v. family

MARATÓN 1/3
❝cause the sign on your heart
said it's still reserved for me
honestly, who are we to fight the alchemy?❞

- the alchemy, taylor swift

⊹  ׁ݂  ꒰ 05. familia ˖ ࣪⊹౨ৎ




Desperté con una resaca infernal y sentía como si un camión me hubiera pasado por encima. Dylan y Marcus ya estaban en casa, porque podía escuchar sus voces en la cocina. Pero no había rastro de Timothée

— ¿Cómo estás, Cynthia? —preguntó Marcus con una voz suave, cuando entré por la puerta.

— Como si me hubiera caído por las escaleras —respondí con una media sonrisa forzada, tratando de hacer una broma para aligerar el ambiente.

— Anoche fue un caos. Vi algo que no esperaba y me afectó más de lo que pensé —expliqué, intentando no ahogarme en mis propios pensamientos.

Dylan asintió comprensivamente.

— ¿Timothée otra vez? —preguntó, sabiendo exactamente dónde estaba mi cabeza.

Asentí lentamente, sintiéndome aliviada de poder hablar de ello.

— Sí. Tenemos que hablar hoy. Necesito entender algunas cosas —dije con determinación, decidida a resolver la confusión entre nosotros.

— Se fue cuando llegamos nosotros anoche, nos dijo algo de que vendría hoy por la mañana — explicó Marcus.

Asentí y me acerqué al armario donde estaban los vasos, llené uno con agua y busqué una pastilla, este día iba a ser horrible.
























Después de unas horas, Marcus, Dylan y yo estábamos jugando a un juego de mesa, obviamente Dylan sacando su lado competitivo como siempre.

Me había dado una ducha, y me había cambiado, porque lo de estar todo el día en pijama aunque esté en casa no es lo mío, y la pastilla ya me hacía efecto, me encontraba bastante mejor

Sonó el timbre, e inmediatamente me levanté para abrir la puerta corriendo, quería ver si era él. Sorprendentemente, me acordaba de todo lo que había pasado anoche.

Abrí la puerta y no pude evitar sonreír al encontrarme con esos ojos verdes.

— ¿Estás mejor? — preguntó dándome un abrazo en forma de saludo.

Cuando nos separamos hablé.

— Sí, oye, gracias por lo de anoche, y perdón por lo de Margaret, no pensé que fuera tu prima y me obsesioné... — él me hizo parar de hablar poniéndome una mano en el hombro.

— Da igual, no pasa nada — me tranquilizó.

Me relajé un poco con su toque y su sonrisa reconfortante. Invité a Timothée a pasar y lo llevé al salón donde estaban Marcus y Dylan.

— Hey, Timothée, ¿cómo estás? — saludó Dylan, mirando brevemente del tablero de juego.

— Bien, gracias — respondió él con una sonrisa, antes de volver su atención a mí. — Cynthia, ¿podemos hablar en privado?

Asentí y lo llevé al balcón, donde podríamos hablar sin interrupciones.

— Anoche fue una locura, ¿verdad? — comenzó, frotándose el cuello, un gesto que hacía cuando estaba nervioso.

— Sí, lo fue. Pero hay algo que necesito saber, Timothée. ¿Por qué no te quedaste anoche? — pregunté, mirándolo fijamente a los ojos.

Suspiró profundamente antes de responder.

— Me fui porque... porque necesitaba tiempo para pensar. Todo lo que pasó, los días que llevaba evitándote... me hizo darme cuenta de muchas cosas. Me di cuenta de que he estado evitando enfrentar mis sentimientos.

— ¿Tus sentimientos? — pregunté, sintiendo un nudo en el estómago.

— Sí, Cynthia. No puedo seguir ocultándolo. Me importas mucho, más de lo que debería. Y anoche, cuando te vi tan afectada, me di cuenta de que no puedo seguir fingiendo que no me importa lo que sientes — confesó, mirándome con intensidad.

Mi corazón latía con fuerza mientras asimilaba sus palabras.

— Timothée... yo también he estado muy confundida. He intentado entender lo que siento, y creo que me he estado engañando a mí misma. También me importas, mucho — admití, sintiendo una mezcla de alivio y temor.

Él sonrió y dio un paso más cerca, tomando mis manos.

— Entonces, ¿qué hacemos con esto? — preguntó suavemente.

— Hablemos, tomémonos el tiempo para entendernos mejor. No quiero apresurarnos otra vez, pero tampoco quiero seguir ignorando esto — respondí con sinceridad.

— Estoy de acuerdo. Vamos a intentarlo, sin presiones, sin expectativas imposibles. Solo nosotros, viendo a dónde nos lleva esto — dijo, apretando mis manos con cariño.

Asentí, sintiéndome más tranquila.

— Me parece bien, Timothée. Vamos a intentarlo.

Nos quedamos en el balcón un rato más, disfrutando de la compañía del otro, con la esperanza de que este nuevo comienzo nos llevara a un lugar mejor.
























Esa tarde, Timothée me convenció para ir a casa de su hermana, dijo que su madre estaría allí de visita, y así podría aprovechar para conocer a todos a la vez. La idea me entusiasmaba y aterraba a la vez. No todos los días conoces a la familia de alguien tan importante para ti, y menos cuando las emociones están tan a flor de piel como lo estaban ahora.

—¿Estás segura de que quieres que vaya? —le pregunté mientras nos preparábamos para salir.

—Sí, Cynthia. Creo que es un buen momento. Quiero que mi familia te conozca, y que tú los conozcas a ellos —dijo Timothée con una sonrisa tranquilizadora.

El viaje en coche hasta la casa de su hermana fue relativamente corto, pero mi mente estaba en una tormenta de pensamientos. ¿Qué pasaría si no les caía bien? ¿Y si me sentía incómoda? Timothée, como si leyera mis pensamientos, me tomó la mano y la apretó suavemente.

