OCTAVO
Sábado de Diciembre. El sol no aparece mucho, el frió de la mañana es más helado que el de la noche. Abro los ojos y me veo sobre mi cama con las cobijas encima. No hay nadie más conmigo. El dolor de cabeza que chilla en mis oídos hace un pequeño recuento de la noche anterior, el trabajo, la madre de Jin, el parque y la pista de patinaje, me encontré con Joon y su amigo, Joon me cuido mientras lloraba... Cierto, le mostré mi lado frágil y vulnerable a él, ¿Qué tan malo puede ser eso? No lo sé. Ni siquiera se en que concepto poner lo que me hizo sentir ayer. Su tacto, sus palabras, aún siento la calidez de sus manos en mis mejillas y el color rojizo las tiñe.
Salgo de la cama y veo que tengo la misma ropa que ayer. No me desvistió. Vino, me dejo en la cama y se fue. No tuve la oportunidad de agradecerle lo que hizo por mí, creo que iré a buscarlo más tarde para invitarlo a desayunar antes de ir al entierro de Jin. Lo consulte entre sueños, tengo que ir. Será el mismísimo infierno pero quiero darle la despedida. Decirle que no se sienta mal y que fue bueno conocerlo. Agarro mi celular y tengo cinco llamadas perdidas de Soong, dijo que llamaría cuando terminara la reunión, debe estar molesta y preocupada, pero la llamare más tarde.
Entro a la ducha, enjuago mi malestar de la cabeza y refresco mis pensamientos. Ayer fue muy intenso. Sin embargo la imagen de Nam Joon es algo que no se ha borrado de mi mente desde hace tiempo. Haga lo que haga aparece en mis pensamientos, y no quiero pensar que se trata de algo grave, me siento bien, me hace sentir mejor, pero debo ser precavida.
Hago mi ritual de hidroterapia y depilación. Las ojeras frente al espejo se ven espantosas, ni cuando estudiaba en la Universidad y dormía tres horas a la semana, las tuve tan pronunciadas. Utilizo mis mejores herramientas entre bases y tónicos para las ojeras y salgo para vestirme ligera, cómoda y de luto. Hago la combinación de negro y blanco que eran los más elegantes que tenía Jin, intento sonreír en aprobación pero la sonrisa no se dibuja en el espejo. Exhalo frunciendo los labios y palmeo mis mejillas, no más lágrimas, me digo.
Tomo mi celular, el bolso y salgo para preparar el café de la mañana. Mensajeo a mi madre que iré a visitarlos y su respuesta cargada de emoticones llorando y con ojos de corazón me roba una risita. En la cocina prendo la cafetera y espero de espaldas a la sala, sigo hablando con mamá que me pregunta sobre que querré de almuerzo, respondo que cualquier cosa esta bien porque es papá quien cocinara.
Lleno el termo de café y camino tecleando a la sala para ponerme cómoda. Escucho una respiración y al bajar la mirada al sofá grande me encuentro con Joon dormido. Guardo el celular en el bolsillo de la chaqueta de lino y me acercó en completo silencio. Uso la mesa coqueta de asiento y lo observo dormir. Su pose de caballero y galán queda destruida al verlo dormir, esta esparramado, con la boca medio abierta, un brazo sobre el espaldar y el otro colgando. Río al imaginar lo valiosa que sería una foto de él así y molestarlo, pero debo contenerme porque él ha hecho mucho por mí y no es justo pagarle con bromas, aunque estoy siendo tentada.
El café humea y si tuviera lentes, estarían empañados. Ladeo la cabeza para verlo, su cabello esta despelucado, y tiene el rostro relajado, debe estar soñando tranquilamente y otra vez me veo tentada a hacerle una broma. Se las hacía a mi hermano y hace mucho no tengo un blanco tan fácil como este. Pero no, debo comportarme, las ojeras frente al espejo es símbolo de algo trágico y las bromas no deberían entrar en mis planes. Más adelante, cuando tengamos más confianza.
Sus labios son gruesos y carnosos, están mojados por la baba que sale de su boca y en vez de ser algo asqueroso me parece de lo más sensual. Mojo los míos y lentamente me acerco a su rostro, se ve indefenso, sin protección, tan vulnerable y tentador, cualquiera podría aprovecharse de él. Hace un movimiento cerrando la boca y estirando su cuerpo y retrocedo instintivamente recapacitando lo que estaba a punto de hacer...
