Jimin. Yo solo te di un consejo, el resto del trabajo es tuyo, date crédito–. Recién noto que lleva una hoja empuñada en la mano. Mis ojos pasan de la hoja y suben a su rostro enrojecido y sudoroso.

–Jimin–. Esta o muy nervioso o muy asustado, puede que las dos. De golpe se me queda viendo.

–¿Si? –.

–Sabes que puedes decirme cualquier cosa ¿verdad? No somos solo compañeros de trabajo, somos amigos–. Le ánimo a soltar sea lo que sea que lo tiene tan asustado como un ratoncito acorralado.

De su boca escapa con pesadez la presión de su cuerpo, soltando sus músculos, dejándose caer al espaldar de la silla, podría jurar que ni siquiera estaba respirando unos segundos atrás. Con su mano tira cabellos hacía atrás desesperado, perdido. Pesé a su lamentable aspecto de camisa escurrida fuera de su pantalón, su cabello revuelto y su corbata a medio hacer, sigue viéndose adorable y dan ganas de encerrarlo en una burbuja de cristal para que nada malo le pase.

–Zoe–. Musita.

–Jimin–.

–¿Puedo regresar a mi antiguo puesto? –. Ya perdí la cuenta de cuantas veces ha dicho lo mismo.

–Sabes que no–.

Se descuelga un poco más en la silla mostrando una muy lamentable postura. La nube negra de desgracias que se pasea sobre su cabeza, ha crecido un tanto más.

–Cierto, no puedo–. Impulsa su cuerpo adelante dándome un sustico cuando veo que está muy cerca de desparramarse en el escritorio.

–Jimin, ¿pasa algo? –.

–No... Bueno, sí... bueno más o menos... ¡Arg! No sé, Zoe. No sé qué está mal–. Desliza la hoja hacía mí y pega la frente en la madera, murmurando para él porque no escucho que dice.

Hojeo lo que lo tiene martirizado hasta el punto de parecer un alma en pena en la oficina. Ya Song me había alertado de que Jimin estaba pasando por mucho estrés por estos días, que casi no sale de la sala de juntas y que cada vez que sale del edificio regresa con las ojeras más largas. Estando su capacitación a mi cargo, le está costando mucho preguntar, pedir ayuda, muchas veces prefirió hundirse en sus errores, pero esta vez parece más que desesperado.

Leo lo que parece una leyenda para una tarjeta de invitación, la caligrafía es perfecta, el espacio también, el tamaño de letra es adecuado, los bordes son delicados y detallados. Rápidamente comprendo a que se debe su estrés y porque ha venido en busca de ayuda, el texto de la tarjeta no está del todo claro.

–Es para una fiesta de grado–. Explica absorbiendo. No creo que este llorando, debe ser la rinitis que me comento el otro día.

–¿Qué ha pasado? –. Lo primero es saber en dónde su paciencia y capacidades se vieron truncadas.

–Envíe el archivo de las tarjetas modelo, descartaron todas. La chica que se gradúa es hija única y sus padres quieren darle lo mejor, quieren que todo sea "único" como su hija. Entonces me atreví a hacer un modelo nuevo, aprobaron todo menos la leyenda–. Despega la frente de la mesa, sus ojos rojizos advierten que podría echarse a llorar. –¡Lo he corregido cinco veces, Zoe, cinco! Y todas han sido rechazadas. Dicen que si no les doy un modelo de aquí al lunes cancelaran el evento–.

Regresa a su posición anterior usando sus brazos para apoyar la frente, resopla, se remueve y aqueja su molesta rinitis, que ahora creo son sus ganas de llorar y no la rinitis.

Jimin es alguien que se esfuerza al máximo cuando se trata de su trabajo, quiere que las cosas salgan bien, que nadie salga afectado y que su trabajo no entorpezca el delos demás, en parte es por eso que solo cuando se encuentra perdido es que viene en mi busca. Su personalidad es tan frágil que se resquebraja fácilmente con cualquier tropiezo. Cuando decidimos darle ese puesto con Song, lo hicimos conscientes de todo lo que es él, su talento, su pasión, su entrega para hacer las cosas, aún si no entiende completamente del tema; Jimin se educara y sacara cualquier tarea que se le ponga adelante.

Confió plenamente en las capacidades y facultades que él, escasas veces ve, de las que reniega cada vez que está en un callejón sin salida, las que envidia en los demás. Sé que ha sido difícil el cambio, que le está costando adaptarse, que su vida se está volcando, pero también sé que es tan capaz como yo. Me recuerda mucho a mí en mis tiempos de novata, corría a todas partes sin cesar, estaba aquí y allá llevando papeles, tarjetas, números y direcciones, tuve que recurrir muchas veces a las bibliotecas para obtener ideas sobre las leyendas en las tarjetas de invitación, en los carteles de felicitaciones, de ahí que me guste leer cada vez que tengo un tiempo libre.

