𝐨𝟓𝟖. más que una farsa
o58. ❝ i got my driver's license last week just like we always talked about 'cause you were so excited for me to finally drive up to your house ❞
❝ por un momento, por efímero que fuera, ellos podían pretender ser algo más que una farsa
✦•─────• DOS SEMANAS PASARON DESPUÉS DE LA borrachera de Natalia causada por su colapso emocional en aquel bar nocturno. La noche en que ella se había ido a pique y soltó todo lo que tenía dentro de su corazón, incluyendo las verdades sobre su vida y su pasado, que se remontaban a la violencia que había sido causada por su madre en la mayoría de su ciclo de vida.
Pero sí, dos semanas en que ella y Pedri no se habían visto.
No era intencional; no era que ella lo odiara y buscara evitarlo al cien por ciento. Lo que pasaba era que ella había quedado demasiado afectada luego de saber que le había contando todo al canario y por ende lo había metido en su asunto que se había encerrado en sí misma. Pero bueno, sobre todos sus males, estaba el hecho de que sentía a su madre más cerca que nunca.
Sí, su madre.
Dios, que horrible se siente decirlo ahora que sabemos toda la verdad.
No vean a Natalia como la mala de la película. De hecho, ella es la víctima. Pero ella no estaba siendo egoísta o mala persona con Pedri, sino que solamente necesitaba espacio para sí misma y así meditar en todo lo que le había estado sucediendo últimamente.
¿Qué iba a hacer? ¿Cómo iba a reaccionar? ¿Se iba a defender de su madre? ¿Se iba a escapar? Eran preguntas infinitas.
González entendió lo que le estaba sucediendo por lo que decidió darle su espacio. Casi no se vieron por trabajo pero, por mucho que quisiera, se había aguantado las ganas de ir a verla a su casa. Sabía que ahora venía un tiempo de procesar y aceptar la realidad; necesitaba tiempo para sí misma, y aunque él moría por estar ahí con ella, reconocía que primero debía ella tener su tiempo personal.
Joder, el hombre perfecto.
Pero bueno, ese entender que ella necesitaba su espacio no significaba que él estuviera completamente tranquilo. Obviamente quería saber cómo estaba, si necesitaba algo, si quería salir o cualquier cosa. La extrañaba, y la distancia que habían estado manteniendo no estaba siendo fácil para él. No obstante, sabía que por un tiempo debía ser así.
Se venían tiempos difíciles para la chica y debían estar preparados.
Sí, ella lo había casi echado de la situación marcando su última palabra expresando que él no se metería en el asunto de su madre pero Pedri era lo suficientemente testarudo como para no hacerle caso.
Entendía de cierto modo porqué ella quería alejarlo de ese problema; para no verse herido. Sin embargo, eso a él no le importaba para nada, sólo quería ayudarla y apoyarla en aquella complicación, sobre todo si su madre llegaba a aparecer en algún momento. Le habían dicho que era algo delicado y él no sabía cuánto, pero quería estar ahí.
Sin importar nada.
El sonido del timbre sonando por toda la casa sacó al futbolista de su trance. Se había mantenido todo ese tiempo echado en el sillón y pensando en la rubia hasta que aquel sonido lo trajo de vuelta a la realidad. Se reincorporó del sillón y alzó la voz:
—¡Yo voy! —dijo ya que su hermano estaba en alguna otra parte de la casa.
Poniéndose de pie rápidamente, el mediocampista caminó hasta la puerta principal sin mucho cuidado omitiendo observar por la mirilla y sólo abrió la puerta.
Toda su expresión cambió al instante y se quedó petrificado.
Había llegado hasta ahí tan despreocupado que lo que vio frente a él lo tomó por gran sorpresa.
Reconocería esos ojos, esas facciones, ese cabello y ese perfume en cualquier parte.
Pero ahora estaba frente a él.
—¿Natalia?
Así es.
La única e inigualable.
