SEGUNDO

¡Por fin un fin de semana en casa! Cargado de trabajo que se debe entregar la siguiente semana, pero no importa; estoy en mi cama, son las 9am y no tengo ni piste de ganas de salir de aquí, a menos que mis tripas intenten mutar y se coman las unas a las otras. Ósea, en este preciso instante.

En short y blusa de tiras lila, salgo de la cama. Ato mi cabello con una coleta alta. El espejo adula mi buen aspecto, dormí como bebe y pienso volver a hacerlo más tarde. Descalza camino a la cómoda, agarro mi celular y activo la reproducción en aleatorio, arranca con Katy Perry Fire. En compas con la música muevo el trasero y mis pies se deslizan por la baldosa resplandeciente –como trabajo seis o siete veces a la semana hago limpieza una vez y dura hasta dos semanas-. En una danza de alegría salgo por el pasillo y hago playback con Katy ¡amo su música! In life tonight, and letter shine, doy pasos en zigzag hasta llegar al mini componente de alta resolución que compre en la paga pasada, me enamore a primera vista de esta preciosidad e hice horas extras para tenerlo de adorno en la mitad de la sala de estar. Conecto el celular y subo el volumen a una medida moderada para no molestar a mis vecinos. Hago saltos hasta la cocina, enciendo la cafetera, conecto la estufa eléctrica, abro la nevera y cojo queso, mortadela, mantequilla para pan, fresas, uvas y crema de leche. El pan tajado lo tomo de la alacena.

No tengo mucho tiempo para mí. Mi cabello que es ondulado prueba la peluquería una vez al mes, aunque las personas me dicen que no tengo necesidad, me gusta darle cariños cuando puedo. A veces creo que dedico mi vida a mi trabajo, pero en sí, es lo único firme y seguro que tengo, no digo que en algún momento no querré un cambio de trabajo; será necesario en su momento, por ahora es todo lo que me hace sentir viva y útil.

Prepare dos sándwich, café –infaltable-, un picado de fresas con uvas y crema de leche; es el paraíso para mí. Llevo mi desayuno a la sala de estar, ahora suena Malibu de Miley Cirus; me hace querer ir a la isla Jejjeu, desde la vez que fuimos en familia hace cuatro años, no he vuelto a pisar Jejjeu. Muerdo el sándwich, levanto la primera carpeta del montón que viene en la caja y ojeo el primer cliente del fin de semana. Es para una boda de plata, los hijos quieren celebrar los 25 años de matrimonio que llevan sus padres, es un bonito gesto. Recuerdo cuando mi hermano y yo nos unimos para celebrar las bodas de bronce de nuestros padres, fue un reventón, mamá no quería algo extravagante, pero nosotros no nos contuvimos, la comida, el jardín de cerezos, fue maravilloso, al menos, quiero creer que lo fue para ellos.

Por las especificaciones de los cuatro hijos –tres hombres y una mujer-, quieren algo realmente sencillo, comida, un coctel para toda la celebración, wisky para el brindis, adornos con girasoles y margaritas; realmente sencillo y fácil de organizar, lo único que no es tan fácil, es el lugar, quieren que sea en el salón de Daeyu y para el mes de Octubre –mes y medio para ser exactos-. Daeyu tiene fama de no ceder sus salones a menos de que se reserven con tres meses de anticipación, y este evento supone un reto para mi. La administradora, una mujer de 50 años –entrada en su menopausia- no da el brazo a torcer, mi jefa tuvo que visitarla por dos semanas seguidas para obtener un día en la agenda. Creo que lo pondré en prioridad y pediré un consejo a mi jefa de cómo puedo acercarme a la señora.

