𝗼𝟱𝟵. fantasías algo ocultas
o59. ❝ te imagino haciendo cosas indebidas, abra esa boquita y pida ❞
❝ la confianza y el deseo revelan hasta fantasías algo ocultas que un solo hombre podría ser capaz de realizar ❞
✦•─────• EL SONIDO DE LA PUERTA SIENDO TORPEMENTE abierta en medio de la oscuridad se escuchó retumbantemente por todo el departamento una vez que la pareja llegó ahí. Digo torpemente ya que Natalia y Pedri venían demasiado ocupados y concentrados en besarse y solamente besarse.
La noche sería de ellos.
Aquel beso en plena calle de Barcelona no hizo más que avivar aquella llama dentro de ellos que por bastante tiempo se había visto retenida. Una llama ardiente que anhelaba más y más del uno del otro Era algo mucho más que una simple atracción, era deseo; un deseo en su estado más puro, intenso y lujurioso.
Sentían aquella necesidad y era prácticamente poético el darse cuenta de que el otro también la sentía. Rápidamente volvieron a subirse al vehículo y condujeron hasta el departamento de la chilena. No dijeron nada, sólo se echaron furtivas miradas que sólo ellos podían entender.
Al llegar, no se pudieron resistir más y se atacaron a besos todo el camino del pasillo hasta la puerta de la mujer. Besos llenos de pasión y manos que ya comenzaban a escudriñar el cuerpo del contrario.
Una vez dentro del departamento y con la puerta cerrada, se sintieron con más libertad de hacer lo que se les diera la gana.
Pedri volteó a Natalia y la estampó contra la madera de la puerta, intensificando el beso y pegando su cuerpo más al de ella. Dietz no quiso esperar más y le sacó la chaqueta, tirándola a algún sitio sin importancia y luego hizo lo mismo con la suya propia.
Al ver que ella se había quitado la chaqueta por primera vez en ese día, el canario se separó un instante de ella para admirarla. Llevaba un vestido simple, negro, corto, pero con ese escote en forma rectangular que ella siempre usaba pero que a Pedri le generaba taquicardia de solo verla usándolo. Le quedaba tan perfecto que lo volvía loco. La forma de su cuello y el diseño de su clavícula eran de admirar.
—Tú me quieres matar ¿O qué? —le susurró negando con la cabeza.
Ella soltó una suave risa nasal—Acércate y compruébalo.
Los ojos del español volvieron a encontrarse con los de ella y aquella frase le revolvió todo el sistema, motivándolo a lanzarse sobre ella de nuevo para atacarla a besos.
Sus labios continuaron moviéndose pero esta vez la mujer comenzó a empujarlo lentamente hacia adelante. Ella conocía su casa a la perfección, no necesitaba abrir los ojos para saber donde iba y para trazar el el camino hasta donde llevaría al canario.
El trayecto acabó cuando la espalda baja del futbolista chocó con el borde de la mesa central del comedor de aquella casa. Allí la chica se separó de él un instante para tomar el borde de su camiseta e impulsarla hacia arriba, haciendo que él levantara las manos facilitando que esta fuera removida.
Una vez hecho, el abdomen desnudo del mediocampista quedó expuesto ante ella. Silenciosamente se mordió el labio inferior al ver tremendo festín delante de ella y se acercó para besarle en aquella zona. González echó su cabeza hacia atrás disfrutando de la sensación que era tener los labios y la lengua de la mujer por su abdomen y lo meticulosa que era ella al hacerlo.
Se movía, lo besaba y lo volvía loco.
Recorrió sus pectorales, su torso, sus abdominales, su tren inferior...Todo. Incluso se dio el lujo de darle un pequeño mordisco en el área del abdomen, cosa que le sacó un pequeño quejido al hombre. Quejido que a ella le maravilló y excitó aún más.
Sus miradas se volvieron a conectar en el acto y Pedri le tomó ligeramente por el mentón, incitándola a que se reincorporara para quedar otra vez frente a él. Ella, sorpresivamente sumisa, hizo caso al gesto para luego sentir como las manos del canario se posicionaban firmemente en sus caderas para darla vuelta, quedando de espaldas hacia él.
En silencio, ella sonrió ya que sabía lo que venía.
