Capitulo 9: Secreto revelado.



Entrar al comedor los días siguientes fue horrible. Apenas había dormido desde que Alex comenzó a chantajearme y el cubre ojeras no sirvió para nada. Cada espejo que miraba, me mostraba la apariencia de cadáver que tenía. Estaba más pálida de lo normal y tenia bolsas oscuras debajo de los ojos. Aun me sentía dolida por las palabras del padre llamándome Sirviente, y mas aun que Alex no me haya defendido, dejó que me menospreciara de esa
manera.

Cansada deslicé los pies sobre las baldosas y avancé hacia el salón que me tocaba.

Alex estaba empecinado por torturarme, había hecho que lavara su auto, hizo que le cargara los libros hacia sus clases y varias veces se me cayeron por el peso. Aún escuchaba las risas por cada cosa que hice.

Apenas salía del colegio, iba a trabajar hasta pasada la noche. No era mucho lo que había juntado pero al estar trabajando horas extras, era más de lo que esperaba. Sólo esperaba juntar la plata necesaria y pagarle de una buena vez.

Me encontraba mirándome en el baño cuando Kelly apareció.

-Quiero que te alejes de él - me habló con una voz astillada por los celos.

-No se de que hablas.

-No te hagas la boba que se muy bien que te mueres por robarme a Alex.

-No seas absurda, estoy con él únicamente cuando me pide algo.

Se acercó a mi y yo al retroceder choqué con el lavamanos.

-Si te atreves a quitármelo, te la verás conmigo. Eres nueva y no sabes la influencia que tengo aquí.

-Será mejor que no me amenaces.

-Tómalo como quieras, pero el que avisa no traiciona.

Giró sobre sus talones y se marchó, dejándome preocupada por lo que sería capaz de hacer.

Lavé mis manos intentando pensar como salir de esta situación. Era obvio que no quería quitarle a su novio, se lo dejaba con moño y todo pero no podía evitar estar cerca de él hasta cumplir con el pago.

Salí del baño y vagué por los pasillos.

-Oye Lena- escuché que me llamaba Rick.

-Hola, ¿Cómo estas?

-Mejor que tu al parecer.

-Ni me lo digas.

-No entiendo porque lo obedeces, no creo que te expulsen.

-No puedo correr el riesgo.

-Es un maldito, te trata como basura.

-Lo sé, y peor ahora que Kelly me amenazó con hacerme algo si sigo junto a él.

-¿Cuándo te dijo eso?

-Hace unos minutos en el baño.

-¿Quieres vengarte? - preguntó con una sonrisa.

-¿Qué tienes planeado?

Y así fue como planeamos nuestra venganza hacia la arpía del colegio. Cuando descubriera lo que hicimos, probablemente armara un escándalo. Yo sabia que no debía hacerlo, en serio lo sabia perfectamente y que podría traerme consecuencias pero mi orgullo herido y la sed de venganza me cegaban.

Luego de la travesura, nos dirigimos hacia nuestra mesa en el comedor. Ya no tenía apetito alguno.

-¿Otra vez no vas a comer? Estás muy delgada.

-Estoy descompuesta, la verdad que no se que podría haberme caído mal- mentir ya se me estaba haciendo muy común.

-Hey esclava- me llamó la voz de mis pesadillas. Si pudiera cortar sus cuerdas vocales, sería tan feliz. Creo que le haría un favor a la humanidad.

-¿Qué?

-Tengo otra tarea para ti- me informó con su sonrisa maliciosa. No habíamos vuelto a hablar más que cuando me pedía algo.

-Tú eras mi siervo. No terminaste tu condena.

-Eso ya es pasado, ahora tengo el poder de doblegarte.

-Eres un idiota, ¿Lo sabes verdad?

Vi que le había dolido mi comentario pero se lo merecía.

Suspiré y agregué:

-¿Qué quieres?

-¿Ves a ese chico de allá? - me señaló, olvidándose lo que le había dicho recién, a un joven de lentes sentado a un par de mesas mas lejos de nosotros, muy concentrado leyendo un libro. Asentí- quiero que lo invites a salir.

