DÉCIMO SEGUNDO

Un vestido rojo satín ajustado al cuerpo hasta la rodilla, el cabello rizado en las puntas, joyería reluciente, un toque de base y otro de color en los labios, tacones negros bajos de punta, y un bolso de mano fue todo lo que necesite para estar lista y verme con Boa. Saldríamos a una discoteca, hace tiempos no iba con ella y aprovecharía que estaba de descanso.

Escucho la bocina de su Porche y bajo las escaleras acelerando el paso. Me despido de mamá y papá que están en la sala planeando el menú y lo que haremos mañana, ambos me dan un beso y me piden no volver tan tarde para ayudar en la cocina mañana. Asiento y salgo a encontrarme con Boa.

El porche plateado ahora es verde menta, fue un cambio drástico pero se ve bien manejado por ella. Abre la puerta desde adentro y me deslizo en el asiento del copiloto.

–Te vestiste para la ocasión–. Nos abrazamos y separamos.

–Tú también–. Boa lleva una falda negra de seda que cae en puntas a ambos lados, un corcel rojo, que parece un sostén de tela ancho, sus botas negras en punta y mucho brillo en sus labios y ojos.

Pone en marcha el porche y nos encaminamos a Rush-Hush, nuestra discoteca favorita desde la Universidad. Soy mala para beber pero ¿Quién dijo que solo se va a tomar? La pista de baile espera que yo me desquite y acabe la suela de mis tacones.

Mientras vamos de camino hablamos un poco, yo la ataco ágilmente con preguntas, en especial la del otro día, cuando no pude dormir y tuve que hacer una infusión de hierbas.

–Vas a conocerlo esta noche–. Dice con ilusión en sus palabras.

–¡¿De verdad?! –.Me cuesta no sonar incrédula. Me presentara a su novio X del que no sé cómo es físicamente o como se llama.

–En serio, mujer. No puede pasar navidad conmigo porque debe estar con su familia. Creo que lo obligan a hacerlo, Parece que no se llevan bien–. Gire a verla, no parecía afectarle a ella esa parte.

–¿Por qué lo dices? –.

–Porque poco habla de su familia, sé que son cuatro contándolo a él, y nada más. No le pregunto al respecto, creo que ese tema le incomoda–. Un chico con problemas familiares. Aun así hace feliz a Boa, quizás sea bueno.

–¿Irá a la discoteca? –. Cuestione, no me parecía un buen lugar para que me presentara a su galán.

–Sí. Nos encontrara allá, le dije que iba con una amiga–.

Asentí. No pregunte más al respecto y fue ella quien me acorralo con las preguntas sobre amor, hombres y cogidas. Ella igual que Soong, esperan el día que pierda mi virginidad, no importa donde pase, lo importante es perderla.

Llegamos a Rush y había cientos de autos aparcados alrededor, para estas fechas es normal verlo reventar de gente. En especial de jóvenes. Boa se estaciono y bajamos al tiempo decididas a tener una muy buena noche. Bailaríamos, beberíamos, reiríamos y regresaríamos a nuestras casas contentas por haber conocido a alguien o tener más resistencia en la pista de baile.

Entramos y la música retronaba en las paredes, el bombeo del sonido opacaba cualquier grito, nos teníamos que acercar mucho para hablarnos, porque si gritábamos igual no nos escuchábamos. Subimos las escaleras el tercer piso y la gran pista de baile estaba medianamente llena, las luces destellantes y los esteros a cada lado te invitaban a unirte al compás y descontrolar el cuerpo. Ocupamos una mesa diagonal al DJ de la fiesta que desde que me asome no dejaba de mirarme, siguió todo mi recorrido hasta la mesa y coqueteaba con la mirada; no me puse de modesta y le lanzaba miradas y guiños, pero muy poco.

–Te está desnudando con la mirada–. Arrastra Boa.

–No es de mi tipo, seguro se ha cogido a la mitad de las chicas que están acá–. El perfil del personaje decía eso.

–Pero admite que esta para mojar y comer–. Le da un beso a los cinco dedos de su mano. Si por ella fuera se le tiraría, eso es seguro.

