I've got you, deep in the heart of me
I GOT YOU UNDER MY SKIN
Autora: Clumsykitty
Fandom: Marvel Mcuoso a veces.
Pareja: Stony
Derechos: a una dieta rica en galletitas.
Advertencias: esta historia es una mezcla loca entre The Boys y el show de Tiger&Bunny, con drama de jóvenes enamorados y cosas propias del SteveTony que tanto conocemos. Una historia de encargo.
Gracias por leerme.
*****
I've got you, deep in the heart of me.
"¡Bienvenidos una vez más a nuestra emisión de SHIELD y los Seis Grandes! El día de hoy tenemos la pelea que protagonizaron nuestra araña favorita, la Viuda Negra y Ojo de Halcón contra una banda de ladrones de banco. Recuerden que pueden votar por su héroe favorito en los números...!"
Tony bostezó, escuchando de lejos ese programa de televisión que emitía las aventuras de los famosos súper héroes, llamados los Seis Grandes, seres humanos que habían nacido con una suerte de poderes que los hacían superiores al resto y que trabajaban para SHIELD, la compañía que los patrocinaba televisaba y era todo un emporio millonario gracias a esos seis héroes privilegiados, los cuales siempre eran votados para ser el favorito de la semana por los millones de seguidores que tenían. Estaba la hermosa pelirroja Viuda Negra, de origen ruso que era especialista en combate cuerpo a cuerpo, armas de corto alcance y venenos por supuesto, además de ser excelente como espía informática. Casi siempre hacía mancuerna con Ojo de Halcón, un arquero quien jamás fallaba un blanco aunque estuviera en movimiento o lejos a la vista normal, peleador nato con un sentido del humor algo raro.
Luego estaba el Profesor Verde, un hombre muy inteligente capaz de transformarse en una mole de piel verde inmune a la artillería y casi todo tipo de armas, con un muy mal humor cuando era ese gigante. Después estaba la Capitana Marvel, quien era capaz de volar, concentrando energía en sus puños, una descarga de estos era letal. Seguía el Dios del Trueno, un tipo alto muy bien parecido de voz gruesa que se vestía a la usanza de los vikingos, usaba de arma un pesado martillo, pero en realidad él era capaz de manipular los relámpagos además de tener una resistencia proverbial. Por último, estaba el Capitán América, el líder de los Seis Grandes, usaba un escudo con una estrella dorada en el centro, era veloz, muy fuerte, pero sin duda todos lo amaban por ser increíblemente patriótico.
Tony lo detestaba por pedante.
Era cierto que tenían sus aventuras donde ayudaban a los demás, asistiendo a la policía en los peligrosos casos de delincuentes que siempre estaban televisando para que los fanáticos votaran. Más peligro eran más votos, con mayor alcance en las redes sociales que estaban activas todo el día. Tony se consideraba un fan, pero de esos fantasmas que solamente daban likes o votaban cada mes para la elección del héroe más fuerte de la temporada. Su favorito era el Dios del Trueno, le encantaba su porte además de ser un Winnie Pooh en personalidad que contrastaba con su capacidad de pulverizar cosas con sus relámpagos o hacer caer una lluvia densa.
—Buenos días, amor.
—Mm, buenos días, ¿qué es eso que huele tan rico?
—Tu desayuno.
—Ah, cómo te amo.
—Y yo, Tony, anda, todo está listo.
Vivía con Steve Rogers, su pareja en un pequeño departamento cerca de Manhattan. Les iba bastante bien pese a ser jóvenes. Tony había terminado sus estudios más joven, dedicándose a crear campañas publicitarias para una agencia que tenía entre su cartera de clientes a SHIELD, esa era la razón por la que había conocido en persona al Dios del Trueno en persona cuando les tocó una serie de promocionales con este súper héroe que fue todo amabilidad y risas durante las sesiones, de ahí que quedara sumamente encantado con él, cambiando su voto que siempre había dado a la Viuda Negra para ese vikingo moderno.
—¿Mucho trabajo? —preguntó Tony a su novio, viéndolo concentrado en unos folletos de la cafetería donde trabajaba.
—Un poco, ¿qué me dices de ti?
—Ya sabes, nueva campaña, nuevos desvelos.
