CUARTO
Los siguientes tres meses se pasaron en un abrir y cerrar de ojos. ¡¿Cómo es posible que estemos a poco de las vísperas navideñas?! Ni siquiera tengo retentiva de lo que fue la semana de descanso en la casa de mis padres, esos momentos de felicidad extrema en el sofá en medio de mis padres mientras criticamos alguna película basada en hechos reales o de superación personal, parecen que fueron en cuestión de segundos.
Logré -¡por fin!- tener una pijamada con mi hermano Yei. Estuvo llamándome por tanto tiempo, que creí mi celular iba a quemarse de tantas llamadas perdidas. Organice mi agenda y con promesas de más horas extras sin paga, a mi jefa, conseguí un día libre para poder verme con él. Fue un fin de semana para que no tuviera problemas en su trabajo de contaduría. Hablamos hasta que la lengua se nos entumeció, los parpados se nos cerraron y nos rendimos al sueño.
Yei tiene 35 años, un hombre ejemplar, respetuoso, educado, amable, de gran corazón como nuestro padre. Sobreprotector, histérico e impulsivo. Cuando estábamos en la escuela, no regresaba a la casa sino era conmigo, busque muchas excusas con los profesores para que él dejara de hacerme guardia y que se regresara soló, pero nada funciono, respondía que tenía tiempo de sobra para esperarme. Lo peor era que sus amigos siempre tenían un juego en mente, ping pong, basket, o futbol y lo entretenían hasta que me veían asomar la cabeza, muchas veces tuve que esperar a que su encuentro terminara para regresarnos.
Siempre estuvo cuidando de mi, aún lo hace, y aunque me hace sentir una inmadura, le agradezco que se preocupe por mi, pero desearía que no fuera extremista; en especial si se trata de las relaciones amorosas.
Cuando lleve a Jin a casa, que fue por desgracia, el primero novio que presente formalmente. Yei se puso a la defensiva, hizo preguntas incomodas y me sentí de muerte con sus amenazas camufladas entre bromas que no me hacían ninguna gracia. ¡Cuán arrepentida estoy de haberlo ignorado!
–No te conviene. Me da mala espina–.
Como Yei decía eso de cada hombre que se me acercaba, lo ignore y hasta llegamos a discutir tan fuerte que mamá tuvo que interferir con su voz de mando para callarnos. Ahora sé, que el sexto sentido de Yei, puede que tenga cierto porcentaje de acertar.
Nos pedimos perdón por cosas del pasado y renovamos nuestras promesas de niños, como por ejemplo, estar juntos así tengamos nuestras familias, visitar a nuestros padres seguido y hacer más pijamadas de hermanos. Lo quiero y sé que él a mí también, nuestra relación de hermanos es más allá de las peleas y los gustos diferentes. Mi hermano mayor es una de las tantas cosas que les agradezco desde el corazón a mis padres. ¡Gracias mamá por no planificar!
En estos tres meses, volví a salir con Nam Joon. Estuvimos en parques, en bares, en el cine y en las bibliotecas. Entre semana no nos veíamos más que para ir al trabajo o por suerte al llegar después de una jornada de arduo trabajo. Los saludos básicos y no más. Pero al llegar el fin de semana –si teníamos tiempo, porque yo tuve que trabajar sábados y hasta domingos y él también- pasaba por mi apartamento, no ha entrado hasta ahora, yo no lo he invitado y él no ha pedido pasar, así que hablamos afuera, tampoco es mucho, solo para preguntar algo o saber si iremos por ahí a matar el tiempo.
Creo que puedo decir con más confianza, que estamos solidificando una buena amistad. En tres meses ya sé cosas de su familia, de su trabajo, de sus compañeros, de su día a día, lo que le aburre, lo que le gusta, lo que detesta, lo que quiere en el futuro. Casi fue como un libro abierto para mi. Y lo mismo es con él, obvio me he guardado cosas íntimas como mis fracasos amorosos y esas cosas que creo que él también omitió porque hasta ahora no lo he escuchado hablar de una novia o de relaciones amorosas, concluyendo que no tiene a nadie y con su trabajo creen que es difícil mantener una relación. Si siendo vecinos nos vemos poco, teniendo una relación que demanda tiempo y ganas, es un total fracaso.