Con delicadeza, el hombre apartó el cabello que caía por la espalda de la rubia para dejar el área del cierre del vestido completamente a su disposición. No actuó de inmediato, se dio el lujo de esperar y jugar con ella, tentándola aún más. Acarició y besó su cuello, pasó sus dedos por los costados de su cuerpo y jugó con el cierre sin bajarlo aún.
Natalia sólo cerró los ojos casi desesperada sabiendo aún lo que él hacía para provocarla. Ella no quería esperar más. Quería que el la desnudara, la tocara y la hiciera suya.
Finalmente los juegos acabaron y Pedri bajó el cierre de aquel vestido, teniendo ante sus ojos la magnífica espalda de la mujer sólo para él.
No obstante, se dio cuenta de algo que lo hizo abrir los ojos ligeramente.
—Nat...No traes brasier.
La declaración de lo que veía ante sus ojos sonó en un susurro que chocó contra su piel descubierta. Efectivamente así era. la espalda de la mujer había quedado completamente desnuda, no había lencería de por medio ese día y la lujuria comenzó a subir por el cuerpo del hombre.
Dietz sonrió con malicia deseando ver la expresión del hombre en ese momento.
—Es que...No iba con el vestido —fue su excusa en un susurro disfrazado de una falsa inocencia.
Pedri cerró los ojos sintiendo como un escalofrío lo recorría de pies a cabeza y no quiso esperar otro segundo. Bajó completamente el vestido de la mujer haciendo que este cayera debajo de ella haciendo como un charco negro ante sus pies. Observó todo su cuerpo sin voltearla aún y una parte inferior de color negro era lo único que cubría su anatomía.
Ya no podía más, la deseaba con locura.
De una vez por todas la tomó por las caderas y la giró para quedar frente a frente, y allí, enloqueció con su cuerpo.
Sus pechos quedaron al descubierto sólo para él y ella sólo sonreía de lado viendo como él la devoraba con la mirada. De repente sintió como él la tomaba firmemente de las caderas para girarla, levantarla en el aire y hacerla quedar sentada sobre la mesa. Una vez allí, se metió entre sus piernas y la besó con intensidad.
La primera sensación de sentirse piel con piel les causó a ambos un escalofrío al tener sus torsos completamente desnudos. Era inexplicable el sentimiento de sentirse con sus pieles descubiertas chocando con la otra. Era como recibir corrientes eléctricas que iban y venían por todo su cuerpo.
En medio del beso la mujer comenzó a bajar sus manos por el abdomen del canario hasta llegar al cierre de su pantalón. Él sintió un cosquilleo en aquella parte sensible suya una vez que la sintió allí, mas no se detuvo, siguió besándola con la misma fuerza mientras ella bajaba sus pantalones de una vez por todas.
Sin dejar de atacar sus labios, y como pudo, el hombre se quitó los zapatos y el pantalón desabrochado solo con el movimiento de sus piernas, quedando ahora en la misma condición que ella: Ambos con sólo una prenda de ropa en sus cuerpos.
Natalia echaba su cabeza hacia atrás al sentir como el futbolista bajaba sus besos por su cuello hasta llegar al valle de sus senos. Le estrujó el cabello con sus manos cuando su boca atrapó sus pezones y su lengua hacía remolinos alrededor de él.
Estaba en la misma ruina. Se movía desesperada debajo de él por aquel calibre de placer y soltaba pesados suspiros; los primeros gemidos de la noche.
Luego de un rato así la mujer movió sus manos nuevamente hasta su tren inferior y alcanzó el elástico de sus bóxers. El hombre unió sus ojos con los suyos y con ellos parecía decirle desesperadamente que lo hiciera de una buena vez. No obstante, ella se dio el lujo de jugar con ellos, tirando del borde por un rato más, notando como su respiración se aceleraba y su mandíbula se apretaba. Pero bueno, al final terminó bajando su ropa interior de una vez por todas.
Una vez que lo hizo la ya dispuesta erección del futbolista quedó ante ella. Sonrió al verle, ya que sabía que estaba así, durísimo, por causa de ella y sólo para ella.
Las miradas de deseo de Dietz hacia él fueron demasiado para su persona así que González volvió a tomarla firmemente para besarla, al mismo tiempo en que la levantaba ligeramente para quitarle sus bragas, lanzándola a cualquier parte sin importancia. Sólo quería tenerla así...Desnuda.
