Capitulo 26: Betty's
Decir que estuve toda la noche en vela intentando hacer uso de la razón como persona coherente, es poco. Por mas que di vueltas y vueltas y vueltas creyendo que encontraría la respuesta a mi dudas, no lo hice y ahora tengo mas de ellas. Sigo sin saber mis sentimientos por Alex y Sam. Punto número uno: a Sam apenas lo conozco, demostró ser mucho más diferente a lo que había planeado, debe ser por el hecho que lo juzgé muy pronto o quizás alguna de sus dos personalidades era una fachada. Quizá si jugaba al ajedrez a ciegas y fingía que no para agradarle a Erick o tal vez, se emborrachaba y dejaba que sus amigos golpeen a alguien como Jason. Punto número dos del problema: Alex, el tenía novia pero cuando estaba conmigo parecía ser que mi compañía le agradaba mas de lo que dejaba ver. Además estaba el hecho de que yo era pobre y a él no parecía importarle, ¿O si? No me había defendido frente a su padre así que todo era muy confuso. Quizás era una obra de caridad el preocuparse por mi. Sus cambios de actitud me estaban por volver loca.
-Bienvenida, ¿Qué puedo hacer por usted? - me dirigí hacia la mujer de unos 70 años que ingresaba al restaurante. Limpié mis manos con el delantal y acompañé al cliente hasta su sitio a elección de ella.
-Cariño, ¿tendrías agua?
-Si por supuesto, ya le traigo- dirigí mis pies hacia detrás del mostrador y tomé un vaso de vidrio y lo llené con agua mientras que saludaba a la persona que cruzó la puerta.
-Lena, estas cada vez mas hermosa- saludó Beatrice con su habitual alegría. El restaurante Betty's , en el que llevo trabajando desde hace un tiempo suele ser muy frecuentado por ancianos por lo que nunca tuve el temor de cruzarme con alguna persona que sea mi edad.
-Siempre son bienvenidas tus palabras, Bea- sonreí con cariño- ¿Te pido lo habitual?
-Por supuesto, no hay nada mejor que el Lemon Pie.
Me acerqué a la heladera, tomé una porción con delicadeza y la coloqué sobre un plato previamente higienizado. Lo llevé hasta la mesa de Bea y lo coloqué frente a ella.
-Aquí tienes.
-Eres un sol, Lena. Ojalá mis nietas sean como tu.
Reí mientras me alejaba hasta la mesa de mi otra clienta.
-¿Ya sabes que pedir?
-Así es niña.- volvió a fijarse en el pequeño menú- dos croissant y un café cortado.
-Enseguida le preparo.
Volví al mostrador. Betty, la dueña del lugar, estaba cobrando a un hombre que había pedido comida para llevar. Ella tenía unos 60 años y había abierto el local unos diez años atrás cuando perdió a su marido, siguió adelante pese a la pérdida e hizo lo que siempre quizo, abrir una pastelería/cafetería/restaurante. Lo gracioso de esto es que si a alguien le preguntas que es Betty's, se refieren al lugar en donde "se sirve de todo". Aquí solo trabajamos ella, su nieta Marie y yo como administradoras y camareras, en la cocina esta su hijo. Son bastantes flexibles los horarios, lo que me permite hacer de niñera e ir a la escuela.
-¿Que tal va el negocio,Lena?- interrogó Betty. Al principio su impotente voz me dejaba en paralizada del terror, parecía la típica hechicera malvada de las películas, pero ahora ya era costumbre y podía reconocer cuando estaba enojada realmente.
-Como siempre, jefa.
-Hey Lena, has venido temprano- comentó Marie mientras salía de la cocina. Ella se dedicaba a atender las mesas conmigo, a pesar de ser la nieta de la dueña no tenía ningún privilegio.
-Si, he salido temprano del colegio y he decidido venir a ayudar.
-Eres de buen corazón- sonreí ante el comentario de Marie, junté el café listo junto con la comida y lo llevé ante la señora.
-Espero que sea de su agrado.
-Gracias.