Con todo esto, excluyendo la parte en la que Jin me termino a principio de año, puedo decir que fue un año casi perfecto. Tengo un trabajo estable que cada día progresa, mi jefa es mi mejor amiga y compinche, tengo a mi familia gozando de muy buena salud y de regalo anticipado un amigo extra con el que puedo hablar de todo y no aburrirme en lo absoluto. No necesito una relación amorosa para ser feliz y creo que he madurado un poco este año, así que mis metas están alcanzadas.
–Zoe, la jefa te necesita–. Moon, un compañero de trabajo me avisa que no he escuchado el teléfono por andar vagando en mis pensamientos.
Levanto la mirada a la oficina de mi jefa y ella tiene una mano en la cintura en forma de jarra y me está llamando con la mirada.
–Gracias. Iré de inmediato–. Él hace un Ok con los dedos y regresa a su puesto.
Pongo el archivo de salones matrimoniales, en la mesa, que tengo en la mano y voy hasta a su oficina para saber que de nuevo hay para continuar trabajando. Es temporada de matrimonios, primeras comuniones, productos en lanzamiento y los pedidos no hacen esperar.
Toco el marco de la puerta y ella sonríe, asiente y me invita a tomar asiento.
–¿Para que soy buena? –.
–Para mucho. Tengo tres eventos agendados para ti. Una graduación de ingenieros, una fiesta de comensales y una fiesta de celebración–. Pone las tres carpetas frente a mí y les ojeo, son eventos sencillos, pero apenas veo las fechas, entiendo porque me las cedió. Están muy encima y necesitan de mi poder de convencimiento para poder tener todo lo necesario y que sea un evento exitoso.
–Esto es una misión suicida–. Comento. Mi jefa sabe cómo explotar mis talentos.
–Para ti será como pan comido. Confió en tus habilidades–.
–Quiero un aumento de sueldo–. Demando disimulando hablar en serio.
–Lo tendrás, junto a un sentimiento de culpa por dejar todas estas personas sin empleo–.
–Tramposa–.
–Soy sincera, por eso soy tu amiga y tu jefa–.
–Renunciare–. La reto con la mirada.
–Hazlo, eso no quitara que vayamos a la quiebra–. Saca sus dotes de manipuladora que en ocasiones nombro recordándole que por eso tiene de esposo a Jong.
–Entonces admites que sin mí, no hay empresa–.
–Nunca lo he negado. Eres una pieza clave en toda esta mafia de horas extras–. Eso lo dijo más por ser cortes que por otra cosa.
Salgo de su oficina con poder y gracia. Sé que es gracias a todas estas personas que están frente a sus computadoras y pegados a sus teléfonos, que la empresa ha surgido. Mi esfuerzo no sería suficiente para hacerla tan reconocida.
Me siento en mi puesto y desparramo las tres carpetas. Las tres tienen fechas casi seguidas y dos escogieron el mismo lugar, la fiesta para los graduados y la de los comensales. Agarro la carpeta del evento más sencillo para sacarlo rápido y dedicarme de lleno a los pesos pesados. Se trata de una fiesta para celebrar una premiación, el hijo de la clienta gano un premio internacional a la mejor danza urbana, suena a de alto rango. Grabo el número y marco para pactar una cita, como la fecha que pidió esta pronta entre más rápido decidamos los detalles, mejor.
La mujer me cita en la noche en un café al otro lado de la cuidad, cerca de mi ciudad natal Hong-Dae donde me gradué de comunicadora social. Los recuerdos me invaden de mis años universitarios, profesores amargos que se desquitaban con tus calificaciones, estudiantes promedios con dotes de millonarios, clases infinitas sobre la historia y como llegamos a ser la civilización que somos, e infinidad de sucesos.
