17
De vez en cuando me ponía muy triste por esa felicidad, porque sabía muy bien que no podía durar.
Hermann Hesse.
-
¿ Quiénes eran esos peculiares ? - preguntó Victor - ¿ Qué estaban haciéndonos ?
- He sentido como si intentara reptar por el interior de mi mente - dijo Enoch - No puedo olvidar esa sensación.
- ¡ La poli ! - exclamó Jacob viendo un coche de policía que nos seguía - Que todo el mundo actúe con normalidad .
- ¿ Crees que sepan que Millard ha robado en la tienda ? - le pregunté .
- Imposible - respondió - Estamos demasiado lejos.
El auto de policía circulaba muy pegado a nuestro parachoques. Saltaba a la vista que nos seguían . Cuando la carretera se abrió en dos carriles, ellos aumentaron la velocidad hasta situarse a nuestro lado. No hicieron nada, solo se limitaron a rodar en paralelo a nosotros mientras nos miraban con atención.
- ¿ Qué quieren ? - preguntó Victor.
- Nada bueno - sentenció Emma .
- Ese coche patrulla es muy viejo - señaló Jacob - Ya no los fabrican así .
- Puede que no tengan dinero para coches nuevos - sugerí.
- Puede ser - asintió Jacob.
La patrulla redujo la marcha y quedó por detrás de nosotros . De repente viraron bruscamente , tomaron una carretera de tierra y los perdimos de vista.
- Que raro ha sido - dije .
- Larguémonos de aquí antes de que vuelvan - dijo Enoch - Portman, deja de conducir como mi abuela y pisa a fondo el pedal derecho.
- Buena idea - asintió el ojiazul y aceleró .
Pocos kilómetros más adelante, el motor empezó a emitir un traqueteo alarmante y una luz roja parpadeó en el salpicadero.
- ¿ Ahora qué ? - se quejó Emma .
- Puede que no sea nada - dijo Enoch - Pero no lo sabré hasta que le eche un vistazo .
El traqueteo del coche se hacía cada vez más intenso por momentos. Nos desviamos hacia un túnel de lavado para camiones que contaba con un aparcamiento casi desierto y todos nos apretamos para ver como Enoch hurgaba debajo del capó .
- Es rarísimo - declaró sacando la cabeza - He visto que parte ha fallado, pero no entiendo que le ha pasado. Debería haber durado cien mil kilómetros.
- ¿ Crees que alguien lo ha estropeado adrede ? - sugirió Jacob.
- No sé cómo, pero no se me ocurre otra explicación.
- Da igual cómo se haya roto - zanjó Emma - Lo que importa es si puedes arreglarlo.
- Claro que puedo, - presumió Enoch - pero tal vez necesito ayuda de nuestro soplete humano. El tiempo que tarde depende de unas cuantas cosas.
- Buenas tardes - dijo una voz desconocida.
Nos dimos la vuelta y vimos a un chico a unos pocos pasos de nosotros . Tendría unos trece años, la piel oscura y la cabeza cubierta con una gorra.
- ¿ De dónde has salido ? - le espeté - ¡ Me has asustado!
- De por ahí - fue su respuesta - Me llamo Paul ¿ Necesitáis ayuda?
- No, a menos que tengas un carburador vertical invertido doble boca para un Aston Martin Vantage de 1979 - le soltó Enoch.
- No - dijo Paul - Pero sé de un sitio donde podéis esconder ese cacharro mientras trasteáis con él.
- ¿ Y de qué se supone que deberíamos escondernos ? - le dije.
- No sois de aquí cerca ¿ verdad ?
- Somos ingleses - respondió Emma.
- Bueno, pues, en esta zona, la gente como nosotros no sale después del anochecer a no ser que no tenga más remedio.
- ¿ Qué significa "como nosotros" ? - quiso saber Emma .
- No sois los primeros forasteros peculiares que sufren una avería en este tramo de carretera .
- ¿ Dijiste peculiares ? - dijo Victor.
- Sé lo que sois. Yo también soy uno de vosotros - dio media vuelta y echó a andar hacia un campo - Vamos. No querréis estar aquí cuando la gente que os ha tendido una trampa venga a ver qué ha capturado. Y traed el coche. Seguro que el forzudo puede empujarlo sin problemas .
Más allá del campo que estaba cruzando Paul, brillaron unas letras de neón que formaban las palabras Flaming Man. En otro tiempo el letrero anunciaba Flamingo Manor, pero unas cuantas letras se habían fundido. El lugar quedaba casi totalmente oculto detrás de un pinar.
Seguimos al chico por el campo, por un pequeño sendero cubierto de hierba que quedaba al abrigo de la carretera. Victor venía por detrás de nosotros, empujando el auto por la tierra. Dejamos atrás el viejo rótulo y cruzamos el bosquecillo. Allí estaba lo que quedaba del motel. Habían reparado el tejado con lonas y el jardín parecía una selva. La piscina estaba vacía , excepto por unos centímetros de agua verdosa.
- No os fijéis en el aspecto externo - dijo Paul - El interior es más agradable.
- Ni en broma pienso entrar ahí - declaré.
- Tiene que ser un bucle, Melina - dedujo Millard - En cuyo caso, no me cabe duda de que el interior es más agradable.
- ¡ Mirad ! - dijo Victor en voz baja y nos giramos hacia el túnel de lavado.
La vieja patrulla había regresado y ahora retrocedía despacio a la vez que barría el terreno con un proyector de búsqueda.
- Yo voy a entrar - anunció Paul - Os aconsejo que me sigáis.
Al sentir la urgencia en la voz del chico, no pude ni siquiera discutir. Nos encaminamos tras él a la entrada de una larga puerta cochera que recorría el aparcamiento hasta el patio del motel. Hacia la mitad del camino el ocaso mudó en luz del día. La mañana era brillante y fresca cuando entramos en un bonito patio embaldosado que estaba rodeado de habitaciones de motel de color rosa fosforito y casi nuevas. En la piscina destellaba un agua limpia y azul. Debíamos de estar a finales de la década de 1960 o principios de 1970.
- Ya estamos aquí - le dijo Jacob a Paul - ¿ Ya puedes contestar nuestras preguntas?
- Será mejor que habléis con Miss Billie - fue su respuesta - Ella dirige el motel.
Cruzamos el patio de camino a una cabaña separada del resto. Había otras personas en ese lado del bucle. Un par de ancianos junto a la piscina bajaron sus periódicos para mirarnos al pasar.
- ¿ Miss Billie ? - gritó Paul mientras golpeaba la puerta con los nudillos. La puerta se abrió y Paul nos indicó con gestos que entráramos - Estas personas han tenido una avería .
Accedimos a una salita que contaba con un mostrador de recepción y unas cuentas sillas. Miss Billie era una anciana de piel blanca, llevaba un bonito vestido, los labios pintados y sostenía tres caniches enanos en el regazo.
- ¿ Alguien los ha visto entrar ? - dijo la mujer con acento sureño.
- No lo creo - dijo Paul.
- ¿ Y qué me dices de los saltadores de caminos ?
- Ni rastro de ellos - mintió el chico.
- No me gusta ni un pelo - protestó Miss Billie - Es peligroso. Supone un riesgo, en todas las ocasiones. Pero ya que estáis aquí, bienvenidos al Flamingo Manor.
N/A : Hola por aquí. Quería contarles que estoy pasando por una muy mala crisis para escribir. Estoy haciendo todo lo posible pero no se si continuar la historia ahora o un poco más adelante ¿ Qué creen ?
Besos mis peculiares😘
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top