—Lo harás bien, Tony, eres un genio.
—No es lo que piensan mis compañeros, sienten que un huérfano con un coeficiente intelectual superior a ellos no tiene nada que enseñarles a los veteranos de la mercadotecnia.
—Será su problema, porque eres increíble y tu jefa lo sabe.
—De no ser por ella, creo que estaría desempleado.
—Tony...
—Saldré tarde estos días —suspiró el castaño, robando un beso de Steve— Lo siento.
—Nada, estaré bien.
—¿Seguro?
—Traeré tus donas favoritas.
—Sabes cómo conquistarme, Steve Rogers.
—Te amo, Tony.
—Y yo, Steve.
Tony admiraba mucho a Steve, había dejado la escuela por ocuparse de su madre enferma, trabajando a edad temprana hasta que ella falleció. Con los gastos encima, tuvo que seguir buscando más empleos hasta que al fin quedó en esa cafetería de Manhattan donde los clientes gastaban en una visita lo que ellos en un mes, teniendo generosísimas propias. El único problema con ello es que a veces Steve debía cubrir tiempos extras o hacer otras labores cuando los demás fallaban, su jefe era muy exigente, pues era de las mejoras cafeterías que recibía incluso extranjeros y el rubio era su mejor empleado, por lo que a veces no lo veía o llegaba muy cansado.
—Te veré en la noche, Tony. Cuídate mucho.
—Eso lo debo decir yo, no vuelvas a tocar cosas calientes que las quemaduras no son lindas.
—Lo tendré en cuenta, nos vemos o no llegaré.
El castaño recibió un beso de despedida, suspirando antes de tomar su taza hecha perfecto por alguien que llevaba unos años aprendiendo a hacerlo en una elegante cafetería. Miró el televisor, frunciendo su ceño al ver cómo iban las votaciones, de momento su héroe favorito iba en el cuarto lugar porque no había tenido esa semana alguna aventura en la que pudiera participar. Esperaba que para el fin de semana las cosas mejoraran, no quería ver a su Dios del Trueno por debajo de las más altas puntuaciones o no conseguiría esa medalla al mérito que SHIELD les daba y con ello la posibilidad de verlos en otras cosas como en películas o miniseries.
Luego de apurarse con el desayuno y dejar todo más o menos en orden, Tony corrió para tomar a tiempo el subterráneo y llegar a la agencia donde trabajaba con la mujer más exigente pero alegre que hubiera conocido en su vida: Janet Van Dyne. Ella le había dado la oportunidad de trabajar pese a su edad y que básicamente había estudiado a base de cursos por aquí y por allá, teniendo fe en su talento para crear e innovar todo el tiempo en un sitio donde todos los proyectos requerían tener respuestas antes de que se formularan las preguntas. Varios en la agencia no lo apreciaban por lo mismo, creían que era algún niño bonito pariente de alguien influyente motivo por el cual lo tenían ahí, nada más alejado de la verdad.
—¡Hey, Tones! Bonito día —Janet lo saludó con un beso en su mejilla— ¿Qué tal las votaciones?
Su jefa también era amante de los Seis Grandes, e igual que él tenía una enorme preferencia por el Dios del Trueno, sobre todo luego de haberle tomado medidas para un traje especial.
—Es un fastidio, todavía no sube.
—No te preocupes, vienen días festivos y siempre sucede algo en estos días.
—Ojalá.
—¿Todo bien con Steve?
—Ya lo sabes, es mi adorado labrador dorado, ha estado trabajando mucho.
—Son temporadas altas, Tones.
—Lo sé, pero no quiero que me lo maltraten mucho.
—¿Y... no ha pasado nada?
Tony sonrió, bajando su mirada. —Creo que es demasiado pronto ¿no crees? Todos dicen que somos muy jóvenes para algo tan formal.
—No todos quieren casarse a los 40, Tones.
—Tú solo quieres la boda para alocarte con la ropa.
—Es una acusación seria a tu jefa, jovencito.
—¿Estoy mintiendo?
Janet negó, despeinándolo apenas. —Sé que tienen algo fuerte y sincero, así que no le veo problema. Pero bueno, primero vamos a sobrevivir este año y luego planearemos la boda del siglo.
