☕️ 35

—¡Jimin!, ¿qué carajos?

El alfa frunció el ceño ante el repentino grito de su omega. Le extrañó, dado que Yoongi no solía alzar la voz con él y mucho menos maldecir.

—¿Gi, amor? ¿qué sucede?

Fue a su encuentro rápidamente cuando el lazo le transmitió nerviosismo y enojo naciente.

Encontró al castaño de pie frente a la mesa de la cocina, con una bata que había empezado a utilizar para aplacar el frío y los brazos cruzados sobre el pecho. Desprendía un aroma avainillado picante, espeso, como si quisiera saltarle a la yugular en el primer movimiento.

—¿Acaso no ves esto? —señaló delante suyo, justo sobre el lugar dónde solía comer.

—No, dulce, no sé a qué te refieres —frunció el ceño mientras escaneaba con rapidez la superficie en busca de alguna deficiencia.

—¡Dejaste todo lleno de migajas, alfa! —bufó exasperado— ¿no te dije que debías limpiar cuando terminaras de desayunar?

Siguió con la mirada al colérico omega que caminaba de un lado a otro con un trapo en la mano y pasos furiosos. Estaba estupefacto. Sí, admite que olvidó por completo limpiar la mesa, pero era algo que se podía arreglar con un simple comentario o llamado de atención, justo como solían hacerlo, pero no, Yoongi estalló de un momento a otro.

—¡Todo debo hacerlo yo! todo, todo... aquí, limpiar y ordenar, en el cuartel, el maldito papeleo y controlar a los alfas idiotas que creen que tienen más autoridad que yo. ¡Estoy harto!

Y eso fue suficiente. Se desplazó a grandes zancadas hasta quedar delante del pequeño hombrecito. Envolvió sus brazos con fuerza y lo apretó contra su pecho, llenándolo al mismo tiempo de fuertes feromonas posesivas.

Yoongi al principio luchó un poco por separarse, pero terminó rindiéndose cuando aceptó lo mucho que necesitaba ese abrazo. Se aferró con sus pequeñas manitos a la espalda ancha y suspiró en un vil intento de contener el llanto que se avecinaba.

—Ya está, Gi... tranquilo —murmuró entre sus cabellos para luego besar la bonita marca— debes relajarte un poco, ¿está bien? lamento mucho haber olvidado limpiar las migajas, prometo prestar más atención la próxima vez, pero tampoco puedes exaltarte de esa forma.

Lo sintió olisquear en su cuello en busca de más aroma, por lo que liberó un poco más para lograr terminar de relajarlo del todo. Fue esa acción, cree el alfa, la que desató el llanto del pequeño agente.

El lobo de Jimin estaba vuelto loco dentro de su pecho al sentir los espasmos y gimoteos de Yoongi. Realmente no sabía que sucedía y necesitaba que las cosas se calmaran en ese mismo instante.

—Lamento haberte gritado... —murmuró Yoongi entre sollozos mientras se limpiaba la nariz con una de las mangas de la bata— no sé que sucede, alfa...

—Ya no llores, omega, te prometo que todo estará bien. No estoy enfadado.

—Es que... —sorbió su nariz y continuó— me enojo, grito, y después eso me hace sentir tan mal.

—Lo sé, cariño —acarició sus mejillas antes de besar la punta de su nariz— Ahora relájate, ve al nido en lo que termino aquí y luego podemos ver una película o algo así.

—Está bien, alfa.

Negó con una sonrisita de lado cuando lo divisó corretear por el pasillo que conectaba las habitación. Sin embargo, un pequeño nudo se instaló en su garganta por lo ocurrido. ¿Qué le estaba sucediendo a su omega?

Algo parecido a la escena de hace un par de días volvió a desarrollarse poco después.

Jimin levantó la mirada extrañado cuando el lazo tiró con fuerza. Preocupado por que le ocurriera algo a su pequeño omega, se levantó de golpe y abandonó su propia oficina.

Siguiendo los gritos, llegó al patio trasero del cuartel. Allí solían realizar sus entrenamientos diarios, exámenes de aptitud física, descanso, entre otros. Lo que le pareció sumamente extraño era que no solían salir en invierno, simplemente lo justo y necesario. Sin embargo, ahora se topó con un grupo de agentes uniformados, todos gritando y aclamando por algo, o más bien, alguien.

Se abrió paso a empujones y gruñidos y lo que vio lo dejó estupefacto. Yoongi, su dulce omega, estaba en el medio del círculo reduciendo a un alfa, que prácticamente le doblaba el tamaño, contra el suelo. Tenía un de sus brazos doblados de una manera extraña sacandole gruñidos y jadeos, mientras se mantenía sentado sobre su espalda.