Ahora ambos lo estaban y la sensación de placer fue mucho más grande. Pedri se volvió a escabullir entre sus piernas y el primer roce entre sus intimidades llegó, sacándole a ambos un pesado gruñido sobre la boca del otro y el canario apretó más a la mujer hacia él.
Parecían dos bestias sin control. Dos animales que no habían sido alimentados por mucho tiempo y ahora deseaban desesperadamente al otro como una especie de droga. Sus labios bailaban juntos, sus cuerpos chocaban y sus manos se recorrían mutuamente. Era algo indescriptible.
La noche era solo para ellos y nadie podría venir a robársela. Pedri no se preocupó en avisarle a su hermano que no llegaría y Natalia ya había previsto de antemano por si algo así llegaba a suceder y le pidió a su prima que cuidara en su casa a suceder y le hermana por aquella noche. No había impedimento. En ese momento ellos podrían hacer lo que quisieran.
Lo que quisieran.
No obstante, la mujer se separó un poco.
—Pedri —murmuró a penas mientras era devorada por la boca del canario y era ignorada—. Oye...
—¿Sí? —se separó él mirándola preocupado a los ojos—. ¿Estás bien? ¿Quieres que pare?
Ella sonrió enternecida al ver su caballerosidad una vez más—Pedri, lo último que quiero esta noche es que pares.
El comentario fue de bastante agrado para el futbolista, el cual sonrió al igual que ella y dejó un par de lentos besos sobre su boca.
—Es que...Estaba pensando en algo —retomó ella lentamente mirando su boca.
—¿En qué?
Ella hizo una corta pausa y se atrevió a levantar su mirada para verle a los ojos. Esos profundos ojos marrones cargados de deseo y de anhelo por ella, los cuales ella no podía entender como la miraban con tanta intensidad. En ellos se perdió un instante antes de tomar aire y seguir con su explicación.
—Soy mujer, ¿Sabes? —comenzó mientras con sus dedos dibujaba suaves trazos por el brazo del futbolista—. Y a veces nosotras...Pensamos...Nos imaginamos cosas...
Poco a poco González descubrió a donde iba aquel camino y se apegó más a ella—¿Ah sí?
—Sí —el contacto la hizo echar la cabeza hacia atrás para luego volver a verle a los ojos—. Tenemos...Ya sabes... —se acercó a su boca para susurrarle—: Fantasías.
Un escalofrío recorrió el cuerpo del hombre ante aquel susurro para darse cuenta de que sus sospechas internas habían sido ciertas. Ver a Natalia en esa actitud tan deseosa lo ponía mal...Créanme, demasiado mal. Sacaba de él una faceta que ni él había conocido aún.
—A veces son fantasías algo ocultas pero... —siguió ella y lo analizó de pies a cabeza—. Están ahí.
La miró con intensidad, como si su personalidad estuviera cambiando de sólo oír lo que ella decía—¿Y tú tienes?
Una lujuriosa sonrisa se escapó de sus labios—Por supuesto que sí —le tomó por la parte posterior del cuello—, y tú eres el único que las puede cumplir.
Si no estaba lo suficientemente caliente...Aquello lo volvió loco.
Cerró los ojos si entiendo aquel conocido cosquilleo y la mujer incluso sintió como se ponía más duro debajo de ella. La chilena sonrió de lado, orgullosa de lo que había logrado pero ella aún no tenía idea de lo que el futbolista era capaz de hacer estando en ese estado.
Finalmente se reguló, soltó una risa nasal y sintió como el calor subía y subía por su sistema—Así que ¿Ahora soy quien debe cumplir tus fantasías? —la apegó a él.
Un pesado suspiró salió de su boca—Claro...¿Por que no?
Un silencio se generó en ese momento pero ambos podían jurar de que oían desde la posición del otro como sus corazones saltaban acelerados dentro de sus pechos. La sensación de un desafío, de algo nuevo y de algo que les iba a volar las cabezas se palpaba hasta en el aire.
Entre ambos se generaba una química inexplicable.
Luego de unos segundos, él la tomó ligeramente por el mentón para que le mirara hacia arriba por la diferencia de altura que causaba que él estuviera de pie y ella sentada y la obligó a mirarlo a los ojos.