Río y niego con la cabeza, Boa parece que no va a cambiar, su cara de ilusión porque yo conocería a su chico, quedo en el olvido cuando entró al bar y empezó a escanear la mercancía en las mesas y en la pista.

Pedimos a una camarera dos margaritas suaves para empezar a calentar los motores. Había gente de todas partes, se podían diferenciar por sus ropas, de la capital, del centro, y claro, los fiesteros de Dong-Hae no podían faltar. Las margaritas llegan a la mesa y damos un brindis por las dos. Tenemos muchas miradas encima del otro extremo de la pista, de reojo noto a Boa pretenciosa, le gusta ser observada y deseada, hace sus movimientos lentos y eso atrae más la atención.

Mira su celular y gesta una sonrisa. Debe ser algo de su novio, porque me miro y guiño.

–Llegara en media hora–. Dice y pone el celular dentro de su bolsa.

Le sonrió y ella hace un puchero viéndose tierna.

El DJ inicia una ronda de música ligera, sensual. La pista se vacía y poco a poco las parejas la ocupan, el ritmo es lento y a medida que avance se pondrá intenso. Uno de los chicos del otro extremo atraviesa la pista y las dos vemos como se acerca a la mesa. El condenado esta como quiere, trasero apretado bajo un Patch, buzo ceñido al cuerpo dejando ver los resultados de mucho tiempo en el gimnasio, cabello recién cortado, ojos miel, barbilla depilada pero no tanto, un manjar. Extiende la mano a Boa, la miro haciendo señas de que desista pero ella ya había aceptado. Este era el tipo de comportamiento que no me agradaba en ella, su novio estaba por aparecerse, la música que suena no es para nada suelta, es para apretar, ajustar y si se puede restregar los cuerpos, que él la vea en algo así podría ser perjudicial.

En un impulso le detengo cuando el chico la lleva de la mano, ella le dice que espere y vuelve a mí.

–¿Qué pasa? –. Me dice cerca. Tiene una risa divertida.

–Creo que no deberías. El señor X está por llegar–. Le recordé. Mire por su hombro y el chico del gimnasio me guiño. Un jugador como la mayoría que viene a las discotecas.

–Lo sé. No pasara nada. Regresare a la mesa antes de que llegue–. Me guiñe y regresa con él chico y van a la pista.

Es difícil hacerla entrar en razón. La conozco, ella se deja arrastrar fácil por los hombres y más si el candidato esta como se le da la gana y pone a babear a cualquiera. Vuelvo a la mesa sin perderle la pista. Músculos la tiene de la cintura, ella está de espaldas a él, la coreografía de la música que suena es muy lenta y seductora, lo sé por el ritmo y el volumen que tiene. Los dos se pegan y él la tiene ajustada a su pecho y algo más, la cabeza la ha puesto entre el cuello y el hombro de ella, Boa cierra los ojos y sus manos se alzan, se mueven lento y muy cerca. Yo sigo pensando que es mala idea.

Luego de cinco minutos de debatirme si debía o no cogerla por el cabello y traerla a la mesa. Desistí, Boa era mayor de edad y sí no era responsable con sus acciones, entonces sufriría mucho en el futuro. Debe aprender esa lección y yo estaré ahí para consolarla cuando eso pase, en caso de que le afecte.

Acabe la margarita y ya tenía el empujón para mandarme a la pista sola. Nunca me deprimió  no ser sacada a la pista en la primera oportunidad. Me puse de pie y camine a la pista, encontré un espacio para dejarme llevar por la música que me tenía atrapada en la mesa, creo que el DJ la uso para invitarme indirectamente a bailar. Cerré los ojos y deje que la música guiara mi cuerpo, moverme de arriba abajo, que mis brazos se alzaran, para bajar y que mis manos detallaran mis curvas, realmente era sensual.

De repente sentí un calor en la espalda, la sensación debía alarmarme y por el contrario continúe moviendo mi cuerpo. Me estaba dejando llevar por la música y el ambiente, unas manos se posaron sobre las mías y podía cubrirlas perfectamente, la sensación me hizo recordar a Joon, y quise un poco más. Sentí que el personaje se acercó un tanto más a mi espalda y podía palpar su pecho, no abrí los ojos para verle, soló bailábamos influenciados por la música y yo fantaseaba que se trataba de él. Sus manos sobre las mías recorrían mis caderas, a los lados de mi silueta y luego sus manos hicieron un recorrido por mis brazos, era agradable ese tacto y no me queje, ni me negué.

