☕️ 13
La pequeña palma de Yoongi temblaba contra la suya. Podía sentir lo nervioso que estaba el omega y por más que era el último día que utilizaría supresores para cubrir su aroma, Jimin juraba que la inquietud rondaba en el aire
Estaban de pie frente al cuartel, sus turnos ya habían comenzado hace un par de minutos pero Yoongi no había encontrado las fuerzas para desplazarse dentro.
hoy era el día. Hoy enfrentaría el peor de sus miedos y dejaría atrás todo engaño que alguna vez fue característico. No estaba seguro de hacerlo en un principio, pero se lo había prometido a Jimin.
El alfa se puso frente a él luego de que comprobó por varios minutos que sus cuerpos no iban a ejercer movimiento alguno. Le sonrió con sus característicos hoyuelos y rodeó sus mejillas con ambas palmas.
Yoongi suspiró en alto antes de afianzar sus manos a los antebrazos y olfatear el aroma que Jimin desprendía.
—¿Estás listo? —inquirió el rizado sin soltarlo.
—Tengo miedo —solo atinó a murmurar.
—Lo sé pero no deberías. Estoy a tu lado, haremos esto juntos y por más que yo no estuviera estoy seguro que eres demasiado fuerte y valiente como para hacerlo por ti mismo, mi dulce omega.
Jimin había empezado a llamarlo de ese modo una semana atrás. Se descubrió sonrojandose y aceptando de buena manera. Todavía le dolía y costaba caer en cuenta la casta a la que en realidad pertenecía pero cuando tenía al alfa susurrándole palabras bonitas al oído y disfrutando cada vez que los supresores no corrían por su sistema, todo disgusto parecía ser menor.
Asintió lentamente antes de volver a tomar la mano de Jimin e ingresar al edificio.
Nadie allí dentro los volteó a ver, más que nada porque el aroma de Yoongi continuaba oculto y ellos dos de la mano no era algo demasiado llamativo.
El nudo en su garganta crecía a cada paso, metros los separaban de la oficina de Kim y ya sentía como el aire le faltaba.
Lo único realmente bueno que había hecho a lo largo de toda su vida había sido su carrera profesional y sentir que esta pendia de un hilo y estaba a punto de acabarse no ayudaba en nada. Quería sentirse bien por una vez en su vida, dejar de perseguirse con su casta y aceptar de una vez por todas que ese era su destino pero había muchas cosas a las que ceder de las cuales no estaba seguro poder.
Sintió un apretón en su mano por parte de Jimin, luego un beso en su frente y por último dos golpes a la puerta de roble frente a sus narices.
La voz potente de su jefe permitió el paso y Jimin le hizo los honores de abrir y arrastrarlo dentro.
—Buenos días, llegan tarde —fue lo primero que el alfa de cabello rapado les dijo.
—Sentimos eso pero necesitamos una reunión urgente —Jimin se permitió comenzar.
El alfa mayor simplemente atinó a señalar las sillas delante de su escritorio, guardó los papeles en donde estaba trabajando y fijó su mirada en ambos agentes.
—¿Cómo vas con la recuperación, Min? —se refirió.
—Bien... —Yoongi estaba tartamudeando y se golpeó en su mente por eso— es decir... excelente, sí, eso.
—¿En qué puedo ayudarlos?
Yoongi volteó su mirada hacia Jimin, el pánico extendiéndose en cada una de sus facciones. El alfa solo le sonrió suavemente y asintió.
—Verá... hay algo que debo reportar, y estoy de acuerdo si eso significa mi despido o suspensión... —comenzó Yoongi con la tensión arremolinandose en la base de su vientre— le mentí.
Kim elevó una de sus cejas pero no emitió comentario alguno, dándole pie a que continúe.
—No soy un beta, nunca lo fui... siempre utilicé supresores para ocultar mi verdadera casta —Yoongi se veía al borde de las lágrimas— ¡No fue mi intención esconderme! solo estaba tan asustado y de verdad quería ingresar al FBI, era mi sueño, y sabía que como omega no me iba a ser permitido.