Antes de reunirme con ella, dejo agendada las citas con los otros dos eventos, queda para la siguiente semana puesto que hoy es jueves y ninguno tiene tiempo para el fin de semana. Visito la oficina de correos para recoger las telas que pedimos de Australia y unos adornos que fueron comprados por un par de novios que se casaran al estilo árabe. A mi parecer es muy exótico y extravagante pero ellos son lo de la boda y el dinero, así que me guardo los comentarios extra de su boda árabe.
Pongo todo en orden y voy a la oficina de mi jefa para despedirme y comentarle como va su pedido de esta mañana.
–Sabía que eras mi chica. No te vayas–. Lo dice con drama.
–No quiero ser la causante de tu quiebra–. Le envió un beso al aire y me despido moviendo la mano. Me despido de mis compañeros y salgo para la cita.
Gracias a mi hermoso y maravilloso Spark, el viaje que puede ser de una hora en carretera, tarda medía hora nada más. Dentro a la provincia de Nami en Hong-Dae y los recuerdos impactan mi cerebro. Las calles, alcanzo a ver la panadería donde comíamos en los recesos con Boa, la heladería donde conocí a Jungkook, y se ve la torre con campana de la Universidad, son recuerdos nostálgicos.
Aparco frente al café donde quede de verme con la mujer, no recuerdo su apellido, su nombre es Suny, que extrañamente me suena y no sé de dónde. Llevo algunas ideas que saque en la tarde, el bolso y apago el motor.
El café es uno de los más reconocidos en la provincia, es elegante, discreto y para entrar se debe hacer recervacion. En la entrada esta un hombre con traje de pingüino que gentilmente te guía dentro del café y te hace pasar por la recepción, ahí una mujer de peinado perfecto y de traje elegante busca tu nombre y llama a un mesero para que te lleve hasta la mesa.
–¿Señora Suny? –.
–Sí. ¡Oh, por Dios que grata sorpresa! –. Me gustaría decir lo mismo al reconocerla.
–Ya ve. El mundo es un pañuelo–. ¡Dios porque me castigas! Hago una reverencia discreta y me siento frente a ella.
No entiendo porque cuando leí el nombre completo no me paso nada por la cabeza, la mujer que está enfrente, es nada más, ni nada menos que la mamá de Jeon Jung Kook, el bailarín que estaba más bueno que los omelet de queso, como dijo Boa. Y yo hablando de que el año terminaría bien, eso me pasa por adelantarme a hacer declaraciones.
Saco todas mis tácticas de discreción y disimulo para ocultar el desagrado que siento al tener que orquestar la fiesta para él y que su madre lo ponga en un altar como si fuera un santo. No es que tenga algún resentimiento con él por haber roto conmigo en la fiesta nocturna del festival cultural, ¿quien odiaría a alguien por eso?. Lo que aún me molesta, es que su madre luego de haberme tratado como la zorra más zorra de todas, hable como si nada y piense que esta todo olvidado, como mínimo una disculpa debió soltar, pero nada, ella solo se jactaba del premio de su hijo.
–Este salón es perfecto para lo que usted quiere–.
–Vamos, no me hables de usted, háblame de tu, estamos en confianza–. Un remolino en mi estómago se crea escuchándola hablar tan amable y sonrío para disimular el malestar.
–Como quieras Suny. Te decía, es pequeño, con buena iluminación y está junto al jardín que podemos usar a nuestro gusto–. Señalo cada espacio que tiene la foto del catálogo que llevo conmigo para que ella dé el visto bueno y podamos acabar con esta reunión.
–¿El jardín haría parte del lugar? –. Dice interesada sin quitar la vista de la foto.
–Exacto. Lo prestan con el lugar. Podemos hacer el recibimiento y el acto protocolario en el jardín, la comida y lo demás puede ser dentro del salón–.
–Es perfecto. Me gusta tu idea. Lo haremos de esa manera–. ¡Sí! Podre largarme de este lugar antes de que vomite.