—Primero hay que hacer el compromiso.
—Algo me dice que Steve ya lo está pensando.
—Sí, claro. Apenas si tiene tiempo para descansar.
—Ya lo verás, ahora debo irme porque tengo junta, supongo que estarás en la reunión del equipo para la nueva campaña de SHIELD.
—¿Tengo opción?
—No.
Tony no deseaba estar en esa junta no porque no le agradara tener más trabajo, era porque ya le habían adelantado sobre lo que trataría la nueva campaña para SHIELD que no era otra cosa que nueva publicidad con el rostro de ese impertinente del Capitán América, el líder en las puntuaciones y del equipo de los Seis Grandes que en la vida había puesto un pie en la agencia para darles las gracias por hacer de su imagen algo por el cual tres cuartas partes del país y una buena porción del mundo suspiraba. Si hubiera sido el Dios del Trueno entonces ahí hubiera trabajado más que a gusto, pero tenía que pensar para ese hombre que vivía del orden y el honor sin nunca mostrar una sola falta hasta en su lenguaje que cuidaba mucho para no decir ni una sola mala palabra.
Por eso se entretuvo en su tableta con mensajes a Steve, fingiendo que tomaba notas de lo que se decía, al fin y al cabo luego se lo darían en un informe posterior. Escribió a su novio, frases cariñosas como también su agobio por estar en una junta aburrida, sabía que el rubio no podía responderle porque seguramente estaba atendiendo clientes muy importantes que deseaban uno de esos deliciosos cafés que apenas si iban a probar porque solamente estaban ahí para cerrar negocios o tomarse una foto y presumir que estuvieron en esa cafetería de renombre. Janet le miró sospechosa, más no dijo nada ni tampoco le pidió que hiciera nada más que estar de acuerdo o no con las ideas generales.
—Bien, todos a trabajar —ordenó ella, mirando por última vez a Tony quien le sonrió, saliendo de ahí.
Al volver a su escritorio, escuchó que unas chicas cuchicheaban mirando el televisor que tenían más al fondo donde había una barra para servirse café y algunas golosinas con que mantener el azúcar para trabajar a tope. El castaño fue a echar un vistazo, rodando sus ojos al ver la noticia sobre el Capitán América atrapando a un camión que había robado una buena cantidad de dinero de un banco, en una peligrosa persecución donde los malhechores terminaron hundiéndose en el río Hudson donde los alcanzó el líder de los Seis Grandes, quien, haciendo gala de sus muy buenos modales, los había rescatado antes de que se ahogaran y entregado a la policía.
—Pf —bufó Tony, regresando a trabajar.
Se quedó un poco más porque quiso no tener tantos pendientes si esa nueva campaña iba a comenzar pronto, saliendo con la tarde desapareciendo tras sus pasos y al tomar el subterráneo para ir de vuelta al departamento donde ya estaba Steve esperándolo, preparando la cena. Los dos sabían cocinar, pero era el rubio quien tenía un mejor talento para platillos, obviamente por ese entrenamiento en la cafetería. Un aroma hizo que Tony alzara su nariz, disfrutándolo antes de brincar sobre su novio para besarlo como si no hubiera un mañana.
—¡Me trajiste café!
—Bienvenido —Steve lo besó, luego quejándose un poco— Ah, lo siento.
—¿Qué te pasó? —el castaño se alertó, mirando su espalda donde lo había rozado.
—Un accidente, me cayeron unas cajas pesadas.
—¡Steve!
—No fue nada, pero tengo unos pequeños raspones.
—¿Pequeños raspones? Déjame ver.
—La cena...
—Deja ahí, ven, la otra vez dijiste que solamente te había caído algo de agua caliente y estabas morado. No, no, ven acá.
Steve quiso protestar pero no pudo, dejándose llevar por el castaño a su recámara donde fue obligado a quitarse la camisa, mostrando cerca de su hombro izquierdo unos rasguños como si se hubiera raspado con algo metálico, o parecido. Tony frunció su ceño, no era muy grave, solo que le enojaba que luego pasaran esas cosas por los compañeros tan flojos e indisciplinados que tenía.
—Te pondré algo.
