14

Las emociones que no se expresan no mueren: son enterradas vivas y emergen después de peores formas .
Sigmund Freud.

A la mañana siguiente abrí los ojos con dificultad. Me sentía mal y tenía el rostro hecho un asco tras estar una noche entera llorando. Luego del desayuno, Jacob se llevó a Hugh, Claire, Bronwyn y Horace de compras. Esta vez sí debían llegar al centro comercial sin distracciones de ningún tipo. El resto de nosotros debíamos volver al Acre del Diablo a continuar con nuestros deberes.

- ¡ Aquí están ! - exclamó Klaus al vernos llegar a Enoch y a mi - Realmente espero que esta vez hagan un mejor trabajo. Ayer dejaron todo peor de lo que estaba.

- Lo sentimos mucho - me disculpé - En el día de ayer sufrimos un pequeño percance .

- Bueno, quiero ver este sitio brillando - declaró el hombre.

- Así será - respondió Enoch .

Klaus salió caminando con paso ligero y nos dejó a solas a Enoch y a mi en medio de aquel caos. El olor a formol era tan intenso que mis ojos se cubrieron de lágrimas. Agarré con fuerza una escoba y comencé a barrer trozos de cristal rotos que estaban esparcidos por todo el suelo . Me arrodillé para poder recoger los pedazos más grandes de vidrio, pero me distraje y terminé cortándome la palma de la mano.

- ¡ Melina ! - exclamó Enoch al ver la sangre emanando de la herida - ¿ Qué has hecho?

- ¡ No hice nada ! - repliqué - Fue un accidente .

- Eres un maldito desastre - dijo negando con la cabeza .

El castaño fue rumbo a una repisa y agarró un par de vendas.

- Eso no se ve bien - dijo arrodillándose a mi lado para analizar el corte de cerca - Creo que vas a necesitar puntos.

- Tiene que ser una broma - dije con frustración.

- La herida es profunda - insistió - Yo mismo puedo encargarme de ella.

- Ni loca - repliqué - Prefiero que me corten el brazo entero.

- ¿ No confías en mí ?

Sus ojos me miraron con tanta intensidad y determinación que quedé embobada. Tenía que responder , pero no podía . Las órdenes que enviaba mi cerebro se perdían por el camino. Eso era lo que pasaba cuando me miraba de esa forma. Él no lo sabía , pero me mataba.

- Has lo que tengas que hacer - le dije.

Enoch sonrió victorioso y se fue corriendo para regresar cinco minutos más tarde con un kit de primeros auxilios.

- Tal vez te duela un poco - me advirtió mientras preparaba aguja e hilo.

- Puedo soportarlo - respondí .

Para ser honesta, creo que lo más doloroso fue cuando el alcohol se filtró por la piel cortada con el objetivo de desinfectar. Enoch ponía tanto empeño en lo que hacía que no podía dejar de pensar en que sería un excelente doctor, eso si no fuese más de tratar a los muertos que a los vivos. Una vez finalizado su trabajo, cortó el hilo restante, cubrió mi mano con una venda y me miró de una forma tan tierna que no pude evitar sonreír .

- Listo - me dijo.

- Perfecto - dije poniéndome de pie - Debemos terminar de ordenar este chiquero cuanto antes.

- No,no de eso nada - replicó - Tienes que reposar esa mano. Yo puedo terminar de recoger solo.

- Enoch, mi peculiaridad es la telequinesis - le recordé - No necesito tocar los objetos con las manos, solo con la mente .

- Bueno, supongo que un poco de ayuda no me vendría mal.

Le regalé una sonrisa y nos pusimos a ordenar el desorden que nosotros mismos habíamos empeorado.

Era extraño, pero por algún motivo, todo el odio que sentía por Enoch O'Connor se había esfumado. Supongo que puedes odiar o amar a una persona, pero nunca las dos cosas al mismo tiempo. Mi padre solía decirme que los más grandes odios fueron grandes amores, y que los grandes amores fueron inmensos odios. De alguna forma, no puede existir el uno sin el otro.

Una vez terminamos, nos sentamos en el suelo a descansar.

- Lo lamento - le dije - Ayer no fue un buen día y terminé por explotar .

- No lo lamentes - dijo - Tenías razón en todo. Fui un egoísta, solo pensé en mis sentimientos .

- Al final nunca podré odiarte realmente - confesé - Se me hace difícil odiarte por más de veinticuatro horas.

- Vaya, eres la primera persona que logra algo así - dijo riendo y no pude evitar unirme a su risa.

- Eres un odioso - le dije.

- Lo sé - continuó riendo - Creo que será mejor que volvamos a casa. Necesito una ducha con urgencia.

- Andando, O'Connor.

Nos pusimos en marcha y nos encontramos a Miss Peregrine cerca del armario de escobas .

- ¿ Ya van a casa ? - nos preguntó .

- Así es - respondió Enoch.

- ¡ Miss Manon ! - exclamó la ymbryne - ¿ Qué le ha sucedido en la mano?

- Tuve un pequeño accidente - le dije - Pero no se preocupe, Enoch se encargó de curar la herida.

- ¿ Está segura ?

- Totalmente.

- Muy bien entonces - dijo la mujer - Aún me quedan asuntos que atender aquí , pero intentaré volver a Florida tan pronto como me sea posible . Vayan a casa y por favor , esta vez obedezcan.

La voz de Miss Peregrine se sentía cansada, derrotada. Las ymbrynes no estaban atravesando su mejor momento . Asentimos lentamente y nos dirigimos nuevamente a Florida. Era triste, pero era cierto, el mundo peculiar se estaba desmoronando.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top