—¡Tu omega vale oro, Park! —uno de sus compañeros, de nombre Yeonjun, le golpeó el pecho con emoción— ¡Vamos, Min, rompele el trasero!

—¿Qué es todo esto? —inquirió aún plasmado.

—Changkyun retó a Yoongi a una pelea y creo que el omega le traía coraje desde hace tiempo.

Todo en su mente hizo clic. El alfa que le había rotó la nariz tiempo atrás a Yoongi había regresado de su cambio de puesto y no le extrañó la intención de querer demostrar su "dominio" y "poder" nuevamente. Lo que no sabía, era que nunca podría con un agente como Park, mucho menos ahora que tenía lo afilado de su lobo dentro.

Se debatió mentalmente entre intervenir para intentar que su omega no le rompiera el brazo al maldito alfa o dejar que las cosas terminarán de desarrollarse por su propio pie. Al ver que Yoongi tenía la situación prácticamente controlada, y sabiendo que necesitaba desquitar toda esa ira y desbalance que había tenido en la última semana, decidió mantenerse en su lugar. Obviamente con un ojo sobre su chico por si necesitaba ayuda en algún momento.

—¡Suéltame, omega idiota! —gruñó Changkyun desde el suelo, a la vez que se retorcía de lado a lado intentando liberarse del agarre del hombre.

—¡No hasta que admitas que soy mejor que tú y que harás todo mi papeleo de la semana! —Yoongi apretó el agarre entre jadeos. Podía sentir sus muslos entumecidos por presionar los costados del alfa y su cadera, en dónde tenía los moretones del tratamiento, tirando; pero poco le importó.

La respiración se le entrecortó cuando las posiciones rotaron de un momento a otro, dejando esta vez a Yoongi sobre el suelo y al alfa en su espalda. Gruñó, tal vez demasiado fuerte, pero nadie pareció escucharlo.

—¡¿No que eras mejor?! —le gruñó el rubio— ¡Vamos! intenta soltarte, omega estúpido.

Yoongi gruñó y jadeó hasta que logró retorcerse, y gracias a su tamaño un poco más pequeño de lo habitual, se escabulló entre las piernas del pesado hombre. Iba a atacar de nuevo, incluso sintió sus ojitos cambiar de color levemente, cuando un gruñido potente frenó el griterío.

—¿Qué está sucediendo aquí, agentes? —gruñó de nuevo la voz de alto mando— ¿Acaso creen que estamos en un recreo escolar como para armar esta clase de disturbios? Ambos, de pie.

Tanto Yoongi como Changkyun se irguieron al ver como el círculo se abría para dar paso al jefe. Seokjin tenía el ceño fruncido y los brazos cruzados sobre el pecho, teniendo como resultado que sus músculos se remarcaran y llevándolo a lucir incluso más imponente.

—Les hice una pregunta.

—Lo siento, jefe —murmuró Yoongi con repentinas ganas de llorar.

—No me interesan sus disculpas, quedan suspendidos tres días. Vayan a sus oficinas, busquen lo necesario y lárguense. Eso sí, quiero los reportes del mes sobre mi escritorio a más tardar el viernes, ustedes verán como lo solucionan.

Seokjin tuvo que luchar contra su lobo interior cuando vio una pequeña lágrima rodar por la mejilla de su amigo y las feromonas desoladas invadirlos. No creía que el castigo fuera para una reacción de ese estilo, pero dejaría que Park se encargara. En cambio Changkyun, gruñó furioso y salió disparado.

Poco a poco los demás también copiaron su acción, demasiado asustado por recibir una represalia. Jimin, sabiendo lo que venía, abrió sus brazos de par en par y pronto sintió el peso de su omega entre ellos.

—Ya está, amor, no pasa nada. Busca tu papeleo, te ayudaré a terminarlo y yo mismo lo traeré el viernes —besó sus labios castamente para reafirmar su punto.

Sintió a Yoongi sollozar un poco, pero al mirarlo fijamente, una sonrisita adornaba las facciones contrarias.

—¡Gané, alfa! ¿viste como rompí su trasero? —rio emocionado Yoongi mientras se secaba las lágrimas.

—Pero... ¿qué? ¿no estás triste por tu suspensión?

—Sí, claramente sí, pero me pone más contento dejarle claro a ese maldito alfa quien manda aquí. Vamos, amor, busquemos mis cosas y vayamos al nido.

Jimin frunció el ceño, expresión que para ese punto ya parecía formar parte de su cara. No entendía nada los cambios de actitud y emociones de Yoongi. Un día parecía querer llorar porque uno de sus pantalones favoritos ya no le entraba y otro estaba gruñendo y atacando a quien se le pusiera enfrente. Definitivamente no iba a esperar más, mañana mismo sacaría una cita con Jungkook.

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