La mañana se me va entre Katy, Marron5, Linkin Park, Super Junior, BigBang, revisión de eventos, cancelación de citas, reservaciones para floristas, y agendas para las entrevistas de los meseros y los chambelanes. Estiro mis piernas y mis brazos que se sienten encogidos, hago círculos con el cuello y busco desenredar mis tendones. Veo el reloj de gato con ojos saltones que está justo arriba del televisor de 50" que está plasmado en la pared, marcan la 1:00pm, tengo la mitad del trabajo organizado, sé que hacer y a quien llamar. Es hora de buscar el almuerzo.

Paso al baño para una ducha rápida, sin exfoliantes, ni masajes corporales, solo jabón, cremas y shampoo. Me visto más casual, un overol tipo short negro, una blusa blanca manga larga de algodón y unas converse de franjas negras y moradas. Aretes pequeños de topo, y me ato la mitad del cabello y la otra mitad cae en ondas hasta la mitad de mi espalda.

Antes de salir, agarro una canasta en mimbre que mi mamá me regalo hace seis meses para mercar. Reviso que me falta para el almuerzo y salgo rumbo al mercado para comprar lo que hace falta y complementar lo que tengo de mercado, también para adicionar dulces y paquetes a este fin de semana.

Camino al ascensor y veo al nuevo inquilino que también va al ascensor, llegamos casi al tiempo y nos saludamos formal. Él lleva una bermuda verde militar, zapatos de tela café oscuro, una camiseta negra sin mangas y muñequeras del color de la bermuda, es simple pero este hombre sabe lucirlo muy bien. Entramos al ascensor, y nos ponemos a lado y lado. Él oprime el botón y vamos para el primer piso.

Él revisa su celular mientras yo tarareo IF YOU de BigBang. Nuestras miradas se cruzan por cortos segundos, pero cada cual sigue en su mundo. Llegamos al primer piso, me despido y salgo primero, saludo al guarda de seguridad que está más contento de lo normal porque saluda al estilo Trot y me hace reír de golpe.

Estoy afuera mirando en dirección oeste al mercado y una mano se posa en mi brazo evitando que avance. Me doy la vuelta preparando un puño para reprender a mi retenedor, cuando veo que es el nuevo inquilino.

Lo miro fijo y bajo la mirada a su agarre, vuelvo a subir hasta él buscando una respuesta.

–Lo siento–. Dice rápido y me suelta.

–¿Pasa algo? –. Lo veo nervioso y está sobándose el cuello, sonríe a medias y tengo la sensación de que quiere decir algo.

Me doy la vuelta completa, pasó adelante la cesta de mimbre y le sonrió dándole a entender de qué puede hablar con confianza.

–¿Vas... de compras? –. Pregunta tímido, y eso a mí me parece dulce.

–Sí. El super está cruzando a dos calles. Preparare mi almuerzo pero me faltan unas cosas...–. Entonces caigo en lo que quiere decir, no sabe dónde está el super y no quiere ir solo. Es nuevo, es normal que se sienta así, aunque debo admitir que este grandulón quedo reducido a un pequeño cachorro ante mis ojos.

–¿Quieres acompañarme? Si tienes algo que comprar podemos ir juntos, así te doy un pequeño tour por el vecindario–. Sus ojos se iluminan porque no tuvo que decirlo él.

–¿No te causo molestias? –. ¡Dios, sus gestos son muy tiernos!

–Para nada. Ven, vamos, estoy muriéndome de hambre, hasta creo que tengo un alien dentro–. Bromeo sobándome el estómago y lo insto para que me siga.

Él acepta y caminamos juntos al super. En el corto camino hablamos de cosas básicas como el trabajo, lo que hicimos el día anterior. Nam Joon es tímido pero parece que solo es cuestión de un poco de confianza y se le olvida la timidez. Pocas personas saben escuchar y atienden cuando alguien les cuenta cosas con poco significado, pero él no. Él se concentra y atiende. Las veces que me perdía, él me regresaba a la parte donde me había perdido. Conozco dos personas así, una es mi jefa y la otra es mi madre, y cabe resaltar que ambas son mujeres.