Luego, le dijo a la cara:
—Usted pida...Yo cumplo.
Y eso a la mujer le llegó tan fuerte como su hubiera sido un orgasmo.
Un tembloroso suspiro se escapó de sus labios y sintió como si el cuerpo se le estuviera haciendo jalea. El hombre comenzaba a tener aquel control sobre ella que la volvía loca, y ahí, en frente del hombre, se dejó ver nerviosa y vulnerable...Pero no por mucho tiempo.
Después de unos segundos de asimilación de aquel comentario tan ardiente, la mujer asintió sonriente y el futbolista la vio bajarse de la mesa con cuidado. Meticulosamente, González le siguió con la mirada por su trayecto teniendo sus ojos pegados en su anatomía desnuda. Mierda, qué mal lo ponía.
Por un instante ella desapareció de su rango de visión y en silencio la esperó expectante. No tenía idea qué podía ser lo que ella tenía en mente pero al parecer había ido a buscar algo. Pero bueno, fuera lo que fuera, en ese momento él estaría ahí para complacer cada uno de sus deseos.
Segundos después de ansiosa espera, Pedri vio a Natalia regresar a la sala con algo en la mano que por la distancia no pudo descubrir a primera vista. No obstante, en primera instancia eso no fue lo que más le importó, ya que frente a él venía una diosa griega caminando lentamente, balanceando su perfecta caminata que favorecía el movimiento de su anatomía desnuda que se alzaba para maravillar al canario, el cual casi babeaba de solo verla.
Para él, ella era una perfecta obra de arte.
Y esa noche, sería sólo para él.
Volvió a tierra cuando la vio detenerse en el otro lado de la mesa, frente a él, y dejó en evidencia lo que traía consigo.
—No sé si recuerdas esto —comenzó a hablar lentamente y enseñó el objeto en su mano—. Me la regaló Ferran luego del partido en Amberes.
González no podía creer que ella tuviera eso. Por supuesto que lo recordaba.
Con sus colores amarillo y rojo.
—Dijo que me la guardó para tenerla de recuerdo...Y vaya que lo agradezco.
Ella comenzó a caminar hacia él una vez más y se abrió paso para volver a quedar en la misma posición anterior: Sentada sobre la mesa y frente a él.
—Te seré muy honesta —continuó con una voz pastosa—, cuando te vi en ese partido con esto sentí algo.
El futbolista sólo guardó silencio y la escuchó. Su vista iba de la mujer al objeto y del objeto a la mujer.
—No sé...Te veías tan bien...Como que otra aura te rodeaba —continuó cerca de sus labios—. Sólo podía mirarte a ti...Capitán.
Lo que oyen.
Lo que ella tenía en la mano era la banda de Capitán del Barcelona.
El objeto elasticado con rayas amarillas y rojas junto con el escudo del club y las grandes letras que formaban la palabra en catalán Capitá yacía sobre sus manos. Ella no mentía, Ferran le había regalado aquel objeto luego de ese partido ya que Pedri la había usado por primera vez en su vida durante aquel partido, siendo el capitán del conjunto azulgrana durante la gran parte del partido.
Natalia viajó a otro país para verlo ese día, y no le mentía a González, verlo con la banda de Capitán le alteró el sistema. La actitud que tomó de liderazgo y autoridad en el campo fue otra cosa. Ver cómo daba órdenes y el equipo le obedecía la dejó en blanco.
Obviamente no le iba a decir nada ya que eso había pasado mucho antes de ese día en el que vieron su relación como algo diferente. Pero ahora, era el momento perfecto.
Luego de oírla y analizar lo que traía, el canario sonrió de lado—¿Esta es tu fantasía?
Soltó una risa nasal—Llámame loca pero...Lo que provocas en mí no me lo quita nadie.
Aquella frase pareció elevar un fuego en el interior del futbolista y antes de darle una respuesta la besó. Un par de fuertes y apasionados besos.
Al separarse, él tomó una bocanada de aire y dijo:
—Pero...Si hago esto —tomó la banda de sus manos— es en el papel de Capitán...Lo sabes ¿Verdad?
Se le acercó con lujuria—Ese es el plan... —dejó un beso sobre sus labios—. Quiero que me folle...El capitán del Barcelona.