—Ya me atendieron, Tony.
—Pues de nuevo, no me gusta verte así.
—Estaré bien.
—Eso lo decidiré yo.
Caminando del baño hacia la cama donde sentó a su novio, Tony trajo todo para atender esa piel rosada y las pequeñas heridas con una pomada para ello. Steve lo observó de reojo, sonriendo al notar su preocupación junto con esa delicadeza para sanar su herida, esperando a que terminara para alzar un brazo y jalarlo a su regazo por su cintura, besándolo en los labios primero, luego sobre sus párpados antes de terminar en su frente.
—Ya, tranquilo.
—Hm. Voy a quejarme con tu jefe.
—Son gajes del oficio, mi amor.
—Pues no me gustan tus gajes del oficio.
—Me siento mejor.
Tony hizo un puchero que Steve besó, dejando su frente contra la del castaño quien suspiró resignado, acariciando el pecho desnudo de su novio.
—No me gusta que te lastimes, me asusta eso.
—¿Por qué?
—Siento que un día... no quiero que un día esté un policía detrás de la puerta buscándome porque tiene algo que decirme. Es la peor pesadilla.
—Tony, eso no pasará.
—Quien sabe.
—¿Crees que yo no me asusto por ti? Algo puede pasarte mientras vas en el subterráneo o estás en esa agencia tan elegante que llama mucho la atención.
—Nadie va a asaltar a unos locos que hacen dibujitos —gruñó el castaño, mirándolo— En cambio sí que pueden ir contigo o intentar robarte porque eres muy bien parecido y sexy.
—¿Y tú no eres sexy?
—Nope.
—Tony...
—Yo sé que no debo decir esto, pero es que eres todo lo que tengo, Steve. No lo digo en ese plan extraño que hablan sobre...
—Sé a qué te refieres, Tony, sabes que es igual para mí.
—Me asusta mucho que te lastimes.
—Procuraré cuidarme mejor.
—Procura que despidan a esos tontos, mira que no saber acomodar las cosas, ¿que no les dieron un curso sobre accidentes del trabajo?
Steve rio, volviéndolo a besar, el castaño lo abrazó buscando profundizar el beso que se hizo más candente, con las manos de Tony recorriendo ese increíble torso bien marcado. Ya sabía que su novio era dado a hacer ejercicio, pero siempre le impactaba lo fácil que le era ponerse en forma, un cuerpo que solamente él podía ver además. Se acomodó mejor, buscando un roce entre sus caderas, sonriendo al escuchar ese pequeño gruñido ronco de desaprobación de Steve que luego era seguido por un par de manos que lo tumbaron a la cama con unos ojos azules ardiendo en deseo.
—Tienes demasiado ropa encima, Tony.
—¿No piensas hacer algo al respecto?
Olvidó por esos momentos la herida en la espalda del rubio, perdido más bien entre sus besos y luego cuando se acomodó entre sus piernas, sincronizando sus caderas en el vaivén que vino hasta que terminaron casi al mismo tiempo, riendo después entre caricias lentas hasta que se recuperaron lo suficiente para acordarse de que la cena estaba a medio cocinar. Así, desnudos como estaban, además de sucios, fueron a la cocina. Lo hicieron de nuevo ahí mientras la carne terminaba de cocerse y le daban tiempo suficiente al helado para congelarse.
—¿Y cómo te fue en la agencia?
—Argh, ni me recuerdes.
—¿Tan malo es?
—Vamos de nuevo con el bendito Capitán América.
Steve sonrió apenas, observándolo. —Eres muy bueno en tu trabajo, Tony, por eso te buscan.
—Hay más héroes, pero casi siempre hacemos de él.
—¿Y quisieras que fuese más del Dios del Trueno?
Tony levantó su mirada, besando los labios de Steve. —No te pongas celoso.
—Suspiras mucho por él.
—Ah, pues es que es genial y todo así barbón, salvaje como él solo. Claro que me hace suspirar, pero nunca te cambiaría por él. Solo si sabe preparar ese delicioso café.
—Oh, cielos.
Rieron juntos, terminando de cenar antes de ir a la recámara donde retomarían sus actividades en el baño y luego descansando al fin, en pijama y abrazados. Tony buscó acurrucarse en el cuello de Steve, aspirando su aroma con una sonrisa, apenas si tocando la herida por debajo de la tela.
