Capítulo 11
Las semanas siguientes se basaron en nada más que trabajo y entrenamiento. Lisa ya no aparecía en su oficina con vasos de té, no la molestaba para que vayan a almorzar y mucho menos llenaba su espacio con el potente aroma del café recién hecho. Hace una semana que no tenía noticias de la alfa, y en cierta parte la entendía, había defraudado su confianza y como si eso fuera poco, había huido como una vil rata. Lisa la estaba evitando y eso la destrozaba poco a poco.
Grandes círculos violáceos rodeaban sus ojos. Sus pómulos resaltaban filosos debajo de una fina capa de piel amarillenta. Estaba mal y de verdad necesitaba un poco de tranquilidad para poder seguir.
Había tenido que aumentar la dosis de supresores porque dos simples pastillas no estaban ejerciendo el efecto necesario. Su loba estaba luchando más fuerte que nunca y a la larga terminaría por derrotarla.
Esa mañana no logró concentrarse, todo a su alrededor daba vueltas y su cabeza la estaba torturando. Su loba interior clamaba por la cercanía de la loba de Lisa, anhelaba su aroma envolverla.
Entre pasos temblorosos decidió que lo mejor sería salir a tomar un poco de aire fresco. Se colocó la chaqueta sobre los hombros, dado que los escalofríos habían vuelto, y abandonó la habitación.
Para su suerte había regresado a ser la fantasma de la que nadie se acordaba. La agente Manobal había captado la atención de todos, como ella había previsto, y eso en cierto punto la enfadaba. Ya no quería que nadie la mirara, poco le importaba si descubrían su secreto si eso alcanzaba como para que Lisa volviera a darle otra oportunidad.
Odiaba ser una omega y eso no iba a cambiar tan fácilmente pero por lo menos ahora se daba cuenta que nada valía la pena si terminaba autodestruyendose.
El viento golpeó su cara con fuerza, incluso sacudió su cabello. Estaba más tranquila ahí fuera, con nada más que alguno automóviles yendo y viniendo. Se recargó en la pared del edificio justo a un lado de la puerta de entrada. En momentos como esos le hubiese gustado nunca haber dejado de fumar, la nicotina tal vez ayudaría a que sus pulmones se concentraran en otra cosa que no fuera el querer volver a sentir el aroma de Lisa ingresando por ellos.
No podían culparla, su loba la había reconocido como destinada y eso solo llevaba a la desgracia. No había tenido bonitas experiencias con las parejas destinadas, no desde que había tenido que presenciar a su madre moribunda por un lazo roto, y lo que menos quería era pasar por algo así. Lisa no se merecía su desconfianza pero al fin y al cabo en el fondo de su mente alguna extraña vocecita le susurraba que no era más que una alfa del montón.
Suspiró a la vez que se abrazaba un poco más fuerte. Necesitaba entrar en calor pero al mismo tiempo frío. Ni ella misma se entendía para ese punto.
Un llamado colectivo desde dentro la interrumpió. Se dio media vuelta y acudió al mismo, no era común que la jefa Yoo realizara ese tipo de reuniones y cuando lo hacía realmente era importante.
Ingresó al recinto en último lugar, tomando así una de las sillas del final. Sus ojos inconscientemente buscaron una larga cabellera negra y la encontraron en las filas de adelante charlando con una de las pasantes. Eso dolió más de lo que le hubiese gustado admitir.
Se hundió en su lugar con las manos apretando fuerte sobre sus muslos, y escuchó lo más atenta que se podía.
—Buenos días, agentes —la jefa empezó enfrente de todos—. Los hemos reunido para informarles que las pruebas físicas de todos los años comenzarán mañana mismo. Recuerden que todos por igual deben someterse a ellas y en el caso de no pasarlas serán transferidos a un nivel menor en dónde no tendrán posibilidad de participar en operativos que requieran esfuerzo de este tipo.
El salón se llenó de murmullos al igual que la mente de Jennie. Sabía que las pruebas estaban cerca, había estado entrenando para ellas, pero nunca se imaginó que sería la misma para todos. En general solían separar alfas de betas, ya que los primeros tendían a utilizar la fuerza bruta o intimidar a los inferiores pero se ve que está vez no sería lo mismo.
—¿Alguien tiene alguna duda? —inquirió Yoo— ¿No? Perfecto, pueden volver al trabajo. Nos encontraremos en la mañana en el campo A del FBI, entrenen y mucha suerte.
