OO2. A tasteless girl

Cuando Jimin despertó esa mañana en su departamento el dolor de cabeza lo sorprendió.

— No debí tomar tanto —se quejó levantándose de la mullida cama, con pesar, tuvo que ir a la cocina por un vaso de agua y las pastillas para la resaca.

El teléfono no dejaba de sonar, era tan molesto ver el nombre de "Sana" ahí, era temprano, estaba con resaca y confundido por la noche anterior.

Recordaba todo con claridad, el beso que tuvo con el rubio bonito.

La culpa lo estaba invadiendo por besar a alguien aparte de su novia.

Ignorando las llamadas de su pareja, caminó al baño dispuesto a darse una ducha, el agua fría lo ayudó a despertar, no le gustaba, pero todo fuera por entrar en sus 5 sentidos.

A su mente llegaron esos recuerdos de él beso, los labios, su sabor, su textura, como un recuerdo impreso en su memoria, se sentía caliente de repente.

— ¡No estúpido! —gritó cuando su mano quiso deslizarse a su zona baja— no puedes masturbarte por un chico y un beso, es demasiado Gay —lloriqueó recargandose en la pared de la ducha.

"¿Y no lo eres?" la voz interna habló.

— No soy gay —dijo tomando aire— soy heterosexual y no tiene nada de malo que piense que un chico es guapo —reitero para si mismo— No diré Dios, solo porque creo que me iré al infierno.

Tomando aire se quejó por lo frío del agua.

— ¡Alabado sea Satán! —gritó antes de escuchar que la puerta del departamento se abría— ¡No es cierto! ¡Se que puedes escucharme Dios! —lloriqueó, la puerta del baño se abrió mostrando a su novia— Solo eres tu.—bufó recargandose en la pared de nuevo.

— No respondiste y me preocupé —respondió alzándose de hombros— vine a ver si estabas bien, te escuché gritar —sonrió con burla.

— Estaba pensando en el diablo y se abrió la puerta —respondió alzándose de hombros, cerrando la regadera, tomó su toalla dispuesto a salir.

— ¿Y por qué en el diablo? —preguntó siguiéndole fuera del baño.

"Por qué los jotos no van al cielo" quiso decir, pero eso era muy... Era poco hetero de su parte.

— Solo pensé en eso y ya —dijo suspirando— ahora te agradecería que salieras de mi habitación porque me quiero cambiar.

— No hay nada que no haya visto ya —dijo en cambio, rodando los ojos, Jimin le tiró una almohada para que saliera.

— Ya lárgate, me duele la cabeza y solo me estas molestando —renegó.

— Tus palabras son hirientes como cuchillas —lloriqueó Sana.

Bufando Jimin miró el chupetón en el cuello ajeno, como el no lo hizo, sabía que era de alguien más.

En realidad, eso era un peso libre, ya no sentía tan mal por besar a ese rubio bonito.

Y es que las mujeres eran tan insípidas.

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