El alfa mayor no dijo nada, simplemente se dedicó a estudiar al hombre frente a él. ¿Cómo nunca se dio cuenta? hombros menudos, piel suave como la porcelana, ni un poco de vello corporal y siempre tan atento y perceptivo. Por primera vez los detalles se le habían escapado.
—Está bien —fue todo lo que dijo Kim, haciendo que la mirada incrédula de ambos agente se posara sobre él.
—¿Cómo dice? —tartamudeó Yoongi mientras presionaba con un poco de fuerza la mano de Jimin.
—Que está bien... entiendo sus motivos y comprendo el porque tuvo que esconderse. Eso no significa que no deba presentar el caso frente a los altos mandos, probablemente deberá ir a una entrevista con la comisión directiva y de ahí ellos decidirán... pero puede estar seguro de que haré todo lo que esté en mis manos para intentar mantener a mi mejor agente dentro.
Yoongi juró que una pequeña sonrisa aparecía en los labios del jefe. El suspiro de alivio abandonó sus pulmones y junto a ello miles de lágrimas. Mantendría su trabajo, o por lo menos por el momento, el jefe lo apoyaba y no debería esconderse más.
JImin lo abrazó por los hombros y besó entre sus cabellos, importándole poco que el jefe estuviera observando todo.
—Eso sí, la regla de no parejas sigue manteniéndose para ustedes, a menos que... —Kim sonrió de lado.
—Lo somos —solo dijo Jimin haciendo que el alfa elevará ambas manos en el aire y riera bajito.
Todo comenzaba a acomodarse para el omega pero definitivamente no sería un camino corto.
Ahora que habían obtenido el visto nuevo por parte del jefe, debían continuar con el siguiente paso. Yoongi había prometido que se realizaría los estudios y todo lo pertinente en cuanto a su salud, es más, le había dicho a Jimin que el mismo sacarías las citas con los médicos correspondientes pero ahora parecía simplemente que todo se venía abajo. El sofá consumías sus fuerzas y lo único que quería era fundirse allí dentro y nunca más salir.
—¿Todo en orden? —Hoseok asomó su cabeza desde la cocina, en dónde se encontraba trabajando en uno de los últimos proyectos que le habían dejado en la universidad.
—No —se encogió de hombros.
El omega rubio no tardó en llegar a su lado. Se sentó y rápidamente lo envolvió en sus brazos.
—¿Puedo ayudarte en algo?
—Yo le prometí a Jimin que dejaría que me hagan las pruebas pero todo está siendo tan rápido... —se dejó envolver por el aroma de su amigo mientras sentía como levemente el conforte iba volviendo. Nunca había experimentado algo así, sabía que era común que los omegas se consolaran entre ellos pero al nunca percibirse como uno era imposible haber vivido algo así antes.
—Solo queremos que te sientas mejor, Yoon.
—Lo sé... entiendo que ambos están aquí para mí pero todo sigue siendo muy difícil, no es como que pueda forzar a mi mente a cambiar de la noche a la mañana.
—Y nadie te esta forzando a nada.
—Jimin lo hace.
Hoseok suspiró mientras lo apretaba más fuerte contra su pecho. Él estaba seguro que el alfa no presionaba a su amigo a nada, es más, lo acompañaba en todo siendo una simple presencia reconfortante pero ¿cómo hacerle entender eso a Yoongi?
—Amor, deberían conversarlo, estoy seguro que Jimin sabrá darte mejores respuestas que yo.
—Es que... no quiero decepcionarlo —suspiró sintiendo como un nudo empezaba a formarse en la base de su garganta— hace tanto por mí y siento que solo soy demasiado... estoy defectuoso y él no se merece algo así.