El nombre de la persona que esperaba en la entrada de su casa colgó de sus labios con suavidad y asombro. Su expresión llegó a ser hasta tierna mientras veía a la mujer frente a sus ojos con una mirada que poco a poco iba acrecentando en gran ilusión.
Natalia Dietz estaba ante él luego de dos semanas. Una pequeña sonrisa ladina decoraba su rostro; tan linda como siempre. A pesar de que no hubiera pasado mucho tiempo sin verse la veia distinta. Tenía otra especie de aura rodeándola; como más tranquila, e incluso se había cortado el cabello.
Pero todo eso daba igual, seguía siendo la chilena que volvía a Pedri completamente loco y ahora estaba de regreso.
—Hola —habló ella finalmente manteniendo su sonrisa.
Su delicada voz acarició sus oídos de una manera en que él no podía explicar. Se oía hasta tímida; nerviosa, con una suavidad que parecía callar a todos los demonios que González pudiera almacenar en su alma.
Luego de unos segundos admirándola reaccionó y volvió a tierra.
Sacudió su cabeza—Hola...¿Qué haces aquí?
—Oh, disculpa ¿Interrumpo algo? —cuestionó preocupada y a punto de salir corriendo. Se puso bastante nerviosa ya que en serio le preocupó molestar al canario.
—No, no, no, no, no, para nada —negó él de inmediato buscando calmarla—. Sólo...Me sorprende verte aquí...¿Pasó algo? —dijo al final preocupado pensando que quizás su presencia se podía deber a algo relacionado con su madre.
—No, no, nada grave —negó suavemente—. En realidad yo... —rascó su nuca—. Vine por otra cosa.
—Claro, dime —asintió intrigado.
La mujer tragó saliva y meditó sus palabras antes de sacarlas de su sistema. Sabía que había pasado tiempo sin verle; tiempo que había parecido años, así que quería armarlo todo a la perfección.
—Creo que...Por un instante podemos pretender que nada malo pasa a nuestro alrededor.
Pedri frunció el ceño y abrió la boca ligeramente ante la sorpresa y confusión. En su cabeza intentó unir los hilos pero no podía.
—No te estoy entendiendo —murmuró.
—Sólo por hoy dejemos lo malo de lado y también el odio o las diferencias que podamos sentir mutuamente... —agregó.
Sus palabras no hicieron más que seguir confundiendo al español; no entendía a donde quería llegar.
—Nat...
Sus palabras quedaron en el aire ya que se enfocó en los movimientos de la mujer. Ella tomó su bolso de su hombro para poder abrirlo y buscar algo en su interior bajo la atenta mirada del hombre. Una vez en su mano, lo extendió con orgullo y una sonrisa hacia él y González comenzó a entender qué sucedía.
Era algo pequeño.
Delgado.
Y rectangular
—Adivina quién ya tiene su licencia de conducir —cantó la mujer.
Así es, lo que le extendía era una pequeña tarjeta.
Era su licencia de conducir.
Natalia Dietz lo había logrado.
Pedri enfocó su mirada en la cédula que le estaba mostrando y poco a poco su rostro comenzó a brillar en alegría, una alegría genuina e inesperada que lo estaba llenando por completo.
—¿En serio? —ella asintió—. ¡Pero esa es una tremenda noticia!
Acto seguido la envolvió en sus brazos e incluso llegó a levantarla del suelo en un cálido abrazo mientras ella reía. Dio media vuelta aún sujetándola, haciendo que quedaran al interior de la casa.
Cuando la chica volvió a tener los pies en el suelo ambos se quedaron mirando fijamente con sus pechos subiendo y bajando por la respiración.
Aquella sensación regresaba. El cosquilleo nervioso de estar juntos, de sentirse, de tenerse cerca, de reír juntos, de abrazarse...Todo eso había regresado después de bastante tiempo. Sus miradas unidas se mezclaban entre los colores de sus ojos tratando de explicar todo lo que les causaba estar juntos otra vez.
