Capítulo 3

—¡Lo tengo, Jen! ¡Encontré algo! —Lisa entró a su oficina de golpe luciendo demasiado entusiasmada.

—No me digas que... —jadeó mientras se ponía de pie.

—Tengo una pista que nos puede ayudar a dar con el paradero de Jungwon.

Jennie retiró rápidamente todo lo que se encontraba sobre su escritorio para dejar que Lisa apoyara el grueso archivador. Allí dentro tenían nada más que proyectos y estimaciones erróneas pero rogaba a cualquier Dios existente para que este sea el bueno.

La alfa sustrajo de dentro una bolsa de plástico sellada, en su interior un fino cabello oscuro descansaba.

—¿Un cabello? —Jennie frunció el ceño a la vez que se acercaba.

—¡Sí! Los peritos aseguran que podría ser del secuestrador.

Jennie se rascó la ceja con la punta de su dedo índice detonando inseguridad en la hipótesis que su compañera le planteaba.

Hace meses, para ser exactos alrededor de tres, habían empezado a trabajar codo a codo y resultó que eran un buen equipo, se entendían y lograban no estorbarse en la mayoría de las cosas. Lo único que tenía a Lisa completamente confundida eran las esporádicas escapadas al baño por parte de Jennie, en su mayoría al mediodía. Todavía no estaba segura de que pasaba pero intuía que tal vez la beta era de rápida digestión.

Jennie también solía enojarse demasiado o ponerse increíblemente decaída cada vez que indicio no daba buenos resultados pero, de nuevo, Lisa lo atribuyó a que su compañera se tomaba muy a pecho sus casos.

—¿Crees que un cabello nos lleve a Jungwon? —inquirió Jennie con duda.

—No solo eso, sino que también me dieron un vídeo que grabó una cámara de seguridad casi a las afueras de la ciudad. Dicen que podría tratarse del auto en dónde transportaban al omega.

Jennie está vez si se dejó iluminar apenas por la llama de la esperanza. Era algo positivo. Tenían dos pistas que si lograban combinarlas de forma adecuada las llevaría a por fin darle un desenlace a esta fatídica historia.

—Está bien... Ven aquí.

Lisa no tuvo que esperar un segundo pedido cuando ya estaba detrás de Jennie, justo a un paso de su computadora.

La pequeña mujer de ojos celestes se estremeció por completo al volver a sentir el aroma potente tan cerca suyo. La respiración se le atascó en medio del pecho y se rehusó a continuar respirando con normalidad. Creyó que hace semanas había logrado controlar todo lo que lo relacionado a la alfa le causaba pero resulta ser que no era del todo cierto.

Muy de vez en cuando, Jennie se imaginaba como sería ser envuelta por los fuertes brazos de la alfa y dejar su ser bañarse y regocijarse en el fuerte aroma. Sin embargo, se obligaba a ignorar cada una de las señales y mantener sus instintos lo más dormidos posibles. Esto venía siendo más complicado con el correr de la convivencia pero por ahora no daba problemas mayores más que algunos mareos, náuseas, fiebres y un par de puntos más que no vienen al caso.

—Bien... Los peritos dejaron detallado lo que debemos ingresar al sistema así que si no me equivoco debería saltar algo en caso de que coincida. —Jennie tecleaba a la velocidad increíble haciendo a Lisa sorprenderse.

A los pocos segundos la pantalla del ordenador se llenó de coordenadas, códigos y enlaces que la alfa no pudo reconocer con exactitud. Recuerda haber tenido un par de clases de informática en la preparatoria y algunas tantas más en la carrera de criminología pero la verdad era que nunca había sido demasiado amiga de la tecnología.

Jennie saltó emocionada cuando la cara de un sujeto se plantó por sobre todo. Era grotesco, con una cicatriz atravesando el medio de su rostro dividiendolo en dos mitades casi simétricas y un par de penetrantes ojos marrones. Lucía atemorizante pero Jennie estaba lista para darle su merecido.

—Lee Dong-sun, alfa de aproximadamente 30 años con antecedentes en narcotráfico de primer grado, peleas callejeras, revelaciones ante la autoridad y prostitución... —Lisa leyó tan cerca suyo que Jennie podía sentir cada palabra viajar directamente a su cerebro.

—Por lo menos ahora tenemos un rostro, y además, ¿qué hacía un cabello de este tipo en la habitación de Jungwon si supuestamente no tendría nada que ver?

—Sigamos por el vídeo de la cámara de seguridad. Cada vez estamos más cerca, Jen.

"Cada vez estamos más cerca" era lo único que se repetía una y otra vez en su mente. Pese al dolor, la fatiga y las pocas emociones positivas que vivía producto de las malditas pastillas, no había duda que la satisfacción de dar por finalizado un trabajo y encima exitoso dejaba cada uno de esos detalles en segundo plano.

Ese día no pararon a comer, no se interrumpieron para ir al baño y no centraron su atención en nada más que no fuera armar un plan claro.

La pared principal de la oficina estaba cubierta por un enorme pizarrón de corcho en dónde miles de fotos, mapas y palabras sueltas se conectaban por medio de un hilo rojo. Cada chincheta detenía algún dato relevante.