Nam Joon agarra un carrito y yo un coche más pequeño. Hice mercado hace semana y media, todavía tengo de sobra, lo que me hace falta es lo más común que siempre se usa a la hora de preparar buenas comidas. Nos aventuramos primero entre los granos, estoy segura que su nevera y alacena están casi vacías y por la falta de confianza él querrá seguirme y comprar donde yo necesite comprar. Le daré una mano y fingiré que necesito algo de cada sección, por fortuna de él, traje más dinero del que tenía pensado y puedo comprar diferentes cosas.

Vamos pasando cada sección, viendo con detenimiento que se necesita para sobrevivir hasta la siguiente paga. Aceite, arroz, cajas de fideos –conté cinco en su carro-, pasta de tomate, paste de ajo y de cebolla para la carne, pasta de ramen –cinco y cinco para llevar-, ingredientes para preparar kimchi casero –para mí, y prometí darle un poco cuando lo prepare-, carne ¡viva la carne!, frutas, verduras, pan, cereales, pollo, panquesitos con relleno de chocolate, dulces, mermeladas, y los utensilios básicos del aseo.

Cuando nos acercamos a la caja, él llevaba dos carros de mercado y yo alcance a llenar mi cochesito y la cesta de mimbre. De haber sabido esto, hubiera traído el Spark, serán muchas bolsas que el auto me ayudaría a cargar. Pagamos y salimos. Nam Joon paro un taxi y se ofreció a pagar el pequeño viaje hasta el edificio, no me negué porque había una alta probabilidad de que nuestras bolsas se rasgaran antes de llegar al edificio, y si no eran eso, eran nuestros dedos.

Mientras llegamos, bajamos las bolsas y subimos en el ascensor, continuamos nuestra plática donde conocíamos algo del otro. Me sentí segura y tranquila hablando con él de diversas cosas, de libros, de la vida, del tránsito. Ahora se algo de él, trabaja a 30 minutos del edificio y es compositor, le gusta el rap, el jazz y adora las orquestas sinfónicas. Con excepción del rap, casi me vi reflejada en sus gustos. Es una gran persona y me cayó muy bien. Creo que podemos tener una bonita amistad, y me encantaría que fuera así, pero por hablar o tener cosas en común, no es de lleno una amistad, somos vecinos y quizás por eso podemos hablar de esta manera.

Nos despedimos igual al salir del ascensor, le desee suerte en la cocina y él hizo lo mismo, abrí la puerta y mire a su apartamento, él me sonrío y entramos al tiempo.

Al cerrar la puerta deje atrás al nuevo vecino tímido con el que tengo intereses y gustos en común, él cual no me pregunto mucho sobre mi vida, y obvio no sabe que tenemos cosas en común. Mire la frase que esta de frente y que veo cada vez que llego al apartamento, "Concentra toda tu atención en eso que quieres y verás cómo va sucediendo" Max Demian. Así que pondré toda mi atención en la carne asada con jengibre, arroz y ensalada china. Sacaré mi yo culinaria que tiene título en la Universidad del hogar y una maestría en su independencia, sacaré el plato más delicioso que se haya preparado en una cocina casera.

***

Luego de tomarle una foto a mí majestuoso almuerzo, y enviárselo a mi madre para provocar su envidia. Me dispongo a llenar mi estómago que rugía mientras cocinaba. El celular sobre la mesa vibra y veo el número de mi madre registrado, corto un trozo de carne, lo pongo en la boca y respondo.

–Hola Mamá–.

–¡Es una réplica del que prepara tu papá! –. Dice eufórica.

–¿Verdad, que si? Pude recordar sus movimientos, hace mucho tenía antojos de esta carne–.

–Debiste venir a visitarnos. Tu papá hubiera preparado la carne por ti–.

–Lo sé mamá, pero estamos en temporada de eventos, ni siquiera podría hacerles una visita decente–.

