04/04
―¿Quién va a ver una de sus películas favoritas? ―preguntó Hyunjin viendo al bebé sentado en la cama.
Hanji dio unos pequeños saltitos y aplaudió, muy concentrado en lo que Hyunjin hacía, mientras se terminaba el contenido de la mamadera.
―Hannie... ―Hanji susurró bajito.
―Así es, eres tú.
Hyunjin sonrió y terminó de acomodar la pantalla. Se sentó junto a Hanji y este inmediatamente se apegó a él y se aferró a su mantita, descansó la cabeza en su hombro y prestó suma atención a la película que apenas daba inicio.
La puerta fue tocada suavemente y la voz de Minho se oyó, bajita.
―Gongju, ¿estás ahí? Compré helado de tu favorito.
La relación de Jisung con Minho había mejorado un poco, pero el tema de Hanji era aparte.
Hanji alzó la cabeza inmediatamente, sobresaltado. Era apenas un bebé de cuatro años, pero en el fondo de su corazón sabía que no debía estar ahí, y menos así, por lo que se aterró de que alguien más pudiera darse cuenta. Dirigió su mirada hacia la puerta completamente asustado y su cuerpo tembló.
―Tranquilo.
Hyunjin tomó sus manos y las apretó suavemente, atrayéndolo a su cuerpo en un abrazo. Suspiró de alivio al recordar que había trabado la puerta con la cerradura y besó la frente de Hanji tratando de menguar su miedo.
―No va a entrar ―le susurró al pequeño antes de alzar la voz para dirigirse a Minho―. ¿Qué pasa, Minho ya? Estamos viendo una película.
Hubo un corto silencio.
―Oh, Hyunjin ―dijo Minho en un tono bajo―. No quiero molestar. ¿Quie- quieren helado?
Hanji negó rápidamente con la cabeza.
―No, no ahora, Minho. Gracias de todas formas.
Minho soltó un chasquido con la boca y se marchó.
Hanji miró a Hyunjin con sus grandes ojos bien abiertos. Su cuerpo sudaba y temblaba ligeramente aunque Minho no lo hubiese siquiera visto; Hyunjin se preocupó. El llanto y aquellas imágenes de esos tres días de tortura llegaron a él como un escupitajo y tuvo que apartar la mirada para no echarse a llorar.
Hyunjin estaba harto de echar culpas, pero estaba seguro de que habían lastimado a Hanji de una manera horrible. Hyunjin se lamentaba por aquellas veces donde Hanji despertaba con pesadillas o donde ni siquiera podía dormir, Hyunjin odiaba lo que había pasado ya que los había distanciado tanto. Porque aunque todos tratasen de disimular, Jisung no era el mismo desde entonces, era difícil para él mirarlos a la cara y seguir como si nada.
―¿Jjinie? ―llamó Hanji sorbiendo su nariz.
Hyunjin devolvió sus ojos a la cara risueña del menor.
―¿Mmm?
―Te quiero.
Pero eso fue lo único que Hyunjin necesitaba.
―Yo también te quiero, mucho mucho ―susurró tomando la mejilla del menor con sus dedos en pinzas.
Hanji rio bajito y luego volvió a centrar su atención en la película.
(...)
Minho y Chan lo intentaban. Claro que sí, fueron desde el principio las personas que más cudiaron de Hanji y quizás por eso estaban tan abrumados en ese entonces.
No habían tenido descanso, no habían sabido cómo manejarlo.
Hanji era un niño caprichoso, llorón y muy molesto, pero lo amaban con todo el corazón y simplemente se resignaban. Ahora que no estaba, aunque había pasado ya un tiempo, lo extrañaban demasiado.
Minho vislumbró la silueta musculosa y pequeña de Jisung entrar a la cocina y le vio con una sonrisa leve en sus labios, siguió todos los movimientos del menor hasta que este se sentó a su lado en el sofá, con un postre en la mano.
―No te había visto mostrando tanta piel antes ―Minho rio bajito, aunque no era cierto lo que decía.
Jisung usaba una camiseta sin mangas, apretada. Se veía realmente bien. Su cintura era estrecha y su pecho amplio, un perfecto triángulo invertido. A Minho siempre le había gustado su cuerpo.
―Oh, sí ―Jisung alargó con algo de sueño―. Debo acostumbrarme. Me harán usar cosas así en el escenario.
Minho miró con melancolía cómo el menor comía masticando lentamente su postre. Lucía tan somnoliento y adorable, lucía como Hanji. Minho no dijo nada más, creyendo que, en cualquier momento, Jisung caería dormido. Lo que estaba en televisión hacia rato había pasado a segundo plano y sólo estaban allí en un silencio agradable.