No importaba el tiempo que pasara, siempre habría algo que los uniría para estar juntos y casi llegar a necesitarse.
Luego de un rato así, la mujer dijo:
—Yo... —ella quiso retomar aún nerviosa por su momento con el canario—. Como te dije, voy a pretender por un momento que la vida no es un asco —él sonrió de lado—. Pero soy una persona justa y racional, sé que en parte esto es gracias a ti y...Tenía que darte un poco de crédito —sonrió.
Negó—Esto lo hiciste tú sola, yo no tuve nada que ver.
Recién allí, la actriz se dio cuenta de que el español seguía sujetándola firmemente por la cintura y, en silencio, lo disfrutó.
—Ya, ya, no seas tan modesto. Si igual tengo que reconocer que, si no fuera por ti, no me hubiera atrevido a hacer esto —se encogió de hombros con una sonrisa ladina.
Suspiró—Nat...
—Oye —chocó su hombro con el suyo—, tienes que tomar algo del crédito...En parte te debo esto a ti.
González sabía que no la haría cambiar de parecer y simplemente asintió dándole la razón. El corazón se le sacudía al oírla decir esas cosas hacia él. Su mente le decía que dejara de generar falsas ilusiones pero su corazón estaba demasiado empecinado haciéndolo
Finalmente el sonrió y suspiró—Déjame verla —trató de alcanzar su credencial.
Ella de inmediato se puso en alerta—Espera no, no ¡No! —trató de esquivarlo—. Tengo una cara horrible. Parezco salida de la cárcel.
Rió—Venga, no puede ser tan malo.
—Ya te dije que no —se movía como podía mientras él trataba de quitarle la licencia de la mano— ¡Qué vergüenza!
—Dámela —decía riendo hasta que fue capaz de quitársela de las manos.
—¡Oye! —exclamó ella con un poco de gracia pero bastante avergonzada por que su foto fuera a verse expuesta. Sólo se cruzó de hombros y miró al hombre.
—Natalia Dietz ¿De qué rayos me estás hablando cuando dices que sales mal? —dijo negando con la cabeza y levantando su vista de la cédula hacia ella—. Te ves preciosa, como siempre —se la enseñó—. Punto final.
Ella rió ligeramente nerviosa por sus palabras—Insisto, parezco saliente de la cárcel. No me pudieron tomar una peor foto —puso los ojos en blanco y su carnet regresó a sus manos.
—Y yo insisto en que discrepo contigo —se le acercó y la cercanía la puso nerviosa—. Te ves bien.
Ella sonrió por lo bajo disfrutando aquel halago e incluso los colores se le subieron al rostro—Gracias, voy a hacer que te creo —susurró.
Rió—Pero venga, cuéntame cómo fue, cuándo fuiste —le animó a hablar con una sonrisa.
Suspiró—La verdad fue que quería hacer algo...Bueno o lindo en medio de tanta mierda —él asintió—. Entonces, luego de todas las clases que me diste...Me sentí preparada y ya. Fui y lo hice. Fui hace como 5 días.
—¿Y fue tan difícil como pensaste? —sonrió de lado.
—No —se movió en su lugar—, la verdad es que tenías razón; no fue tan terrorífico como creí.
—¿Lo ves? Lo lograste —sonrió.
—Sí...E incluso —rió— ya me compré un auto.
Él abrió los ojos como platos en sorpresa—¿Qué? ¿Es broma? —ella negó—. ¿Ya lo tienes?
Asintió—Sí. ¿Cómo crees que llegué hasta aquí?
Sus palabras fueron acompañadas del tintineo de un par de llaves completamente nuevas que ella había sacado de su bolso para poder enseñarle. La gran sonrisa de emoción que ella tenía se le fue contagiada al hombre y se alegró inmensamente por ella.
—Nat, no puedo creerlo —sonreía—. Me alegra que te estén pasando cosas buenas y hayas ido superándote cada día...Si hay alguien que merece ser feliz en este momento eres tú.