Ambos omegas sintieron el cambio de atmósfera. Yoongi le había dicho a Jimin que había suspendido el uso de supresores pero no era más que una mentira. Todavía no lograba acostumbrarse a su aroma, por lo que prefería esconderlo. Cuando estaba con el alfa hacía su mayor esfuerzo para actuar normal e intentaba no oler demasiado su esencia pero cuando la soledad y oscuridad de su departamento lo cubrían, dejaba toda la fachada atrás y volvía a sumirse en su miseria.
—No estás defectuoso, ¿entiendes?, solo lastimado... —Hoseok volvió a dejar un beso entre sus cabellos y se puso de pie— hazme caso, llama a Jimin. Iré por unas cosas que tiene un compañero, no demoraré demasiado pero llámame si necesitas algo.
Yoongi volvió a quedarse solo y realmente meditó lo que su amigo le había dicho. No podía hacerlo por su cuenta, por lo que se decidió a mandarle un mensaje de texto a Jimin pidiéndole que fuera al departamento. Minutos después la respuesta afirmativa llegó haciendo a su corazón acelerarse.
Los malestares no se había ido pero por lo menos descubrió que el aroma y calor de Jimin solía ayudarlo a apaciguarlos, no los eliminaba pero si los aminoraba. Se mantuvo en su lugar con la mente yendole a mil y poco después dos golpecitos a su puerta lo alertaron.
El alfa estaba detrás de ella radiante como siempre, con unos suaves pantalones holgados y una camiseta fina de algodón. Sonreía como de costumbre pero poco a poco fue desapareciendo cuando el desgastado omega se hizo presente.
—Oh, Yoonie... —murmuró antes de abrir sus brazos en una invitación silenciosa.
Yoongi no lo dudó, se lanzó a ellos sintiéndose reconfortado al instante. Gimoteó bajo, eso también era algo nuevo que solía pasar cuando los supresores dejaban de hacer efecto. Jimin lo estrechó más fuerte y liberó un poco más de sus feromonas. Eso lo hizo sentir incluso más vulnerable y no supo cuando pero sus mejillas se empaparon con gruesas lágrimas.
El alfa los dirigió dentro del departamento, se sentó en el sofá y lo acomodó en su regazo. Susurró esas palabras que sabía que tranquilizaban a su compañero y lo cubrió con su aroma.
—Mi dulce omega... ¿qué sucede? —murmuró amoroso.
—Es que... me siento tan mal. No puedo, Jimin.
—Lo has estado haciendo bien, ya sabes, paso a paso.
—Tengo miedo de ir con el doctor —jadeó mientras intentaba fundirse en el pecho del rizado.
—Lo sé pero es algo que debes hacer. Prometo estar ahí contigo.
—¿Y que hay del trabajo?
—Todo puede esperar por la salud de mi omega.
Yoongi no respondió nada simplemente llevó sus deditos hasta los rizos contrarios y los enredó allí. No dijeron nada por varios minutos hasta que Jimin intentó moverse un poco y recibió a cambios gimoteos.
—Tranquilo, solo estaba acomodandonos... no me iré a ningún lado.
—Tú... ¿podrías ayudarme a encontrar un buen médico y agendar las citas? lamento si soy demasiado molesto...
Jimin lo besó de repente, interrumpiendo por completo su discurso autodestructivo. El omega solo puedo aferrarse a cualquier muestra de afecto que se le fuera otorgada, incapaz de negar cualquier placer.
—Nada de eso, no eres molesto, y por supuesto que puedo ayudarte. Estaba esperando que lo pidieras.
Decidieron que lo mejor sería empezar con eso mañana. Por más que Yoongi quisiera nunca hacerlo, en algún momento pasaría. Jimin lo arropó en su cama, le dio un par de besos de buenas noches y luego se fue, dejando todo bien cerrado cuando estuvo seguro que Hoseok estaba en casa.
Esa noche Yoongi soñó por primera vez con cosas bonitas. Desde pequeños cachorros correteando por ahí con diminutos ricitos chocolate y sonrisitas con hoyuelos. Fue una buena noche, por primera vez en mucho tiempo.
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