-¿Podrías ir a la cocina y buscar la bandeja con los bizcochos recién hechos?- preguntó Betty y asentí. Atravesé la puerta y esquivé las mesas de comida, al fondo una de ellas estaba ocupada por nuestro Chef, el hijo de la dueña. Si, es un negocio familiar al que tuve la suerte de acceder. Recuerdo cuando pasé por el lugar necesitando dinero y había un cartel de que se buscaba camarera. Estuve un mes viniendo todas las mañanas pidiendo trabajo porque Betty decía que yo era muy joven como para emplearme. Así y todo se había cansado de ver mi cara desde el otro lado del vidrio y un día aceptó.
Las galletas estaban en el horno apagado, por lo que no tuve que usar guantes para protegerme del calor. Saqué la comida del horno e incliné la bandeja para que las galletas caigan sobre un recipiente blanco. Llevé el plato con ambas manos hacia la parte delantera del lugar pero cuando atrevecé la puerta y me detuve. Paralizada en el sitio, veía como Kelly ingresaba al Betty's ondeando su cabello de peluquería recién hecha. Retrocedí torpemente a la mayor velocidad que pude, apoyé mi espalda sobre la pared al lado de la puerta y aguanté la respiración. Si cerraba la puerta, Betty se daría cuenta que algo pasaba y no quería que me rechazara por una pavada. Escuché atentamente mientras le daban a bienvenida.
-Buen día, ¿Qué mesa les gustaría?- Siempre tan amable Marie.
-Da lo mismo- contestó tajante Kelly mientras hacia sonar sus pies mientras avanzaba. Moví mi cabeza sigilosamente porque si me llegaba a ver, armaría un revuelo. Seguramente gritaría a los cielos que soy pobre, que tengo que trabajar como camarera (no significa que me de vergüenza), se burlaría tanto de mi por no tener el dinero que ella tiene, manicura y pedicura todo el día. Y por mi parte, me colgaría de su perfecto cabello y se lo arrancaría de a mechones. Volví a meter la cabeza rápidamente evitando chocar con Marie.
-¿Pero qué haces? - habló muy fuerte y tuve que comprobar que no nos habían oído.
-Shhh, habla despacio- moví mis manos en forma de señas y le indiqué a Kelly que se había sentado en una mesa del lado de la ventana enfrentada a una mujer mayor.- ella no me puede ver.
-¿Por qué no?- Marie se colocó a mi lado y espiaba también. Si alguien nos viera en esta situación, se reiría demasiado de nosotras. A decir verdad, era muy cómica si no fuera porque me jugaba mi pellejo.
-¿Ahora qué hago?¿Como llegó ella aquí?- miré el techo y me dejé caer contra la pared. Definitivamente tengo demasiada mala suerte, esto no puede ser una consecuencia ¿O si?
-¿Tan malo es?
-Demasiado.
-¿Pero que te ha hecho?
-Es muy complicado, si me ve, se burlará de mi por los siglos de los siglos.
-¿Y que? - Marie no entendía - ella parece la típica chica que no mueve un solo dedo para conseguir lo que quiere. Le dan todo. Tu deberías burlarte de ella.
-Ese no es el punto- seguíamos susurrándonos como dos maniáticas- ya se que es una inútil pero eso no quita el hecho de que ellas es parte del colegio, hija de mi directora, puede hacer sufrir a quien sea y no quiero darle motivos para que esa persona sea yo.
-Esta bien. Tienes razón.-Suspiré y dirigí mi mirada hacia la mesa de Kelly. Intercambiaba pocas palabras con la señora como si ésta no fuera digna de su presencia. Ella es una persona que jamás cambiaría.- le diré a mi abuela que te sentías mal y que te fuiste.
Aplaudí en silencio y le abracé cuidando del tazón de galletas, se lo tendí y ella lo tomó.
-Gracias- estaba tan agradecida.- Te debo una.
-Sal por la puerta de atrás, ten cuidado.
Asentí y me agazapé levemente para pasar desapercibida e ir hacia los casilleros. Hice un par de pasos y caminé erguida. Busqué en mi bolsillo del delantal mi llave pero no estaba, desesperada comencé a palpar el resto del lugar en mi ropa pero nada, ni rastro de la llave. Lo mas probable era que la halla dejado sobre el mostrador otra vez. Maldita sea por tan descuidada.