Las mentes de la alfa y beta corrían con velocidad. Sus manos trabajaban con eficacia y sus ojos se disparaban por cada esquina. Las palabras no dejaban de entrelazarse entre ellas creando un camino exacto.

—¿Qué dices? ¿Tenemos algo? —Lisa se paró a un lado de Jennie, la cual no despegaba sus ojos de la pizarra.

—Tenemos algo. Avisemos a Yoo, el plan "Rostro partido" debe ponerse en marcha lo antes posible.

Lisa asintió con una sonrisa de lado y sin poder contener sus impulsos más tiempo, se dio vuelta y estrechó el pequeño cuerpo entre sus brazos. Jennie se tensó al segundo pero luego recordó que Lisa no conocía con exactitud su alta sensibilidad e "instintos" por lo que decidió que lo mejor era dejarse llevar.

El pecho de la alfa era cálido y fuerte, Jennie quiso nunca más abandonar ese nuevo lugar que había descubierto, pero cuando algo dentro de su propio pecho se removió y un pequeño mareo la atacó decidió que era suficiente.

Lisa la miró algo apenada al momento de permitir su liberación, ella simplemente le sonrió de lado sin querer entrar en detalles.

La jefa Yoo llegó en la tarde, ambas le presentaron lo reunido hasta el momento y plantearon su teoría.

—En base a todo lo expuesto y centrándonos en las nuevas pruebas, consideramos que Jungwon puede estar retenido en una casa de campo a las afueras de la ciudad, a eso de unos 15 kilómetros. Sin embargo, sospechamos que no debe ser el único omega privado de su libertad. Según lo recaudado, y tendiendo en cuanta que todos los omegas desaparecidos cumplen con las mismas características, creemos que puede tratarse de una red de trata de blancas, es decir, prostitución... —Jennie se sentía sudar a tope y sus manos temblar pero terminó su discurso bastante bien a decir verdad.

La jefa pasó sus manos por su propio cabello rubio, igualando la posición de sus subordinadas para poder observar con precisión el tablero. Lo que la beta le planteaba no era algo sumamente descabellado y si no quería dejar pasar más tiempo confiaría en sus instintos y las dejaría tomar las riendas del asunto.

—¿Qué proponen? —inquirió a la pareja de investigadores.

—Un operativo lo antes posible. Necesitamos todo un escuadrón que nos permita rodear la finca, acercarnos rápidamente e intervenir. A su vez, necesitaríamos un par de perros que nos ayuden a rastrear en caso de ser necesario, armamento, y una orden del juez que nos avale.

Jennie conectó su mirada con la de Lisa. La alfa lucía seria e imponente pero en todo momento apoyó lo que su compañera planteaba. De igual forma, sus ojos verdes se volvieron sumamente cálidos al observarla de vuelta. La castaña se sonrojó al momento de apartarse.

—Lo tienen, Kim. Vayamos por esos omegas mañana mismo. Buen trabajo, ambas.

Yoo se retiró de la habitación luego de palmear sus hombros y al segundo de cerrar la puerta un chillido emocionado retumbó entre las cuatro paredes.

Jennie se tiró a los brazos de Lisa siendo ahora ella la que tomó la iniciativa de un caluroso abrazo pero era comprensible ante la emoción que sentía en su pequeño ser. Lisa rió incrédula pero de igual manera la apretó con fuerza, incluso llegó a despegarla un par de centímetros del suelo.

—¡Lo tenemos, Lisa! Ese malnacido será nuestro y nunca más podrá arruinarle la vida a nadie. —Jennie exclamó con fuerza y Lisa quiso que nunca dejara de mostrarse tan eufórica.

Minutos después se separaron, juntaron todo y por fin se permitieron descansar unos segundos.

—Esto se merece una celebración, vamos a cenar algo. —Lisa se arriesgó.

—Lo siento... Yo no creo que pueda, debemos descansar, mañana será un día muy largo. ¿Te parece dejarlo para cuando acabemos con el caso?

Lisa ignoró lo que la segunda declinación consecutiva generó dentro suyo. Lo mismo hizo con la pequeña grieta que se formó en su corazón al recibir el rechazo de la beta.

Asintió con una sonrisa ladeada y un nudo naciente en la base de su garganta. Luego de despedirse de la mujercita de ojos atrayentes se cuestionó si el arriesgar su carrera y vida por el poco amor recíproco de una beta era suficiente justificación. Claro que lo era, a la mierda la sociedad.

Jennie volvió a su solitario y frío departamento con su propia alma pendiendo de un hilo. Le hubiese encantado aceptar la invitación de la apuesta y carismática alfa pero, ¿qué y si después de eso no había marcha atrás y todo lo que había construido a lo largo de los años se perdía? No podía arriesgarse a que descubrieran la verdad. No ahora.

Bebió una taza de té humeante, lo único que su malestar le permitió, y se fue a la cama. Mañana sería el día en donde por fin cerraría el caso que tanto la había atormentado los últimos meses.

No pudo conciliar el sueño hasta pasada medianoche pero es que en su mente no dejaba de repetirse una bella sonrisa y lamentos retenidos.


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