DECIMO PRIMERO

¡Estamos a un día para Navidad! La mejor de todas las fechas del año y no, no es porque cumpla el día que nace el niño Dios, ni porque obtengo más regalos, nada de eso. Es por las luces, la excelente comida de mamá y los fuegos pirotécnicos. ¡Ba, a quien engaño. Sí es por mi cumpleaños!

Quede de verme con Boa esta noche para que por fin me cuente eso que tan misteriosa la tiene. Desde temprano ayudo a mamá a detallar los regalos y los arreglos que hacen falta, vendrán mis tíos y veré a Momo y Shana, mañana promete ser un gran día. Nuestra familia en general se lleva bien, tanto la familia de mamá como la de papá, somos una gran masa de risas, abrazos y bromas, porque las bromas son por parte de la familia de papá y yo herede esa parte.

Mamá está en la cocina haciendo la lista de compras de Navidad, revisa en sus cajones los implementos e ingredientes para el festín. Es celebración por partida doble y a ella le gusta lucirse delante de las familias. Yo estoy en la sala de estar poniendo los forros de navidad, los cojines decorativos, y los pequeños adornos que estaban sin desempacar en el sótano.

-Princesa, ¿te falta mucho? -. Papá asoma la cabeza por la puerta a la calle.

-No papí. Termino con las carpetas de la abuela y ya. ¿Necesitas algo? -.

Bate las pestañas de modo juguetón y de inmediato entiendo.

-¿Lavaras el carro? -.

-Ajaam-. Asiente pícaro.

En nuestro lenguaje, eso quiere decir, mucha agua, jabón y risas a montones.

Acepto sin dudar y acomodo rápido las carpetas de la abuela donde mamá me indico. Doy una pasada visual para que todo esté bien y estoy lista para mojar... lavar el carro.

-¡Mamá, saldré con mi papá! -.

-¡Pero tu papá va a lavar el carro! -. Grita desde la cocina.

-¡Por eso! -.

-¡Kim Zoe, regr...-. No escuche el resto porque cerré la puerta. Mamá sabe lo que significa lavar el carro con papá.

Como si lo hubiera pensado y aunque estamos en un invierno bipolar donde hace un tanto de sol en el día hasta la tarde y luego mucho frió hasta la noche. Llevo un short de jean azul claro y una camiseta ancha de los Beatles, papá tiene su deportiva para oficios varios. Esta la Ford, la manguera, la caneca con jabón y líquido para carros y las ganas de mojar... ¡de lavar el bendito carro!

-¿Lista? -.

-Más que lista capitán-. Respondo estilo militar.

-Tú la parte de atrás y yo al frente-. Traza nuestros límites y es hora del juego.

Sí, el juego, más bien una guerra. Lavar sin lanzar agua o jabón al enemigo para no provocar una guerra. ¡Obviamente es imposible!

Papá me entrega un balde con la espuma y una esponja grande. Levanta la mano con tres dedos a la vista y empieza en conteo regresivo... tres...dos... uno. ¡Que inicie!

Nosotros no somos los únicos que estamos lavando el carro, gran parte den vecindario esta hecho un relajo entre el agua, el jabón y las risotadas por mala puntería.

Pongo la esponja dentro del balde y escurro un poco el jabón, esparzo la espuma por el ventanal y tarareo Red Wine - Bob Marley que suena en la casa de los Choi, escucho que papá también la canta y danzamos alrededor del Ford. Los vecinos cercanos que me conocen de crianza, me dan un saludo rápido tildando lo mucho que he crecido en años porque en estatura me han estafado, denle gracias a los genes de mi madre. La espuma se esparce arriba y abajo y se desliza por el ventanal y la carcasa del Ford.

Estoy concentrada en la segunda estrofa de Red Wine cuando el primer ataque inicia. La salpicadura me da justo en la cara y quedo empapada y con cara de O y retrocedo dos pasos.

-¡Justo en el blanco! -. Exclama papá victorioso.

Apretó la mandíbula y con un gesto le hago saber que es el inicio y que debe estar preparado. Él se encoge de hombros restándole importancia y se escuda en la parte delantera del Ford. Limpio mi rostro y continuo con el lavado, lo observo por el ventanal y él por el parabrisas. Nos estamos observando, un descuido es lo que necesitamos.

Tomo la manguera y abro la llave a choro para retirar la espuma y proseguir con la otra parte del Ford. No pierdo de vista a papá y finalmente me da la espalda, aprovecho y extiendo el chorro de agua en su dirección pegándole en la espalda, su grito de escalofrió por el agua helado meda un punto. Me retuerzo de la risa viéndolo correr en la otra dirección evitando el chorro de agua.