–Bien. Enviare a tu correo los detalles para las invitaciones, nosotros entregamos el diseño y tenemos una casa de impronta, no deben preocuparse por eso. Quisiera saber si tienes algún diseño en mente–.
–No. Puedes hacerlo a tu gusto. Se ve que tienes mucha cancha en estas cosas, yo no soy muy buena para eso–.
–Está bien. Te enviare en tres días el diseño–.
Una taza de café fue suficiente para nuestra reunión. Por fortuna, ella tenía otro compromiso y no podía tardarse mucho. Salimos para despedirnos en la entrada, si mi madre me viera actuando tan gentil con ella aplaudiría y gritaría ¡Esa es mi hija. Denle un oscar!, porque la madre de Jungkook no ha notado lo terrible que me siento a su lado.
–Sabes, tenía mis dudas cuando me hablaron de esta agencia. Me da gusto saber que no me equivoque–. Sonríe de lado a lado y no puedo creer tanta cordialidad de su parte. Aun escucho todas las porquerías que me dijo esa vez.
–No te arrepentirás. Bien, no te quito más tiempo, nos vemos pronto–.
–Estaré esperando tus mensajes. Oye, espera, no te entregue una invitación–. Rebusca dentro su bolso y la detengo antes de que saque la tarjeta.
–Las reglas dicen que los organizadores deben asistir a los eventos pero no como invitados–.
–¿En serio? –. Esta sorprendida y desilusionada.
–Sí. No te preocupes. Me escapare por ratos para unirme a la fiesta–. Miento con cada musculo de mi rostro.
–Tendremos que conformarnos–. Como me gustaría no ser la organizadora para poder arruinar esa fiesta y machacar todas las ilusiones de esta madre, pero no, tengo una imagen que mantener.
– Nos vemos–. Nos despedimos de beso en la mejilla, beso que borre al subir a mi Spark.
Definitivamente debí ser la peor persona del mundo en mi vida pasada, porque solo así podría explicar tanta desgracia. ¿Tener que organizar la fiesta para un imbécil engreído como Jungkook? Quisiera que fuera una broma del destino.
Conozco la provincia y se cuáles son sus desviaciones. Existe una que es solo carretera y puedo ir a alta velocidad sin tener problemas con el tránsito. Me aventure en esa dirección y acelero a mi Spark, le quito la capota y siento el viento que se cola por mi cabello haciéndolo flotar. La libertad de andar por carretera es única. Olvido el tedioso reencuentro con la madre de Jungkook y me concentro en el ruido del motor y del viento, amo manejar en carreteras así, amo mi auto y su motor. A esto se le puede definir como el pequeño placer de la vida.
Son casi las nueve y estoy llegando al edificio. La desviación que tome me ahorro un par de minutos y no estoy tan tarde en casa. Veo la entrada del aparcamiento y en la esquina esta Nam Joon estirando el brazo para detener un taxi. Es temporada, finales de Noviembre, principios de Diciembre, para esta época los taxis trabajan por solicitud, del resto puedes morirte esperando que uno se ofrezca a hacer un trabajo.
A medida que me acerco noto que mueve sus piernas, agita las manos, se frota la cabeza, se ve... Desesperado. Es la primera vez que lo veo así. Me preocupo de inmediato y no entro al estacionamiento, avanzo hasta donde está tratando que un taxi se detenga.
–Servicio express, ¿te llevo? –. No sé a dónde quiere ir, pero parece que le urge.
Joon me mira –sí, empecé a llamarlo así, es más corto y se siente más cercano-, vacila un poco y termina subiéndose al puesto del copiloto.
–Gracias, te debo una–. Dice y estira el cinturón de seguridad para engancharlo.
–Claro. ¿A dónde vamos? –.
–Al hospital de Seul–. Lo miro sorprendida y preocupada a la vez. A simple vista no veo que este enfermo o algo por el estilo.
–Es mi hermana. Está enferma–.