Mi mamá resopla triste. Hace tres meses no los visito y aunque hablo con ellos casi todos los días, no es igual a verlos, abrazarlos y recibir sus mimos; en especial los de mi papá.

–Entiendo, hija. ¿Cómo va todo? –.

–Muy bien. Tengo mucho trabajo y ando ocupada todo el tiempo–.

–¿Y respecto a este chico? –. Las mamás, siempre quieren enterarse de cómo se encuentra tu corazón luego de una ruptura. Por favor, no hagan eso, es como hurgar en una herida.

–Tranquila mamá, fue hace cuatro meses. Estoy bien, no me siento deprimida, o triste. Pienso que la relación era como una carga, porque estoy aliviada–. La mitad es mentira, pero no quiero preocuparla por cosas tan insignificantes.

Supere la ruptura con Jin, eso es seguro, solo que, tengo la duda del porque me termino, hasta donde yo sabía estábamos bien, ¿porque se fue con esa chica del bar? que se nota lo facilota que es. No siento nada por él, pero me gustaría saber que paso.

–Confió en ti... Oh, espera tu papá regreso de la tienda, ¿quieres hablarle? –.

–Claro, pásamelo–.

Escucho a los dos murmurar y luego toman la llamada.

–¡Princesa! –.

–¡Papi! –. Tengo ganas de correr a sus brazos.

–Princesa, ¿Cómo estás? ¿Vienes a visitarnos? –. Mi padre, el hombre que amare por sobre todos los hombres.

–Qué más quisiera yo papi. Prometo que cuando acabe la temporada, pediré unos días para pasarlos en casa, ¿vale? –.

–No tengo más opción. Te extraño, princesa. Tu hermano viene cada fin de semana, ¿no te ha llamado? –.

–Sip. La semana pasada. Me regaño porque no le conteste rápido, sigue creyéndose que puede cuidarme en todos lados. Si lo ves, dile que ya estoy grande–. Mojo la carne con un trago de vino y chasqueo con la lengua.

–Sabes que tu hermano te quiere mucho y por eso se preocupa por ti. No lo hagas sentir viejo–. Los dos reímos.

–Lo intentare papá. Los quiero mucho. Pronto nos veremos. Dale un beso a mamá de mi parte y otro para ti–.

–Lo haré, mi princesa. No te vayas a enfermar con tanto trabajo. Aquí estaremos cuando nos necesites. Si quieres escapar, papá te espera–.

–Gracias papi. Los amo–.

–Nosotros a ti. Bye–.

Una llamada muy conmovedora, mi familia es el pilar de mi vida. Sin ellos, no sería la misma. Los extraño mucho y ellos a mí. Trabajare duro esta temporada y convenceré a mi jefa de una semana adelantada de vacaciones.

Después de un banquete, descanse media hora viendo un capítulo de la nueva temporada de CSI Las Vegas. Acabado el caso sobre una chica que fue encontrada en el botadero de reciclaje de Las Vegas, donde no hubo un macabro plan para esconder el cuerpo, sino que su fatídico final sucedió por situaciones comunes de la vida como botar la basura en el tiradero.

Las siguientes largas y extenuantes horas las pase sumergida en el trabajo, mi meta: dejar todo al día para aprovechar el Domingo, salir, visitar a Boa, hacer compras, tal vez ir por mis primas Momo y Shana para ver una película; cosas que no hago desde hace más de un mes. Parte de que sea así, es mi trabajo y la otra parte es porque no he tenido ganas de salir mucho luego de terminar con Jin. Sí, lo admito, es la verdad. Me dejo marcada, por exagerar lo que paso. Debo tener algún tipo de maldición o en mi vida pasada fui una zorra y el karma me siguió hasta aquí.

