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—¡Yoon, ¿qué haces?! —soltó las bolsas de la compra que llevaba entre sus manos y corrió hacia el omega que se tambaleaba sobre una silla.

—¡Alfa! ¿qué sucede contigo? solo estaba limpiando un poco —Yoongi se bajó de la superficie, llevó ambas manos a su vientre, que para ese punto ya se notaba demasiado, y lo miró con el ceño fruncido.

—El doctor dijo que nada de esfuerzos, llego y lo primero que veo es a mi bonito omega embarazo haciendo equilibrio sobre una silla que apenas puede con su peso...

—¡¿Acabas de decirme pesado?! —gruñó antes de enseñarle los colmillos.

—No, dulce, no es lo que quise decir...

—Pues lo dijiste. ¿Sabes qué? vete a la mierda, Jimin.

Y dicho eso, le aventó el paño que estaba utilizando para quitar el polvo de la estantería y corrió a encerrarse en la habitación principal.

Jimin llevó ambas manos a sus ojos, fregando en un vil intento de empujar lejos el enojo que crecía dentro de su pecho. Podía sentir todas las emociones de Yoongi por medio del lazo, desde enojo hasta tristeza y rabia. No quiso tratarlo de esa manera ni elevar la voz, simplemente se asustó demasiado.

Los seis meses de gestación estaban a punto de cumplirse. Los cachorros crecían a gran velocidad y el cuerpo de Yoongi estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano al adaptarse a tantos cambios, incluso con los antecedentes que los supresores habían dejado. Sin embargo, el omega parecía no notarlo haciendo todas las cosas que Jungkook le había prohibido.

Jimin estaba cansado de intentar hacerlo entrar en razón, terminaban discutiendo, alzando la voz y huyendo. Sumado a todo esto, los cambios de humor que conllevaban un embarazo normal no estaban facilitando las cosas.

Respiró hondo, empujó los sentimientos negativos al fondo de su pecho y se encaminó a la habitación. Golpeó dos veces la puerta y al no recibir respuesta intentó girar el pomo, pero se encontró con que esta estaba bloqueada.

—Omega, abre la puerta, ¿sí? hablemos...

—¡No quiero hablar contigo! vete.

—Yoonie, le hace mal a los cachorros esta clase de situaciones. Por favor, dulce, no quería insultarte— rogó, pero solo obtuvo silencio a cambio— ¿sabes qué? bien, ¿quieres quedarte ahí todo el día y no volver a dirigirme la palabra? hazlo. Estaré en la cocina por si decides cambiar de opinión.

Y dicho esto, se dio media vuelta y regresó a la entrada del departamento. Juntó las bolsas del suelo y se encaminó a la cocina, esperando que la preparación de la cena lo distrajera lo suficiente.

Yoongi no apareció hasta dos horas después. Tenía los ojitos hinchados de tanto llorar, el cabello revuelto y una fina capa de feromonas desoladas danzaba a su alrededor. Jadeó en alto cuando divisó las lágrimas secas en las mejillas de su alfa. Jimin pocas veces lloraba y odiaba que una de las razones fuera él.

Sin poder ignorar más lo que su lobo clamaba dentro de su pecho desde que la pelea había comenzado, corrió hasta el alfa y se fundió entre sus brazos. Jimkn alejó el cuchillo para evitar accidentes y de igual manera apretó sus brazos en la cintura contraria.

—Lo siento mucho, alfa, no quise reaccionar así —murmuró amortiguado por el pecho contrario.

—Lo sé, amor, lo sé, pero no podemos seguir así. Mi lobo duele.

—El mío también.

—Entonces ya no nos gritemos más, ¿de acuerdo? sabes que para mí eres y serás siempre el omega más hermoso del mundo. Mi deber es cuidarte, a ti y a los cachorros, y si lo primero que veo al entrar a casa es a un pequeño revoltoso haciendo equilibrio en una silla cuando el médico dijo estrictamente que debía hacer reposo, ¿Cómo crees que reaccionaria? Acepto que no fue la manera adecuada y prometo no elevar la voz la próxima vez.

—Y yo prometo hacer lo que Jungkook dijo, pero es que ¡me aburro tanto!

Jimin rio ante el quejido de su omega. Él entendía, pero no había otra cosa que hacer. En busca de distraerlo y mejorar un poco la situación, besó los labios delgaditos con cariño y paciencia. Yoongi no perdió tiempo en aferrarse a él y seguirle el ritmo, sin embargo, tenían un almuerzo por delante.

—¿Qué compraste, alfa? —inquirió luego mientras revisaba los estantes.

—Huevos, verduras, cereal, algo de pescado y carne... varias cosas.

—Ya te imagino preparándoles la papilla a los cachorros, luego el almuerzo del colegio, la cena... serás un gran padre.

—Y tú la mejor mamá, amor.