Sus palabras fueron como un bálsamo para ella. Tanto tiempo sin verlo la había hecho extrañar su calidez, su amabilidad y su honestidad. Desde el primer gesto de su rostro hasta el final de una sonrisa dibujada en sus labios. Todo en él era tan puro y hoy, más que nunca, Natalia comenzaba a mirarlo de una perspectiva completa diferente.
—Gracias, Pedri —sonrió y poco a poco comenzó a tomar valor para hablarle de lo que había ido a hablarle en primer lugar—. Y bueno, como dije, voy a dejar todo lo malo de lado...E incluso este estúpido contrato de lado...
El canario abrió los ojos ligeramente en sorpresa al oír ese detalle.
—...Por hoy —finalizó con un suspiro—. Pedri... —alzó su vista hacia a él y se sintió nerviosa e indefensa como una niña pequeña—. Quiero agradecerte por lo que has hecho por mi, incluido el tema de la licencia.
Negó—Oye no es necesario...
—¿Te parece si vamos a comer?
La repentina interrupción y el auténtico propósito de sus palabras lo dejó perplejo. Se quedó en silencio unos instantes procesando todo lo que había oído. En silencio, sus ojos comenzaron a iluminarse con una inocente emoción que parecía tratar de ocultar para no parecer un niño pequeño.
Dietz se preocupó un poco al ver su rostro sin saber lo que este verdaderamente ocultaba. Por un instante quiso salir corriendo pero cobró valor para seguir:
—No...No es relacionado al contrato. Solo nosotros dos. Yo invito...Te lo debo.
Suspiró con una naciente sonrisa—Nat...
—Pero si no tienes tiempo yo lo entiendo, podemos...
—Nat —la detuvo tomándola por los hombros—. Por supuesto que quiero ir.
El nerviosismo y la ansiedad se esfumaron de inmediato de su cuerpo y se sintió más relajada. Su cuerpo que estaba tenso comenzó a soltarse poco a poco y un suspiro de alivio se escapó de sus labios.
—Oh...Bacán —se quedó estática un segundo sin saber cómo seguir ya que no pensó que llegaría tan lejos.
Realmente a Natalia nunca le había pasado algo así. Nunca se había sentido tan nerviosa y vulnerable delante de un hombre como se sentía con Pedri, sobre todo en ese momento. El nerviosismo de esperar su reacción y calladamente esperar que su respuesta fuera afirmativa la hacía sentir como una niña.
—Pues, entonces vamos —sonrió después de poner los pies sobre la tierra y una tierna sonrisa apareció en su rostro—. Como dije...Podemos dejar todo lo malo por hoy...
Esa frase fue de mucho agrado para el futbolista y sonrió para luego alcanzarla por la cintura y atraerla a su cuerpo. Un cosquilleo recorrió a la rubia de pies a cabeza.
—¿Ah sí? —murmuró mirándola.
—Sí —se atrevió a acercarse a su rostro para que le oyera claramente decir esas palabras—, y quizás...Pretender que por un momento somos más que un contrato.
Aquella frase sacudió al español de pies a cabeza. Unas palabras emitidas con sinceridad y desde el fondo del atormentado corazón de la mujer que cargaban el peso de la realidad de los sentimientos que estaban comenzando a florecer en ella.
El futbolista abrió los ojos en sorpresa ligeramente y se puso nervioso. Un nerviosismo que tenía origen en lo decidida que la mujer había sonado y como ella comenzaba hablar de algo mucho más del contrato que los había encadenado desde ya hacía meses. Se sentía diferente. Toda la atmósfera alrededor de ellos se sentía diferente. Él no sabía si la aparición de su madre había detonado algo en ella pero ahí estaba...Hablando de una forma completamente distinta a la que conocía.
Sí, ella se había visto segura cuando le dijo eso, pero la verdad es que se estaba muriendo de nervios por dentro ya que había sido algo que había llevado pensando durante las dos semanas en que no se habían visto. Ahora decirlo en voz alta parecía otro desafío.