Se me pasa el tiempo. Llegando a las 9pm, tengo todo el trabajo con un post-it marcado con OK. Tres eventos son para esta semana, logre concretar todo gracias a mi experticia en hablar con las personas y convencerles que prestarnos sus salones es la mejor publicidad que pueden hacer y les pagaran por ello. Estiro los brazos y bostezo, estoy cansada, no soporto las gafas, me pesan en el tabique; es una clara señal para irme a dormir. Apago el portátil, sirvo té helado, apago las luces de la sala de estar y la cocina y voy a mi habitación. Me cambio por el pijama de corazones lila con blanco y me escurro debajo de las cobijas. Checo el celular un rato más. Tengo una foto reciente en mi galería, mi celular deja una notificación de las fotos recientes para que no me olvide de borrar alguna que no me guste, abro la imagen y es de Nam Joon. Sonrió, le tome una foto porque se veía muy chistoso comprando fideos instantáneos, meditaba y no se daba cuenta que hablaba en voz alta. Parece que no visita el super muy seguido, confundió el perejil con la coliflor. Carcajeo retorciéndome en la cama, es un típico soltero que recién está independizándose.

Entre mis manos el celular empieza a sonar y del susto lo suelto y cae en mi pecho, río de mi torpeza y reviso el mensaje que acaba de llegar. Son dos, uno de mi jefa y otro de Jin, no se cansara hasta que le responda, pues espero que su celular se queme.

Jefa Soong:

Querida, Jong se pondrá el delantal y hará un asado. Queremos que vengas, estarán sus amigos y mi hermana. No te niegues. ¡Aquí te espero!

Desconocido:

La relación se terminó, pero no la amistad. 

Hablemos, ¿sí?

Me gustaría borrar el número de Jin de mi cabeza. No tengo que ponerle nombre a ese número que me sé al derecho y al revés. Me molesta tenerlo tan bien grabado.

No respondo ninguno de los mensajes. Mañana iré a casa de mi jefa a distraer la mente. El plan incluye los amigos de Jong y eso es una coartada para mí. El que vaya la hermana de mi jefe quiere decir que habrán parejitas, algo que me incomoda, pero yo solo iré por el asado y la foto de Jong con delantal.

Regreso atrás en el celular y de nuevo veo la foto de Nam Joon. Hablamos relajados, tranquilos, casi sentí que nos conocíamos de antes, no sentí desprecio, o me sentí retraída con él, su aura me atrajo y me inspiro confianza. Debe tener muchos amigos porque se ve amistoso, algo que yo deje en la secundaria. Que Boa sea una amiga de la Universidad es casi un milagro para mí, nos sentábamos lejos y de la nada me hablo, hablamos y luego nos la pasábamos juntas.

El celular vuelve a vibrar y esta vez suena, otra vez me cae en el pecho y ahora me da coraje. Lo levanto y es mi jefa quien llama, sorprendida por que sea tan de repente, le contesto.

–Hola jefesita–.

–¿Por qué no me respondiste el mensaje? –. Suelta reclamando.

–Porque ya me estaba quedando dormida–.

–¿Con el celular en la mano? –.

–Ponía la alarma–.

–¿Para el Domingo? –.

–Para a ir a un asado al que me invitaron–.

La escucho reír.

–¿Confirmado? –.

–Sip. Aunque huelo dobles intenciones, me arriesgare–.

–¡Esa es mi muchacha! Tu disfruta y ya–.

–¿Tan solitaria me veo? –.

–¿Te digo la verdad? –.

–Olvídalo. Terminaras convenciéndome–.

–Descansa querida. Te veo mañana–.

–Hasta mañana. Bye–.

Que buen fin de semana. Estoy segura que mañana será un espléndido día y podré divertirme a costillas de Jong. Un merecido descanso para trabajar en forma las siguientes semanas repletas de trabajo. Cierro la imagen de Nam Joon, no la voy a borrar, no me parece algo malo, una no sabe cuándo le sea útil una foto de estas.

