TRIGÉSIMO

Dejé  a la señora Kim atrás, los meseros insistieron en que recibiera atención medica como si se tratara de una herida realmente grave, negué varias veces hasta que dejaron de mencionarlo. Salí recomendando que llamaran a la familia de la mamá de Jin porque se veía realmente afectada; hice eso y me retire.

Camine hasta el Spark que estaba estacionado camino abajo, me pareció una zona segura para dejar al bebé. Me subí, lo encendí y me aventure por el camino más largo al edificio. Jong hizo el favor de llevar mis cosas a mi apartamento antes de irse de viaje de nuevo, por fortuna no tenía que regresar a la casa Song porque mi amiga me atestaría con preguntas que no sabría cómo responder. Solo le respondí un mensaje donde me daba ánimos para la cita imaginaria con Joon. Reviso mi mejilla golpeada, espero ese rojo desaparezca de aquí a la noche o mañana no sabré que decir respecto a esto. Puede que Joon tenga que pagar, es algo que desearía evitar. Después de todo, según Song me encontré con él, y será el directo responsable.

Fueron dos horas de camino al edificio, pase dos barrios, cruce una trocha, atravesé un parque, hasta finalmente ver mi calle, mi lugar, mi hogar. Lo he extrañado estas semanas, las personas, los vigilantes que cambian de turnos, la señora que vende manzanas caramelizadas en la siguiente calle; extrañe esas pequeñas cosas que me hacen sentir en casa. Entre al estacionamiento, el sitio para el Spark está vació, estaciono con cuidado de no estropear la pintura y bajo felicitando a mi bebe por portarse bien. El vigilante del estacionamiento me saluda con una sonrisa, le correspondo y me adentro en el ascensor, estoy de regreso, ya no tengo que esconderme ni huir más.

Salgo del ascensor en el sexto piso, el silencio es característico en este piso, no ha cambiado todavía. Miro hacía el apartamento de Joon ¿estará adentro? Igual si estuviera no iría a verlo, no todavía. Que me haya dicho la verdad, no significa que todo volverá a la normalidad entre nosotros, solo es el primer paso para un cambio; porque las cosas deberán cambiar. 

Camino a mi apartamento, paso la tarjeta electrónica y la puerta se abre, no acostumbro a dejar que alguien se encargue del aseo de mi hogar, pero Song insistió y envió a la señora que le ayuda con la limpieza. Huele a frutas, a limpio, siento que el apartamento me da la bienvenida. Cambio mis zapatos, arrastro los pies hasta el sillón y me dejo caer sin más sobre el cuero, extrañaba esto, no es lo mismo a estar en casa ajena, te cohíbes mucho; diferente a estar en tu casa, eres más libre.

De repente la imagen de la señora Kim llorando desconsolada me atrapo. No soy un monstruo, ni una insensible, como cualquier ser humano tengo compasión por los demás. Miro hacía el san juan donde guardo las cosas de Navidad, me impulso hacia adelante y voy en busca de los recuerdos más preciados que tengo. 

La pequeña habitación también fue limpiada, las cajas están en el mismo orden que las deje, lo que me facilita las cosas, cerca del mueble antiguo que papá pensó usaría en el apartamento cuando recién me mude, están las cajas con los regalos que compre para Jin y otros que él me dio. Corro una montaña de cajas para sentarme, arrastro dos cajas y destapo la primera. Dentro esta un cofre con cartas de todos los colores, para nuestros 100 días me entregó el cofre, casi no podía creerlo, él no parecía de esos detalles. Abro uno de los sobres que se ven por encima.

"#55 Las rosas son hermosas como los ojos que me enamoran".

Exactamente son 100 cartas. Song dijo que debería deshacerme de todo lo que tuviera que ver con él porque fue un maldito conmigo, aunque en ese entonces compartía el mismo sentir, no pude deshacerme de todo. Eso fue porque para mí, no todo había sido malo.

Junto al cofre un robot llavero de ojos saltones que servía de mensajero personal. Jin y yo trabajamos juntos por un tiempo, su oficina estaba del otro lado, de vez en cuando yo tenía que ir a su oficina o él pasar a la mía, este pequeño llavero era nuestro confidente, guardaba nuestros mensajes y confesiones. Sin intención oprimo el botón, no es como si aún tenga algún mensa...

"Hola, tu novio está hablando.

Vi como el ingeniero Boung te miraba, quiero torcerle el cuello. Bien, de eso no quería hablar... Ehm... No tardes mucho en regresar... Te extraño".

