Padre
A mi viejo
Viejo, usted y yo somos
una dictadura revolucionaria,
un debate por los años,
este amor sin desgaste.
Mis logros, tus sacrificios;
mi felicidad, las tuyas;
un dolor, un calvario que compartimos;
nuestras peleas, limón en las heridas.
Nuestra tertulia infinita, viejo,
las pasiones que celebramos y sufrimos.
Viejo, yo feliz de ser tu hijo.
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