Sé que no debe estar sintiéndose nada bien, que te cancelen un evento es considerado un fracaso en tu hoja laboral, claro que no es nada para alterarse o una razón para ser despedido, nada de eso; pero la simple idea de que tus esfuerzos se esfumaran ahí, es abrumadora, espantosamente aterradora y deprimente, Eso sumado a su lado sensible y noble, es hasta normal que esté pensando en renunciar a la empresa.

Sería fácil corregirle la leyenda, cambiar las palabras confusas, borrar las que sobran y listo, tendría la tarjeta lista para enviar y ser aprobada. Pero esto se trata de su educación, de que debe aprender por sí mismo en que está errando para que no le suceda de nuevo. Por supuesto, seré su guía hasta que pueda soltarlo para camine por su cuenta.

–Jimin, levanta la cabeza–. Digo amable para no alterarlo más.

Niega haciendo berrinche sacudiendo el cuerpo.

–Vamos a tratar este tema pero necesito que me mires–.

–Me da pena–. Dice mimado.

Pongo mi mano sobre sus cabellos revueltos que huelen a shampu, eso es un buen indicio, no caído del todo porque sigue cuidando medianamente su imagen. Acaricio su parte alta confortándolo en silencio.

–Quiero hacer esto, Noona... Me gusta este trabajo, es solo que... Siento que me hace falta mucho para ejercer el cargo. No quiero ser una carga para ti o para la jefa, ahora se todo lo que conlleva organizar un evento y el estrés que se maneja–. Toma aire para continuar. –Si te distraigo con alguna pregunta tonta, podrías tener problemas y no me lo perdonaría–.

–No existen las preguntas tontas, Jimin, solo tontos que no preguntan–.

Su pecho sube y baja rápido, logre que riera un poco, no está mal. Suspira cansado mas no resignado. Levanta la cabeza, su rostro esta levemente enrojecido, sus parpados algo caídos pero sus ojos en líneas sonríen dulcemente.

–¿Me estás diciendo tonto? –.

–Claro, que por supuesto, que sí–. Estira una sonrisa de sus labios.

–Lo siento. Desde pequeño he hecho las cosas solo, a lo que mis capacidades me den, creo que si pido ayuda estaré molestando. Yo te apreció mucho, Zoe, no quiero que termines apartándome porque me pongo muy fastidioso con el trabajo–.

Chasqueo negando.

–Eso no pasara, primero me abandonas por ser tan intensa y sobreprotectora contigo. Vamos, Jimin, respira profundo, no es tan malo como parece–.

Pasa ambas manos peinando sus cabellos hacía atrás, respira profundo llenando sus pulmones de calma, aprieta los ojos y los abre a modo de juego, de golpe y luego dos líneas se forman; si Song viera esto de seguro se lo come a besos o le deshace las mejillas.

–Lo que tienes aquí es un pequeño cruce de ideas, a veces más aburre. En la escuela te dicen que poco puede ser mucho y en el caso de las leyendas de invitación aplica perfectamente. Has puesto muchas palabras para explicar lo mismo, sonando más a una fiesta cualquiera y no a una graduación que es un acto especial–.

Jimin siempre presta entera atención a cada una de mis pautas y consejos, me hace pensar que así absorbe toda la información para después descargarla en sus trabajos, es una de esas cualidades que él no reconoce, su capacidad para escuchar, algo que no todos tienen. Escucha atentamente como niño pequeño sentando en el centro de la sala escuchando alguna fantástica historia del veterano de la casa, solo asiente un poco, escribe en el respaldo de la hoja lo que le parece importante y lentamente su rostro tensionado, se ve refrescante, no lucido, ni bello, pero si tranquilo, por ahora será suficiente.

Abro el último cajón de mi escritorio donde guardo algunos de los libros que mi sirvieron en mi época de novata, los tengo porque recuerdan esa etapa de dolores de cabeza y lágrimas que hoy en día agradezco. Extiendo el libro que me saco de más de un apuro "El arte de las letras", lo toma entre sus pequeñas manitas, abre la pasta, pasa dos hojas y sus ojos viajan a mí, está sorprendido, está feliz.

–¿Y esto? –. Regresa al libro.

–Es para ti. Lo compre al mes de entrar a trabajar. Yo estuve como tú Jimin, no entendía nada, no sabía qué hacer, todo me parecía inútil e insuficiente–. Vuelve a verme algo dubitativo. –Voy a decirte un secreto. Esta es la hora y aún pido el consejo y la ayuda de Song. Tengo mucho que aprender y ella es mi guía, como yo soy la tuya. No debes contenerte de venir a preguntar, eres nuevo en esto, nadie nace aprendido, Jimin, nadie–.

