¡Odio a los chicos insensibles!
¡Esto es inaceptable! ¡Completamente inaceptable!
¡Yo, Chloé Bourgois, no puedo tolerar esto!
¡Adrien sigue sin percatarse! O al menos eso aparenta. Pero yo sé la verdad.
Aish, esto es TAN complicado.
Tiro mi cuerpo pequeño de niña de 8 años a mi lujosa cama.
Doy un vistazo a mi habitación. Es tan lujosa como alguien desearía.
Entonces, siento como mis pies llegan al suelo, incluso estando acostada de forma horizontal.
—¡¿Eh?! ¡¿Esto es posible?!— con mucha ilusión me levanto de un salto, y corro hacia el –merecido– gran espejo que mi adorado Papi compró para mí. Me veo con atención, sobre todo en el tamaño de mi cuerpo. ¡¿Será verdad?! —¡Yanjack! ¡Ven aquí!— con mucha fuerza, mi voz chillona llama a mi mayordomo personal.
Oigo unos pasos rápidos y preocupados. ¡Más le vale llegue rápido! ¡No voy a tolerar un retraso de más de diez segundos de su parte! O mejor dicho... DE PARTE DE NADIE.
—¡Señorita! ¡¿Qué ocurre?!— veo como su rostro está muy blanco, casi como esos vampiros baratos que se encuentran en todos lados. Parece como si hubiese visto un fantasma.
—¡Yanvaljean, trae el lápiz de medición ahora mismo! ¡Necesito saber algo con URGENCIA! ¡¿Te quedó claro?! ¡URGENCIA!— sin perder más tiempo, Yanjill sale corriendo en busca de lo que le pedí.
Jejeje, sabré si esto es verdad o no... ¡Ojalá que sí!
¡A ver si así me sigue tratando como una niña!
Aunque bueno, él también es un niño, pero... ¡No soporto que me trate como una hermana menor! ¡Es tan, TAN irritante!
—¡¿Y?! ¡¿Cuánto tiempo vas a tardar, Yancan!? ¡No tengo tu tiempo!— ¡¿Por qué se tarda tanto?! ¡Tendré que hablar con mi Papi para que hable con él sobre la tardanza! ¡Porque que tarde TANTO es inaceptable!
—¡Ya llegué, señorita! ¡Aquí lo traje! ¡Por favor, póngase en la bara de medición!— espero que eso no haya sido una orden. Solo yo puedo dar órdenes en esta casa.
Con mucha felicidad me dirijo corriendo hacia mi pared donde marcamos siempre mi crecimiento. Porque es obvio que yo soy muy importante, así que tengo mi propia pared de medir.
Una vez llego, me acomodo contra la pared y me quedo quieta, esperando a que el inútil de Yanlan termine su trabajo.
—Listo señorita.
—¡¿Y?! ¡¿Y?!— emocionada comienzo a dar saltitos esperando que su respuesta sea la que espero oír.
—¡Felicidades! ¡Creció unos 5 centímetros más!— me dedica una sonrisa orgullosa, mientras mi rostro se ilumina y comienzo a gritar de felicidad y a correr celebrando.
¡Toma esa Adrien! ¡Ahora va a ver cuan madura soy!
Esperé la hora en la que Adrien nos visita siempre. Vino acompañado de su madre, la señora Emilie. Ella es muy hermosa, espero algún día ser como ella. Parece ser la luz de los ojos de Adrien y del aterrador señor Agreste.
No han sido pocas las veces en que soñé que el señor Gabriel era un ogro que quería comerse París. Sé que es exageración, pero... ¡Es que me da demasiado miedo a veces!
—Chloé, querida, hola.— la señora Emilie me saluda con su sonrisa dulce y maternal de siempre. Esa sonrisa nunca ha estado presente en mi madre. Y tampoco es que esté muy presente ahora, si se fue a Nueva York... La señorita Emilie es como mi madre, por eso espero que no cometa el mismo error que mi madre de irse sin dar explicaciones.
—¡Buenos días señorita Emilie! ¡Buenos días Adrien!— y antes de que el niño al que amo pudiera responder, lo arrastro a mi habitación a toda velocidad. Mi Papi tiene razón. ¡Puedo ser una perfecta Flash!
—C-Chloé... ¿A qué se debe tu entusiasmo? Nunca te vi tan feliz, exceptuando la vez que conseguiste montar el Pony en Italia en tu cumpleaños...— habíamos ido a Roma, Italia en mi cumpleaños número 6. ¡Fue genial! ¡Pude montar un Pony muy bonito que había visto en un vídeo!
Adrien me miraba confundido. No entendía qué era lo que yo quería.