Cuando estaba envuelta en toda esa lluvia de sensaciones, abrí los ojos y los nudillos pasaban por mis brazos, mire a cada lado y sonreí un poco, quise darme la vuelta, pero me detuve cuando vi a Boa atrapada en la boca de músculos. Parpadee para confirmar que no era efecto de la margarita, lo que hubiera sido estúpido porque era la primera y yo aguantaba con diez de esas. Recordé que tenía un acompañante de baile e iba a pedirle que me acompañara a la mesa, me había sentido bien bailando con él y podía ser buena compañía para la noche, sea como sea, iba a quedar de violinista, bien fuera con Boa y su ligue de la noche o con Boa y su novio/juguete/pasatiempo o lo que fuera.

Me gire y no encontré a nadie, estaba parada sola. Busque con la mirada, pero no vi a nadie, más bien, había mucha gente y yo no sabía quién estuvo revolcándome las emociones hace menos de un minuto. Volví a ver al frente y Boa seguía succionándose a músculos, alcance a ver lenguas y todo. Eso me decepcionaba de mi amiga y me hacía sentir lastima por su supuesto novio, si él viera lo que ella hace mientras no está cerca, entonces la dejaría por vagabunda y yo no podría defenderla de eso.

Respire profundo, cogí el puente de mi nariz y camine a través de las parejas, la canción estaba por acabar, llegue con los succionadores de saliva y me plante tosiendo para terminar con la sesión de saliva, lengua y gemidos.

Boa abrió los ojos, me miro y se apartó asustada de él, casi fue como si la hubiera visto su novio y no yo. Limpio su boca con el torso de la muñeca y trago grueso. Músculos por su parte me dio una fea mirada, si pudiera me golpearía en este instante. Lo rete con la mirada e indique que se había acabado su tiempo, debía regresar con sus amigos, que estaban viéndolo en la mesa cerca de las escaleras. Le dio una mirada a Boa y se marchó, dejándonos a solas. Ella agacho la cabeza pareciendo arrepentida y ver su labial corrido por la succión, robo un suspiro frustrado de mi boca, la tome de la muñeca, y la arrastre al baño.

Entramos y estaba desocupado, era temprano para que empezara a llenarse de chicas vomitando o arreglándose la braga para tener mucho descontrole. Suelto su muñeca, voy al porta papel y saco unos cuadros, se los paso y ella los recibe mirándome apenada.

–Límpiate, faltan diez minutos para que el señor X llegue. No puede verte ese labial corrido–.

Boa saco una risita pequeña y se posó frente al enorme espejo que daba de extremo a extremo en el baño. Limpio con agua el rojo que bordeaba fuera de sus labios y saco su lápiz de entre los senos y se dibujó nuevamente el brillante rojo en ellos. Una vez terminado, me miro sonriendo, y yo estaba seria, me parecía muy mal lo que hacía, yo fui engañada y se lo feo que eso se siente, y más si tú quieres que las cosas funcionen, lo que ella hacía era egoísta, si no quería nada con ese chico, bien podía terminarle y tener sus andanzas sin restricciones.

–Lo siento–. Murmura.

–Regresemos, él está por llegar–. Sonríe abiertamente y yo correspondo con otra sonrisa. Quiero que ella sea feliz y que este bien, lo que hace solo le traerá problemas y un par de enfermedades venerias.

Volvemos a la mesa y pedimos otra ronda de margaritas. El DJ sigue con los ojos puestos en la curva de mi vestido. Le restó importancia y procedo con la plática de Boa sobre músculos, esta es la parte donde ella se escuda diciendo que la canción, los movimientos y la erección del tipo crearon toda la situación y ella no puede retener sus deseos. Hace que me sienta como su novio, siento que él no debería nunca escuchar estas palabras, porque a mí me está doliendo, hace que recuerde la vez que encontré a Jin con las manos en la camarera, se devoraban como ella lo estaba haciendo con músculos.