Llevo el muñeco a mi pecho, pidiendo perdón al cielo porque no sabía que ese mensaje existía. Ese mensaje es de antes que todo se acabara entre nosotros, estuve tres días en una convención con la constructora por lo que no pudimos vernos. Las lágrimas se amontonan en mis ojos, el sentimiento me invade, tuvimos muchos buenos ratos, no entiendo entonces que salió mal. Era cierto que Jin estaba más pendiente de su apariencia e imagen, pero esos detalles que tenía conmigo me hacían sentir especial, ¿Por qué hacer todo eso si se iba a comportar así?

–Eres un hombre cruel, Jin. Te fuiste sin decirme nada–. Limpio las lágrimas de mis ojos. De nada sirve reprocharle al viento si no me va a responder.

Seguiré conservando estos recuerdos, después de todo hace parte mi vida para bien o para mal. No revisare la otra caja, con eso es suficiente, creo que llorare mucho más si termino viendo todo lo que guarde y no quiero llorar más a Jin, quiero recordarlo con su risa única y sus chistes malos.

                                 ***

Después de un merecido baño de más de cuarenta minutos con aromaterapia, cremas, esfoliantes y tonificadores. Me vestí con una sudadera ancha gris clara que acostumbro a usar en casa de mis padres cuando estoy de vacaciones. Paso a la cocina para alimentarme, en la nevera falta la leche, no hay huevos y queda muy poco café, esas tres cosas son básicas para mi día, así que me dispongo a salir a la tienda de convivencia para comprar suministros. Tomo las llaves, unos billetes, y listo. Ya estando en la puerta me percato de tres cajas apiladas junto al perchero, hago memoria de porque están ahí y no en el san juan, un pequeño clic mental hace que me acerque para verificar si es lo que pienso.

Destino: Kim Nam Joon, sexto piso.

¡Cierto! La encomienda de Joon. Con todo lo que ha pasado olvide que tenía sus tesoros conmigo. ¿Debería entregárselos ahora? Son de él, debe estar necesitandolos, es para su trabajo ¿no?

Regreso a la sala para tomar mi celular, le llamare para decirle que pase por ellas, será algo de unos minutos, se las entrego, él se va y listo, no es necesario que nos quedemos platicando.  Timbra una, dos, tres y se va a buzón. Hago dos llamadas más pero es igual, ¿estará ocupado? ¿estará trabajando? O ¿estará en el apartamento con los audífonos puestos? Para salir de dudas no queda otra opción, tendré que ir y tocar a su puerta. Algo que no quería hacer pero dadas las circunstancias, no tengo más alternativas. No quiero que llegue aquí mágicamente, tenga excusas para entrar y quedarse a hablar, no necesito eso por ahora.

Salgo al pasillo, camino hasta su apartamento. Estoy actuando como tonta porque no me dejan de sudar las manos, en serio me pone nerviosa verlo o tenerlo cerca. Primero pego la oreja a la madera tratando de escuchar alguna señal de vida del otro lado, solo escucho el tictac del reloj que está en la sala, despego la oreja y muerdo mi labio, ¿y si lo interrumpo y se enoja? Entonces le diré que solo quiero entregarle las cajas por que me están estorbando.

Alzo la mano dispuesta a tocar el timbre para llamar al propietario del apartamento pero me tiembla la mano y me detengo.

–¿Vas a timbrar si o no? –. La voz ronca a mi lado me sorprende de sobre manera, tanto que retrocedo a un lado.

–¿Yoongi? –. Tes pálida, ojeras, chaqueta ancha de capota que cubre medio rostro, jean negro y zapatillas. Ese era Yoongi.

–No, es un holograma–. Responde con sarcasmo. Por su expresión esta todo menos feliz de verme.

–¿Qué haces aquí? –. Es lo que puedo preguntar antes de ponerme cerca de él.

–¿No es obvio? Vengo a buscar al idiota de Nam Joon. No me contesta desde ayer, hoy tenemos que presentar una pista y no me ha enviado nada–. Habla tan rápido a la par que toca repetidamente el timbre.

¿Cómo que no le habla desde ayer? Ayer nos encontramos y hasta donde nos despedimos estaba bien, nada le paso camino al edificio ¿cierto? Ahora estoy preocupada, debí buscarlo cuando llegue al edificio, debí dejar de actuar con inmadurez.

Yoongi insiste en el timbre para después golpear a la puerta con fuerza, no quiere decirlo pero veo en sus ojos la preocupación por su amigo y compañero de trabajo. Joon no es de los que se ausenta sin avisar.

–¡Kim Nam Joon, abre la maldita puerta! –. Continúa golpeando, sin respuesta.