—Pues... ¡Para entender tienes que mirarme! ¡Mírame!— le “ordené”, y yo comencé a dar saltitos al ver que me estaba poniendo atención.
Pasaron cinco segundos.
Nada.
Pasaron otros cinco segundos.
Nada.
Volvieron a pasar otros cinco segundos.
¡Y nada!
—¿Y bien?
—Ehh... ¿Qué se supone que debo hacer?
¡Esto no podía ser! ¡Hasta Yamcul se había dado cuenta, ¿y Adriboo no?!
—¡Adrien!— ese llamado de atención mío lo hizo alterarse. ¡Es el colmo! ¡Adrien debería prestarme toda su atención! ¡Yo no tendría por qué estar pendiente de él y de estarle contando lo obvio sobre mi persona! ¡Es algo ridículo! —¡¿Acaso no te has fijado en mí últimamente?!— se mostró aún más confundido, como no entendiendo de qué Barnies yo estaba hablando. —¡¿Acaso nunca oíste de las TRES reglas hacia las mujeres?! ¡¿Nunca?!— mientras le grito enfadada, él solo niega con la cabeza, notablemente nervioso.
Cálmate Chloé.
Respira... Respira...
—¿De qué reglas hablas Chloé? ¿Y podrías decirme el motivo de tu emoción? No quiero que te molestes conmigo, por favor...— su voz infantil lamentándose, sumando a que su mirada está bajada debido a que se muestra de verdad arrepentido por hacerme enojar de esta manera me hace sentirme culpable. ¡Odio sentirme culpable!
AISH.
Sin duda, no puedo luchar contra Adriboo. Saldré perdiendo siempre, y odio perder.
—¡Verás, he crecido 5 centímetros más! ¡5 centímetros MÁS! ¡¿Sabes cuánto es eso?!— comencé a corretear y a saltar emocionada por mi cuarto.
Sentía como el niño rubio con el que he jugado desde hace unos tres años me miraba emocionada y a la vez sorprendido.
—¡Muchas felicidades Chloé!— y a la vez que me mostraba una dulce sonrisa juntaba sus dos manos para comenzar a darme aplausos.
Por mi parte, yo daba giros y giros sobre mi propio eje hasta finalmente detenerme mirándole a la cara. Más específicamente, a sus dos ojos verdes.
—¿Ahora ya soy suficiente para que te intereses en mí, cierto?— y en cuanto le pregunté eso, mi rostro se transformó en uno orgulloso con una sonrisa infantil.
Mientras que el de Adrien se convertía en uno rojo hasta las orejas y desviaba la mirada.
¿Qué demonios le pasa? ¡¿Por qué desvía la mirada?! ¡Le estoy permitiendo acercarse mucho más!
—Interesarme en ti... ¿en qué sentido...?— ¿Acaso es tonto? No, la señora Emilie me dijo que él sabía darse cuenta de las cosas. ¡¿Entonces?!
—¡Pues en el sentido romántico, genio!
Comenzó a reírse nervioso mientras seguía sin mirarme a la cara.
—¡De seguro estás confundida! ¡Yo no soy un interés romántico!— si claro... Si yo me enamoré de él, es por algo. Momento... ¡¿Acaso está tratando de esquivar el asunto?!
—Ajá, ¿y puedes darme una razón?— veo como su rostro comienza a expulsar cada vez más y más gotas de sudor.
—A...¡Ah! ¡Mira! ¿Qué es esto tan bonito?— y sin prestarme atención pasó a mirar algo que fácilmente podría tener él en su casa. Es simplemente un peluche de una mariquita, junto al de una abeja.
¡No puedo creerlo!
¡¿ACASO SE ESTÁ RIENDO DE MÍ?!
Siento como el enojo sale de cada parte de mí, haciendo que haga algo que siempre me prohibieron.
—Adrien... ¡Adrien idiota!— le muestro la lengua en una expresión de enojo. Adrikins parece estar afectado por mi comentario, ya que literalmente comenzó a asustarse y a intentar formular una vaga disculpa llena de nervios.
Sin duda alguna odio... ¡Odio a los chicos que se hacen los sordos! ¡Odio a los chicos insensibles!
¡Nunca... NUNCA se dan cuenta de las cosas!
Aprieto la tela de mi vestido entre mis manos, llena de furia.
—C-Chloé, espe- — sin dejarle terminar, comienzo a gritarle y a empujarle en dirección a la puerta. —¡H-Hey, n-no me e- — y antes que termine de pedirme que no le eche, le muestro de nuevo la lengua y lo saco de mi recamara para finalmente cerrar la puerta con un ruido tan fuerte que seguro se escuchó hasta China.