Escuchar eso, hizo que mi pie pisara a fondo el acelerador, se trataba de algo grave, podía entender porque su aspecto pálido y su nerviosismo, su hermana esta o va camino al hospital.
–¿Qué paso? –. Pregunto mientras esquivo el tráfico.
–Parece que esta intoxicada, creo que comió algo a lo que es alérgica–. Responde preocupado.
Es grave, por su expresión, es muy delicado. Doy una curva agresiva y acelero, rogando que ningún policía de tránsito haya visto eso.
–¿Tus padres están con ella? –.
–No. ese es el problema. Mis padres están en su segunda luna de miel y ella se quedó con su novio. Yo le insistí que se quedara conmigo, pero ella dijo que quería probar su propia libertad. Ahí están los resultados–. Creí estar escuchando hablar a mi hermano, voltee y no, era Joon. Tal parece que está en los hermanos mayores la sobreprotección.
No me gustaba que estuviera tan preocupado, su rostro se oscureció, las ojeras que disimulaba con mascarilla se pronunciaron como si le hubieran arrebatado unos años de vida. Movía sus labios y sus manos no paraban de temblar. Quería ayudarlo para que estuviera más tranquilo y no se me ocurrió nada más que llamar a una de mis cartas maestras. Si algo tiene mi familia es que somos muy unidos y estamos siempre al servicio de los nuestros, no somos la familia perfecta por las ovejas negras de cada rebaño pero tenemos fama de ser serviciales.
–Joon, toma mi celular, busca en los contactos Tío Yogi, marca y ponlo en alta voz–.
Él hace lo que le pido y sostiene el celular mientras timbra.
–¡Querubín! –- Responde la llamada.
–¡Tío Yogi! –. El tío Yogi, hermano menor de mi papá, le apodamos así porque se comporta como el oso de las caricaturas y es abrazable.
–Querubín, te extraño mucho. ¿Cuándo vas a visitarnos? –.
–Lo siento tío, el trabajo se lleva mi tiempo, ni siquiera he podido ver por más de dos semanas a mis padres–.
–Wow, entonces en verdad no has tenido tiempo–. Ambos reímos y la mirada seria de Joon me hace carraspear. No llame para hacer visita.
–Tío. ¿Estás en el hospital? –.
–Si querubín, tengo el turno de la noche–.
–Necesito tu ayuda–.
–¿Qué pasa? ¿Estás enferma? ¿Te duele algo? ¿Quieres que vaya a tu apartamento? –. Hace tantas preguntas que no me deja continuar.
–No, tranquilo. Si hay un enfermo pero no soy yo, es la hermana de un amigo–.
–Qué alivio. Cuéntame, ¿Qué tiene la chica? –.
–Está por llegar en urgencias al hospital. ¿Es mucho pedirte que te encargues de ella? –.
–No hay problema querubín, ya salgo para recibirla, ¿Cuál es su nombre? –.
Miro a Joon para que me diga el nombre.
–Kim Nyu Jon–. Gesticula en baja voz.
–Kim Nyu Jon. Su novio la está llevando–.
–Lo tengo. Me imagino que vienes para acá–.
–Sí, señor–.
–La recibiré y me marcas cuando llegues para dejarte pasar–.
–Tío, muchas gracias. Te ganaste el cielo–.
–Con el cielo no hago nada hija. Tráeme el mejor plato que sepas cocinar–.
–Trato hecho. Ya nos vemos–.
–Ok–.
Joon pone el celular en el soporte junto al radio del auto. Tiene la boca ligeramente abierta y parpadea mientras me ve.
–¿Qué? –. Pregunto mirándolo sin perder de vista la vía.
–¿Tienes un tío medico? –.
–Así parece, ¿Por qué? –.
–Estás agrandando mi deuda contigo–.
–El libro que estudias tiene más de cien recetas–.
Sonríe y lo siento más tranquilo, lo que me alivia, porque creí que tendría un colapso en el auto y serían dos los enfermos.