Se sonrieron mutuamente, sabiendo que todo descontento había quedado atrás. Trabajarían en su forma de reaccionar y discutir las cosas, pero sus lobos siempre los mantendrían unidos. Para nada querían que sus cachorros crecieran en una familia disfuncional, con gritos y peleas de por medio, por lo que tenían que aprender a dejar sus fantasmas de la crianza detrás y concentrarse en el ahora.

Yoongi había empezado a tratarse con su psicóloga de manera virtual. Tenían sesiones de una hora por semana por medio de videollamadas. En ese tiempo, Jimin salía del departamento. A veces aprovechaba a hacer la despensa, correr un poco por el parque principal o entrenar; buscando darle a su omega toda la privacidad que merecía para poder desenvolverse con naturalidad. Si bien ellos se contaban absolutamente todo, a sabiendas de que la comunicación era lo primordial, había cosas que debían ser tratadas sin intervención del otro. Gracias a esto, Yoongi estaba obteniendo herramientas para una crianza respetuosa y afectiva con sus hijos. En un principio temió repetir el mismo patrón de sus padres, pero su psicóloga le recordó que el estar ocupándose de eso ya era suficiente para saber que las cosas serían diferentes.

—¿Qué te gustaría que sean? —preguntó Yoongi mientras tragaba a grandes cucharadas la sopa de verduras y salsa boloñesa que su alfa le había preparado en medio de muecas disgustadas.

—¿A qué te refieres? —Jimin frunció el ceño sin entender del todo la pregunta.

—Su casta...

De un momento a otro la atmosfera se torno oscura, gris, como si sentimientos sin resolver estuvieran resurgiendo hacia la superficie. Los aromas se mezclaron, sin embargo, no formaron la típica esencia deliciosa y dulce, esta era amarga y un tanto picante.

—¿Por qué preguntas, dulce? realmente no me importaría mientras sean sanos y felices —

—Bueno, yo... no lo sé, solo pensé que...

La respiración de Jimin se aceleró, enviando una ola de incomodidad por el lazo que los unía. El lobo en su interior gruñó potente, cohibiendo un tanto al lobito de Yoongi.

—¿Pensaste que no querría a mis cachorros por su casta? —infló su pecho en una honda respiración intentando calmarse cuando divisó a su omega abrazándose a sí mismo y temblando levemente— Ven aquí, amor.

Yoongi no tardó en ponerse de pie lo más rápido que su pancita le permitía y corrió a refugiarse entre los fuertes brazos. Se acurrucó antes de soltar un par de gimoteos, fregandose en busca de marcar a su alfa con su aroma.

—Es que... es que... —tartamudeó— mi papá no me quería, alfa, me odió desde que supo que sería un omega y yo no quiero eso para mis bebés. Son mis cachorritos...

Y luego de esa declaración todo cobró sentido en la cabeza del rizado. No había sido un ataque directo ni algún tipo de cuestionamiento, más bien era su omega autoprotegiéndose y cuidando de sus bebés. En cierto punto le dolió que Yoongi viera al maldito de su progenitor reflejado en él, pero en el fondo lograba comprender la relación. Ambos eran alfas y el que se supone debió de amarlo y protegerlo desde siempre le había fallado.

—Tranquilo, Gi, respira conmigo ¿bien? —conectó sus miradas y practicó los ejercicios de respiración, pero al ver que no funcionaban tomó una de las pequeñas maños y la posicionó sobre su diafragma— ¿lo sientes? bien, copia los movimientos, amor, tú puedes.

Un par de minutos fueron suficientes para que el agente más pequeño se calmara aunque los espasmos no abandonaron su cuerpo del todo. Jimin besó sobre su marca y lo marcó con su aroma, dándole el conforte que buscaba.

—No tienes que dudar de mi, dulce, tanto tú como mis cachorros son lo mejor que me pudo haber pasado en la vida. No soy como ese hombre, ¿de acuerdo? los amaré sin importar si son alfas, omegas o betas porque son mi descendencia, nuestros. Los protegeré de cualquier imbécil que quiera pasarse de listo y luego lo detendré —Yoongi rio levemente por el último comentario, pero no lo negó. No por nada eran agentes del FBI y la discriminación por casta era un delito hace tiempo.

—¿Lo prometes, alfa?

—Lo prometo, mi amor. ¿Confías en mí?

—Siempre confio en ti, tonto. Lamento la forma en la que me puse y el haber dudado de ti, no lo mereces... —Yoongi bajó la mirada y suspiró— tal vez no tengo el tema tan superado como pensaba.

—Tranquilo, estás trabajando para hacer y eso es lo importante. Nuestros hijos tendrán a la mejor mamá del mundo. Les enseñarás a ser fuertes, valientes, a amarse a si mismo y patear el trasero de quien sea que quiera molestarlos.

Yoongi esta vez si soltó una carcajada siendo seguido por su alfa. Ambos se rieron, besaron y amaron entre los brazos del otro. Definitivamente Jimin no era como el idiota que en algún momento llamó padre y sin lugar a dudas el patrón no se repetiría.

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