Él sonrió de lado al ver lo dispuesta que ella estaba de ser tratada bajo su control. No se lo esperó en lo absoluto: Que ella estuviera dispuesta a jugar ese juego, pero le calentó más ver su decisión y que ella le pidiera ser complacida por él.
—Bien —dijo irguiéndose un poco—, yo ya te lo avisé.
Posteriormente, la mujer soltó un pesado suspiró y vio al canario entrar en su papel.
Era lo que se había fantaseado por mucho tiempo.
Pedri finalmente desabrochó la banda y comenzó a ponérsela bajo la atenta y deseosa mirada de la mujer. Pasó el primer elástico por su brazo hasta llegar a su bícep y la mujer se acercó a su pecho para mirar con mayor detalle cada una de sus acciones. El costado izquierdo de su cabeza estaba apoyado en aquella zona mientras lo veía trabajar. Sentía como el corazón le latía rápido al futbolista.
La mujer comenzó a dejar húmedos besos en su pecho cuando lo vio tomar la parte principal de la banda para rodearla a su brazo y así apretarla para ajustarla a su medida. Aquella acción le sacó un suspiro a la mujer al ver como con el apretón sus músculos se tensaban y todo se le marcaba.
Aquellos vívidos colores parecían combinar a la perfección con su piel morena, haciéndolo ver mucho más ardiente de lo que ya se veía.
Estaba listo.
La mujer se separó un instante de él para admirar la postal completa. Su definido abdomen desnudo, su tensa mandíbula, su seria expresión y ese fuerte brazo siendo apretado por la banda de Capitán la hizo temblar. No podía describirlo.
—Pedri...
Él repentinamente la interrumpió poniendo su pulgar sobre sus labios y con sus otros dedos sujetó su barbilla.
Ella sintió que su parte baja le cosquilleaba.
—Trae un condón...Ahora.
Un suspiro pesado y tembloroso salió de la boca de la mujer y supo que el juego estaba comenzando. Su expresión seria le dio a entender que hablaba en serio así que no le haría esperar más tiempo.
Ella obedeció la solicitud y se bajó de la mesa para caminar hacia su bolso que había quedado tirado por alguna parte de la casa. Siempre llevaba un preservativo consigo y ese era el lugar más rápido para encontrar uno. Una vez que lo tuvo en sus manos regresó a su posición anterior pero ahora siendo levantada con fuerza por el canario el cual la dejó sentada en la mesa otra vez.
Allí, ella vio atentamente como él tomaba el condón para abrirlo de un sopetón y proceder a ponérselo.
Los ojos de la mujer no dejaban de seguir cada una de sus acciones. Cómo él trabajaba, cómo él se movía y como aquella banda bicolor lucía perfectamente en su brazo haciéndola sentir el calor recorrer su cuerpo.
Una vez que él estuvo listo, volvió a levantar su vista hacia ella y la intensidad y dureza de sus ojos la sacudió. La tomó por la parte posterior del cuello y la trajo hacia él para darle un apasionado beso.
Cuando se separó se acercó a su oreja y le dijo:
—Ahora...Abre esas piernas para mí, preciosa.
Ella tragó saliva.
Había sido su juego desde un inicio, pero ahora el que mandaba era otro.
Despacio se separó de su rostro para verle directamente mientras le obedecía. La mujer abrió completamente sus piernas para darle espacio al canario, dejando todo su cuerpo en evidencia de él.
Pedri la analizó de pies a cabeza para luego mirarla a los ojos con aquella firme expresión que había estado manteniendo. Luego, la tomó por ambos muslos sacándole un leve quejido y abrió más sus piernas aún, subiéndolas sobre la mesa y dejándole la cantidad de espacio perfecto.
—Así me gusta.
Sus palabras acariciaron los canales auditivos de la mujer para luego ver cómo él se comenzaba a acercar cada vez más a ella.
Tomó su miembro en su mano para alinearlo con su entrada. Los primeros roces con sus pliegues fueron de gran placer para la mujer, la cual echó la cabeza hacia atrás. Posteriormente, y sin querer esperar otro segundo, Pedri dio el empujón para por fin entrar en ella.
Ambos soltaron un pesado gemido que los hizo abrazar el cuerpo del otro al mismo tiempo en que sentían que aquel contacto más profundo recorría todo sus sistema. Cerca de sus anatomías recuperaron su normal respiración y Pedri se separó de ella para mirarla a los ojos.