Las siguientes canciones las bailamos juntas, algunas las bailamos con parejas y yo parecía su mamá vigilándola que no volviera a caer en las garras de nadie. No le prestaba atención a mi pareja de baile, que solo hablaba de lo bien que podría verme en su cama sobre su colcha de rayas. Se terminó la canción y me fui con Boa a la mesa, escuchamos el vibrar en la mesa y ella se abalanzo a su bolso para tener su celular. Sus ojos se achicaron y chillo frustrada. Bajo el celular a la mesa y cruzo los brazos a la altura de su pecho. Me acerque a ella para ver que sucedía.

–¡No va a venir! –. Chillo bastante molesta y se lanzó a la banca.

La seguí y me senté, bebí de la margarita y espere que soltara la lengua.

–Dice que tuvo un inconveniente y no podrá venir. ¡Que estupidez! Yo aquí controlándome con tantos manjares y él me deja plantada–.

Eso hizo que pensara en la posibilidad de que la hubiera visto con músculos, pudo adelantarse y llegar antes de que le viéramos. Si es así, tiene motivos de sobra para dejarla después de esto y mandarla a freír espárragos. No comenté nada sobre eso y bebí más de la margarita.

–Será para la otra–. Solté en un hilo de voz.

Boa resoplaba con fuerza por la nariz, se veía realmente molesta, lo que no me parecía justo, porque bien que se saboreó a músculos. De la nada se puso de pie y camino hacia el DJ la seguí con la mirada y me quede viendo que iba a hacer, Boa es bastante compulsiva cuando esta con la cabeza caliente. Le dijo algo al DJ y él bajo un poco para escucharla, intercambiaron palabras y él asintió; luego Boa tomo un bolígrafo y le escribió en la mano, el hombre sonrió y regreso frente a la consola. Boa regreso y la seguí todo el tiempo hasta que se sentó en la banca, bajo la margarita por su garganta como si fuera agua y llamo a una camarera para que le diera otra.

–Boa. Debes relajarte. Habla con él mañana, ¿Qué tal sea algo grave? –. Ella voltea a verme achinando los ojos.

La música arranca y es otra vez un poco de sensualismo, la gente aplaude al DJ por repetir la sección y este aumenta el volumen al estéreo. Fue idea de Boa, le hablo y logró que le dieran lo que quería. La mire diciéndole que hay estaba lo que quería.

–¿Viniste a bailar o a sermonearme? –. Alce las manos en son de paz, porque no me iba a convertir en su madre.

Instantáneamente músculos apareció en la escena extendiendo el brazo para arrastrarla. No dije nada, ni la seguí, eso era lo que ella quería. No busca una relación, quiere sentirse deseada todo el tiempo y por lo visto su novio o lo que sea, no estaba haciendo un buen trabajo, o era eso o que de verdad la había pillado y no nos dimos cuenta. Me negué bailar ese tipo de música, no quería tener aquellas sensaciones de nuevo y no ver quien estuvo pegado a mí.

Sentada en la mesa, con la tercera margarita y viendo de reojo a Boa teniendo sexo indirecto en la pista con músculos. Suspiro vaga, creí que andaríamos juntas, pero siempre terminamos en la misma situación, solo que esta es la primera vez que salimos ella y yo, por lo general somos varios y no me quedo aislada, la dejo que se besuquee los que quiere mientras yo departo con los demás; sin embargo aquí estoy sola junto a las margaritas. Bien que podría dejarla, no se va a quedar sola, tendrá su compañía y ni notara que me fui, pero ese lado recto de mi personalidad está gritando que llegamos juntas, nos vamos juntas, así que tendré que arruinarle la noche de sexo descontrolado a ambos.

Boa iba y venía a la mesa, estaba un rato con los de la mesa de su compañía esta noche y regresaba conmigo. Yo bailaba algunas canciones con los amigos de músculos, todos parecían sacados de una revista promocional de Calvin Klein, nalgas apretadas, brazos fornidos, muchas deliraban por tenerlos cerca, yo no, esa gente nunca me ha interesado, son de una noche y ya, y no me ensuciare de esa manera.