No puedo quedarme sin hacer nada, estoy mucho más preocupada viendo el desespero y la angustia con la que Yoongi le grita para que abra. Llamo a la seguridad del edificio, yo no tengo como entrar pero ellos sí.

–¿Hola? Habla Kim Zoe del sexto piso. Me gustaría saber ¿el señor Nam Joon salió esta mañana? –. Yoongi camina hasta a mi, cepilla su cabello hacía atrás y está expectante. –¿No? Quiere decir que desde anoche no ha salido... –. Eso basta para que él regrese a golpearle en la puerta.

–¡Si estás adentro escondido porque no tienes la pista, voy a ahorcarte! –.

–Por favor, ¿puede enviar a alguien al apartamento del señor? Lo estamos llamando pero él no responde, creemos que está corriendo peligro... ¿En serio? ¡Muchas gracias! –.

–¿Qué te dijo? –.

–Va subiendo por el ascensor–. De los nervios muerdo mi labio.

–Maldito loco–. Termina pateando la puerta.

No pasan cinco minutos para que llegue el guarda con la tarjeta electrónica, pasa la tarjeta, abre y los tres entramos para revisar que todo esté en orden. Las consolas están prendidas, su televisor esta, su equipo de sonido, sus tesoros también. El olor a hierba de menta me atrae a la cocina, sobre la estufa una infusión de hierbas, es casi la misma que prepara mamá para los resfriados.

–¡Nam Joon, sal de donde quieras que estés imbécil! –.

–Señorita, ¿está todo bien? –. Me pregunta el guarda.

Miro hacia donde esta la habitación, la puerta esta entrecerrada. Me adentro al pasillo y empujo la puerta, sobre la cama, Joon jadea, esta cubierto hasta la mitad del pecho, su rostro estila agua como si estuviera en un sauna. Corro hasta la cama, con cuidado pongo la mano en su frente para confirmar que arde en fiebre. Kim Nam Joon había cogido un resfriado.

–¡Nam Joon! –.

–¡Yoongi, por aquí! –. Grito desde la habitación.

Rápidamente reviso la mesa junto a la cama, está la infusión de hierbas a la mitad, un platón con agua y un trapo dentro, pastas para el resfrió pero ya vencidas; no se ha intoxicado de milagro.

Yoongi aparece en la habitación, ve al enfermo y luego espera que le dé un diagnostico que lo ayude a estar tranquilo, o colapsara.

–Es un resfriado. No se enferma seguido, es por eso que lo pone tan mal–.

–Si era eso, debió decirme. Estúpido–. Soltó aire por su boca, podía estar aliviado por un rato. –¿Necesitas que compre algo?¿Medicamentos, comida, algo? –.

–Ya que te estas ofreciendo, quiero que compres en la farmacia de estas mismas pero vigentes, estas ya vencieron–. Pongo en sus manos los antigripales. –También trae pollo. El supermercado queda cruzando la calle dos cuadras más arriba, compra miel y naranjas, por favor. Yo me encargo del resto–.

–No tardo–. Asintió. Rebaso al vigilante y escuche la puerta cerrarse de golpe. Realmente se volvieron buenos amigos en este tiempo.

–Señorita, ¿llamo una ambulancia? –. Olvide por completo al vigilante, él estaba pegado al marco de la puerta, no quería entrar a la habitación, que por cierto esta iluminada por una lámpara de baja luz.

Me puse de pie para llegar a él y tranquilizarlo. –No señor. Muchas gracias, es un resfriado y puede tratarse en la casa. Siento preocuparle. Gracias por venir rápido–.

–Usted sabe que ese es mi trabajo. Si necesita algo más no dude en llamarme. Espero el señor se recupere pronto–.

–En unos días lo vera radiante de nuevo–. El hombre asintió y se retiró después.

Bien, Nam Joon por segunda vez había truncado mis planes de una buena comida, las compras tendrán que esperar, esto es más importante ahora. Es una suerte que me haya bañado y estaba descansada para ponerme a trabajar como enfermera personal. Primero adecue la habitación, la ventile con el aromatizante, recogí la ropa que estaba por los alrededores, levante las cosas de la mesa y deseche los medicamentos vencidos. Luego cambie las cobijas de Joon por unas limpias y más ligeras para que no acobijara la fiebre. Seguía su camisa que esta empapada de sudor, no podía simplemente cambiarla, no puedo aprovecharme de su vulnerabilidad.

–Joon, Joon ¿me escuchas? –. Le hable cerca al rostro. –Joon...–.

–¿Zoe? –. Reconoció mi voz, eso me sorprendió. Trague grueso y le respondí.

–Joon, voy a cambiar tu camisa, ¿puedes ayudarme? –. Verlo tan débil saca ese lado materno de mí. Suavizo mi voz para que ceda.