Pero era la verdad.
—Ya sabes...Por hoy —quiso agregar ella al notar su silencio.
Luego de un tiempo de meditación personal, el hombre tomó aire y valor para decir—: Eso me parece fabuloso.
Acto seguido, no pudo aguantar otro segundo y tomó a la mujer por la parte posterior de su cabeza para atraerla hacia él y besarla.
Ambos habían esperado que ese beso sucediera. ¡Qué va! Lo habían estado anhelando. Tantas noches sin verse habían sido una tortura y ya solo podían soñar con los labios del otro en sus propias mentes en la madrugada. Algo efímero, una ilusión, pero ahora era una realidad palpable que habían deseado grandemente.
Sus bocas se movieron con firmeza y ambos sintieron ese peculiar cosquilleo en sus cuerpos que hace tiempo no sentían. Sus labios seguían recordando el ritmo y el baile perfecto que daban juntos cada vez que se tocaban. Una sensación fantástica, deliciosa y mágica.
Simplemente perfecta.
Al separarse sus rostros quedaron cerca del otro, como si no quisieran acrecentar la distancia que ya habían mantenido. Sus narices se rozaban y sus alientos se mezclaban.
Y en medio de todo eso, ellos sonrieron al mismo tiempo.
No sabría explicarles lo que esas sonrisas significaban, pero sí eran algo completamente distinto.
—Veo que te gustó el plan —susurró ella sobre su boca segundos después.
Sonrió de lado—No tienes idea cuánto —ambos rieron suavemente y Pedri depositó un par de cortos besos sobre sus labios—. Iré por una chaqueta ¿Sí? Espérame aquí, no tardo.
—Claro —asintió ella.
Posteriormente el hombre se separó de ella y se alejó para dirigirse a su habitación. La mujer le siguió con la mirada teniendo una media sonrisa pegada al rostro como una estúpida —así lo pensaba ella— hasta que desapareció de su rango de visión.
El tiempo en que estuvo sola le sirvió como un chasquido de realidad para poner los pies en la tierra. ¿Qué había pasado? ¿Qué me había dicho? ¿De dónde había sacado la valentía para hacerlo? Ahora que estaba sola y en silencio lo meditaba.
Luego, pensaba en sus ojos, en su sonrisa, en sus manos aprisionando su cintura, en la forma en que su rostro se iluminaba al verla y el magnífico sabor de sus labios.
Y ahí...Lo entendía todo.
—Con que no pasa nada entre ustedes ¿Eh?
Una voz a sus espaldas la sacó de su trance personal y dio un corto brinco del susto para luego girarse en dirección a aquella voz.
Cuando lo hizo, se dio cuenta de que era el hermano de Pedri.
—Fernando —se congeló—, disculpa, no te vi.
El canario soltó una suave risa y comenzó a acercarse hacia ella.
—Tranquila, no pasa nada.
—Perdón por haber llegado así y no haberte saludado antes...No sabía que estarías aquí hoy.
—No hay cuidado —hizo un ademán con la mano—. Ya tocaba regresar de Tenerife para cuidar a este otro —movió la cabeza haciendo referencia a su hermano menor.
Ambos fueron suavemente y hubo un corto silencio entre ellos. Se sintió algo incómodo.
—Pero bueno —continuó el hombre después de unos segundos—, por lo que veo solo no está.
Los ojos de la rubia se abrieron de par en par al oírlo ya que entendió perfectamente a qué se estaba refiriendo: Hablaba de ella. Sus palabras fueron emitidas con un poco de gracia y sátira mientras veía con media sonrisa como la mujer reaccionaba nerviosa a lo que él le había dicho.
—¿Que lo de ustedes no era solamente un contrato?
La frase añadida no hizo más que desesperarla otra vez. Se quedó perpleja, como si hubiera sido descubierta cometiendo el peor de los pecados.
—Fer, yo...
