𝐨𝟐𝟖. incidentes laborales
o28. ❝ i'm still here in the darkness, back where we started. you make me a heartless monster ❞
❝ ella buscaba librarse de él a toda costa, pero parecía imposible, aún en incidentes laborales ❞
✦•─────• EL TIEMPO PASABA, TENÍA QUE HACERLO Y ERA lo mejor que éste podía hacer. Las cosas no iban bien entre Natalia y Pedri. Parecía que realmente habían elegido volver al punto de inicio y a tratarse como el primer día en que se conocieron. Sus mismos errores y su vergüenza ante ellos los cegó y escudaron lo que realmente sentían sobre lo que pasó con un frío muro de indiferencia.
Tuvieron que seguir viéndose en sesiones de fotos, en partidos y en restaurantes. Todo era inmensamente incómodo ya que lo único que querían era salir corriendo lejos del otro. Pero era la cláusula de su contrato. ¡Ya ni tengo que repetirlo, esta parte se la saben! Pero era su deber; era su trabajo y tenían que hacerlo.
La buena noticia es que, al igual que en un inicio, todo después comenzó a sentirse una vez más como una simple rutina. Ya se toleraba un poco más y de forma casi mecánica e inconsiente posaban y sonreían como la pareja ideal ante todos quienes les buscaban. Seguían llamando la atención, eran famosos y eran queridos. El plan seguía viento en popa.
Sin embargo, la espina de aquel acostón desenfrenado siempre salía de vez en cuando. Recordando también la pelea que tuvieron a causa de eso y como sus diferencias y su odio había vuelto a la superficie. No había caso.
Quizás ellos tenían razón: Simplemente no congeniaban. No eran compatibles; eran polos opuestos, y jamás servirían para una relación real.
Ajá.
Aquel día Natalia había estado practicando en el set de grabación una importante escena ya que esta era de una de pelea. A pesar de su orgullo, internamente reconocía que aquello se le hacia difícil. Si bien es cierto, no eran golpes reales los que debía dar, todo era un inmenso desafío. Era una especie de coreografía que debía aprenderse pero de igual forma dar saltos sobre cosas, aplicar fuerza para voltear gente, lanzarse al suelo, entre otros.
En resumen, no era sencillo y le tenía bastante respeto a esa parte de su trabajo.
—Bien Nat, vamos desde el inicio pero esta vez vamos en serio. Quiero la escena completa con todas las acciones.
La voz de Gerardo —su director— llamó su atención y le miró con los ojos abiertos.
—¿Te-Te refieres a todas? —cuestionó con tanto nerviosa.
El hombre asintió y comenzó a acercarse hacia ella levantándose de su silla.
—Lo hemos practicado varias veces y te ha salido bien. Ahora quiero que lo hagamos con todo. Con los efectos, con los saltos y que lo grabemos.
La voz de su jefe sonaba bastante tranquila —claro, él no tenía idea de qué era realmente realizar todo eso— y eso descolocaba a Dietz. Sí, habían ensayado múltiples veces, pero aún así ella no se sentía lista para hacer la toma definitiva. Lamentablemente, no podría negarse. Era su trabajo y debía estar dispuesta a hacer lo que fuera.
Finalmente ella asintió no tan convencida—Bien, hagámoslo.
Gerardo celebró y le dio unas palmaditas en el hombro—Esa es mi chica...¡A grabar!
Todos comenzaron a moverse en el set, preparando cámaras, alistando a los extras de la pelea, arreglando maquillaje, ajustando peinado y arreglando la escenografía. La escena iba a grabarse en ese momento.
Natalia ya estaba posicionada en su lugar de inicio. Su escena no era fácil. Debía empezar corriendo y su personaje recibiría unos golpes —falsos, en todo caso— de sus adversarios. Luego pelearía con ellos, los golpearia falsamente con unos objetos y finalmente...Para cerrar la escena debería huir escalando una especie de muro y saltándolo para pasar al otro lado. Literalmente cayendo.