Minho estiró la mano hacia el postre de Jisung y este se lo entregó, acurrucándose casi instantáneamente contra un cojín con la cara de Jeongin en él. Minho dejó el postre sobre la mesa ratona y lentamente, sin hacer movimientos bruscos, se acercó al menor. Jisung descansó la cabeza en su hombro.
Minho lo descubrió rápidamente. Luego fue el resto. Aunque Jisung trataba de ocultarlo, en algún punto fue demasiado evidente. Changbin y Hyunjin eran demasiado evidentes también.
Fue un pacto silencioso, fue un acuerdo que se desarrolló con lentitud. Nadie intervino, pero tampoco eran indiferentes. Y, poco a poco, uno a uno, fueron naturalizando la presencia de Hanji.
Jisung no lo sabía, pero cada vez que estaba en su espacio seguro, se “aseguraba” (vaya ironía) de que nadie se diera cuenta, aunque todos lo sabían y fingían que no estaban enterados, sólo para seguirle la corriente al más pequeño.
―Tengo que bañarte, Princesa. ―Changbin tomó la camiseta de Hanji e intentó quitársela, pero el menor tensó los brazos sobre su estómago―. Estás todo sucio, fuchi ―dijo arrugando la nariz.
Hanji negó con la cabeza y se hizo una bonita.
―Ayer no te bañaste y hoy jugaste descalzo en el jardín ―murmuró Hyunjin mostrándole sus pies llenos de tierra.
Hanji volvió a negar.
―Llamaré a Changbinnie ―retó colocando las manos sobre sus caderas en un gesto muy maternal―. ¡Changbin, ven aquí, por favor!
Hanji lo miró con sus ojos bien abieros y comenzó a sacudirse para alejarse del mayor.
―¡No, baño no!
―¡Pero qué niño tan cochino eres, Hanji! ―le regañó ya frustrado por sus nulos intentos―. Ven aquí, sólo voy a lavarte. Ni siquiera tienes que quitarte la ropa interior.
Hanji negó con la cabeza nuevamente, pero se exaltó cuando Changbin ingresó a la habitación. Desde que Hanji había regresado, nunca había sido bañado por los miembros, aunque antes era una práctica común. Hyunjin creía que el menor se sentía pudoroso ya que hace mucho tiempo que no lo hacía, pero no sabía cómo explicarle que no había nada de malo.
―Vamos, corazón, hazme caso.
Changbin tomó los bordes de sus pantalones sin bajarlos hasta que el menor le diera una afirmación, sin embargo, Hanji comenzó a sollozar de la impotencia. Changbin se inclinó frente a él y secó sus lágrimas con mucho cuidado, comenzando a preocuparse por el temor que esos pequeños ojitos le enseñaban.
―Bebé, ¿por qué estás así? ―preguntó Hyunjin dulcemente, tomando las manitas de Hanji que habían estado aferradas a sus pantalones de dormir.
―¡Es un secreto! ―Hanji gritó cerrando los ojos con fuerza―. ¡Es el secreto de Jisung!
―¿Un secreto de Jisung? ―preguntó Changbin mirando por un segundo a Hyunjin―. Bebé, si es un secreto que te lastima, puedes decirnos, vamos a ayudar a Jisung ―susurró al ver la mueca angustiada en esas tiernas facciones―. Cualquier cosa que te deje en este estado, podremos solucionarla... Pero ya no llores, bebito.
Hanji sorbió su naricita y los miró a ambos con precaución, sus piernitas dolían y todo porque Jisung hacía cosas feas en las noches, cuando estaba solo. Hanji ya no quería que eso continuara, pero Jisung se molestaría mucho y él no sabía qué hacer.
―¿Confías en nosotros? ―preguntó Hyunjin en un tono bajo y tranquilo.
Hanji asintió lentamente.
―También en Lix hyung y en Minnie hyung ―apuntó Hanji llevando los dedos a su boca, apoyando su carita en las manos de Changbin que acariciaban sus mejillitas.
―Nosotros también confiamos en ti, mi amor. ¿Puedes decirnos el secreto de Jisung?
Hanji miró sus piernas y movió sus piesitos de lado a lado antes de asentir. Si le decía a sus hyungs, ellos curarían sus heridas y le darían caramelos como cuando se caía y se raspaba las rodillas.
―Jisung hizo auch auch en- en- aquí, en mi piernita ―Hanji señaló apuntando su muslo con su dedo ensalivado.