La suave risa del mayor interrumpió sus palabras—Venga Nat, no tienes que decirme nada —ladeó su cabeza—. En el fondo ya lo sabía.
En el fondo sabía ¿Qué? ¿A qué se refería específicamente? ¿Acaso Pedri le había comentado algo? Entre todo su nerviosismo, la actriz solo fue capaz de sonreír y asentir.
Segundos más tarde oyeron pasos hacia ellos y al voltearse se dieron cuenta de que se trataba del futbolista. Efectivamente había ido por una chaqueta pero también había aprovechado de cambiarse pantalones a unos más adecuados para la ocasión...Tal y como Natalia le había enseñado.
Ella sólo sonrió al darse cuenta.
—Ya estoy —anunció con una sonrisa—. ¿Nos vamos?
Asintió igual de sonriente—Claro.
Al notar las intenciones de ambos, Fernando asintió sorprendido.
—Venga, que ustedes andan armando planes y no me invitan —se quejó.
—Será para la próxima, te lo prometo —aseguró la chilena caminado hacia el mediocampista pero regalándole al mayor una media sonrisa que lo confortara.
—Como digan —negó con gracia.
La pareja finalmente iba a salir de casa cuando Dietz divisó que González tomaba las llaves de su auto que estaban sobre una mesa de arrimo cerca de la puerta. Frunció el ceño y lo detuvo.
—Alto ahí vaquero —puso una mano sobre la suya—. Tú no entendiste nada ¿Verdad?
Se volteo a verla confundido—Pero...Tenemos que ir.
—Sí —tomó las llaves de sus manos y las volvió a dejar en la mesa—, pero hoy...Conduzco yo, español.
Una risa se escuchó a sus espaldas y efectivamente se trataba de Fernando, el cual encontró aquella acción muy divertida en plena cara de su hermano, el cual quedó sorprendido mirando a la mujer y su actitud de superioridad en ese instante.
—Pero...
—Nada de peros —lo apuntó—. No es como que vayamos a chocar o algo —hizo una mueca.
Posteriormente ella le tomó por la muñeca para comenzar a arrastrarlo con ella hacia la salida. Mientras avanzaban Pedri le echó una rápida mirada a su hermano sin saber qué decir mientras este solo se reía y batía su mano hacia ellos en despedida.
Sí, porque esa noche sería para ellos y sólo para ellos.
Efectivamente Natalia se había comprado un auto casi de inmediato luego de obtener su licencia y el futbolista la elogió por eso. Ambos se subieron al vehículo y la mujer condujo hasta el destino que ella sabía. No lo hizo mal, se notaba que ya estaba calificada y que las clases que había tenido con Pedri habían dado un excelente fruto.
Mientras ella conducía, González la miraba y sonreía...Orgulloso.
El destino fue un restaurante que la mujer eligió y que sabía que a Pedri le gustaría. Después de tanto tiempo conviviendo juntos ya había aprendido a entenderle y a conocer sus gustos. Ya no era simplemente un hombre que ella detestaba de su trabajo...Ahora se sentía como algo más.
Al bajar del vehículo por un momento hicieron cortocircuito. Siempre que salían a lugares así era por orden de Elías y por parte del contrato, por ende, todo era una actuación mecanizada y ya aprendida donde sabían que debían tomarse de la mano y posar para los fotógrafos que probablemente los podían haber seguido.
Sin embargo, ese día era diferente. Estaban ahí por ellos mismos.
Se quedaron congelados un segundo frente al vehículo pensando qué hacer hasta que, sorpresivamente, ambos soltaron una risa al unísono. Rieron y luego se tomaron de las manos como siempre para entrar al restaurante.
Esa vez sus manos se sintieron diferentes. Fue un apretón de manos mucho más cálido, cercano y sincero que todos los otros.
La noche fue increíble. Ambos pidieron de comer y fue una cena en donde no pararon de hablar, reír y de pasarlo bien. Les importó muy poco que estuvieran llamando la atención de los presentes como nunca antes. Ese día estaban ahí por ellos, no por el contrato, y bueno, si generaban algo de contenido para Elías bien por él, a ellos no les importaba.