–Zoe... tengo que ir... la pista...–. No podía moverse y él solo pensaba en trabajo, es demasiado responsable para mi gusto.

–Después, primero ayúdame para cambiarte esa camisa que esta toda mojada–.

Agarre una camisa holgada sin mangas de su armario, espero no le moleste mi atrevimiento pero es una emergencia. Tome su cuerpo contra mi pecho, Joon respira con dificultad, eso me dice que tan enfermo se encuentra, su cabeza descansa en mi hombro y aunque quiere alejarme, no tiene la fuerza, rindiéndose al dejar caer los brazos y resoplar. Subo la camisa por su espalda, debe ser el calor de su cuerpo porque he empezado a sudar también, las manos me tiemblan un poco a medida que la camisa va subiendo por su torso, saco primero un brazo, luego el otro, subo hasta la cabeza, lo recuesto con cuidado en la cama y por fin queda la camisa fuera.

Tengo la mejor de las vistas de su pecho, no tan fornido, no tan escuálido; de golpe alejo esos pensamientos que hacen hervir mi sangre, no es momento para detallar el escultural cuerpo de mi vecino.

Él tose con dificultad quejándose al doblar su cuerpo, debe estar adolorido. Tomo el esqueleto, con facilidad puedo ponérselo, ni siquiera tuve que levantarlo mucho, una vez echo eso, lo cubro con las sabanas limpias, eso lo ayudara a descansar un poco más cómodo. Ocupo el lugar en la cama junto él, tomo una toalla para limpiar el sudor de su frente, se ve muy cansado.

–Joon, Joon...–.

–Hm...–.

–Dime que te duele–. Necesito saberlo por su boca para no errar, no quiero tener sorpresas y hacerle una visita de última hora a mi tío.

–El pecho...–. Pongo mi mano en su pecho esperando sentir algo al tacto, aparte de su corazón latir y sus pulmones subir y bajar, nada fuera de lo normal.

–¿Qué más? –.

–El corazón...–.

¿El corazón? A la larga si tendré que ir a visitar a mi tío al hospital, no puedo lidiar con una enfermedad cardíaca, eso es para expertos.

–¿Te duele mucho? –.

Asiente lentamente.

–¿Quieres que te lleve al médico? –.

–Lo que tengo... no tiene cura médica, Zoe...–. He notado que le cuesta tragar y hablar, debe tener la garganta inflamada.

–¿Cómo lo sabes? –.

Con dificultad esboza una pequeña sonrisa, sus comisuras se alzan y aunque está enfermo, para mi es una hermosa sonrisa.

–Porque lo sé. La medicina que necesito... es siempre tener cerca, Zoe... ¿ves? –.

Una de dos, o hace mucho calor en esta habitación, o pesque  su resfriado, siento caliente el cuerpo, llevo las manos a mis rostro, efectivamente estoy ardiendo, ¿fiebre? ¿una alta tensión? Trago grueso y carraspeo, enfermo y todo pero aún puede decir ese tipo de cosas.

–¿Zoe? –. Su sonrisa desaparece y arruga el entrecejo.

–Dime...–.

–Lo siento...–. Sé porque se disculpa.

Quisiera decirle que yo lo lamento aún más, que debí ser más directa con él, que debí enfrentarlo desde un principio, pero en su estado actual mis palabras rebotarían, por lo que me lo guardare hasta que llegue el momento.

–Mejor descansa. Vamos a curarte ese resfrió–.

Doy toques suaves en su pecho acunándolo para que concilie el sueño, dormir le ayudara a recuperar energías, de esa forma podrá combatir los síntomas. Sin mucho esfuerzo su rostro se relaja, su cuerpo se siente más pesado en la cama, hasta que finalmente le escucho un silbido salir de su nariz, igual que un niño, quedo dormido. Le miro por unos segundos queriendo guardar esa imagen en mi memoria por siempre, ahora no se ve tensionado, esta relajado, y eso me tranquiliza. Paso mi mano por su frente barriendo sus cabellos y salgo de la habitación a la cocina; tendré que lucirme con la comida para que él recupere todas sus fuerzas.

****************************************************

¡Buenas mi gente linda, mi gente bella!

Les traigo la actualización de I-legal, como dije antes les tengo un especial que arranca con este capítulo y el siguiente. Sé que dije que serían largos, este no resulto tan largo, pero vayan a leer el siguiente a ver que pasa.

Agradezco eternamente su apoyo, sus comentarios y sus votos. Son grandes motivaciones, eso y que se diviertan mientras leen. 

¡Un beso, cuídense!

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top