Normal.
Ya estando lista y arreglada, puso su cara de actuación y se preparó para la acción teniendo a los otros extras en frente de ella
—¡Muy bien! —habló Gerardo—. Luz, cámara...¡Acción!
Entonces la escena inició.
Natalia comenzó a correr hacia sus oponentes y el ruido de sus pisadas los alertó, haciendo que estos se dieran vuelta listos para atacarla ante la alerta de su presencia. El primero se fue hacia ella tratando de tomarla de la cintura para tumbarla, sin embargo —todo dentro de la actuación, claro— ella hizo como si se pusiera firme para no ser derribada y con su rodilla actuó pateándolo en el estómago y lanzandolo lejos.
Repitió acciones similares con los otros.
Evadiendo sus golpes, aunque también recibia algunos, saltando sobre ellos, recordando cada paso de la coreografía, tomando algunos elementos de utilería que estaban en el suelo, los agredió y logró hacerse paso hasta donde tenía que llegar, teniendo la emocionada e ilusionada mirada de su director en cada paso.
No obstante, comenzaba a cansarse, sobre todo cuando tuvo que arrastrarse por el suelo para evitar unos golpes e inmediatamente sintió el ardor en sus rodillas, sabiendo perfectamente que le quedaría una marcada herida que debería tratar más tarde. A pesar del sufrimiento tuvo que ocultarlo de la mejor manera posible para que no se notara más de lo necesario necesario las cámaras.
Ya más recuperada, se puso de pie para el paso final: Escalar el muro y pasar hacia el otro lado. Se animó así misma asegurando que eso era todo y podría irse a descansar y corrió con toda su energía para tomarse de una cuerda que ahí había, escalar, y por fin saltar sobre él.
—¡Y corte!
No obstante, el aterrizaje no fue muy agradable.
No fue terrible, pero sintió que su pie derecho sintió la peor parte de todo. Sus dos piernas tocaron el suelo para luego apoyarse en sus manos, pero el anteriormente mencionado se dobló ligeramente hacia un lado causándole dolor.
—Auch.
La exclamación salió suavemente de sus labios, casi como si hubiera sido sólo para ella misma. Cerró los ojos sintiendo como el dolor comenzaba a subir por el área afectada hacia todo su cuerpo y se sentó en el suelo para poder tomarse el tobillo en sus manos, pretendiendo que la presión y sus masajes harían algún efecto mágico.
No se le fue prestada atención inmediatamente ya que todos estaban concentrados en celebrar que la escena había salido bien. Además, a penas se le veía la mitad del cuerpo al estar siendo tapada por la pared que saltó.
—¡Bien, Nat! ¡Fatástico! —Gerardo se levantó de su silla aplaudiendo y fue a buscarla para felicitarla—. La escena salió tal y como la imaginé —al notar que no tenía respuesta frunció el ceño—. ¿Natalia? —caminó más hacia adelante.
—Estoy por aquí —se oyó su suave y adolorida voz detrás de la pared—. Si me traen a algún enfermero no me enojo.
Ante la alerta, el español y todos los otros presentes abrieron los ojos como platos y el director le hizo una seña a su equipo para que acataran la petición rápidamente. Después, se fue con otros en busca de la chilena que permanecía sentada en el suelo y con una de sus manos sobre su tobillo derecho.
—Joder ¿Qué ha pasado? —Gerardo se agachó hasta su altura—. ¿Estás bien? ¿Qué ha sido?
—El tobillo —hizo una mueca—. Caí mal y creo que es torcedura.
Se espantó—No me digas eso, no puedo perder a mi protagonista —el enfermero llegó y el director se volteó a verle—. Tómenla con cuidado y llevémosla a su trailer para revisarla bien.
El enfermero, con ayuda de algunos de los extras, la tomaron con cuidado para llevarla al lugar asignado. Los primeros movimientos le dolieron y trataron de inmovilizar su tobillo lo mejor que pudieron. Con sus brazos rodeando a dos hombres, ella trató de caminar con un sólo pie y tragándose todos los insultos que tenía debido al dolor.