***

Me he despertado como un relojito a las 9am, no sé si es porque estoy ansiosa por ver a Jong con el delantal que dice "Amo a mi esposita", mi jefa lo compro en el mercado de las pulgas, hicimos muchas bromas respecto a ese delantal y parece que una se hará realidad. Creo que Jong no sabe del dichoso delantal y menos de la bella frase que tiene plasmada. Algo para no perderse.

A las 10:00 estoy más que lista. Llevo un jean negro metalizado, un esqueleto elástico negro dentro del pantalón una camiseta a cuadros de blanco con negro, una chaqueta de cuero morada oscura, botines morados, me ate el cabello con una coleta elástica que tiene un cierre en forma de trébol, candongas pequeñas con brillantes, un collar de perlas pequeñas, el reloj que me regalo papá en mis 20 y las pulseras de plata que compre a inicios de año. Un guiño de aceptación para mi pinta es todo lo que necesito para salir. Agarro dos barras de cereal con frutas, comeré en casa de mi jefa así que no me llenare tan temprano. Tomo mi bolsa del perchero, las llaves del apartamento, las del Spark y el celular, me doy la vuelta despidiéndome de mi apartamento por unas horas. Regreso hacía la puerta y salgo, poniendo toda la seguridad.

Creo que se está volviendo común que me encuentre a Nam Joon frente al ascensor o de camino. Esta vez está en frente, lleva una sudadera negra, teclea en el celular y tiene la capucha puesta, por lo que no me ve hasta que me pongo a su lado, se da la vuelta y se quita la capucha.

–Buenos días–. Lo saludo primero, me gustaría que él lo hiciera cuando tuviera mas confianza.

–Hola, buenos días–. Saluda, sonríe y voltea hacía el frente.

Esta mañana que desperté y recordé la foto en el super, estuve pensando mucho en él, se veía tan confundido y distraído con las compras, que me hizo pensar en si sabía cocinar, en sus compras habían más comidas enlatadas y precocinadas, que comida para preparar. ¿Si le pregunto, seré descortés? Él es muy caballeroso y no quiero que tenga una mala impresión de mí. El ascensor viene lento, podría preguntarle, si me ve de modo raro el ascensor habrá llegado y fingiré que algo se me quedo dentro.

Abro la boca como tomando aire, me doy la vuelta y Nam Joon ya me estaba viendo fijamente.

–Oye–. Decimos al tiempo.

Sorprendidos, reímos. Parece que tenemos curiosidad uno del otro.

–Habla tu primero–. Me dice.

–No, dale primero–. Cedo el turno.

Muerde su labio inferior, un gesto que me hace gracia pero no lo demuestro. Me está viendo fijamente, sus ojos están en mí; sospecho que está buscando dentro de mí ser. Paso saliva y trato de controlar mi expresión, está actuando extraño, pero no siento la necesidad de huir.

–¿Pasa algo? –. Logro soltar.

Nam Joon, por fin parpadea y sale de su trance, baja la mirada y ahora actua nervioso, frota su cuello –gesto habitual en él- y finalmente dice.

–No sé, si sea bueno decirte esto...–. No parece seguro de lo que quiere decirme. Me está mirando y eso me causa intriga, ¿tendré algo?

Si una persona se ve mal o tiene algo incómodo en su rostro, es difícil decírselo sin que hayan malos entendidos. Con los antecedentes que he visto en mi vecino, puede que este sea el caso. No quiero llegar al asado viéndome mal, me esforcé por quedar lo más bella posible, no para ganar los amigos de Jong, sino por deleite propio.

Haciendo la deducción, estoy dispuesta a quedar en ridículo delante de él, que relativamente es un extraño, para que me diga si hay algo malo en mí y corregirlo antes de llegar a la casa de mi jefa.

–¿Tengo algo en el rostro? ¿Un moco, una mala pintada? –.

Mi comentario le saca una risilla que esconde detrás de tres dedos.

–No. Claro que no–. Niega con la mano que tiene libre.