Al llegar le digo que se baje y me espere en la entrada mientras voy al estacionamiento, pero él se niega e insiste en acompañarme para que entremos juntos. Encuentro espacio rápido y corremos a la entrada, suerte que hoy me puse los zapatos bajos. Llamo a mi tío y él dice que pasemos a la sala de procedimientos para que esperemos por él. Joon está muy preocupado, no puede disimularlo. Lo tomo del antebrazo para que nos sentemos en las bancas que están unidas de a tres, se sienta y todo su cuerpo se mueve, la incertidumbre de no saber que tiene su hermanita lo está controlando.
Yo no sé qué hacer, la última vez que estuve en un hospital fue de visita y no tenía que esperar reportes médicos. Fue cuando Jong enfermo y tuvo que ser internado una semana, mi jefa me dejo a cargo y aparte de tener que llevarle listados para firmar, visitaba al enfermo. Pero estar de este lado es horrible, la angustia y la incertidumbre acaba con la paciencia de cualquiera.
Instintivamente o por impulso, como sea que haya sido, mi mano se deslizo y se posó sobre su pierna que no dejaba de moverse hasta que hice ese movimiento. Cuando reaccione era tarde, ya estaba hecho. Automáticamente él dejo de temblar y volteo a verme, forme mi mejor sonrisa queriendo darle ánimo sin usar palabras.
–Mi tío la cuidara–.
Asiente y nuevamente trata de relajarse. Recarga la espalda hacía atrás, levanta la cabeza y cierra los ojos, se ve cansado, quizás no ha dormido bien y con esto, dudo que lo haga.
Nos quedamos en silencio, se escuchaba las voces de los pacientes y los enfermeros, los instrumentos metálicos, las maquinas, los teclados de las enfermeras, en urgencias son muy activos.
Pasan los minutos y Joon no volvió a temblar como gelatina, mi mano se desliza y se aparta de su pierna, tuve oportunidad de tocar su musculo y tiene una buena pierna que oculta tras sus pantalones sueltos.
De una sala que tiene de letrero procedimientos aparece mi tío que al verme se acerca a nosotros trayendo detrás a un chico que deduzco por la edad, es el novio de la hermana de Joon.
–Querubín–. Viene hacía a mí con los brazos abiertos.
Me pongo de pie y correspondo su abrazo, hace mucho tiempo no nos vemos y aunque las circunstancias son de este tipo es bueno saber que esta saludable.
–Tío Yogi, gracias–. Nos separamos.
Joon se pone de pie para saludar y yo debo hacer las presentaciones.
–Tío Yogi, él es mi amigo Nam Joon. Joon, él es mi tío–. Estrechan sus manos y asienten.
–Un gusto–. Dicen al tiempo.
Yo miro de reojo al chico que parece escudarse detrás de mi tío, este se da cuenta y le da paso. Joon lo ve entornando los ojos como si quisiera matarlo de un golpe.
–Doctor, ¿Cómo está mi hermana? –.
–Fuera de peligro–. Responde mi tío adoptando su papel de médico. –Ingirió algo que estaba en descomposición y fue el causante del episodio de ardor y del vomito. Tendrá que quedarse hasta mañana mientras el antibiótico hace su trabajo y vemos cómo evoluciona, si todo sale bien, se puede ir sin problemas–.
–¿Puede entrar a verla? –. Pregunte por Joon.
–Precisamente venía a eso. Ella quiere verte–. Le dice a Joon que se ve mucho más tranquilo ahora.
–¿Puedo verla ahora? –. Joon está ansioso por entrar y verificar que realmente está bien.
–Sí. Entra en la sala, ella está al costado derecho–.
–Muchas gracias–. Hace una reverencia.
–En un rato regreso–. Me dice en baja voz cuando pasa por mi lado.
Diferente a lo que hace cuando pasa por el lado del chico desconocido para mí, Joon le dio un empujón que se vio inocente con el hombro, pero comprobó lo que yo pensaba. Joon culpa a este chico de que estemos aquí. De paso, no le agrada y se ve desde lejos.