Entonces tendría que irme sin ninguna de mis cosas, recogería mis cosas mañana temprano antes de ir al colegio o tal vez a la noche. Salí por la puerta de atrás rápido para no cruzarme a Betty y no tener que explicarle nada, en cuanto me viera sabría que era mentira lo de la descompostura. Caminé por el callejón intentando sacarme el delantal, la chaqueta con el logo seguía puesta en mi cuando mi mirada se encontró con la persona menos esperada, dejé de caminar y hasta creo de respirar. Permanecimos allí de pie mirándonos sin decir nada. Hasta que fui yo la que rompió el silencio:
-Tú...- Ay genial. Ahora si estaba meada por los orangutanes.
-Vaya , vaya- sonrió y me provocó el habitual escalofrío, esto no iba a resultar bien- No pensé que me iba a topar con una belleza en un callejón así y menos vestida como camarera. Bonitas piernas.
-Cállate Erick- apreté mis dedos en un puño- será mejor que vuelvas por tu camino y no digas una sola palabra.
-Seria interesante ver que cara pone Sam y mejor aún los ricachones del colegio.
-¡No te atreverías sucia rata!
-Mejor controla tu boca, mujer.- se acercó amenazante provocando que yo instintivamente retrocediera un paso.
-No digas nada, por favor- estaba preocupada y si suplicar era mi ultimo recurso, lo haría. Quien sabe lo que haría Erick con mi secreto, seguro retorcerlo de la peor manera.
-Hmmm, a ver a ver ¿Que puedo hacer con información jugosa? Podría decirle a mis amigos, que vengan a tomar el té.
-Basta por favor, enserio- rogué sintiéndome humillada- ¿Que quieres de mi?
-¿Que quiero de ti? - río como si le estuvieran contando un chiste muy bueno- muchas cosas, bombón. Esta noche ponte linda, nos divertiremos a lo grande.
Caminé y pasé a su lado sin decir una sola palabra, no soportaría escuchar ni una palabra mas saliendo de su boca. Ahora tendría que salir con él y su banda de matones. Si Alex me viera otra vez con ellos, no le cabria duda de que yo estaba con ellos y aceptaba lo que hacían. Escuché sus silbidos siguiendo el ritmo de una canción. Caminaba enfadada por las calles de la ciudad, había dejado mi bolso en el casillero y ahora tenía que caminar incontables calles hasta mi casa. Una gota se escapó de uno de mis ojos y con mi manga la limpié. Ya estaba cansada de los secretos y los favores que le seguían. Ahora estaba a merced de Erick y era lo peor de lo peor. Quizás lavar un auto, fuera lo más sencillo de todo.
-¿Quieres que te lleve a algún lado?- Era Alex desde el asiento del conductor de su auto, lucía como si no hubiera pasado nada de nuestras diferencias, ¿Que hago? Tenía la posibilidad de llegar en minutos a mi casa o en horas, la decisión mas sensata era obvia.
-Si, gracias.- agarré la manija de la puerta del copiloto, abrí y tomé asiento junto a Alex. Olía a lavanda el auto. Suspiré agotada, fue un día agotador. No me importaba que Alex me viera vestida como camarera, era un hecho que él conocía mas de mi vida que yo la de él. Si se percató de mi atuendo, no lo demostró ya que no dijo nada.
-¿Estas bien?- Asentí levemente mirando por la ventana. Nos detuvimos en un semáforo.
-Mírame- voltee la cabeza en dirección suya y él acercó su mano derecha a mi rostro y lo acarició. Mi corazón se aceleró al recordar nuestro ultimo beso- Se nota que estabas llorando.
-No pasa nada, solo olvídalo- negué con la cabeza y me alejé rompiendo el hechizo. Basta de la lastima, era culpa mía estar en la posición que estaba, mis propias mentiras me estaban ahogando.
-Puedes confiar en mi.
-Te lo agradezco pero es tema mío y debo poder solucionarlo sola.
Aceleró con la luz verde sin decir nada, le había herido y el solo intentaba ser amable. Seria mejor que me bajara acá y así no molestaba a nadie, pero por su amabilidad, se que no me dejaría.
Llegamos a mi casa y mamá estaba en el frente lavando las baldosas de la vereda. Tal vez no tengamos la mejor casa, pero la limpieza jamás va a faltar. Mamá frunció el ceño al ver el auto de alta gama estacionar.
-Tus padres me odian desde lo del hospital. Será mejor que bajes y les digas que no hicimos nada turbio.
-No pasa nada. Gracias por alcanzarme.
No terminé de pronunciar palabra cuando se escucha un golpe sobre la ventanilla del piloto. Alex bajó el vidrio claramente sorprendido.