—Todo va a salir bien — dijo con una voz suave y segura.

Cuando llegamos, la casa estaba llena de risas y conversaciones. Nos recibió su hermana, Pauline, con una sonrisa cálida y un abrazo amistoso.

—¡Hola, Cynthia! Es un placer finalmente conocerte. Timothée nos ha hablado mucho de ti — dijo la mujer mientras nos hacía pasar.

Sentí un nudo en el estómago, pero traté de devolver la sonrisa.

— El placer es mío, Pauline. Gracias por invitarme — respondí, tratando de sonar relajada.

Pronto, conocí a su madre, una mujer amable y de semblante sereno que me abrazó como si me conociera de toda la vida.

—Hola, querida. Soy Nicole, la madre de Timothée. He oído tantas cosas buenas sobre ti —dijo, mirándome con una calidez que me hizo sentir al instante más cómoda.

—Gracias, Nicole. Estoy encantada de estar aquí —dije, sinceramente agradecida por su bienvenida.

La tarde transcurrió de manera agradable. Timothée y su familia eran personas encantadoras, y poco a poco me fui relajando y disfrutando de su compañía. Hablamos sobre diversos temas, desde anécdotas familiares hasta nuestros intereses personales. Me sentí incluida y aceptada, lo cual era un gran alivio. También conocí a Benjamin, el marido de Pauline, era un hombre súper divertido, no paraba de hacernos reír.

En un momento, mientras estábamos en la cocina ayudando a preparar la cena, Pauline se acercó a mí.

—¿Sabes, Cynthia? Me alegra verte con Timothée. No lo había visto tan feliz en mucho tiempo —dijo con una sonrisa.

Me sonrojé ligeramente, pero sentí una ola de calidez en mi corazón.

—Gracias, Pauline. La verdad es que él también me hace muy feliz —respondí.

La cena fue deliciosa, llena de risas y buena conversación. Después, nos sentamos todos en la sala, disfrutando de un café y un postre casero. Sentí una conexión genuina con todos ellos, y por primera vez en mucho tiempo, me sentí en casa.

En algún momento de la tarde, mientras todos conversaban animadamente en el salón, Pauline se acercó con una sonrisa cómplice.

— Cynthia, ¿te gustaría conocer a mis hijos, Théo y Julie? Están jugando en su habitación —preguntó, señalando el pasillo.

— ¡Me encantaría! — respondí, emocionada por conocer a los pequeños.

Claire me llevó a una habitación llena de juguetes y risas. Théo y Julie, dos adorables mellizos de cuatro años, saltaron de alegría al verme entrar.

—¡Hola! ¡Tú eres la amiga de Timothée! —exclamó Théo con entusiasmo, corriendo hacia mí y abrazándome las piernas.

—Hola, Théo y Julie. ¡Así es, soy la amiga de Timothée! — dije con una sonrisa, agachándome para estar a su altura.

Julie, más reservada, se acercó tímidamente y me tendió una muñeca.

— ¿Quieres jugar con nosotras? — preguntó con voz suave.

— ¡Claro que sí! — respondí con alegría, aceptando la muñeca que me ofrecía Julie.

Pasamos un buen rato jugando juntos. Théo y Julie tenían una energía contagiosa.

En un momento, Julie se acurrucó a mi lado y me tomó la mano.

— Eres muy simpática, Cynthia. Me gusta que estés aquí — dijo con una dulce sonrisa.

—Gracias, Julie. A mí también me gusta estar aquí con vosotros — respondí sinceramente, sintiéndome conmovida por su afecto.

Théo, por su parte, mostró su colección de coches de juguete y comenzó a explicarme emocionado cómo cada uno era diferente y especial.

En ese momento escuchamos unos pasos y Timothée se asomó por la puerta.

— ¿Estáis divirtiéndoos por aquí? — preguntó Timothée con una sonrisa al vernos.

Théo y Julie se voltearon emocionados hacia él.

— ¡Sí, tío Timothée! Cynthia es muy divertida —exclamó Théo, enseñando uno de sus coches favoritos.

Timothée se acercó y se agachó para estar a la altura de los niños.

— Parece que se lo están pasando genial. Gracias por jugar con ellos, Cynthia. Pero creo que es hora de que nos vayamos, ¿vale?

Théo y Julie hicieron pucheros, claramente disfrutando de la compañía.

— ¿Ya te vas? — preguntó Julie con tristeza en su voz.

— Sí, Julie. Tenemos que irnos, pero prometo volver a visitaros pronto — respondí sinceramente, acariciando suavemente su cabello.

Théo se acercó y me dio un abrazo repentino.

— ¡Vuelve pronto, Cynthia!

Me levanté y sonreí, sintiéndome cálida por dentro.

— Lo prometo.

Pauline apareció en la puerta de la habitación con una sonrisa comprensiva.

— Son un par de trastos, ¿verdad? Pero te han tomado cariño rápidamente.

Asentí con una sonrisa mientras me despedía de los niños.

— Nos vemos pronto, ¿vale?

Después de unos momentos más de despedida, Timothée y yo nos dirigimos hacia la sala donde su familia todavía conversaba animadamente.

— Gracias por invitarme hoy, Timothée. Tu familia es maravillosa — dije mientras nos preparábamos para despedirnos.

Timothée me tomó de la mano con ternura.

— Me alegra que te hayas sentido cómoda. Les caíste muy bien a todos, especialmente a los niños.

Sonreí, sintiéndome aún más cerca de él después de este encuentro.

Y así, con esa calidez en el corazón y la promesa de futuras reuniones, nos despedimos y partimos hacia casa.

25 votos para el siguiente capítulo!


que cutesss

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