De esta manera, llueve agua con jabón, chorros de la manguera, hay risas, atrapadas, los baldes que vuelan sobre el Ford y algún vecino que paso justo cuando no debía hacerlo. Estamos empapados y el auto aduras penas tiene la mitad lavada en forma.

-¡KIM JUNG HYUN Y KIM ZOE! -. El grito de mamá que viene del balcón del segundo piso nos hace parar en seco chorreando agua de todos lados.

-Sí, cariño-. Papá usa la técnica melosa para reducir el regaño.

-¡¿Qué piensan que están haciendo?! -.

-Lavando el carro mamá-. Respondo obvia en una arriesgada hazaña.

-¡¿QUIEN DICE QUE LAVAR EL CARRO INCLUYE DARSEN UN BAÑO USTEDES TAMBIÉN?! --. Desde esta distancia alcanzo a ver la vena brotada de la frente de mamá. Papá y yo nos miramos un trisito arrepentidos, bajamos la manguera y quedamos mirando a la casa.

-Pero mamá, el agua salpica sin culpa, no es porque queramos que pase-.

-¡¡Kim Zoe!! --. Traducción del grito de mamá: ¡No me respondas, niña!

-Cariño, no te enojes tan...-.

-¡Tienen diez minutos para que terminen, se cambien y vayamos a hacer las compras! -. Esta tan enojada que no dejo terminar de hablar a papá y este bajo la cabeza, cuando ella se ofusca es mejor no meterse en su camino.

-Pero, mami, tengo que secarme el cabello-.

-Eso debiste pensarlo antes de ponerte a jugar con agua. ¡Diez minutos y los quiero adentro! -.

-¡Sí, señora! -. Respondemos en coro.

Ella desaparece dentro de la habitación y los dos carcajeamos. Estábamos conscientes de que nos regañarían así. Damos un largo suspiro y nos giramos al desastre del lavado de auto.

-Papá, creo que descartare un auto-lavado como franquicia familiar-.

-Estamos de acuerdo princesa. Terminemos con esto rápido y vamos a dentro para cambiarnos e ir de compras con tu mamá-. Besa mi cabeza y nos pusimos manos a la obra.

***

Estamos en el centro comercial de Hong. Una gran plaza con más de 200 locales comerciales y tres grandes supermercados. Está adornado hasta las narices y lo hace ver lujoso y bello, algo que solo se ve en Diciembre, el Alcalde se esfuerza por no perder su puesto en el gobierno.

Luego de un laaaaargo recorrido entre suplicas y ruegos, unos cortos y estúpidos chistes de mi papá que le robaron risillas a mi madre, conseguimos ser absueltos de pecado. Con papá bromeamos de tener que pasar una carta al Vaticano en Roma para que el santo Padre intercediera por nosotros.

Con lista en mano y el carrito desarmable de las compras, nos aventuramos entre las tiendas que mamá marco en la cocina mientras nosotros intentábamos lavar el carro con la seriedad que eso requiere. Yo empujo el carro y camino en la dirección que mamá señala mientras papá le dice dónde puede comprar algunas cosas más baratas. Los dos son diferentes, mamá es atrevida y creativa y papá es más lento y dócil, sin embargo se llevan muy bien y le hacen honor a eso que rezan Polos opuestos se atraen.

Entramos al primer supermercado para la comida. En Navidad mi casa está habitada por más de 20 personas y todas tienen un apetito feroz. La frase de mamá es Siempre es mejor que sobre y no que falte. Con desgana veo que el carrito que empujo será tan pesado que tendremos que llamar a una grúa, lo sé es exagerado, ¿pero que esperan cuando odio hacer ejercicio? Es casi un milagro que mi apetito sea enorme y no engorde -no mucho-. Mamá lee su lista de compras y le dice a papá que consiga paquetes de perejil, apio, cebollines y calabazas, él atento a la petición asiente y se dirige a otra fila de estantería donde encontrara lo que ella le encargo. Nosotras pasamos a la sección de harinas, pastas, cereales y salsas enlatadas.

-Tres kilos de harina... Un botellón de aceite... Que no se me olvide la pasta de ajo...-. Ella va tan concentrada y no se ha dado cuenta que habla en voz alta y no para sí misma. Sonrío al verla así y me limito a observarla y seguirla empujando el carrito que empieza a ponerse pesado.

Doblamos a la izquierda y pasamos a la sección que más me gusta, los dulces. En nuestra familia es tradición tener muchos dulces para navidad. Papá arma una torre y llena tres boles de dulces como aperitivos y a todos nos gusta mantener endulzada la boca.

-Mamá, quiero gomitas-. Señalo la bolsa que cuelga del estante.

Ella va unos pasos adelante y sigue hablándose.

-Mamá, ¿puedo ponerlas en el carro? -.

No obtengo respuesta y por el contrario ella ignora que va acompañada. Estoy segura que si me separo de ella no lo notara hasta que llegue a la caja y se dé cuenta que nadie la sigue.