-No.

-No puedes negarte.

-Eso es maldad pura.

-¿Por qué? Le estaría haciendo un favor, así puede ver lo que es tener una cita.

Sospeché que había algo oculto en su plan y supe que me iba a arrepentir si lo hacía.

-Sería jugar con sus sentimiento, no me gusta- dije cruzándome de brazos.

-Lo sé, pero ve y hazlo.

Con cada paso que di, lo odié aún más. Quise tomar una bandeja y dejarle marcada la cara. Marché hacia la mesa del chico prácticamente arrastrando los pies, buscando las palabras adecuadas para encararlo. Decidí ser breve y precisa, así me evitaba la humillación.

Me paré frente a su mesa pero él no se percató de mi presencia. Carraspee para llamar su atención.

Alzó la vista y vi como unos ojos marrones me miraban extrañados. Tenía el pelo castaño oscuro lacio y pecas sobre su nariz y pómulos. Era atractivo.

-¿Sí? - preguntó.

Me armé de valor pero todos mis pensamientos se mezclaron. Nunca había ido a una cita y menos había tenido que invitar a alguien. ¿Qué le decía? Ay por Dios que vergüenza. Me sonrojé sin saber que decir.

-Yo...mmm... yo- sentía mi cara arder por la vergüenza- Quería saber si querías salir conmigo.

Miré el piso sintiéndome tonta.

-Ni siquiera se tu nombre.

-Soy Lena- quise golpear mi cabeza contra la mesa una y otra vez. ¿Por qué esto es tan difícil? El chico sonrió.

-Yo Sam- se sacó los lentes y me tendió la mano, torpemente se la estrujé. Mi corazón latía a una velocidad increíble y tenía la boca seca, ¿De donde salieron estos nervios?

El silencio se extendió entre nosotros. El sólo me miraba con una sonrisa cálida. Recé para que no se diera cuenta que me había ruborizado.

-¿A dónde iremos? - me interrogó y yo no comprendí.

-¿Eso quiere decir que aceptas?

-Si, sería un placer.

Exhalé sonoramente por el éxito, no pude evitar alzar las comisuras de los labios en una sonrisa.

-No lo he pensado- me reí ante mi estupidez y el se unió a mi risa- Te avisaré.

-Estaré esperando.

-Bueno, yo... mejor me voy, adiós.

Me di la vuelta y me percaté que Alex me guiñaba un ojo sentenciando que éramos cómplices.

No me alejé mucho del comedor cuando me empecé a sentir mal. Al principio fue como si mis piernas no me funcionaran, las tenia entumecidas y apenas podía mantenerme de pie. Busqué algo para apoyarme y encontré para mi suerte, la pared. Me deslicé sobre ella hasta llegar al piso y me quedé mirando hacia la nada. Mi visión se nubló y cerré los ojos.

No pasó mucho tiempo cuando escuché que alguien hablaba.

-¿Qué le pasó? - preguntó una voz masculina.

-Se ha desmayado.

-Está muy pálida.- volvió a decir la misma voz.

-Hay que llevarla a la enfermería.

-Yo me encargo.

Sentí que unos brazos me recogieron del suelo y me acunaron contra su pecho. Mi cabeza descansaba entre el hombro y el cuello de la persona que me llevaba. Me sentía flotar, tal vez era una pluma ahora deslizándose con el viento.

-Hay que llamar a los padres.

Oh no, mis papás no. No sabría que decirles.

Estaba un poco más lúcida porque al parecer emití un quejido.

-Tranquila Leni- dijo Caro- Sólo te has desmayado.

Ya no me encontraba apoyada sobre la calidez del cuerpo humano, sino sobre una camilla. Abrí lentamente los ojos intentando ajustarlos a la claridad. La hora que daba el reloj de la pared marcaba que aún no habían pasado ni 15minutos desde que me desmayé.

-Estoy bien- mi voz sonó apenas audible. Carraspee y lo intenté de nuevo mientras intentaba levantarme: - estoy bien, en serio.