Una vez en su camerino, fue revisada exhaustivamente por el encargado de la salud. La revisión le dolió ya que éste tuvo que mover el área afectada hasta poder dar un veredicto final.
Era efectivamente lo que ella había pensado: Torcedura de tobillo.
Gracias a Dios era eso y no una distensión, fractura o algo peor. Sólo estaría retenida de su trabajo un par de días y podría ser tratada con hielo y otras técnicas. De hecho, le pusieron hielo inmediatamente sobre el área mientras oía las recomendaciones del enfermero.
—...Como te decía, date una semana libre para evitar cualquier otro dolor. Para este trabajo, necesitas reposo —le decía él.
—¿Una semana sin hacer nada? —hizo una mueca—. Difícil para mi alma trabajólica —rieron.
—Te va a servir. Aprovecha de estar con tu hermana, descansar, leer un libro...
—¿Lanzarme por el balcón? —volvieron a reír ante el comentario de la lesionada.
—Confieso que me duele tenerte fuera un tiempo —dijo Gerardo—. Adelantaremos las otras escenas con el resto del cast y tú te sumas cuando vuelvas. Tampoco es tanto tiempo.
—Gracias —sonrió—. Te juro que traté de hacer la escena lo mejor posible, pero...Fue un accidente.
—No digas payasadas —le dio un suave empujón—. La escena ha quedado perfecta y es la que irá en la película. Nadie tiene que saber lo que pasó detrás de la pared —rieron.
—Sí, por favor —hizo una mueca.
De pronto, oyeron como la puerta se abría de forma estrepitosa y todos se giraron a ver como Ester Expósito entraba al lugar con un teléfono en mano, el cabello despeinado y el pecho subiendo y bajando frenéticamente. Nadie entendía lo qué ocurría.
—Bien, soy una de las mejores amigas que puedes tener —fueron sus primeras y agitadas palabras.
—¿Qué pasa Ester? ¿Estás bien? —preguntó la chilena ligeramente preocupada por el pecho que le subía y le bajaba.
—¿Yo? De maravilla —sonrió—, pero te lo decía porque, al segundo que vi que has tenido aquel accidente, tomé tu teléfono para llamar a alguien que te venga a buscar.
—¿En serio? —suspiró aliviada—. Te lo agradezco. ¿Llamaste a mi prima?
La española se quedó congelada un segundo en su posición tratando de procesar aquella información.
—¿A quién? —se encogió de hombros.
—A Vivianne, mi prima —aclaró.
—Ah no, a ella no.
—Entonces ¿A quién? ¿A Fabiana?
Frunció el ceño—No amiga, para nada. Llamé a quién más obvio se me parecía llamar.
Entonces, Dietz cerró los ojos lentamente.
—A quién yo supongo que es tu primer contacto de emergencia.
Inmediatamente su mente la comenzó a bombardear y por un instante se sintió mareada. Lo último que necesitaba en ese momento era eso, sobre todo en un momento de debilidad como aquel. Literalmente prefería lanzarse de nuevo por aquella pared antes de enfrentar la situación que sabía que vendría.
—¿A quién llamaste, Estercita? —dijo con una voz casi aguda.
Se encogió de hombros como si fuera lo más normal de mundo—A Pedri.
Tratando se ocultar su mala expresión facial a toda costa, la chilena apretó la mandíbula y los puños con disimulo. Lo último que necesitaba en ese momento era ver al futbolista, sobre todo después de todo lo que ya había pasado entre ellos. De todas las personas en el mundo que ella dejaría que la viera débil era él.
—¿¡Pero por qué!?
La exclamación de Dietz sorprendió a la contraria grandemente.
—¿Cómo que por qué, tía? —alegó—. Es tu novio.
Tratando de recapacitar y dándose cuenta de que su reacción no había había la apropiada, buscó gobernarse y recordar que el mediocampista seguía siendo su novio aparte de una persona a la que odiaba.