–Querubín, voy a revisar otros pacientes. ¿Quieres que consiga comida para ti? –.
–No, gracias tío. Estoy bien–. Asiente y me da un beso en la frente.
–Me llamas si necesitan algo–.
–Sí, señor–.
Mi tío se pierde en la sala de urgencias, dejándonos al chico con la cabeza agachada y a mí, en la sala de espera. Toso para que dé señales pero no se mueve de su posición, entonces camino y vuelvo a sentarme, él me imita y se sienta a mi lado, todavía con la cabeza agachada.
–¿Vas a decirme que paso? –. No lo conozco pero le estoy hablando como una madre decepcionada.
–Estábamos jugando a verdad o reto, todo iba bien hasta que le toco reto, se me ocurrió decirle que se bebiera una caja de leche que tenía en la nevera y estaba vencida. Creí que no lo haría, Nyu es muy asquienta. En menos de nada, se paró, abrió la nevera y se tomó toda la leche. Empezó a quejarse que le dolía el estómago, vómito y me asuste. Soy hijo único, nunca tuve que cuidar personas enfermas–. Estaba arrepentido y se había dado cuenta de la estupidez que había cometido. Solo a él se le ocurre semejante castigo para un juego tan inocente como verdad o reto, ¿y ella? ¿A quién quería impresionar? Los niños de hoy en día no piensan, ni razonan, se mandan de cabeza a sus impulsos sin medir las consecuencias.
–Ustedes dos, ¿no se llevan bien? –. Sé que es imprudente preguntar eso, pero tengo curiosidad.
–¿Hablas de su hermano? –. Asiento. – Él me odia. Desde que nos hicimos novios. Trate de caerle bien, pero no resulto–. Parece cansando, resignado. Ya acepto que Joon jamás lo verá con buenos ojos.
Eso me hizo pensar en algo, la faceta que conozco de Joon es amable, compresiva y educada, no sé nada de esa parte salvaje que todos tenemos dentro, no lo he visto molesto, o furioso por algo y me causo más curiosidad. Cuando se trataba de Nam Joon, era así, todo en él era un misterio para mí, y poco a poco iba descubriendo.
Escuchando al novio de Nyu, no es tan serio el asunto. El problema de este chico es que intento ganarse la empatía de Joon y ese es un error garrafal, porque inspira desconfianza. Debe ser él y comportarse como tal, mostrar porque ella lo escogió como novio. Aun así, no le dije nada porque no es de incumbencia, los problemas de familia, se arreglan entre familia, y yo, no entro en ese costal.
El novio de Nyu y yo hablamos un poco más sobre su relación, él parece realmente involucrado con ella y desea que todos se lleven bien, por el bien de Nyu, algo que pareció muy bueno porque demuestra que le importa lo que ella piensa y sienta; es de ese 10% de los novios que se preocupan por esos detalles.
El tiempo pasó y el cansancio me atacaba, los parpados me pesaban. Joon no había salido de la habitación y yo me sentía exhausta. Me recargue en el espaldar de la banca y los ojos se me cerraban. Tenía sueño, y tenía que madrugar, pero no podía dejar votado a Joon en estos momentos. Finalmente el sueño me venció y caí profunda en la banca.
–Zoe–. Escucho que me llaman. –Zoe, despierta–. Alguien me sacude.
–Cinco minutos más–. Musito con flojera.
–Zoe, ven, despierta–. La voz es más clara y reconozco el tono de Joon.
Abro los ojos de golpe y me ubico geográficamente. Estoy en el hospital donde trabaja el tío Yogi, me quede dormida. Rápidamente limpio la baba que sale de la esquina de mi boca, parpadeo y salgo del sueño.
–Joon... ¿Cómo está? –. Estiro los brazos y bostezo.
–Se quedó dormida–. Se sienta a mi lado. Su tierna mirada esta posada en mí, se ve cansado y somnoliento.
–Eso es bueno. Seguro mañana le darán salida–. Dormir en una banca es horrible, el cuerpo se me entumeció y tengo que hacer movimientos en círculos para quitarme la tensión.