Boa pasó de las margaritas al ron, invitado por músculos y sus amigos. Me ofrecieron un poco pero me negué, si yo iba a llevarla de regreso a su casa, necesitaba manejar y con el ron tendría que buscar chofer y no pretendía hacer eso teniendo tantos lobos esperando a que caiga. Mi loca amiga ya estaba bien entrada en copas, la veía reír mucho y pasar su mano muy cerca de la entre pierna de músculos, la dejaré beber un poco más hasta que quede manejable y la apartare del chico y a menos de que golpee a una chica, tendrá que aguantar que nos vayamos.

Escucho la música de ambiente relajado que ponen cuando las personas ya están entradas en tragos, les ayuda a que beban más y platiquen. La imagen de Nam Joon me pego fuerte en el centro de mis pensamientos. Si me viera en una discoteca como está puede que se enoje y me arrastre afuera, o tal vez se una conmigo y me acompañe hasta que Boa esté lista para irse a su casa. Suspiro recordando su olor y su voz. Quizás sean las margaritas porque mis mejillas se han calentado un poco, no sé qué me pasa, pero pensar en él hace que mi cuerpo tenga cosquillas. ¿Realmente me gustara tanto?

El sonido de la banca moverse hace que esfume a Nam Joon y vea a mi derecha, el DJ ha bajado de su pedestal y está a mi lado, luciendo una sonrisa coqueta, no se limita a recorrerme con la mirada. No hago ninguna reacción y bebo la última margarita de la noche.

–Tú amiga te abandono por un pito–. Dice señalando por encima de su hombro la mesa de las escaleras.

Asiento y nada más.

Él se voltea hacía mí, abre sus piernas acorralando mi banca, pone un codo en la mesa, apoya su cabeza de lado y su brazo libre está en el espaldar de la banca, acaba de hacer una encerrona, pero eso no me altera en lo absoluto y vuelvo a beber de la margarita próxima a acabarse.

–¿Puedo pedirte otra de esas? Se ve que te gustan, es todo lo que has tomado–. Curva una sonrisa de lado.

–No beberé más esta noche–. Digo dándole el sorbo final. Por encima de su hombro veo a Boa y parece lista para irnos, no porque esté diciéndomelo, sino porque músculos le habla al oído y ella muerde sus labios, le está lanzando la propuesta.

–Deja a tu amiga disfrutar. Más bien, hablemos de nosotros–. El comentario hace que baje la mirada hasta su cara, sus ojos están clavados en mis piernas, sube a mi cintura, el pecho y finalmente mis ojos donde tengo arqueada la ceja.

Suelto una risa dura.

–Nena, me tienes volando desde que te vi pasearte por la pista. Estoy ardiente con ese vestido y solo imagino que se verá bien en el suelo de mi habitación. Mientras tú estás en mi cama–. ¿No tienen otro discurso? Todos parecen tener el mismo repertorio.

Veo pasar a una camarera con la bandeja llena, chasqueo los dedos en lo alto y pido otra margarita. El DJ sonríe y acerca su cuerpo a la banca, creyendo que ha logrado su cometido, el pobre no sabe, que soy virgen porque quiero, no porque me hagan falta oportunidades. La mujer pone entre mis dedos la copa y bajo la vista al DJ que muerde sus labios y hace sonidos raros desde su garganta. Me ve, le sonrió y lanzo la margarita en su cara, retrocede se pone en pie y resopla.

–Para que se te baje la calentura, bebé–. Recalco la última palabra y las personas voltean a vernos. No les prestó atención, agarro nuestras cosas y dejo al imbécil maldiciendo.

Ahora voy por Boa.

Atravieso la pista, llego hasta la mesa, donde ya prácticamente Boa se iba a subir a ahorcadas en músculos y la tomo del brazo para detenerla. Ella me ve y su ceño fruncido se relaja, retrocede del hombre y sonríe, ya está más de media.

–Ya te la preste por mucho tiempo. Me la llevo. Gracias por todo–.Sonrió para todos y veo sus caras de no entender nada. Paso el brazo de Boa por mis hombros para llevarla sin problemas, camina y eso es bueno.