No dijo nada, sólo la apreció, la adoró y la besó para comenzar a moverse dentro de ella.
En medio de los besos la mujer gruñía sobre su boca al sentir como aquellos movimientos en su cuerpo comenzaban a transformarse en olas de placer que iban y venían. Ya no era un malestar, sino un glorioso y placentero vaivén que desearía sentir durante toda su vida.
El futbolista se movía bien...Demasiado bien. Parecía que cada vez que se acostaban iba poniéndose mucho más hábil y bueno para complacerla. Aquello la hacía sentir en las nubes porque tenía que reconocer que nadie en su vida la había hecho sentir tan bien como él.
Luego de un rato el canario comenzó a aumentar el ritmo y eso ya hizo a la mujer separarse de su boca para aferrarse a su cuerpo y hacer su rostro descansar sobre su hombro. Gemidos y suspiros iban y venían al sentir que su cuerpo se llenaba de un inigualable placer. Sus ojos se apretaban, su cuerpo sudaba, pero vaya qué disfrutaba.
El hombre la sujetaba firmemente por las caderas mientras se movía hacia adelante y hacia atrás, causándole aquel perfecto ritmo que ya sabía que a ella le encantaba. Lo ponía mal verla en ese estado...Le fascinaba verla excitada.
—Pedri... —gemía ella en su hombro y contra su oído—. Pedri...
Oírla gemir su nombre parecía ser el mejor concierto de su puta vida. Aquello lo encendía aún más y lo incitaba a aumentar el ritmo de las estocadas dentro de ella.
—Pedri...Sí...Así... —murmuraba ella completamente complacida y moviéndose inquieta en su lugar. Luego, su rostro se volteó hacia el otro lado donde se admiraba la banda catalana y eso la encendió aún más—. Así... —suspiraba—. Sigue así...Capitán.
Aquello volvió a Pedri loco.
Un profundo gruñido salió de su boca y se movió con más intensidad al ser motivado por aquellas palabras de la mujer hacia él. El oírla hizo que su masculinidad y su testosterona subieran hasta lo más alto. Ya no podría detenerse con nada. Quería hacerla sentir aquel placer que ella tanto deseaba.
Debido al inesperado cambio de ritmo, la mujer arqueó de repente su espalda hacia atrás cegada por aquella intensidad de placer y sintió que el mundo le daba vueltas. Gritó el nombre de Pedri y su espalda terminó descansando sobre la mesa mientras el hombre la seguía embistiendo.
Sin embargo, la distancia no fue de mucho agrado para el canario.
—No te separes de mí, Dietz —le dijo con seriedad—. No lo hagas.
Ella pareció oír su voz distante ya que su mente aún se veía absorbida por el placer que estaba recibiendo. Cuando por fin pudo entender el mensaje, se volvió a sentar sobre la mesa y González la atrajo nuevamente hacia sí, pegándola a su cuerpo.
Necesitaba sentir aquella sensación de tenerla piel con piel mientras la follaba. Lo hacía todo más perfecto.
Segundos más tarde los gemidos comenzaron a hacerse más fuertes ya que aquella onda expansiva comenzó a hacerse cada vez más grande, sintiendo un cosquilleo que empezaba a viajar desde la punta de su dedo hasta su cabeza. Una sensación que iba peligrosamente creciendo cada vez más y ella sabía lo que significaba.
—Pedri... —quiso avisarle—. Me voy a...Me voy a correr.
Aquel anuncio fue música para los oídos del futbolista, ya que si había algo que lo volvía loco era ver a la mujer explotando en un orgasmo.
Así que optó por algo diferente.
Ante el aviso de que la mujer estaba por venirse, Pedri bajó sus manos hasta su trasero para poder darle un corto impulso hacia arriba, sujetándola ahora en el aire, lejos de la mesa, y haciendo que ella tuviera que rodear su torso con sus piernas.
El repentino cambio y la fuerte estocada dentro de ella causada por el salto le sacaron un fuerte gemido que casi le raspó la garganta. Se aferró a la espalda del canario con uñas y todo y cerró los ojos sintiendo como el mundo comenzaba a ponérsele negro.
Aquello le había volado la cabeza.