—¿Todavía duele?
—No, ya no. Mañana estaré bien ya lo verás.
—Bueno.
—Gracias por cuidarme, Tony.
—Pero no se me olvida que tienes compañeros idiotas.
—Buenas noches, cariño.
—Buenas noches, Stevie.
El castaño despertaría con una sorpresa, pues no encontró a novio a su lado, todo lo que había era una nota diciendo sobre una emergencia en el trabajo y que lo necesitaba. Cosas de ser también un supervisor. Gruñó porque no despertó con los mimos de Steve, sonriendo al ver que con todo le había dejado su desayuno. Era tan perfecto que dolía. No pudo sentarse a ver la televisión y saber de los puntajes nuevos de los Seis Grandes porque su celular sonó, era Janet quien también requería su presencia urgentemente, pues la gente de SHIELD estaba ahí para hablarles de la nueva campaña, como su diseñador estrella debía estar presente sí o sí.
Tony rodó sus ojos, quejándose al leer el mensaje, apurándose a comer mientras respondía, corriendo al baño y buscando aprisa algo qué ponerse. Por ello no vio sobre el tráfico en una avenida, sino hasta que estuvo atorado en ella, bajando del taxi para ir corriendo así a la agencia porque no llegaría de otro modo, un pensamiento que tuvieron varios empleados que iban por el mismo rumbo. Algunos decían algo sobre unas calles cerradas, no prestó atención, enviando un mensaje a Steve para saber si estaba bien cuando algo explotó cerca. El castaño cayó de golpe, mirando asombrado en la dirección de la explosión.
Gente salió disparada de una calle, alejándose de algo. Unos tipos encapuchados dispararon al aire, sujetando unos rehenes. Se les notaba heridos. Tony no se lo pensó dos veces, huyendo de ahí a gatas, buscando en dónde refugiarse cuando una mano lo levantó del suelo, azotándolo contra un auto cuya conductora gritó porque se estrelló el vidrio de su parabrisas con el peso del castaño al ser golpeado tan violentamente.
—¡AHÍ VIENE! —gritó uno de los encapuchados.
El que había estampado a Tony, lo tomó por el cuello casi ahorcándolo, levantándolo para verlo con una expresión de odio, mostrándole unas garras filosas que eran naturales. No era un ladrón regular ni tampoco la clase de criminales que solían pasar en el programa de SHIELD. Tony abrió sus ojos, asustado y buscando respirar por esa manaza que cortó su respiración. Un escudo silbó en el aire, enviando un trozo de techo de taxi contra aquel enmascarado que lo rompió a tiempo, aunque terminó lastimado en el rostro por el trozo de metal que salió disparado, liberando al castaño.
—¡Maldito! —siseó el tipo, tocándose su rostro semi revelado con sangre— ¡Esto lo pagarás!
Unas garras hicieron un vuelo en el aire con la intención de estamparse en el pecho de Tony quien no supo cómo reaccionar. Sintió un tirón, un brazo sujetándolo por su cintura, alejándolo a tiempo de las garras mortales que chocaron con un escudo, rechinando horrible mientras él resbalaba del auto, libre para huir de la pelea que se dio ahí arriba. El castaño miró detrás de él cuando estuvo metros suficientemente lejos de ellos, el Capitán América pateaba con furia al encapuchado con una certeza que lo estampó como lo hiciera ese criminal con Tony pero en el suelo.
Tony se detuvo en su carrera, fue extraño, pero le gustó mucho ver eso. Como si de alguna manera, el Capitán América hubiera estado enojado de que lo hubieran lastimado. Un policía lo llamó, buscando alejarlo más mientras cerraban el perímetro. Solo echó un último vistazo a ese escudo volando para atrapar al resto, apareciendo ahí la Viuda Negra y Ojo de Halcón. Tony se sacudió sus ropas, tocándose su cuello que solo estaba resentido, al menos tenía una excusa genial para decir por qué había llegado tarde a la junta con el equipo de SHIELD. Y podía decir que el Capitán América tenía lo suyo ahora que podía verlo tan de cerca.
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