𝟎𝟑 : 𝐫𝐞𝐧𝐝𝐞𝐳 𝐯𝐨𝐮𝐬
Danyka puede sentir su aliento contra el puente de su nariz, extendiéndose sobre sus pómulos.
Sus hombros tiemblan y su corazón se dispara en alerta, un pinchazo de adrenalina que tensa sus venas cuando los ojos de Chuuya casi desorbitados de furia se fijan en ella. Poco puede hacer sin una habilidad que esperar a que se calme, pero Chuuya nunca fue de los que se calmaban con un poco de tiempo durante una discusión.
Chuuya prefería gritar. Y él tenía todo el derecho de gritarla ahora. Incluso si él mismo ni siquiera lo sabía.
⠀⠀⠀-Dime que no has sido tú quien ha matado a Vandoesburg. Porque si has sido tú, te juro que...
Los ojos violeta de la joven se nublan con duda y Chuuya no es tonto para deducir la razón de la herida reciente que tiene en el abdomen, y la forma del cuchillo con las iniciales de Theo Vandoesburg enfocándose detrás de él, en el fregadero. Chuuya está tan nervioso que parece que se atraganta con sus propias palabras. A ella le duele demasiado el cuerpo como para sostenerse contra la pared, su palma la presiona por la tráquea y el aire comienza a faltarle.
⠀⠀⠀-C-Chuuya... Me estás asfixiando.
Su súplica no sirvió para que Chuuya la soltara. La miró duramente hasta que sus pupilas ardieron.
⠀⠀⠀-Has sido tú... Joder, has sido tú.
Cuánto más habla, más enfadado está Chuuya. Cuando Danyka decide asestarle una patada en la espinilla sus muslos pesan como si estuvieran anclados a la pared y se da cuenta de que Chuuya está manipulando la gravedad de su cuerpo. Era la primera vez que lo hacía, y era jodidamente molesto sentir que tenía un elefante atado a casa pierna.
⠀⠀⠀-S-suéltame.
Lo bueno que ella podía sacar de Chuuya es que nunca se hizo de rogar. La suelta tan abruptamente que se cae al suelo y su garganta duele cuando traga saliva mientras él aún la mira con lo que parece ser desprecio. Chuuya vuelve a ponerse el guante de cuero y saca un cigarro de su bolsillo para encenderlo rápidamente, frustrandose cuando el mechero no se enciende a la primera.
⠀⠀⠀-Sabía que habías sido tú, joder. Lo sabía. Lo sabía. Eres una tonta. ¿Me oyes? ¡Una tonta! No sabes donde te estás metiendo.
⠀⠀⠀-Sal de mi casa.
Chuuya enarca una ceja cuando Danyka le lanza un cuchillo a la garganta y este se detiene en seco antes de tocar su nuez para dispararse contra ella, cortándole ligeramente el hombro. Ella sisea de dolor pero el cuchillo vuelve a Chuuya y este lo inspecciona en el aire.
⠀⠀⠀-Incluso te llevaste su maldito cuchillo, joder. Tiene su maldito nombre y el maldito logotipo de la maldita mafia para la que trabaja. Pareces imbécil.
⠀⠀⠀-Chuuya sal de mi casa.
⠀⠀⠀-¿O qué?
No hay forma de hacerle entrar en razón. Cuando Chuuya se pone así poco se puede hacer realmente. Su voz se vuelve rasposa, tan grave que casi parece un susurro, una muestra clara de que rezuma ira. Sus labios se tuercen en una mueca disconforme y sus ojos se estrechan cuando ella muestra sus manos en son de paz.
⠀⠀⠀-Vale, sí. ¡Sí! He matado a Theo Vandoesburg. Lo he matado, ¿Está bien? ¡Cálmate! ¿Quieres? Actúas como un maldito lunático. Además, deberías agradecérmelo. Ese tipo iba tras de ti.
⠀⠀⠀-¿¡Y tú qué demonios sabes!?
Danyka frunce los labios y cruza los brazos.
⠀⠀⠀-Tengo contactos.
Chuuya respira pesadamente cuando recupera el sombrero de fieltro que se le ha caído de la cabeza y se agacha para volver a ponérselo. Suspira y la mira con profunda desaprobación, Danyka solo sabe que no le va a contestar si pregunta por qué.
⠀⠀⠀-Estás en una mierda muy grande, que lo sepas.
Su corazón se estruja y siente que la sangre no bombea hasta la punta de sus dedos, su respiración se atasca en sus pulmones y sus ojos se desorbitan.
⠀⠀⠀-Trabajaba para una mafia Europea.