Pedri sabía que ella seguía atormentada por el asunto de su madre, por eso, trató de guiar la conversación a temas distintos y muy externos a aquel para que ella no tuviera ningún segundo de oportunidad para pensar en esa mujer. Quería verle bien, quería que ella estuviera feliz.
Y lo estaba, con él genuinamente lo estaba.
González disimuladamente se detenía a analizarla. Su perfecto rostro y sus perfectas facciones parecían irradiar una especie de luz. Se reía, arrugaba los ojos y la nariz cuando lo hacía, movía sus manos y su cabello...A Pedri le parecía estar viendo a la versión pura de Dietz que ella siempre buscó ocultar detrás de su armadura impenetrable.
Perdieron casi la noción del tiempo en ese lugar. Estuvieron horas y horas hasta que ya fue bastante tarde y se dieron cuenta de que era hora de irse o el restaurante cerraría con ellos dentro. Cuando todo estuvo listo y pagado, los dos salieron tomados de las manos siendo captados por algunos fotógrafos, pero a pesar de eso decidieron que era buena idea salir a caminar juntos un rato en un parque que había no muy lejos de ahí.
Seguían hablando, seguían riendo como si no quisieran dejar de hablar con el otro de temas tan triviales que no lo podían creer. Era un tiempo como ningún otro que habían compartido juntos.
—Pedri, si tú sigues contándome estas anécdotas de tus compañeros no podré verlos igual —decía ella riendo—. Los voy a ver y me voy a reír en sus caras.
—Perdón, pero es que ellos realmente se pasan en ocasiones, se pasan —dijo negando mientras ella reía.
—Dios, el siguiente partido los veré entrar a la cancha y me reiré —carcajeó—. Llevaré a Penelope conmigo y no entenderá qué me pasa.
—¿En serio la llevarás? —ella asintió—. Venga, los chicos amarán esa noticia.
—Sí...Le caes muy bien por cierto —señaló—. Siempre dice que eres un chico encantador —imitó la voz de su compañera Cruz.
Lentamente el hombre detuvo sus pasos y se puso frente a ella—¿Ah sí? —ella asintió un tanto confundida por haberse detenido—. ¿Y tú estás de acuerdo con ella?
La mujer supo de inmediato a donde iban sus palabras. Su versión vacilona estaba de regreso. La rubia sólo soltó una risa nasal y miró a otra parte por un instante ya que la mirada del canario parecía quemarle.
Sentía que tenía atoradas en la garganta tantas palabras que quería decirle, pero estar asimilando ese sentimiento por primera vez parecía como estar saliendo de la cárcel luego de años. No era sencillo.
—Pedri... —negó—. Sé lo que haces.
Negó con inocencia—Yo sólo te hice una pregunta.
—Bien, bien, bien, ¿Sabes algo? —hizo una pausa cobrando valor para continuar—. Sí...Estoy de acuerdo con ella.
Pedri no esperó recibir una respuesta tan inmediata. Sus ojos se abrieron ligeramente con ilusión y una pequeña sonrisa ladina apareció en su rostro. Miraba a la mujer y podía notar lo nerviosa que estaba, pero al mismo tiempo percibía aquel carácter firme que ella siempre había tenido.
Y le fascinaba.
—Quizás no eres del todo el idiota que pensé que eras cuando te conocí —él rió ligeramente al oírla—. Y sí...Puede que seas encantador.
Frunció el ceño ladeando la cabeza y de una vez por todas la tomó por la cintura para pegarla a su cuerpo—¿Puede?
Ella suspiró negando con la cabeza. Sabía lo que hacía, y sabía que si lo dejaba seguir jugando ese juego él obtendría un control sobre ella que ella no le había concedido a ningún hombre antes.
—Tienes un alto concepto de ti, español.