¡Iba a robarle un beso!
Es su culpa, estoy sintiendo cosas por él que no logro comprender a la perfección y él se contonea sin ninguna precaución. Además, está en mi apartamento.
Espero a que despierte, pero parece seguir durmiendo. Ahora tiene la boca cerrada y los labios ligeramente separados. Muerdo mi labio inferior para que el dolor me haga reaccionar y evite que mis pensamientos dominen mis acciones. ¡Arruinaría todo! Joon es un caballero, puede que lo corresponda, pero ¿y si después no podemos hablar como antes? ¿Y si se aleja? No puedo permitir que eso pase, Joon es muy especial para mí y pensar en estar lejos de su radar de aprecio es devastador. Así que lo observo y nada más. Verlo también me satisface, su nariz, sus cejas, sus pestañas, su cabello, los pequeños hoyuelos que se pronuncian cuando sonríe con timidez y la curva de sus labios, donde nuevamente me detengo y sin querer suspiro.
–Nadie ha suspirado mientras me ve dormir–. Del susto termino en el otro sofá, con la cabeza caliente y clavada en el termo.
Se estira y bosteza, rasca su cabeza y se ve tan adorable que casi quiero lanzarme sobre él y mimarlo, pero no, tengo que contralar esos impulsos. Me ve con un ojo abierto y el otro cerrado, entonces, saca la mejor de sus sonrisas, la que deja ver sus hoyuelos. ¡Oh, Dios mío, que ternura!
–Bue-Buenos días–. Qué bien, estoy tartamudeando, ¿así, o más tonta?
–Bueeenos días–. Dice bostezando. –Estaba muy cansado y use tu sofá, espero no te moleste–.
–Para nada–. Niego con la cabeza.
Hace círculos con sus hombros y baja los pies, estira el cuello, frota su rostro y sacude toda la pereza de la mañana. Su cabello termina siendo la mejor parte, se mueve con cada movimiento que hace y sigue viéndose bien, nada que ver conmigo cuando me despierto, él se ve como actor de comerciales.
–Huelo a café–. Comenta.
En un dos por tres, le sirvo una taza y se la llevó al sofá, no sé porque estoy tan nerviosa con él aquí, pero no puedo evitarlo.
–¿Descansaste? –. Dice mientras el café termina de despertarlo.
Asiento y lo veo por el borde del termo.
–¿Por qué estás vestida tan temprano? –.
Bajo la taza porque sé lo que me va a decir. Había pensado en buscar una excusa para escaparme después de desayunar, ¿quién iba a saber que se iba a quedar en mi apartamento?. Dejo el termo entre mis piernas y respiro hondo para hablar.
–Voy a ir al entierro–.
Absorbió con fuerza el café y chasqueo con la lengua. Lo sé, eso puede molestarle, pero es lo que quiero hacer y nada ni nadie me lo impedirá.
–¿A qué hora es? –. ¿Cómo? ¿Es una pregunta en vez de un sermón?
–Su familia es tradicional, será en la mañana. Leí eso en su perfil de Facebook–. Lo leí ayer en un segundo que Jimin tuvo que salir obligatoriamente por unas impresiones.
–Yo te acompaño–. Afirmo.
–No es necesario, Joon–. Curvo una sonrisa.
–¿Crees que te dejaré ir sola después de todo lo que me dijiste? Ni loco que estuviera. Yo voy contigo. Iré a bañarme y a cambiarme–. Pone la taza sobre la mesa y se levanta del sofá.
–Joon, espera...–.
Su dedo índice se levanta y me señala. –Ni se te ocurra irte sin mí. Puedo ser peor que un dolor de muela–. Guiñe y sale del apartamento dejándome perpleja porque me estaba amenazando.
¿Qué más podía hacer? Lo espere. Pensé en irme como dijo, pero su amenaza me hizo pensar que probablemente hablaba en serio y que era capaz hasta de llegar al entierro y armar un espectáculo buscándome. Y si podía prevenir algo así, ¿porque no hacerlo más fácil? Igual no creo llegar sola al entierro. No voy a asistir como tal, esperare a que las personas se vayan del todo para poder acercarme a su tumba. Esa palabra, me da escalofríos, será la primera vez que atienda el sepelio de alguien cercano, aun corro con la fortuna de tener a mis cuatro abuelos con vida.