Poco a poco el lugar fue quedando vacío. A Jennie le costó un poco más ponerse de pie, estaba realmente débil. Lo bueno era que faltaba poco tiempo para que su turno acabara y por fin podría ir a acurrucarse en su cama. Con un poco de suerte Wooyoung habría cocinado alguna de las tantas delicias que estaba aprendiendo en la universidad, porque sí, el omega por fin se había decidido a ingresar a la carrera de Gastronomía y la verdad era que cocinaba bastante bien.
—Wooyoung, ya estoy en casa. —llamó desde la puerta mientras se quitaba la chaqueta y los zapatos con pausados movimientos.
El omega rubio asomó la cabeza por el arco que dividía la cocina del salón. La bonita sonrisa que tenía fue reemplazada por una mueca y un profundo ceño fruncido.
—Jen... Ven, siéntate. Estás pálida. —Wooyoung se apresuró a tomarla de la mano.
—Solo estoy cansada.
Temblando se dejó caer en el mullido mueble sintiendo como el aroma de su compañero la cubría. El regaliz no era para nada disgustante pero en ese momento solo quería sentir uno en particular y no precisamente ese.
Wooyoung la hizo beber un vaso completo de agua y luego le preparó una sopa de verduras. A duras penas logró terminarla antes de desaparecer escaleras abajo. Una vez en el sótano dejó que su mente se despejara por completo con cada certero golpe. Debía entrenar más duro que nunca, no podía permitir ser dada de baja de los operativos que hasta el momento la habían mantenido con vida.
Ignoró los llamados de Wooyoung, pasó por alto el ardor en su pecho y las lágrimas que descendían con furia. En ese momento solo quería acallar todo lo que gritaba dentro suyo que era una mala persona, una mal compañera que había herido a Lisa.
Terminó temblando y con los nudillos sangrando. Tomó una ducha y tragó con fuerza dos pastillas. Se quedó dormida antes de lo que esperaba, sin sentir como Wooyoung la arropaba con varias mantas y besaba su frente.
Al otro día despertó más temprano de lo usual, más que nada para prepararse bien y desayunar algo que la ayudara a ganar fuerzas para las pruebas.
Wooyoung apareció en la cocina con su bata de dormir puesta y ojitos entrecerrados por el sueño. Enseguida se puso a preparar algo para que la omega mayor no incendiara el departamento.
Jennie le agradeció con una sonrisa ladeada y bebió un cóctel de supresores y analgésicos para el dolor de su cuerpo. Devoró lo que el rubio había dejado frente a ella para luego ducharse rápidamente y cambiarse. Se colocó una camisa de tirantes, un par de calzas y una sudadera verde, ya que en el día de pruebas estaba permitido cualquier tipo de ropa para que los agentes estuvieran más cómodos y rindieran al cien porciento.
Se despidió de Wooyoung recordándole que había dejado dinero sobre la mesa para que pagara la mensualidad de la universidad y se encaminó con rapidez al trabajo.
Decir que estaba ansiosa por demostrar todo lo que había entrenado era poco. Ignoró el dolor naciente, presa de las ganas de imponerse.
El campo de pruebas era enorme pero lo importante se dividía en dos sectores. El primero era un camino de varios metros con obstáculos de diferente tipo y el segundo era una especie de ring de boxeo improvisado.
Jennie saludó con la mano a un par de agentes que se le cruzaron en el camino y rápidamente se formó para dar inicio al calentamiento. Corrieron varias vueltas y luego hicieron alguno ejercicios de movilidad. Sintió como las gotas de sudor resbalaban por sus sienes, por lo que se decidió a quitar la sudadera.
Lisa la observaba a lo lejos, no había podido evitarlo. Quiso convencerse de que Jennie no le importaba, de que no la quería, pero su loba era demasiado terca como para dejarla ir. Apenas jadeó cuando el cuerpo de la omega quedó a la vista, sin chaqueta. Los huesos se remarcaban en varios sectores y su piel antes dorada ahora simulaba el color del papel. Su loba interior gimió en disgusto y quiso ordenarle a la humana que fuera a ayudarla pero Lisa clavó sus pies en el suelo. Jennie no te quiere a su lado, se repitió una y otra vez.
La prueba de obstáculos fue pan comido para la mayoría, menos de un cuarto de los agentes no lograron acabarla quedando eliminados automáticamente.