–Oye–. Dice músculos poniéndose de pie. Le veo seria y decidida, espero vea que si me impide llevarla, él será quien pierda en todo esto y no creo que se arriesgue por la chica que solo tendrá para una noche.

Retrocede, chasquea y agita la mano para que me vaya. Logro salir librada de la discoteca y pongo una nota mental en mi interior, no volver a salir con Boa solo las dos, no me gusta cuidar borrachos y mucho menos ser la mamá de nadie. Solo por esta noche, haré ambas, luego le reclamare y la haré sentir mal por dejarme sola por una noche de sexo.

Manejo su Porche hacía oeste de Hong-Dae está a veinte minutos de mi barrio. Ella canturrea en la parte de atrás, esta acostada en el asiento, grita, gime y está perdida. Menciono a su Nam, reclamaba porque la había dejado plantada y yo pensaba que eso a ella no la había vuelto impedida a zarandearse con músculos.

–Te quiero Zoe...¡Maldita, te quiero! –. El ron está teniendo su efecto.

–Yo también. Ya cállate–.

–Zoe.. hip...–. Estira sus manos y las pone alrededor de mi rostro.

–Te...qui...e...ro...–. Maniobro con una mano para soltar mi rostro y ella cae de espaldas en el asiento, y continua su cantico destroza tímpanos.

–Estás borracha mujer–. Digo entre risas.

–¿Yo? –. Hipa y se señala con el índice. –Estoy cachonda–. Muerde su dedo índice.

–Ya cachonda. Guarda silencio. Estamos por llegar a tu casa–.

Boa sonríe como un niño que acaba de hacer una maldad.

–Casi me cojo al muñeco–.

–Él casi te coge–. Corrijo aparcando frente a su casa.

Salgo del porche y abro por su lado, la tomo de la mano y la impulso para que salga. Estando afuera, la agarro de la cintura para que no se caiga porque se tambalea mucho. Las luces se prenden en la sala y su madre aparece en la puerta, junto con su hermano dos años mayor que ella. Pasan navidad juntos y él viene para esas fechas.

–Hola Zoe–. Él me saluda a la par que recibe a su hermana.

–Hola, Ken–. Cede el puesto de cargar a Boa y la pongo en sus hombros.

–Gracias por traerla, Zoe. Si quieres pasa, quédate con nosotros–. Su madre siempre ha sido una mujer amable, noble y sincera, creo que Boa heredo el carácter del padre que los abandono porque no se parece en nada a su bella madre.

–Mis papas están esperándome. Será para la otra–.

–Entiendo. Salúdame a tus padres. Feliz navidad–. Dice ella sonriendo.

–Feliz navidad–.

Ella cierra la puerta y yo estoy marcando para pedir un taxi, no me llevare el carro de Boa, seguro mañana lo necesitara para trasladar a su familia hasta la reunión de navidad que tienen en casa del hermano mayor de su madre. Estoy esperando que tomen la llamada, cuando la puerta de la casa vuelve a abrirse, Ken ha salido, viste un gabán rojo y usa guantes, trae una chaqueta grande en su mano.

Llega conmigo y le veo interrogativa.

–Voy a llevarte hasta tu casa–. Pone la chaqueta sobre mis hombros.

–Iba a pedir un taxi–.

–Te congelaras antes de que llegue. Vamos no te niegues, será un aventón–.

Era una buena idea. Ken y yo nos conocimos un año después de conocer a Boa en la Universidad, él la recogía a veces para llevarla a comer o ir a cine. En una de esas veces salimos los tres y nos presentó. Ken no vive con ellas porque trabaja en la capital, desde allá hace dinero para sostener la casa, es responsable y hasta donde yo sabía tenía una novia de revista, muy hermosa. Acepte sin remilgar y me subí al Porche, me hacía un favor, y de paso ahorraba un par de won esta noche.

Condujo por el centro y activo la emisora, paso a la estación de Jazz y haciendo relajado el viaje. Ya estaba sintiendo el cansancio de la salida, los tacones me estaban ajustando los dedos y la ropa me parecía pegajosa. Quería llegar rápido a mi casa. Ken me adelanto un poco de su vida en Seúl, aunque yo vivo y trabajo allá, no tenemos contacto; dijo que eso lo desilusionaba y prometimos solucionar el problema, así que comenzamos intercambiando números. Hablar con él es divertido siempre tiene un tema de conversación... Recordándome otra vez a Nam Joon, se me esta volviendo una manía.