Joon apareció al rato vestido de negro. Gabán negro, zapatos en tela, y un sombrero de ojete ancho, parecía el personaje de la muerte de un cuento animado. Me ofreció su brazo y salimos rumbo al entierro.
No estaba bien para manejar y él sería el segundo en manejar mi carriolat, el primero fue mi padre para enseñarme a manejarlo. Sintonizo en la emisora la estación de música clásica y mis oídos se activaron, cerré los ojos y me deje atrapar por el violín y el chelo de Salut d' amore. Abrí los ojos cuando su mano choco con la mía al mover las direccionales y nos miramos tímidos.
Aun no cae nieve pero todo se ve de blanco. La navidad es una bonita época del año para compartir y sentirse cálido. Los regalos y las cenas pasan a un segundo plano cuando se tiene a la familia y la dulzura del amor compartido. Veo de reojo a Joon y su porte es impresionante, es como si descubriera aspectos en él que no había visto antes o tal vez si los vi y le reste importancia. Me pregunto si saldrá con alguien, ¿habrá sufrido algún desamor?, por cómo se refiere al tema, pareciera que solo ha tenido romances en su estado más puro y que no ha sufrido del corazón.
Armando el rompecabezas de la vida de Joon, su vida sentimental es mi mayor interrogante y preocupación a la vez. ¿Qué pasaría si Joon saliera con alguien? ¡Yo y mis ganas de deprimirme! Pero, pensándolo con detenimiento, esa persona tendría más tiempo y más confianza con él, no solo amigos, consejos y charlas, serían besos, dormir en el mismo lugar, conversar de cosas más íntimas, conocer más a fondo quien es. Aparto la vista de él y miro al frente. Si sigo así, terminare por enloquecer un día de estos.
Llegamos al cementerio de Seul, es un campo abierto con una iglesia clériga en el medio. Las tumbas se pueden ver por los alrededores y casi no hay restricciones para entrar. En frente está el estacionamiento que es donde Joon busca un espacio para aparcar. Diagonal a nosotros están los familiares de Jin, veo a su madre que recién conocí y a un primo que me presento al poco tiempo de empezar a salir, supongo que fue él quien le dijo dónde encontrarme.
No hay muchas personas escuchando a un cura de túnica que sostiene una biblia. Eso me parece raro porque Jin era muy sociable y trataba a casi todo el mundo, lo que me fastidiaba a veces, porque cuando salíamos terminábamos en la mesa con otras personas y se acababa la noche para los dos.
–No hay mucha gente–. Comenta Joon.
–Eso parece–. Suelto afligida.
Joon toma mi mano y me hace verlo.
–¿Qué quieres hacer? –.
–Esperaremos a que se vayan para acercarnos–.
Él asiente y suelta mi mano.
Mis ojos se centran en el panorama y graban la escena a modo de vídeo. Las pocas personas que asistieron se ven realmente afectadas, unas lloran, otras miran al cielo y murmuran y sus padres –suponiendo que el hombre al lado de su madre sea su padre- están junto al ataúd tocando la madera fría de color marrón. No alcanzo a imaginarme lo doloroso que es enterrar a un ser querido y el sentimiento de culpa vuelve a embargarme, pero disimulo para que Joon no se preocupe otra vez.
***
Cuarenta minutos después de ser sepultado y que sus padres derramaran las últimas lágrimas dándole el adiós definitivo. Joon y yo bajamos del auto. Los nervios me abrazaron y un ardor en mi estómago quería doblegarme. Miraba en dirección hacía su tumba y mis pies no se movían, mi cerebro los llamaban pero ellos estaban rígidos.
Sentir la cálida mano de Joon fue el empuje que necesitaba. Su mano cerró la mía, y caminamos juntos hasta la tumba de Jin. A medida que nos acercábamos el corazón me latía tan fuerte que hasta Joon podría escucharlo perfectamente.
Frente a la tumba, Joon suelta mi mano y me da un espacio para acercarme. Doblo mis rodillas en el césped y estamos frente a frente. Irónicamente su lápida es preciosa, la figura de dos ángeles tocando el arpa y una frase memorable de sus seres queridos:
Quien diría que tendrías que ir a adornar los jardines del cielo.
Te extrañaremos y te querremos siempre.
Se me escapan dos lágrimas que limpio rápido.
–Hola, Jin–. Digo temblorosa. –Vine para decirte algo...–. Pauso y paso grueso. Esto es más difícil de lo que creí, pero necesito hacerlo.