-No Maddalena. Quédate quieta.

Era la enfermera quien me habló. Nunca la había visto, era asiática y muy alta. Rostro alargado con semblante serio .

En la pequeña habitación estaba Caro y la mujer. Dos mujeres no podrían retenerme ahí.

-Ya estoy bien, será mejor que me vaya a casa - intenté convencer a las mujeres en el preciso instante que entró Alex. ¿Qué hacía allí? Sólo faltaba que venga a burlarse de mi.

-Han dicho que no tienen su telef...- se detuvo al ver mi cara.- ¿cómo estas?

Se acercó a la camilla y parecía mirarme con auténtica preocupación. Levanté las manos exasperada.

-Bien, por el amor de Dios. Quiero irme.

Me puse de pie pero me maree y para mi suerte, estaba allí Alex para sujetarme de los brazos, sino hubiera caído al suelo. Me estabilicé gracias a él pero no quitó sus manos de mi cuerpo.

-¿Lo ven?

-Señorita tenemos que llamar a sus padres, necesitamos el número.

-No.

-Es por protocolo. Debemos informarles.

-Están de viaje y no podrán atender. Puedo ir sola a casa.

-No se puede hacer...

-Yo la llevaré y me aseguraré que esté bien- la interrumpió Alex ofreciéndose. En ese instante quise gritar histérica de agradecimiento pero no, no era el momento y ni loca lo haría por él.

-Está bien pero primero tenemos que hablar.

Esto no podría ser bueno. Quise decirle para hablar en privado pero se me adelantó:

-He notado que tu desmayo se ha dado por una mala alimentación, se ve en tu piel y en tu cuerpo. No se si es por estrés o por querer adelgazar pero es un extremo preocupante. - Caro y Alex comenzaron a mirarme preocupados y yo comencé a mirar el suelo un tanto nerviosa. Él tenía apoyada una mano sobre mi espalda que parecía que me daba apoyo, no pude ignorar el hecho de sentir el calor de su toque- tienes que alimentarte y comenzar a dormir más. Puedes hablar con tus padres acerca de como te pueden ayudar.

Yo sólo asentí ante todas las instrucciones de alimentación que me dio ya que no había nada más que pudiera hacer.

Salimos del colegio y Alex me indicó que vaya hacia su auto, el que había lavado.

En silencio nos dirigimos hacia mi supuesta casa porque yo no le diría donde quedaba la verdadera. Aun me sentía un poco mareada, inhalé y exhalé para calmar mi respiración. Le indiqué la misma casa en la que me había recogido Caro.

-Lo siento...por llamarte ballena.

-No pasa nada.

-En serio te digo. Estuve mal.

Ahogué un sollozo. Me estaba por derrumbar.

-Quizá si no te lo hubiera dicho, tu tal vez...

Creí que nos detuvimos en el barrio de la parada, el que era hermoso y donde vivían personas adineradas pero no, estábamos frente a mi verdadera casa. La fea, que no tiene portón y la reja de alambre tiene agujeros. Las paredes despintadas y marcadas por la suciedad de la tierra.

Lo miré entre la sorpresa y la vergüenza. Comprendí que sabía la verdad y que mi secreto no tardaría en salir a la luz.

Rompí a llorar. Nunca lo habia hecho frente a personas que no sean mis padres pero la angustia que sentía por la humillación fue tan grande que no pude detenerme. Sentí como mi cuerpo se estremecía por las cálidas lágrimas que descendían por mis mejillas.

Coloqué las manos en mi rostro y liberé todo lo que tenía dentro.

Percibí una mano cálida que se movía de arriba abajo en mi espalda para calmarme. No sé cuánto tiempo estuvimos así pero cuando me tranquilicé tomé la manija del auto y abrí la puerta.

-Adiós-dije con la voz ronca. Entré a mi casa sintiéndome observada tal y como la vez que volvía de la fiesta de Audrey. La comprensión llegó a mi y supe que había sido Alex.

Ahora sabía mi secreto.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top