—Eso estuvo bien —la jefa bramó—. Ahora pueden ir a beber agua y después los quiero formados de este lado para dar inicio al combate cuerpo a cuerpo.
Jennie jadeó en alto. Necesitaba por lo menos un litro de agua y una rodilla nueva.
Bebió de su botella con la mirada vagando por los alrededores. El viento sacudió su cabello y refrescó levemente sus acaloradas mejillas. No pensó que iba a cansarse tanto pero por lo menos ya estaban más cerca del final.
A paso lento se acercó hasta la fila de hombres y mujeres, agudizando un poco su oído.
—Los dividiremos en dos grupos. Primero tendrán un combate grupal y luego cuerpo a cuerpo. No quiero jugadas sucias, si su compañero ya está en el suelo no sigan golpeado. Alfas no utilicen su voz y cuidado con sus feromonas.
Luego de las instrucciones cada uno se dirigió al grupo asignado. Después de varios ataques el de Jennie fue el ganador gracias a las tácticas de la mujercita de ojos azules. No por nada era la que encabeza su división.
Varios agentes fueron descartados por no soportar el combate cuerpo a cuerpo.
Jennie observaba de brazos cruzados como Lisa reducía a Minho, un alfa compañero, contra la colchoneta. Ambos jadeaban y gruñían pero ninguno cedía. Al final Lisa se coronó como ganadora pero Minho no fue descendido ya que ambos habían hecho un muy buen trabajo.
Una de las últimas en subir fue Jennie. Sin embargo, Yoo había decidido que por su fuerza y antecedentes se enfrentaría a una alfa y Jennie era demasiado orgullosa como para negarse.
El primer golpe que recibió dejó a Lisa respirando con fuerza desde donde la observaba. La alfa creía que en cualquier momento perdería el control y saltaría sobre la colchoneta pero se obligó a mantener la calma.
Jennie quitaba sus mechones de sus ojos mientras saltaba sobre la punta de sus pies e intentaba golpear a la alfa. En un momento su vista se nubló por completo y fue cuando un golpe en su espinilla la derribó. La alfa se colocó sobre su cadera y cuando el aroma asqueroso la golpeó solo quiso vomitar.
Jennie siguió recibiendo golpes sobre su cuerpo a sabiendas que la otra alfa estaba cometiendo una falta, ya que ella se encontraba en el suelo, pero a nadie parecía importarle hasta que escuchó un fuerte gruñido.
—¿Qué mierda sucede contigo? —escuchó a lo lejos y luego el peso adicional estaba fuera de su cuerpo.
Se arrastró como pudo a una de las esquinas del ring improvisado. El dolor punzante en su nariz no dejaba de molestarla, junto al de su rodilla y uno de sus hombros. Solo rogaba a los astros no haberse fracturado.
—Y no te atrevas a volver a tocarla... Es mía. —Lisa murmuró muy cerca del rostro de la otra alfa para que solo ella fuera capaz de oírla.
—Suficiente —Yoo gruñó—. Yujin quedas fuera de servicio, estás suspendida por una semana, serás transferida y correspondida a un sector menor. Ahora fuera de mi vista.
La alfa abusadora gruñó potente pero terminó obedeciendo.
—Ey... Tranquila, ya estoy aquí... —los brazos de Lisa rodearon con suavidad el cuerpo esbelto de Jennie.
El potente aroma del café recién hecho invadió los sentidos de la agente más pequeña y por una vez luego de semanas volvió a sentirse tranquila. Aferró su brazo sano a la musculosa espalda y descanso su cabeza cerca de su cuello, importandole poco mancharla con el líquido carmín.
Cerró sus ojos con fuerza para evitar entrar en crisis al ver su sangre e inconscientemente gimoteó. Lisa la abrazó con mayor fuerza y pronto el suelo desapareció debajo suyo.
—La llevaré a la enfermería. —Lisa avisó a su jefa y cuando recibió una afirmación se retiró con Jennie entre sus brazos.
—Lo siento... —solo atinó a murmurar la chica de ojos celestes ahora opacados por los sentimientos negativos.
—No te preocupes, Jen, ya tendremos tiempo de hablar sobre eso...
Lo siguiente que sintió fue una camilla suave y la voz de una mujer hablando con Lisa. El ardor en sus heridas fue demasiado y el tranquilizante corriendo por sus venas un bálsamo. El aroma de Lisa la cubrió por completo y lo siguiente que supo era que estaba dormida, segura de que la alfa no la dejaría una vez más.
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