Pedri comenzó a caminar con ella y mientras lo hacía no dejaba de moverla, cosa que a ella aún la tenía gritando con locura.
El trayecto acabó no muy lejos: En el sofá. Pedri quería que ella pudiera correrse estando más cómoda así que, sin siquiera salirse de ella, la acostó sobre el sillón para luego subirse sobre ella, y allí continuó embistiéndola con rapidez y fuerza.
Los gemidos regresaron a su curso normal y —a pesar de no poder decirle en ese instante— a la mujer le encantó la idea de poder terminar en un sitio más cómodo como el sillón. No, no se lo pudo verbalizar porque estaba bastante ocupada en otras cosas.
Pedri la besó mientras se movía con mayor rapidez hasta que la sintió debajo de él más inquieta de lo normal y se separó de su rostro para mirarla...Mirarla acabar.
El cuerpo de la chilena se sacudió y sintió como todas sus terminaciones nerviosas explotaban en el eventual orgasmo que finalmente llegó a ella. El nombre de Pedri resonó por última vez en aquella sala mientras el cuerpo de la mujer terminaba de sacudirse debajo del hombre al finalmente correrse.
Había sido una maravilla.
Al acabar, la mujer relajó su cuerpo en el sillón y González salió con cuidado de ella mientras le veía recuperar su agitada respiración. Su cabello estaba hecho un desastre así que se lo ordenó con cuidado con su mano, pero se dio cuenta de que ella comenzaba a cerrar los ojos
Estaba exhausta.
La veía tan hermosa. Pero bueno, para él ella era hermosa de la forma que fuera, pero ahí, después de hacer el amor y junto a él era algo distinto que sacudía todo dentro de él.
Podría quedársele mirando toda la vida.
El hombre sonrió de lado enternecido al verla así y decidió que la llevaría a descansar. Con cuidado de no aplastarla, se puso de pie estando cansado también, pero se hizo el importante esfuerzo de cobrar vigor y tomar a la mujer en sus brazos para cargarla hasta su habitación. La mujer casi ni se inmutó por la acción, sólo se mantuvo con el cuerpo lacio y ojos cerrados, haciendo a Pedri asumir que estaba por quedarse dormida si es que ya no lo estaba.
Mientras la cargaba la admiró y aún no le cabía en la cabeza cómo era tan preciosa.
Al llegar al cuarto, abrió la puerta de un empujón y cuando estuvo frente a la cama dejó a la mujer con cuidado sobre ella. Por supuesto, en el lado derecho. Meticulosa y delicadamente, como si fuera el vaso más frágil del mundo o la pieza más preciada del museo más importante del mundo.
Acomodó las sábanas pero antes de cubrirla se fue al baño personal del cuarto. Se quitó el condón, lo ató para tirarlo a la basura y divisó sobre un mueble unas toallas que supo que le serían útiles. Las tomó y salió con ellas hacia la habitación.
Al llegar junto a la rubia otra vez, usó esas toallas para poder limpiarle el sudor con una y con la otra las piernas y entre ellas. El movimiento y la sensación comenzó a hacer que la parcialmente dormida chilena comenzara a reaccionar y a abrir los ojos, dándose cuenta que había sido trasladada a otra parte y que Pedri estaba junto a ella ahora dejando las toallas en el suelo. Pareció que al terminar su trabajo se iba a alejar pero fue alcanzado por el brazo de la rubia.
González se detuvo al sentir aquella suave presión en su mano y se volteó a ver a Dietz, la cual ya le miraba normalmente. Ojos relajados pero con el destello de que vendrían como una especie de súplica.
—No te vayas.
Un suave susurro salió de sus labios hacia el canario de forma dulce y delicada; casi no se reconocía. Estaba ahí, tendida y cansada luego de que el hombre que la estaba volviendo loca le hiciera el amor de una manera fantástica. En ese momento, y probablemente en los que vinieran, ella sólo tendría ojos para él y sólo quería estar junto a él.
Pedri la analizó esperanzadoramente sorprendido y entendió que eso era lo que ella necesitaba. Luego de explotar de placer, lo que una mujer más necesitaba era ser abrazada y contenida, ya que era uno de los momentos en los que más se expresaba y se sentía su amor.
Le sonrió de lado desde su posición—¿Quieres que me quede?