—Sí, sí sé, lo sé —de llevó una mano a la cabeza—. Pero...Quizás estaba en el entrenamiento o algo. Está ocupado.
—Lo dudo, ya que cuando le avisé se asustó y dijo que vendría de inmediato —hizo una mueca.
—¿Qué? —soltó suavemente como con una suave ilusión que inmediatamente desvaneció de su cabeza dándose una cachetada mental—. Digo...Pero Ester, no lo quiero molestar con esto. Dile que no venga.
Expósito guardó silencio en su lugar.
—Ester.
—Es que...
En vez de que la española completara su oración, eligió mejor actuar. Se acercó a la puerta del trailer y bajó la intensa mirada de todos la abrió.
Y alguien entró.
Apurado.
Como si fuera un cohete.
Preocupado.
—Nat.
El nombre de sus labios salió rápidamente y todos lo miraron como cuál héroe entra en una escena. Ya casi sin poder evitarlo, su preocupación se dejó ver en su rostro y al encontrar a la rubia en medio del gentío, sentada con la pierna estirada y con sus ojos ahora conectados a los suyos, sintió un poco más de alivio que antes.
Dietz le miró y tuvo que tragar saliva.
—Pedri.
Un silencio inundó la sala mientras todos analizaban a la pareja observándose con intensidad y la escena que quizás la mayoría estaba esperando. Ellos se congelaron y no supieron como actuar al primer minuto, sólo estaban contemplándose mutuamente sabiendo todo el trasfondo de emociones y situación que tenían que para colmo los llevaron a un momento como ese.
Pero había que reaccionar. Era momento de entrar al papel de la pareja del año ya que había público presente.
Actuar.
Sí.
—Cariño —entrando en su personaje, el canario se acercó hacia ella y se agachó a su altura para mirarla. Le hizo un pequeño gesto con la mirada diciéndole que le siguiera el juego—. ¿Qué pasó? Ester me ha llamado de tu móvil y he venido cuánto antes.
La rubia miró a su alrededor antes de responder y se dio cuenta que todos esperaban que hablara casi con ilusión.
—Tuve un pequeño incidente laboral —explicó haciendo una mueca—. Me caí en una escena de pelea y me torcí el tobillo, pero estoy bien.
—¿Te duele mucho? —preguntó mirando su pie alzado en un cojín.
—Sólo al caminar.
—Tiene reposo por unos días, así que puede llevársela a casa para que descanse —explicó el enfermero poniéndose de pie y alejándose.
—Le hará bien descansar a esta adicta al trabajo —agregó Expósito palmeando su hombro.
—Estaré bien, amor, no había necesidad de que vinieras; estabas en entrenamiento —dijo ella tratando de sonar amable.
—Cuando Ester me llamó estaba justo saliendo del complejo, así que fue a tiempo —explicó—. Ahora déjame ayudarte, vámonos a tu casa.
—Yo traigo sus cosas —se ofreció su coestrella para luego salir disparada de ahí.
Cuando Dietz se dio cuenta de que estaban un poco más solos y que podía comenzar a actuar como ella realmente era, tomó a González por el cuello de la camiseta y lo acercó a ella.
—No tenías que haber venido. Sabes que eres el último al que quiero ver —susurró.
Soltó una risa nasal—Estoy cumpliendo con mi rol de novio perfecto ¿Lo olvidas?
—Ay, eres un tierno —dijo sarcásticamente.
—Además —ladeó la cabeza—, digamos que quedé aún sentido por lo que te pasó en Tegueste. La alerta de Ester sólo me trajo malos recuerdos.
La memoria de lo que había sucedido con su ataque alérgico en su ciudad natal llegó a las mentes de ambos. El episodio en donde Natalia pudo correr riesgo vital y Pedri tuvo que hacerse cargo de ella hasta el punto de preocuparse como nunca antes lo había hecho. Él hablaba en serio, el pequeño trauma seguía latente, y de sólo pensar que algo nuevo le había sucedido disparó todas las alarmas.