–Gracias, Noona, gracias–. Finalmente veo esa sonrisa de ojos alienados y pómulos abultados, una sonrisa cálida e inocente, como él.

–Estoy segura que también te ayudara. Léelo, después corrige la leyenda y envíalo, no la rechazarán–. Asintió varias veces sonriente.

–Gracias–. Tomo el libro, la hoja, hizo una reverencia dejándome ver una vez más su sonrisa y se dirigió a la puerta.

–Ah, Jimin–. Se detuvo, gira a verme, que bueno que no lloro. –Sin importar que tan complicado sea, no dejes de hacer lo que tanto te gusta. No todos tienen la fortuna de trabajar en lo que quieren–.

–Lo sé, Noona. Otra vez muchas gracias, lo cuidare mucho. Te veo después–. Desapareció entre las otras oficinas.

Suspire agradecida con la vida por las personas que tengo a mi alrededor, porque son un apoyo para mí, pero sobre todo porque puedo ser un apoyo para ellos. Saco mi celular, ya no estoy enojada con Joon, así que le llamare para decirle donde será el punto de encuentro y quizás reírnos de alguna tontería.

                                             ***

Estuve tan concentrada en el trabajo que no me fije de la hora, ni supe en que momento almorcé, sé que lo hice porque al otro lado de la oficina, sobre la mesa descansan los platos desocupados; el problema es que me siento como si no hubiese probado bocado en todo el día. La ansiedad dicen unos, los nervios diría yo.

Joon me llamo para decirme que ya estaba de salida, que nos veríamos en la entrada del restaurante, él le dijo a Boa que preguntara por la reservación, se adelantara mientras él llegaba.

No puedo evitar los nervios comerse mis entrañas, tal vez deba hacerme un chequeo médico antes de que mi metabolismo corra peligro. La cabeza de mi jefa asoma por la puerta y debo enviar lejos el pensamiento de ir al chequeo médico. Moriré sin más, si no me matan los nervios me matara esta hambre que siento, de cualquier forma moriré en algún momento.

–¿Lista? –.

–No. ¿Puedo arrepentirme? ¿Y si le digo que el Spark se averió y no alcanzo a llegar? –.

Song bufa y blanquea los ojos.

–Tu príncipe sabe que tienes carruaje propio–. Estoy empezando a detestar que Jong y Joon sean tan buenos amigos y se cuenten todo.

Inspiro todo el aire de la oficina esperando reunir las fuerzas suficientes para enfrentar a Boa. No dejo de pensar en todo el daño que ha hecho, sin embargo, lo que más me preocupa es como se sentirá una vez su castillo de mentiras se desplome como castillo de arena, porque es lo que pasara. Sin querer, el arrepentimiento que crece en mi pecho es con la intención de evitar que Boa tenga una decepción, después de todo es mi amiga, alguien especial para mí.

No es hasta que Song pone su mano en mi espalda y da toques suaves que tomo mi bolsa, afianzándola sobre mi hombro, ajusto la correa, creyendo que es la única forma de darme valor y voluntad. Ella sonríe diciendo que todo estará bien y nos ponemos en marcha.

Efectivamente Jong nos esperaba en el estacionamiento, como el caballero que es abrió la puerta para ambas, primero su esposa, luego su amiga, porque sí, esposa mata amiga. Nos encaminamos rumbo al norte de la ciudad al restaurante "Young", rumbo a un destino donde forzosamente tengo que hacer una parada, donde parte de mi sufrimiento desaparecerá y donde estaré un paso más cerca de mi objetivo final.

Ocasionalmente mis ojos se cruzaban con la mirada interrogante y preocupada de Song, sonreía para tranquilizarla y regresaba a ver por la ventana, el trayecto fue silencio, solo se escuchaba el motor del Audi de Jong, o la palanca de los cambios, ni siquiera entre los esposos había intercambio de palabras, solo de miradas disimuladas.

La imponente y antigua estructura se alzaba sobre las pequeñas casas alrededor, vivir en esta zona cuesta más o menos tres meses de mi salario, no cualquiera compra o tiene en alquiler aquí. Jong se detiene en el estacionamiento al lado del restaurante, Song y yo salimos para esperarlo, uno de los cuidadores le recibe las llaves para terminar de estacionar el Audi en el espacio asignado por el guarda de seguridad.

Ya los tres caminamos a la entrada del restaurante donde supongo Namjoon no está esperando, vamos con tiempo, rezo a cuanto santo existe para que Boa haya llegado temprano y ya este adentro a esperas de Joon. Cruzando la puerta giratoria, en la recepción un hombre alto de contextura delgada viste de traje azul petróleo, camisa blanca, cabello peinado ligeramente hacía atrás. Su solo presencia me impacta y llama mi total atención, no solo la mía, un par de chicas que pasan a su lado lo señalan y se dicen cosas, él no está prestando atención porque teclea en su celular.