Changbin y Hyunjin fruncieron el ceño al mismo tiempo, sin comprender. Hanji se bajó de la cama y tímidamente bajó sus pantaloncillos, mostrando muchas heridas en sus muslos, algunas estaban rojas e hinchadas y otras ya cicatrizaban.
Hyunjin jadeó cubriendo su boca con la mano y Changbin sólo apartó la mirada.
―Me duele... ―murmuró Hanji pocos segundos después, apretando una almohada entre sus brazos, moviendo sus piesitos sobre la pequeña alfombra junto a la cama.
―¿De- desde cuándo Jisung hace esto, dulzura? ―murmuró Changbin subiendo los pantalones de Hanji y tomando al pequeño en un abrazo cálido.
Hanji no tenía una clara percepción del tiempo, así que no sabía.
―Cuando pap- cuando todos se fueron y dejaron a Hanji solito... Jisung se sintió muy malito... Después de eso, Jisung hizo auch aquí... ―murmuró formulando su oración con lentitud, señalando una cicatriz en su pierna izquierda.
Hyunjin sollozó sin poder contenerse y Hanji, sorprendido, se abrazó a él con fuerza.
―¡No llores, no llores! ―Hanji abultó sus labios y se acercó a Hyunjin rápidamente para limpiar su rostro con sus torpes manitas―. Voy a limpiarte las lágrimas, papi.
Hyunjin continuó llorando sin poder contenerse, pero las suaves manitos de Hanji intentando limpiar sus lágrimas hicieron que sonriera en medio del llanto.
―La sonrisa de Jjinie es la más bonita ―murmuró el pequeño little de seis añitos.
Changbin soltó una risilla y tomó en brazos al pequeño, dejándole un sonoro beso en la mejilla.
―Vamos a bañarte y luego vamos a pasarle desinfectante a esas heridas, bebé.
Hanji asintió sin deshacer el pucherito de sus labios pomposos.
(...)
Hanji se había dejado bañar sin hacer un gran escándalo, aunque sus muslos ardían un poco y soltó algunas lagrimitas por eso. Changbin lavó muy bien sus piesitos y su espalda y Hyunjin se encargó de vestirlo y ponerle las cremitas que usaba para la piel reseca.
―Vamos a buscar el botiquín, ven ―Hyunjin le estiró la mano y Hanji tomó uno de sus dedos en su manita hecha puño.
―... Channie y Hoho se van a enterar ―murmuró Hanji cuando vio que los mayores estaban en la sala.
Hyunjin suspiró mirando a los dos hablándole a la pantalla de la laptop.
―Es un secreto que no se puede guardar por mucho tiempo, bebé. Necesitan ayuda.
Hanji frunció sus labios y asintió.
Hyunjin sentó a Hanji en la sillita de la cocina y Hanji volvió a bajar sus pantalones de pijama, dejando al descubierto las decenas de marcas en su piel.
―Vamos a hablar con Jisung para que ya no les haga auch-auch, ¿sí, bebé? ―inquirió tomando un poco de algodón y la botella de desinfectante―. Va a arder un poquito...
Hanji hizo pucheros y se aferró al peluche de pingüino, el lindo Rumie. Cuando Hyunjin acercó el algodón e hizo contacto con su piel, Hanji soltó quejiditos y sus ojitos se llenaron de lágrimas otra vez.
―Ay, ay ―Hanji apartó sus piernitas, pero Hyunjin enseguida volvió a limpiarle las heridas con el algodón.
Minho escuchó los quejidos del menor en la cocina y se asomó, viéndoles con enorme confusión, seguido de él fue Chan. El menor apretaba su peluchito contra su pecho y lloriqueaba, pero Hyunjin no dejaba de limpiarle con el algodón.
―Amor, ya falta poquito. ―Hyunjin consoló dándole un besito en la mano―. Si no lloras mucho, te daré helado de tu favorito.
Hanji apretó sus labios y cerró los ojos con fuerza, fingiendo que era fuerte, pero en realidad él era muy sensible. No toleraba fácilmente el dolor; por esa razón, Hyunjin estaba realmente sorprendido de que Jisung decidiera lastimarse de esa manera.
―Gongju... ¿Qué son esas- qué es? ―Minho detivo su pregunta al darse cuenta de que las marcas en sus muslos eran heridas.
Minho se agachó enfrente de Hanji y miró sus muslos, titubeante, perturbado.
Hanji cubrió su carita con Rumie.
―No es nada, Hoho. Nada.
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