Agarro dos paquetes y los lanzo al carrito, total si se llegase a dar cuenta la chantajeare diciendo que me ignoro por todo el supermercado, a mí, a su hija adorada. Empujo el carrito con el pie y continuo detrás de ella recibiendo todo lo que lanza con gran estilo dentro del carro.

Nos encontramos con papá que tuvo problemas con el pedido porque estaban en oferta y la bandada de mujeres acechando un paquete era impresionante, se veía cansado y un tanto impaciente porque faltaban muchas cosas, según lo que leía mamá.

-Zoe, la abuela te enseño a escoger las manzanas, ¿cierto? -.

-Sí, mamá-.

-Entonces ve por dos bolsas de las rojas y dos de las verdes-.

-Sip, señora-. Cedo el carrito a mi papá que me da un beso en la frente y voy camino al pasillo de las frutas.

Hace años no vengo a este mercado pero es grato saber que no ha cambiado en nada. Los mismos pasillos, la misma comida, todo tal cual como en los viejos tiempos e impide que me pierda como cuando pequeña. En un descuido de mis padres me fui tras un niño que tenía un Woody de juguete y quería que me lo prestara, cuando me canse de seguir me gire y no vi a mis padres, llore y me llevaron a la caseta de información y a los minutos mis padres venían corriendo a abrazarme y darme mimos.

Estoy en el pasillo de frutas y si la memoria no me falla están en el centro los canastos de frutas. ¡Bingo! Las rojas están de mi lado y las verdes están rodeando la hilera, reviso las bolsas como la abuela me enseño, brillantes y rojas, sin manchas como la manzana que comió Blanca Nieves -historia que de por sí me parece ridícula, la vieja no la iba a matar solo la durmió. Hasta eso le sirvió para tener al príncipe de otro reino a su merced-. Mientras analizo las manzanas y el relato turbio del cuento de Blanca Nieves, siento que alguien me está mirando. Sus ojos están fijos en mi porque el frio pasa por mi nuca.

Intento ver por el reflejo de la bolsa plástica pero ninguna forma homogénea me hace saber si estoy en lo cierto o quizás estoy desvariando. Ignoro eso, y continuo con las bolsas, ya encontré una buena y me falta la otra, pero otra vez siento que me miran. Apretujo los labios y muerdo por dentro, ¿Quién será? Veo las manzanas verdes y se me ocurre rodear la hilera y buscar primero las manzanas verdes y así tener vista a mis espaldas. Me llevo un susto y palidezco cuando efectivamente veo que alguien me miraba y muy de cerca, alguien de sudadera negra con tapabocas blanco, la capucha puesta y solo se le ve el marco de sus ojos rasgados y parte de su blanca piel...

Piel blanca... Tapabocas... Ojos muy rasgados.

-¿Yoongi? -. Dije en voz alta.

-¿La amiga negada de Nam Joon? -, Justo en la amistad y en mis confusos sentimientos.

Vuelvo a respirar cuando confirmo que es él.

Nos acercamos y estoy muy sorprendida por habérmelo encontrado en Hong-Dae, él está igual y se baja el tapabocas para hablar.

-¿Qué haces aquí? -. Preguntamos al tiempo y reímos un poco.

Tal parece que las primeras impresiones no siempre son acertadas. Esa noche que lo ví con Joon, me pareció alguien seco, tosco y rudo, Bueno, eso en parte por las veces que Joon me hablo de su amigo y compañero de trabajo con el que discutía 24/7 y que siempre volvían a hacer las paces. Pero verlo mostrar sus dientes y arrugar la nariz en un gesto tierno, borro totalmente esa impresión.

-Yo soy de Hong-Dae y estoy pasando la Navidad con mis padres-. Sus ojos se agrandan y pestañea lento como si estuviera sorprendido por algo.

-¿Qué? -. Preguntó.

Sonríe de nuevo y niega con la cabeza.

-Nada. Yo estoy con la familia de mi madre, la navidad con ellos y el año nuevo con la familia de papá-. Tiene las manos dentro de la sudadera y cuelga una bolsa de espárragos y zanahorias cortadas en tiras.

-¿Eres de Hong-Dae? -.

-No. Soy de Dae-gu. Aquí vive parte de la familia de mamá y venimos aquí a pasar las fiestas-.

-Pues es una grata coincidencia-. Él asiente y balancea sus bolsas.

-Siento haberte incomodado, pero no pude disimular, estaba pensando si eras esa chica o no. Joon habla mucho de...-. Abre los ojos notando lo que dice y tensa la mandíbula. -Bueno, ya sabes, él siempre habla de todo un poco-. Sí, pero con eso no se iba a salir por el costado.