–Joon–.

Jong es quien lo hace prestar atención a lo que pasa a su alrededor. El chico guarda su celular dentro del pantalón y camina hacía nosotros. Cada paso queda sacude ferozmente mi corazón y tengo que morder dentro de mi mejilla para controlar la emoción de verle.

–Hyung–. Es al primero que saluda con un medio abrazo y toques en la espalda.

–Mírate, Joon, estas todo guapo–. Alago Song.

Yo diría que está más que guapo, su aura es tan sofisticada y deslumbrante que me hace querer correr a mi apartamento para cambiarme el pantalón de lino negro, la blusa blanca con arandelas de encaje, el bléiser y los botines para estar más a su altura.

Joon se pone tímido, sonríe cubriendo sus hoyuelos con el torso de su mano. Gracias a Dios los cubrió, estoy a nada de lanzarme a sus brazos, pedirle que nos vayamos y que olvidemos a Boa y toda su fantasía de una relación inexistente.

–Gracias–. Suelta haciendo una pequeña reverencia.

Entonces es ahí donde nuestras miradas se cruzan, yo demasiado nerviosa para decir algo, él extremadamente guapo queriendo darme un infarto. Estiro una sonrisa delicada a modo de saludo, queriendo no verme tan sonsa, a sabiendas de que es así como me siento al no poder escupir palabra alguna por miedo a balbucear una estupidez o tartamudear como retrasada.

–Zoe, te ves hermosa–. La alarma contra incendios se dispara, me sudan hasta las medias.

–Tú no estás nada mal–. Gracias a los ángeles logre sonar calmada. No es como si en este momento un maremoto de sensaciones estuviera sacudiendo mis sentidos, no para nada. Siempre digna, escuche decir en alguna parte.

–Bueno. Dejemos de lado los halagos con miradas provocadoras y a lo que vinimos–. Mi amiga no pude ser más directa e imprudente porque no quiere. Me guiño juguetona y yo solo pensaba en correr hasta los baños y encerrarme hasta que cierre el restaurante.

Como habíamos acordado cortamos caminos, los Song por un costado, y nosotros dos por el otro. Joon y yo usamos el ascensor a sugerencia de él, le pareció una muy buena idea que ambos estemos solos en un espacio reducido, solo que él no sabe que estoy sudando como en un sauna y que mi corazón está abriendo un hueco en mi pecho, en cualquier momento se me va a salir.

Tengo una mano dentro del gabán, la otra roza ligeramente con los nudillos de Joon. El roce es leve, es un toque inofensivo que logra enviar electrochoques a todo mi cuerpo. No sabía que podía sentirme así por alguien, no sabía que mi corazón podía latir de tal forma que temería por mi salud, no sabía que las manos me sudaran tanto teniendo cerca a esa persona especial, sobre todo, no sabía que se podía sentir y querer a alguien de tal manera. Aunque me asusta la sensación, no me desagrada, en cambio me hace sentir viva, libre, completa, como si toda la vida hubiese estado esperando sentirme así por alguien. Es curioso haber pasado por tanto dolor y desilusión cuando termine con Jin cuando no sentía ni la mitad de las cosas que siento por Joon, lo que me hace pensar que sería devastador si la vida decide quitármelo, sería como si me dejaran abrigarlo en mi pecho para resguardarlo del frió y cuando entre en calor que desaparezca.

Las puertas del ascensor se abren en el tercer piso, salimos con pasos inestables. Dejaré en ese ascensor todas las preocupaciones a futuro, todos los miedos del pasado y me aferrare con todas mis fuerzas al sentir del presente, que es todo lo que tengo tangible y seguro en este momento.

–Zoe–. Su voz me guía hasta su rostro. No esta tenso, asustado, un poco preocupado sí, pero tranquilo en lo demás.

–Dime–.

Toma mi mano sin previo aviso, debe dejar de hacer eso o de verdad tendré que huir al hospital para que me hagan un electrocardiograma o me receten un medicamento que fortalezca mi corazón.

–Pase lo que pase adentro. Estoy contigo, confió en ti–. Extrañamente adorable se escuchó eso. No hice ningún comentario, solo asentí.

Ojala yo también confiara en mi misma, pero no es así. No estoy ni segura de lo que voy a decirle a Boa, ni confió en que pueda hacerlo. Aun así, me aferrare a su mano grande de dedos largos y finos, como si fuese lo único que necesito para sobrevivir. 

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NOTA: Saque a Jimin en esta parte por muchas razones, su personaje también se esta desarrollando -puede que quede a la mitad-, también porque en cierta medida ayuda a Zoe a nivel personal e influye en ella.

Continuamos...

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