⠀⠀⠀-Sé quiénes son, iban a por ti. De nada, Nakahara. No hace falta que te emociones, me vale con que salgas de mi puta casa.
Chuuya hizo caso omiso.
⠀⠀⠀-¿Sigues siendo mercenaria? Eso es patético. No vives de nada, tu coche no tiene matrícula.
⠀⠀⠀-De hecho tengo varias. Las voy cambiando, maldito inútil. Algunos tenemos coche.
Chuuya la chistó, instándola a callarse de una buena vez, y Danyka quiso tirarle un vaso de cristal a la cabeza si no supiera que él fácilmente podía dejarlo suspendido en el aire y devolvérselo; y además los vasos estaban caros.
⠀⠀⠀-¿Tienes sueldo acaso? ¿Cobras algo por lo que sea que hagas?
⠀⠀⠀-Oye, oye, soy mercenaria. No puta.
⠀⠀⠀-Para la Port Mafia hay poca diferencia.
Cuando Danyka DeRohe se fue de la Port Mafia, Chuuya no sabía que era una agente doble. Ni tampoco sabía que era integrante de la Bauhaus, y mucho menos que dejó ambas mafias cuando se enteró de que Chuuya era el objetivo de sus compañeros.
Y sigue sin saberlo.
Incluso lo dejó a él. Sin explicaciones. Por teléfono. Un abandono en toda regla. Chuuya jamás se había emborrachado tanto.
Su odio ahora es lo mínimo que se puede esperar.
Se termina el cigarro y lo tira al suelo para pisarlo. Ella lo mira indignada, le ha dejado un agujero en la alfombra. Cabronazo.
⠀⠀⠀-¿Qué haces aquí?
⠀⠀⠀-Quería comprobar que habías sido tú. Y no me equivocaba. Ni siquiera eres capaz de matar a un hombre sin resultar herida y dejar gotas de sangre por todas partes.
DeRohe entorna los ojos y decide no tirarle una copa porque sabe que de poco va a servirle tirarle a Chuuya objetos con masa, peso y obediencia a las leyes de la física.
⠀⠀⠀-¿Qué dices, imbécil? No dejé gotas de sangre. Me aseguré.
⠀⠀⠀-Pues eres o ciega o tonta, o las dos. Porque sí había gotas de sangre, y no fui el único que las vio.
⠀⠀⠀-¿Qué quieres de-...? Bueno, me da igual ¡Chuuya sal de mi maldito apartamento!
Grita furiosa mientras se asegura de no hacer el más auténtico ridículo de taparse la herida que se abre con cada grito que le propicia a Chuuya. Sabe perfectamente que gritar no sirve de nada pero está demasiado frustrada con todo lo que ha pasado durante la última semana como para si quiera pensar en el hecho de que está semidesnuda con una herida sin curar en el abdomen y delante de su expareja.
⠀⠀⠀-Eh, eh, no me des voces. Vengo a avisarte de que ahora tienes una mafia detrás de tí y ¿Así me lo agradeces? Que te den, no sabes cuánto me alegro de que te fueras de la Port Mafia.
Ella se clava las uñas en las palmas de las manos, dejando marca. Ahora solo está siendo un maldito perro rastrero.
⠀⠀⠀-Oh ¡Wow! ¡Qué ataque tan jodidamente gratuito y bajo! ¿Alguien está dolido, Nakahara?
⠀⠀⠀-Anda, no me jodas.
⠀⠀⠀-Y yo también me alegro muchísimo de haber dejado la maldita Port Mafia, ahora ¡Sal de mi maldito apartamento o te juro...!
Chuuya dió un portazo tan fuerte que casi rompió la puerta, dejándola tan atorada y nerviosa que apenas podía pensar en temblar. Está sudando a chorros cuando hunde la cara en un cojín del sillón y grita furiosa hasta que su garganta se agrieta, lanza el cojín a la puerta y al fallar rompe un jarrón.
⠀⠀⠀-No necesito que seas mi jodida niñera, te recuerdo quién de los dos tiene habilidad. -Se oyó detrás de la puerta. --Cúrate la puta herida o no, me da igual.
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Esa noche volvió a la escena del crimen enfundada en cuero oscuro y botas militares con una linterna y un par de productos para tapar sus huellas. Theo ya no estaba, los periódicos informarían al día siguiente que la muerte de Vandoesburg había sido decretada como un suicidio por la Agencia Armada de Detectives.
Pero ni rastro de su propia sangre. DeRohe dedujo que Chuuya le dijo aquello solo para asustarla.
No había ni una sola gota.
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