—Solamente cuando estoy contigo, chilena.
Natalia sintió que todo le temblaba y un tembloroso suspiro escapó de sus labios. Esa forma que él tenía de sorprenderla siempre con sus palabras la dejaba atónita y revolvía todo su interior. Tenía ganas de besarlo, de abrazarlo, de sentirlo y de tenerlo más cerca si fuera posible.
El tiempo sin él la hizo darse cuenta de todo lo nuevo que el futbolista estaba produciendo en ella.
Y se sentía diferente.
Para bien.
Cansada de ya no poder aguantar sus sentimientos, soltó un suspiro y dejó caer su frente sobre la de él. El calor de su piel la envolvió y en ese instante el mundo a su alrededor se desvaneció. Parecía que siempre encontraba la solución a sus problemas estando cerca de él y sintiendo su calidez y cercanía.
El hombre recibió gratamente el gesto y cerró sus ojos junto a los de ella, meditando. En el silencio compartido, una conexión profunda creció entre ellos como si el tiempo se detuviera. Las preocupaciones del mundo exterior se desvanecieron y en esa intimidad una calma envolvente los rodeó y cada respiración se convirtió en la respuesta que ambos estaban buscando emitir.
—Nat...¿Hay alguna versión de este mundo en donde esto funcione?
La suave y casi temerosa pregunta del hombre resonó en sus canales auditivos, causándole un escalofrío. Sus ojos se encontraron, y en ese instante, el actuar de la incertidumbre y del temor se hizo palpable. Ella suspiró casi asustada sopesando las posibilidades, mientras su mente viajaba a futuros alternativos. Muy dentro de sí sí lo pensaba, pero las tormentas personales que acarreaba consigo y el miedo al constante rechazo a veces podían más consigo ella.
—No lo sé —negó frotando su frente con la suya—. Ahora no lo sé.
Sus manos temblaban sobre el pecho del hombre con el recurrente temor de pensar que él se iría y nunca más volvería, convirtiéndose en una persona más en la lista de quienes le habían hecho eso. Que algo realmente funcionara entre ellos parecía una burbuja fuera de todo lo malo que ya estaba sucediendo.
—Pero en este momento... —dijo ella y separó su rostro para verle—. Por ahora...Sí podemos ser algo más que una farsa.
Sus ojos volvieron a encontrarse con una ínfima chispa de esperanza. Ella tenía razón, el futuro era incierto e incluso peligroso. Ellos no conocían el mañana, pero lo que sí conocían era el presente y eso sí estaba en sus manos.
—Entonces que este momento valga la pena.
El suave pero decidido susurro de Pedri selló ese momento junto con el beso que él se acercó a darle. Ambos nuevamente se sumieron en los labios del otro con firmeza, con intensidad y con pasión. Les dio igual que estuvieran en la calle o que alguien les fuera a tomar fotos.
Solo querían ser ellos dos.
Era cierto, ellos no conocían el mañana ni las cosas malas que estaban por venir, así que aferrarse al futuro no era una opción segura.
Lo único seguro en ese instante eran ellos.
En el hoy.
Porque el mañana...No se venía agradable.
HOLA MI GENTE HOLA, que taaaaal
ha pasado tiempo pero me alegra que ya podamos actualizar 💜 QUE LES PARECIÓ? Este cap tuvo muchas cosas así que cuéntenme cual fue su favorita! la sorpresa de nat? las palabras de pedri? LES LEO
ando un poco apurada así que les diré esto sin más: el próximo capítulo...se viene lo que a ustedes les gusta gente sucia y que si se que ya les debía!!!!! JSJDJSJFJ ASÍ QUE PARA PODER SUBIRLO VOTEEENN
210 votos para actualización ✨
no subiré hasta que se complete el límite! los votos han bajado caleta. mucha gente lee y pocos apoyan y eso me deprime JSJDJS PERO YA, un abrazo a quienes sí lo hacen LES AMO ❤️
SEE YOU SOON
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