-Él me ha hablado de ti-. Comento.

-Él habla de todo el mundo-. Ríe como si recordara algo.

-¿Hasta de mí? -.

-Sí-. Responde tan rápido que ni nota la respuesta, hasta que mis mejillas se colorean. -Ahmm... Bueno, cosas simples, claro. De su día a día y eso... Bueno, me están esperando...-.

Quería saber si hablaba de mí pero escuchar que lo hace me dejo en blanco. Yo hablo de él y es normal, es mi amigo ¿no? Hablar de los amigos es normal... Entonces ¿Por qué demonios estoy sonrojada?

-Ah, sí. Yo...También debo irme. Fue un gusto verte. Felices fiestas-. Como puedo fuerzo una sonrisa nada linda.

-Igual para ti. Nos vemos en Seúl-. Se despide con la mano en alto y da la vuelta.

Voy de regreso a las manzanas cuando capto una cosa ¡No le pedí el número de Joon! Pude haberlo hecho, es normal... ¡No, no es normal! Porque a) Supuestamente somos amigos y deberíamos cambiar números y b) porque no lo busco como un amigo... A veces odio a mi voz interna, lo que resulta curioso porque es una pequeña parte de mí ser.

Cabizbaja y remilgando de la vida camino con cuatro bolsas de manzanas pegadas a mi pecho. Mi aspecto debe ser de un ambulante, arrastro los pies, tengo la mirada en el suelo y me muevo de lado a lado como si algo me pesara, y no, no son los ocho kilos de manzanas. No voy al estante donde deje a papá con mamá porque hace muuucho debieron terminar ahí, paso derecho hasta la sección de vinos que era lo último en su lista y me preparo para ser regañada por haber tardado con las manzanas.

Diviso a mis padres pegados a la estantería de vinos añejos años 70's y 80's para ser exactos, los más espesos y amargos, los que saben a caña podrida, esos, porque según ellos son los mejores. ¡Suerte que no me obligan a beberlo! Descargo las bolsas en el carro obteniendo la mirada de reojo de mamá rectificando que haya traído lo que pidió, papá echa la cabeza hacía atrás y me guiñe para regresar al frente y continuar haciendo la elección.

Como los conozco, y vaya que los conozco bien, se tardaran un poco en escoger tres de los mejores vinos. Primero será mamá quien elija y luego papá le dará una charla educativa de la producción de vino y de porque el que él escoge es el mejor entre la gama que tienen en frente - es lo que pasa cuando tienes mucho tiempo libre y tus compañías son Discovery Channel, National Geographic, las mega fábricas y los documentales-. Me cruzo de brazos a la espera que el show comience y veo luz verde cuando mamá asiente con el vino entre sus manos.

-Rivelino años 1985-. Dice ella orgullosa.

-Cariño, es mejor uno del 70's. Mira...-. Aquí vamos la historia del vino que papá se sabe de memoria igual que yo.

Ignoro la charla de vinos y sus años de antigüedad y volteo en busca de los vinos que me gustan, los dulces, los que dejan el paladar pegajoso. Yei me molesta diciendo que parezco una quinceañera tomando de esos vinos, pero no me importa, es mejor que esa caña podrida que sirven para el brindis. Camino al estante donde están las marquillas de manzana, cereza y uva, que son los sabores dulces de los vinos. Repaso con el dedo las marcas de los vinos y leo la cantidad de alcohol y el sabor que tienen. Mi dedo se detiene en una marquilla que se me hace conocida. Varsella cereza, el vino que probé con Joon una vez en su apartamento, fue una de las tantas veces que platicamos ahí. Ese día bebíamos y leíamos a Dante y sus nueve círculos del infierno, la película de Ángeles y Demonios había sido el tema central y él saco el libro de Dante, una copia que obtuvo de la Universidad de Harvard, gracias a su profesor de instituto del último año. El vino tenía un sabor exquisito y nos duró toda la conversación.

Agarro la botella y luego de verificar que no es caro, lo pego a mi pecho y regreso a la sección educativa de los vinos. Caminando y viendo la marquilla y recordando las palabras de Joon al probar el vino, una pregunta se coló en mi cabeza, ¿Qué estará haciendo? ¿Habrá ido con sus padres? ¿Estará solo en el apartamento? ¡Arg! Sí tan solo le hubiera pedido el número a Yoongi, quizás podría tener respuestas a las preguntas, pero ¡no! Tengo que esperar hasta que regrese a Seúl.

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El tema de Discovery Channel pasa mucho en mi familia, cuando se abre un tema de conversación dicen "Según la Discovery" y todos dan credibilidad.

¡En fin! Eso es todo por hoy de ZoexJoon...hay que pensar un nombre para esta pareja; quiero ver su creatividad.

Hasta la próxima, nos leemos después. Los quiero.

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