–Zoe...–. Joon pone las manos en mis hombros y los apretuja.
–Estoy bien. Puedo hacerlo–. Palmeo su mano derecha y él retrocede a su lugar.
–Jin, nunca te odie. Tuve razones de sobra para hacerlo pero no lo hice. No quería tener ninguna especie de sentimientos por ti... Pero tampoco quería esto... Por eso, vine a pedirte perdón... Perdón por no haberte escuchado ese día...–. El llanto se intensifica. –Perdón por haberte dicho eso...–.
–Zoe, no–. Escucho de Joon pero lo ignoro.
–Perdón por arrinconarte y no darte más opciones...–.
–Zoe, detente–.
–¡Siento mucho haberte pedido que murieras para sentirme tranquila! –. Suelto con rabia para mí misma
–¡Que te detengas! –. Joon me toma por los hombros y me sacude con fuerza. –¡No es tu culpa! Fue su decisión–.
La rabia no me deja pensar y que él interfiera en mis disculpas me enfurece.
–¡¿Cómo puedes decir eso?! Tú lo amenazaste–. Oh, no. Eso no es lo que quería decir, no es lo que pienso. Jamás culparía a Joon, ese día el me salvo, fui yo quien pidió ayuda.
Enojada y avergonzada, suelto su agarre con rudeza y camino al auto.
–Zoe, espera–. Lo escucho siguiéndome. –Zoe–.
No podemos seguir hablando, le diré más cosas que serán producto de mi enojo y terminare por lastimarlo, que será como lastimarme a mí misma.
–¡Que te detengas!–. Me agarra del brazo y me gira hacía él. –¿Sabes porque te lo digo? –. Sus manos gentiles limpian las lágrimas.
Niego a su pregunta.
–Porque si hubieras deseado que muriera, no estarías llorando y lamentándote por no haber hablado con él ese día. Te culpas por no haberlo escuchado y tal vez serle de ayuda para evitar esta situación–. Baja su rostro hasta quedar a la misma estatura. –Y estás equivocada, porque aun si hubieran hablado, él ya había tomado una decisión–.
¿Cómo lo hace? ¿Qué tipo de poder tiene que lo deja ver exactamente lo que está en mi interior? Jamás me había sentido tan desnuda delante de nadie. Siempre he sido quien descubre lo que realmente piensan los demás y eso me ha ayudado mucho, pero ser la descubierta y no poder usar el don en su contra es frustrante y extraño a la vez.
Arrastra mi cuerpo a su pecho y me abraza para consolarme en silencio, mientras vuelvo a romper en llanto.
Regresamos al auto y le pido que me lleve a la casa de Soong, sé que abuso de su confianza y de su tiempo, pero no puedo manejar y no quiero que mi Spark sea la siguiente víctima. Sin embargo Joon acepta sin titubear y se pone en marcha. Claro, no puedo abusar mucho porque se su horario y hoy tiene trabajo a las 2pm.
Viajamos en silencio, él concentrado en la pista al frente y yo viendo por la ventana. Joon tararea Sofá de Zion T, golpea con ritmo el volante y se le ve tranquilo, que haga un ambiente de serenidad me hace sentir mejor, no me sumo en la tristeza y la depresión que tenía frente a la tumba de Jin. Haberle dicho al alma de Jin como me sentía descargo el peso de mis hombros. Si me siento culpable y si, Joon tiene razón, el sentimiento de culpa es porque no lo escuche y pienso que de haberlo hecho su historia sería otra.
Por cosas así, me gustaría saber el futuro o conocer las dimensiones paralelas.
Cuando tenía quince años vi un anime –cero fanática a eso, simple aburrimiento- llamado Orange, la historia de un grupo de amigos que enviaron cartas a sus Yo del pasado para evitar la muerte de uno de sus amigos. Les describían las situaciones y lo que sucedería en caso de que no hicieran lo que les pedían. Me gustaría hacer eso, mi presente no cambiaría pero el presente o futuro de mi Yo sí, pero eso es lógicamente imposible, comenzando con que es una animación, y esto, es la vida real.
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ORANGE me hizo llorar mucho y lo recordé mientras escribía esta parte, pensé que encajaba perfectamente.
También quisiera saber que depara el futuro...Aunque, de ser así, ¿cual sería la parte divertida de la vida?
¡Los dejo con este corto capítulo? ¡Hasta pronto queridos!
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