Asintió lentamente—Quédate aquí conmigo.
González sonrió por última vez tratando de simular la dicha que sentía al oírla decir eso y le dio la vuelta a la cama para acostarse junto a ella. Natalia siguió cada uno de sus movimientos hasta que estuvo entre las sábanas y a su lado.
Antes de acomodarse completamente y querer pegarla a su cuerpo, el futbolista tomó la banda bicolor para desabrochársela y quitársela, liberando su bícep y dejando en evidencia la marca que esta había dejado. La mujer analizó cada uno de sus movimientos más que atenta.
No obstante, antes de que él pusiera la banda lejos de él, la mujer la atrapó en sus manos y se la quitó.
—Alto ahí —dijo meneando el objeto en su mano—, esto es mío.
Él rió—Técnicamente es mío.
Ella no respondió al instante, sólo le miró con gracia y alzando una ceja.
—Debería guardarla yo ya que es el recuerdo de la primera vez que la usé —señaló pero bromeando en el fondo; jugaba con ella. Obvio no se le iba a quedar, pero le gustaba ver su reacción.
—Pues mala suerte —dijo doblándola y guardándola en su mesita de noche. Luego se volteó a verlo otra vez—. Si la quieres ver tendrás que venir aquí... —se le acercó alzando una ceja—. O...Si la quieres volver a usar también.
Una melodiosa carcajada se escapó de los labios del canario para luego alcanzarla por la cintura y pegarla a su cuerpo. Pasó su mano entre su cabello para sostenerla con firmeza y besarla.
Un beso distinto a los demás. Sí, estaba lleno de pasión, pero en ese momento tenía una chispa de algo más.
Algo diferente y mucho más fuerte que el deseo.
Tenía una chispa de amor.
Al separarse ambos sonrieron y comenzaron a sentir la calidez del cuerpo del otro que incitaba a pasar toda la noche abrazados.
—No sería mala idea entonces venir a verla de vez en cuando —murmuró él juguetón sobre sus labios.
Ella sonrió y se alejó un poco de su rostro para mirarle con superioridad—¿Ah sí? —su voz cambió un poco—. Bueno, la vez que regreses te puedo mostrar lo que yo puedo hacer con ella.
Al oírla de sorpresa, el hombre soltó un pesado suspiró sobre su boca, cerró los ojos, echó la cabeza hacia atrás y volvió a tomarla por la cintura pero ahora para subirla sobre él y tenerla abrazada. Como le fascinaba cuando ella se ponía así.
—Natalia Dietz, hazme lo que quieras.
Ella rió sin poder evitarlo ante su comentario y de abalanzó sobre él para besarlo una vez más.
Qué bien se sentía estar así.
Qué bien se sentía estar juntos.
Eso sería útil.
Para cuando los días difíciles llegaran.
Oh...Cómo extrañarían esos días.
HOLA COCHINONAAASSSS
me extrañaron? ya lo sé. venían esperando esto? también lo sé
AAAA COMO ESTAAANNNNN. que les pareció el cap de hoy. CUENTEN SIN MIEDO, ACÁ NADIE JUZGA A NADIE!! Es que AH, yo quedé loca escribiendo. mientras lo hacía a veces en mi playlist sonaba i can see you de la taylor swift y más inspiración tenía AAAAA
y
a mí nadie me va a venir a negar que el pedri capitán no nos produce cosas porque...A MI ME PRODUCE TODO, ES QUE MÍRENLO AAAAAA. más encima encima ahora lo veremos más seguido así 😩🥴
por eso este capítulo porque tenía que liberar esa obsesión JAJDJSJDJDJ
en fin
AVISO IMPORTANTE
los dos capítulos siguientes que se vienen ya los tenia escritos desde hace muuuuucho tiempo y van seguidos, es decir, estaba pensando hacer un mini maratón la próxima semana como siempre. ya saben, un capítulo el lunes y el otro el miércoles. qué les parece?
van a estar feos, les aviso 😃
déjenme saber!!! y si es así, no olviden que este cap debe llegar al límite de votos que dejaré abajo para actualizar el lunes y luego el miércoles 🙂↕️
110 votos para actualización 💕
eeeeen fin, mucho texto. ASÍ QUE NOS VEMOS MUY PRONTOOOO
SEE YOU SOON
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