Una nueva amenaza.
Narrado por Astrid.
Era de noche y me dirigía en aquel momento a la casa de Hiccup. Él se había portado extraño estos últimos días y creo que casi no había dormido estos días ya que me había dicho su padre que estaba preocupado porque Hiccup se la pasaba caminando por las afueras de Berk como si buscara de alguna manera escapar de aquí, lo que me parecía algo ridículo sinceramente ya que yo más que nadie sabía lo mucho que le importaba Berk a Hiccup por eso las palabras de su padre no fueron una respuesta que me convenciera por completo. Y entonces creí que esta vez me correspondía ir a preguntarle directamente a Hiccup qué era lo que realmente estaba pasando.
Entonces cuando comencé a visualizar su casa escuché el sonido de la puerta abrirse, estaba demasiado oscuro como para poder decir cuales eran las verdaderas intenciones de Hiccup por lo que decidí escabullirme para que no pudiera verme pero tenía que decir que era casi imposible ver a través de la negrura de la noche por lo que no me molesté en ocultarme por completo, él no pareció notarlo. Chimuelo se encontraba al lado de la pequeña cabaña recostado sobre algo parecido a una manta que ya estaba algo desgastada por el uso, Hiccup se acercó hacia su dragón y en el momento en que él se encontró a una distancia considerable Chimuelo despertó como si hubiera sentido la presencia de su amo, ellos siempre habían sido así, eran como un alma en distintos cuerpos.
Hiccup se acercó a Chimuelo para susurrarle algo parecido a "Ya es hora" y entonces el dragón como si realmente hubiera entendido nuestra lengua se levantó y comenzó a desperezarse con unas sacudidas.
-¿Qué rayos...?-empecé pero callé de inmediato al ver que Chimuelo había levantado sus pequeñas orejas al reconocer mi voz.
Retrocedí lentamente y pareció que aquello desvió la atención de Chimuelo de mí así que aproveché para ver como Hiccup se subía sobre el lomo de aquella criatura y emprendía el vuelo. No era raro que Hiccup saliera a dar un paseo por la noche pero todo me parecía demasiado sospechoso, éste comportamiento debía de encajar con el de los anteriores días, me estremecí al pensar que Hiccup pudiera estar ocultándonos algo a cerca de la seguridad de Berk, tal vez no estábamos tan a salvo como habíamos creído estarlo. Recordé que muchas veces su padre no había permitido dejar entrenar a Hiccup solo porque tenían asuntos pendientes sobre Berk que debían discutir...¿Y si una nueva amenaza nos acechaba?
Entrecerré mis ojos para poder ver entre aquella neblina a Hiccup pero por alguna razón todo de pronto se volvió muy callado...
El sonido de la noche inundaba el lugar, todo parecía estar tranquilo y a pesar de que luego de nuestra unión con los dragones todo parecía estar así siempre esta vez por primera vez algo me pareció extraño...
Una rama se rompió a mis espaldas...
Me volví rápidamente pero la neblina no me permitía ver con claridad, acerqué poco a poco la mano a la empuñadora de mi hacha y cuando llegué a ella la desenfundé con lentitud para evitar llamar la atención.
Entonces escuché un grito, un grito desgarrador que cortó la paz que había en el aire y me hizo colocarme en mi posición de ataque, seguí sin ver nada...mi respiración se aceleró, unos gritos se le unieron al primero formando una sinfonía desgarradora que de pronto inundó el aire a mi al rededor. El jefe de nuestro clan, Estoico, el padre de Hiccup, salió de inmediato de la cabaña y sus ojos se abrieron como platos al verme...bueno, al ver más allá de mí. Rápidamente él lanzó el hacha pequeña que llevaba en su mano hacia mi dirección, rápidamente al ver que el hacha se dirigía hacia mí me agaché y escuché a mis espaldas un golpe en seco y un gemido de dolor.
Me volví rápidamente, en el suelo se encontraba mi atacante. Miré a Estoico y él aún me miraba sorprendido y se adentraba en su cabaña para hacerse con más armas, cuando salió se dirigió hacia mí mientras miraba a su al rededor nervioso.
-Astrid-me preguntó mirando las llamas que cubrían algunas de las cabañas a nuestro al rededor y de pronto de un momento a otro nos encontrábamos corriendo hacia los gritos que provenían del corazón de Berk-¿Dónde está Hiccup?
Lo miré.
-Salió con Chimuelo-dije mientras miraba como las personas corrían en sentido contrario al nuestro, tratando de alejarse lo más posible del peligro que los rodeaba-acabo de verlo...
-¿Qué está pasando?-gritó mirando más allá de las personas que corrían a nuestro al rededor.
Cuando miré al frente pude ver a quién le formulaba aquella pregunta, era Bocón, prácticamente la mano derecha de Estoico y nuestro entrenador.
-Ellos-dijo Bocón que tenía el armadura ya puesta y llevaba una especie de espada en su mano, su rostro estaba cubierto con restos de ceniza gracias a que el aire parecía estar cubierto con aquellos desechos a causa del incendio que nos rodeaba-Alguien nos está atacando.
-¿Cómo...?-empezó Estoico pero inmediatamente se volvió para mirarme como si acabara de darse cuenta de algo muy importante, no estaba Hiccup y alejado de nosotros era posible que alguien pudiera acorralarlo y atacarlo-Astrid, dijiste que has visto a Hiccup salir...sabes cual camino tomó-aquello no era una pregunta, era una afirmación, conocía Berk como la palma de mi mano y Estoico lo sabía-Búscalo y traélo aquí. Dile que llegaron, la amenaza de la que le hablaba llegó.
Miré a Estoico y a Bocón, intercambié una rápida mirada con ambos y entonces fue cuando busqué a mi dragón que ya me esperaba casi como si fuera atraído por el peligro al igual que me pasaba a mí, acaricié rápidamente su cabeza e inmediatamente me subí en su lomo.
-Es hora de irnos-dije y cuando di una palmada en su escamosa piel, él emprendió el vuelo.
Desde los cielos pude ver cómo nuestra amada Berk era atacada por hombres grandes y robustos que parecían tan peligrosos como nuestros más preciados guerreros, decidí que no desaprovecharía la oportunidad para contraatacar. Incliné un poco el curso de mi dragón para que éste pudiera lanzar un halo de fuego hacia los barcos que se encontraban a las afueras de Berk.
Nos estaban atacando.
Tenía que buscar a Hiccup.
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