–Entonces, ¿me veo mal? ¿Escogí mal la ropa? –. Doy dos vueltas riéndome de las tonterías que digo.

–Al contrario, estas muy guapa–.

Ese comentario ahogo mi risa. Paso saliva y mis mejillas se van calentando.

–Gracias–. Pauso. –Me siento alagada–.

–Siempre te ves hermosa–. Bien, le creo, que lo diga dos veces lo hace creíble.

–Bien. Dile a esta hermosura, eso que te da tanta pena–.

–¿Se nota mucho? –.

–No. Solo a kilómetros–. Reímos.

–Lo siento. Es que no quiero causarte problemas. Soy nuevo aquí y eres la única que me ha hablado sin formalismos, los demás son muy amables pero no me siento seguro de preguntarles algo–.

–Suéltalo. Lo que sea, puedo con ello–.

El ascensor llega y nos miramos. Dos vecinos salen del ascensor nos saludan y nosotros respondemos, miramos dentro del ascensor pero ninguno decide entrar. Aún tengo tiempo para llegar al asado donde mi jefa. Dejamos que las puertas se cierren y asentimos. Agarro a Nam Joon del brazo para que nos quitemos de enfrente y caminemos hacía su apartamento, quedamos a escasos pasos de la puerta del apartamento. Le suelto y espero que me diga sin tanto rodeo lo que necesita, no había conocido a alguien que le costara tanto socializar.

–Hablemos aquí–. Digo.

–Ok. Voy a decírtelo, pero promete que no te burlaras de mí–. Habla moviendo el índice cerca de mi rostro. Yo asiento y trato de no retorcerme de la risa por su pedido.

–Por ser vecinos, lo prometo–.

–Quería preguntarte si sabes preparar curry. Intente cocinarlo, pero no sabe bien y no sé qué le hace falta. Lo cierto es, que estoy cansado de comer fideos precocinados–. Lo dice entre frustrado y avergonzado. Le hablo prácticamente al suelo porque tiene la cabeza agachada.

Es la primera vez que veo a un hombre actuar así. Mi hermano, la figura masculina después de mi padre, es el más terco y fuerte que he conocido –hasta ahora-, nunca se veía débil o nervioso. De pequeña creía que era un super héroe. Los hombres que han pasado por mi vida, siempre quisieron verse fuertes, indestructibles, nada los hacía dudar. Pero este hombre delante de mí, de gran intelecto y mucha ternura, rompe cualquier barrera. No digo que me guste. Más bien, siento que debo cuidarlo.

Carraspeo para que levante la cabeza, y logra hacerlo, observando mi reacción. Suspiro porque no me puedo negar, tal parece que el asado y la foto tendrán que esperar. Con esto no tengo necesidad de hacer mi pregunta, como lo sospeche, no sabe cocinar muy bien y por eso tantos fideos.

–¿Quieres que te ayude? –. Abre los ojos y levanta por completo la cabeza.

–¡So-Solo sería que revisaras y me dijeras que hace falta!... Debes tener planes y ... y no quiero que te retrases por esto–. La mitad se la entendí y la otra mitad tuve que deducirla por lo rápido que hablo.

–Sí, tenía planes. Ahora debes hacerte responsable e invitarme a almorzar Curry–.

–Me da pena contigo–.

–Debiste pensarlo antes de decírmelo–.

–Por eso iba a comprar un libro de recetas–.

Río y niego con la cabeza, es en verdad un crió. Camino hasta su puerta y él me sigue con la mirada.

–¿Vas a abrir? –. Hago un gesto hacía la puerta.

–No tienes porque...–.

–Muy tarde. Tengo antojos de Curry–. Le guiño para que entienda que bromeo y que quiero ayudarlo.

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JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA Nam Joon y la cocina siempre será una ironía de la vida.

Veamos que pasa con esto...

Vamos lento... pero...Óiganme que les parece...

Los leo luego~~

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