–Te ves cansada–. Dice en un tono bajo y dulce.
–Tú también–. Sonrió.
Joon alza su mano y acomoda el cabello que tengo en mi rostro detrás de mí oreja, estoy tan adormilada que no le impido que lo haga, el cansancio es más fuerte que yo, pero si me sorprendió ese gesto.
–¿Dónde está tu cuñado? –. Pregunto al notar que no está cerca.
–No es mi cuñado y él ya se fue–.
–Es el novio de tu hermana, es tu cuñado–.
–Él no es nada mío–. Dice enfadado.
–Pues lo siento por ti, porque él la quiere y está muy enamorado de ella–. Por alguna razón escucharlo a la defensiva me saco de mis casillas.
Entorna la mirada y del dulce Joon no queda nada.
–Ni siquiera lo conoces y ya lo estás defendiendo–. Suelta resoplando.
–Él me conto muchas cosas de su relación. No lo estoy defendiendo, solo digo que se ven enamorados. Además no creo que le haga daño a tu hermana–.
Joon refunfuña y esta vez esta iracundo, creo que dije algo que no debía, pero es la verdad y no veo porque deba callarme.
–¿Has visto en dónde estamos? ¡Mi hermana está en esa sala por un estúpido juego! Él era responsable de ella, ¿y todavía me dices que no la lastimara? –. Ok. Está pasando a otro nivel, esta sulfurado, levanta la voz importándole poco o nada que estamos en el hospital y sus ojos irradian furia.
–Digamos que tienes razón. Vale, pero Joon, tu hermana está en edad para decidir por sí misma y asumir esa responsabilidad. La estás tratando como a una niña ingenua y de eso no tiene ni un pelo–. Sé que me estoy pasando de la raya. Él debe entender lo que a mi hermano le cuesta, su papel de hermanos mayores los hace ciegos y les hace olvidar que para aprender hay que estrellarse.
De golpe está de pie y con una mano en la cintura. Resopla, chasquea y me mira.
–No tienes autoridad para decir eso. Es más, ni siquiera debería estar hablando contigo de esto, es entre mi familia y yo, tu eres una agregada–. Eso me dolió, tiene razón, pero me dolió.
–¡Tienes TODA la razón! Perdona por no haber entrado al estacionamiento y haberte traído hasta aquí para que vieras a tu hermana. Es que a veces no pienso lo que hago. Tranquilo, no volverá a pasar–. Exploté. Sí este es el Joon molesto y ofuscado es una persona horrible que le gusta herir a los demás.
Saco del bolsillo del pantalón la tarjeta que me dio mi tío, y la dejo en la banca.
–Este es el número de mi tío, llámale si surge algo. Suerte con tu vida–. Doy media vuelta, tengo mucho por decirle, pero solo me regreso para agregar una cosa. – Ah, y si no cambias esa actitud, tu hermana seguirá eligiendo a un extraño antes que a ti, porque no le estás dando confianza, la estas acaparando y ahogando–. La estocada final y salgo como alma que lleva el diablo, bufando y alegando conmigo misma por pasarme de buena gente con todo el mundo, cuando en verdad, nadie valora eso.
Voy al estacionamiento, enciendo el Spark y le doy a todo lo que da. Estoy enojada, al punto que me voy por una carretera donde normalmente hacen carreras de motos y es desolada, si no descargo mi irá, mañana despertare con nudos hasta en el trasero.
Todo este tiempo he querido ser de ayuda para él y jamás tuve la más mínima intención de inmiscuirme en su vida. No me parece justo que me pague de este modo y no le permitiré que me trate así, somos amigos y no le da derecho de ser tan duro y cruel.
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OK....Escucho sus exclamaciones...¡vamos digan algo de Jungkook! jajajajaja
Bueno, alguien por ahí sabe que siempre he visto con ojos de codicia a Nam y a Jungkook....*era secreto de estado para Jhope*
Besos y recuerden darnos amor y comentar que tal les parece.
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