-Buenas tardes, señora Morais.
-Buenas tardes, Alex- mamá desplegó su mejor sonrisa hacia los dos- ¿Quieres quedarte a cenar?
-Yo...-Giró su cabeza y me miró creyendo que encontraría respuesta, pero estaba igual de sorprendida que él. Me encogí de hombros y él respondió:- Seria un placer.
Apagó el motor del vehículo y ambos bajamos. Tener a Alex en mi casa parecía algo tan irreal, que debería pellizcarme para comprobar por las dudas si no es un sueño.
Entramos por la puerta principal y nos dirigimos hacia la cocina, topándonos con mi papá que estaba intentando arreglar su viejo reloj, éste se había roto hace unas semanas y no había podido reemplazarlo. Me acerqué y le di un beso en la coronilla, quizás era un gesto demasiado intimo pero nada demostraba todo el amor que le tenía a mis padres.
-Hola cariño, ¿Que tal el trabajo?- la presencia de Alex a mi espalda examinando todo, debería resultarme extraño pero la verdad es que no, todo lo contrario, era cómodo.
-Muy bien.- definitivamente no hablaría de que huí como un cobarde de dos personas distintas- Betty te manda saludos.
-Agradécele la torta por mi cumpleaños, la mejor.-Papá notó la presencia de Alex y se puso de pie. Pensé que iba a haber rencor y desconfianza pero no. Alargó la mano y Alex hizo lo mismo.- Es bueno verte, joven.
-Lo mismo digo, señor Morais.
-Ve a cambiarte Lena mientras yo cocino- mi padre ofreció y yo no entendía absolutamente nada. ¿En qué momento mis padres hicieron las paces con Alex? Que yo sepa Alex no peleaba mas. Le pregunté a Tony una vez, si Rompehuesos seguía en el negocio y dijo que desde la pelea en el parque, ni se acercó.
Me dirigí a mi pieza sintiéndome como en un trance, pasé por encima de Salchichita quien estaba durmiendo plácidamente sobre un almohadón que estableció como cama. Abrí mi ropero y saqué una remera blanca lisa reemplazando el uniforme de camarera. Mi madre entró al cuarto.
-¿Que diablos la invitación?- le susurré para que no escucharan desde la cocina, las paredes parecen ser de papel.
-Tu padre me dijo que la próxima vez que te vea con él le invite a comer- aún así menos entendía- creo que fue a raíz del sueño que tuvo, al igual que le había prohibido a Nathan pelear y terminó haciéndolo de igual manera. Ya sabemos cómo acabó eso.
-Esto no puede estar pasándome.
Ahora mi padre creía que si me prohibía estar con Alex, mas ganas me daría de hacer estupideces para estar con él, que me pondría en peligro.
-Tranquila, tienes nuestro apoyo.
-Pero si yo... Olvídalo.
Caminé en círculos por mi habitación y regresé a la cocina con mamá a mi espalda. Alex estaba sentado sobre una silla, mirando como mi papá golpeaba la masa de harina, charlaban sobre los campeonatos de fútbol de Alex y como Nathan también había sido quaterback. Tomé asiento junto a Alex quien tenía una mano sobre el respaldo de mi silla, estaba completamente relajado.
Mamá se unió a nosotros a la mesa e intercambiamos miradas. De deportes pasó a autos y de autos a ciudades. Papá hablaba sin parar con mi compañero y éste cada varias palabras, lo atrapaba mirándome. La cena se desarrolló de manera tranquila con conversaciones fluidas, las pizzas caseras salieron exquisitas.
-Y si, quisimos la mejor educación para nuestra hija y la mandamos a ese colegio- papá se cruzó de brazos- pero no paran de succionarnos dinero. Por suerte el almuerzo es barato, prácticamente gratuito, sino no se que haríamos.
Lo fulminé a Alex con la mirada para que capte la indirecta de seguir la corriente o juro que lo mataría. Él se limitó a mirarme sostenidamente con comprensión. Una sensación de calidez recorrió mi interior.
-Por suerte, Lena es inteligente, así el dinero esta bien utilizado.
-Nuestra hija tiene muy buenas notas, es un genio.
-Bue, Bue, tampoco para tanto- rodee los ojos y todos rieron. Ojalá tuviera algo dentro del cráneo que me ayudase a tomar buenas desiciones.
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