Finalmente veo mi casa a escasos metros de nosotros, Ken me ve sonriendo ligeramente y yo solo quiero salir corriendo y tirarme a mi cama. Se detiene sin apagar el Porche y voy soltando el cinturón de seguridad.

–Muchas gracias, Ken. Me has salvado de morir congelada–.

–Fue un placer...–. Se detuvo y voltee a verle, en sus ojos habían un brillo extraño y me quede quieta esperando que soltara lo que sea que estaba amoldando en la lengua.

–Feliz cumpleaños–. Saco una cajita del bolsillo de su gabán y la extendió.

Cierto, es más de la una de la mañana, ya es mi cumpleaños. La recibí con agrado, Ken siempre me ha caído bien, moleste muchas veces a Yei comparándolos porque Ken era mejor hermano.

Abrí la caja y me encontré con una pulsera plateada con tres dijes pequeños de estrellas, muy bonito, una de las estrellas tenía una piedra blanca resplandeciente en el centro, parecía algo realmente costoso. Lo miré y mire la pulsera, el regalo era lindo, pero...

–Es linda... Pero...–. Suelto despacio.

–Sabía que solo podía verte en navidad y espere este tiempo. Zoe, desde que te conozco me has parecido una gran chica–. Regresa a su puesto y recarga su espalda.

Había otra intención. Él no es una mala persona, he escuchado lo tonto que es cuando está en una relación, Boa se la pasaba hablando de la cantidad de regalos que le daba a la novia... Verdad tiene novia.

–¿Qué de tu novia? –.

Él me miro de lado sin moverse de su puesto.

–Terminamos el año pasado. Solo le interesaban los regalos, y cuando deje de hacerlo, se cansó y se fue–. Una mala relación. Boa lo había previsto desde que él le compro a la chica un televisor de alta gama. Fue dinero mal invertido.

Cierro la cajita. Solo tomaré el regalo si responde bien a la pregunta que tengo pensando hacerle. Nunca me ha interesado para una relación y menos ahora, que no escucho más que le nombre de Kim Nam Joon en mi interior.

–¿Este regalo es por mi cumpleaños o por algo más? –.

Ken cierra los ojos, toma aire y lo suelta por la boca.

–Por tu cumpleaños. Lo compre con ese pensamiento. Aunque quería que supieras de los otros sentimientos–.

–Gracias. Es muy bonito... Pero Ken, no puedo aceptar lo demás–.

Él asiente, la expresión de su rostro muestra un poco de desilusión, pero creo que sabía que iba a ser así.

–Espero lo puedas usar cuando nos volvamos a ver–.

–Dalo por hecho. Cuídate de regreso a la casa–.

Asienté.

Me deslizo hacía afuera, cierro y doy pasos largos a mi casa, una vez la puerta está abierta, Ken acelera y se pierde de mi vista. Cierro la puerta detrás de mí y veo la sombra de mamá bajando las escaleras.

–¿Esa era Boa? –. Dice mamá recibiéndome con un abrazo.

–No, era Ken–. A mamá siempre le gustó la idea de que ambos tuviéramos algo.

–Debiste invitarlo a pasar–.

–Mamá, son más de la una, no es hora de visitas–. Achico la mirada.

–Sigue igual de atento. Lástima que ya tengas a tu príncipe–. Ruedo los ojos, mamá siempre será de esta forma. Le doy la vuelta y la llevo pro la espalda caminando a las escaleras.

–Vamos mamá, estoy cansada y mañana será un largo día–.

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¡Let's party on! DIce U-kiss -subanle a ese cumbion-

Volviendo a lo que nos interesa, ¿a poco la Boa no es bien chingona? xD 

en otras noticias, nuestra Zoe tendrá más sustos. Esperenlo.

Nos leemos en la próxima. Besos ancestrales para sus vidas. Que santa Ramona bendita los guía por el buen porn... camino. ;) 

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