******
—¡Wah, ¿qué fue eso?!— una asustada niña de cabellos cortos de color oscuro acompañados con bellos ojos azules se había derramado un bol de galletas en su ropa favorita.
—¡Marinette, ¿qué ocurre?!— y a la habitación de la niña entraron sus padres, un hombre robusto y alto de cabellos castaños, y una mujer similar a la niña pero de ojos marrones.
—N-Nada...— mejor no decirles a sus padres que había oído un grito repentino.
******
Una vez “desterré” a Adrien de mi cuarto, comencé a rabiar y a caminar en círculos.
¡No importa lo que haga, sigue siendo un idiota!
¡Aish!
¡Te odio, estúpido Adrien!
—Quiero saber la verdad de sus sentimientos... ¡Ahh, que entienda de una maldita vez!— sigo haciendo lo mismo que vengo haciendo desde hace veinte minutos... ¡Golpear mi almohada de la frustración! Lo siento almohadita consejera, pero ahora mismo debo desahogarme. —¿Acaso será así siempre...? ¡No, no debo rendirme! ¡Va a ver... Va a ver!
¡Va a dejar de tratarme como hermana menor, quiera o NO!
.
.
.
.
Pasaron los días, y siento que tratas de alejarte de mí Adrien. ¡Sin duda eres un idiota!
—Hey Chloé... deja de mirarme así...— ¡Sin duda se ha vuelto más frío! ¡Mucho más serio! ¡Ya no sonríe cuando está conmigo!
—¿Acaso te das cuenta?
Él solo niega rápidamente con la cabeza, nervioso. ¡Aish, lo sabía!
—¡Tú solo quieres que me largue a llorar, ¿no es así?! ¡Eres el peor idiota que he conocido!— y dejándolo inseguro de nuevo volví a mi sofá, mientras trata de disculparse.
Quiero que me trate como a una chica... pero no puedo decírselo bien. ¡Y aunque sea sincera, no logra entender!
¡Es imposible!
—¡¿Espera, qué?!— al ver como mi rostro comenzaba a entristecerse y enfadarse más, relajó su expresión en una preocupada. —Chloé por favor... Dime qué te ocurre.— comenzó a acercarse a mí, a lo cual yo respondí con muchos misiles –si es que así le puedo decir a mis peluches–.
—¡No me ocurre nada, torpe Adrien!— tomo los primeros peluches que veo, al igual que libros.
—¡Hey, baja el simio!
—¡Cállate Agreste!— y sin importarme sus palabras, le tiré el mono rosado que tenía en mi estante. —¡Ni creas que voy a ser débil ante tu cara de cachorro atropellado! ¡Después de todo, esto es tu culpa!
Veo como empieza a caminar en reversa. ¡Lo sabía!
—¡Idiota! ¡Solo quieres huir de mí, sin importar lo que yo haga! ¡El malvado tú... lo odio!— tomo en mis manos un libro de un gato negro, y cuando estoy por lanzarselo, agarra un cojín de escudo y comienza a devolverme todos mis “misiles”. —¡Eso es trampa! ¡Usas a mis soldados en mi contra! ¡Torpe Adrikins!— observo mi cuerpo. Está toda mi ropa sucia y desarreglada. ¡Ahora sí me las va a pagar! —¡Vas a ver!— le sigo arrojando lo primero que encuentro sin importarme nada. ¡Encima que él sabe que me esfuerzo mucho por mi aspecto, y me hace llegar a esto!
¡Sin duda... no puedo vencer a su malvado “yo”!
¡Pero ya verás Adrien Agreste!
¡Yo seré la próxima “señorita Agreste”!
¡LO JURO, CHICO INSENSIBLE!
☘☘☘☘
¡Holi! Volví.
Se preguntarán... ¿qué es esto? Bueno, es una de las historias de Ladybug. ¡Sí, volvieron!
Disculpen la demora, es que estaba trabajando en mis otras historias también.
Esta era la más corta, así que decidí terminar esta.
¡En serio, mi hermosa Rin es simplemente hermosa >w<! Es tan... ¡Kawaii!
Y me inspiré en esta canción suya para hacer esta historia de Chloé. Originalmente iba a ser otra canción, pero la historia igual iba a ser de Chloé.
Pero finalmente decidí hacer esta de Chloé como una niña al igual que Adrien.
La anterior canción que iba a ser esta historia la haré con otro personaje, así que no se angustien UwU
Y haciendo Spoiler de la próxima historia de Ladybug... Déjenme decirles que será de alguien que fue una Akumatizada muy fuerte...
¡Ahora sí, me despido!
¡Hasta luego!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top