Aquella noche.
Narrado por Hiccup
<<Estaba en medio del claro y frente a mí estaba ella. Una chica con un pelo parecido al color del fuego que brillaba en medio de la noche. Ella se encontraba de espaldas por lo que yo no podía ver su rostro...ella permanecía ahí quieta como si esperara que dijera algo o hiciera algo, de pronto todo se volvió distinto. Comenzaron gritos de angustia que no provenían de ninguno de nosotros dos. Los bosques de nuestro al rededor se fueron incendiando poco a poco. Mi instinto me decía que corriera hacia la chica para salvarla, corrí pero de pronto sentí que caía en un vacío.
-Hiccup-me llamó la chica dulcemente pero su voz me pareció lejana.
De pronto todo se volvió oscuridad>>
Desperté con mi frente perlada de sudor. Había anochecido...tan rápido. Me senté rápidamente...¿Qué había sido eso? Aquel sueño, yo...yo nunca había soñado algo tan...real.
Aquella chica...
-Hiccup-dijo mi padre desde el umbral de la puerta, parecía mucho más tranquilo que hace unas horas pero aun había un ceño fruncido dibujado en su rostro.
Fruncí el ceño. La verdad es que ya no me sentía tan molesto, él había tenido razón, había que evitar que aquellas personas se acercaran a Berk y la mejor manera era cumpliéndoles sus caprichos. Era eso o poner a todos en riesgo...Pero creo que ya tenía un plan. Si el lugar no estaba muy lejos podía ir en Chimuelo la mañana del día siguiente y así verme con Astrid esta noche. Así el alocado plan de mi padre no interferiría con mis posibilidades de estar con ella esta noche.
-Esta bien-dije bajando la mirada- Iré pero...¿Por qué no puedo encontrarme mañana en algún punto contigo y llegar ahí con Chimuelo? Sería para Chimuelo muy fácil encontrar el lugar y así yo podría...el caso es que esta noche le he prometido a Astrid que nos veríamos esta noche.
Mi padre se acercó, había algo fraternal en su mirada que e hizo sentir extraño y se sentó a mi lado en la cama. Ésta chirrió ante su peso pero él no pareció notarlo.
-No puedes llevar a Chimuelo esta vez-dijo él.
-¿Por qué?- pregunté asombrado, creí que aquel plan le gustaría.
-Solo digamos estos clanes no están familiarizados con los dragones-dijo él.
-No lo entiendo-dije.
-Ellos ni si quiera saben de la existencia de estos-dijo mi padre y yo lo miré sorprendido.
-¿No lo saben?-pregunté.
-No-dijo- y no planeo decírselos. Lo mejor es mantenerlo como arma secreta.
Suspiré derrotado, el dolor en mis sienes volvió...leve pero había vuelto. Mi padre colocó una mano en mi hombro tratando de consolarme.
-Sé que Astrid es una buena chica para ti pero ella debe entender que debes hacer esto-dijo mi padre- La veras en cuanto regresemos.
-Solo serán un par de días ¿Cierto?-dije cerrando mis ojos.
-Si-dijo él- Es hora de irnos.
-¿Qué pasará con Chimuelo? No puede quedarse solo-dije de pronto preocupado.
-No debe preocuparte por eso-dijo mi padre- Le he dicho a Bocón que cuide de Chimuelo en tu ausencia.
M e relajé.
-Es hora de irnos-dijo él.
Aquella noche partimos de Berk sin saber que esperar. Estaba preocupado por Astrid, le habría fallado de nuevo pero esta vez no estaba tan seguro de que ella pudiera perdonarme. Debía de empezar a practicar mis disculpas.
Cuando por fin llegamos sentí que estaba en un lugar totalmente distinto, era de noche y casi no podía ver pero me dije a mi mismo que por la tarde recorrería el lugar para poder conocerlo mejor. Cuando llegamos a una de las cabañas que habían reservado para los clanes que venían de visita por el baile entramos en ella y nos instalamos mi padre y yo. Aquel lugar era muy grande y excesivo para nuestro gusto pero pudimos adaptarnos.
Cuando me recosté en mi habitación en aquella cama desconocida me dije a mí mismo que sería una noche muy larga.
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