Tocada por sus palabras y el trasfondo de ellas, la rubia dijo tratando de no sonar tan pesada—: Te juro que estoy bien.
Ladeó la cabeza—Dietz, tú siempre dices que estás bien.
Bufó—Pero ya en serio, no hay necesidad de que estés aquí. Me las puedo arreglar sola.
Frunció el ceño—Pregunta: ¿Te molesta que esté aquí?
Se vio un poco confundida—Sí.
—¿Que te ayude?
—Sí.
—¿Que te tenga que llevar?
—Sí...
Él sonrió.
—Perfecto.
Entonces, la rubia sin previo aviso sintió presión en su cuerpo. Un pequeño quejido salió de sus labios cuando el canario pasó uno de sus brazos debajo de sus rodillas y el otro en su espalda para poder cargarla en brazos como lo había tenido que hacer en otras ocasiones. La exclamación de la rubia fue oída por el resto y se acercaron a mirar.
—Bájame, no seas pesado —reclamó en un susurro.
—Sabes que mi hobby favorito es molestarte, así que no te lo tomes personal —rió mientras aclaraba los motivos de aquella acción que había efectuado.
Ante la escena, el resto de los presentes llegó hacia ellos, y una de ellas era Expósito con las cosas de su amiga.
—Ester ¿Podrías llevarle las cosas mientras yo la cargo hasta el auto? —ella asintió de inmediato—. Muchas gracias —luego la miró a ella—. Tranquila cariño, pronto estarás bien —le guiñó un ojo molestándola.
Ella apretó los dientes y susurró—: Muérete.
UNA VEZ EN LA RESIDENCIA DIETZ, PEDRI BAJÓ A NATALIA de su regazo para poder ingresar a su casa finalmente —porque sí, a pesar de que quiso decir que todo era por molestarla, no dejó que hiciera fuerza alguna y la cargó tanto en la salida como en la llegada a su edificio sin importar sus protestas o las miradas de la gente. Muy en el fondo, él era capaz de reconocer que quería cuidarla—
González cerró la puerta a sus espaldas y pasó uno de sus brazos detrás de la chilena para ser de soporte y ayudarla a caminar. Vio como ella se reprimía y se quejaba en silencio, dándose cuenta de que realmente el tobillo le dolía.
—Siéntate aquí —le dijo poniéndola delicadamente sobre el sillón y estirando su pierna dañanda sobre este—. Voy por hielo.
Al ver que las cosas estaban llegando mucho más allá de lo que ella esperó, Dietz le detuvo con su voz.
—Espera —él se volteó—, ya puedes irte. Tu trabajo era traerme hasta aquí. Puedes sólo irte, no es necesario que hagas esto.
El futbolista suspiró con pesadez dejando caer sus dos brazos a sus costados.
—Te odio, pero no soy un monstruo —se volteó y retomó su caminata—. Voy por el hielo —reiteró a la distancia.
Ella no pudo protestar más ya que ya la había dejado sola en la sala de estar de su propia casa.
Había algo que siempre —desde un inicio, y ustedes lo saben— la frenaba o la obstaculizaba en su odio a Pedri: Su amabilidad. El chico era todo un caballero hecho y derecho. Criado de la manera más sana y loable posible. Siempre era atento, considerado y se preocupaba de las personas a pesar de sus diferencias —como con ella—. Era demasiado bueno para ser verdad. A ella le costaba odiar a alguien así.
En un mundo de niños...Él era un caballero y eso la sacaba de sus casillas.
Los pasos del mediocampista de regreso la trajeron de vuelta de su trance y lo vio llegar hacia ella con una bolsa con hielos que él mismo había llenado. Echándole una rápida mirada, se sentó a su lado cerca de sus piernas, le quitó los zapatos y los calcetines del pie derecho y con cuidado puso la bolsa en el tobillo afectado.
Ella cerró los ojos con un poco de dolor al sentir aquella temperatura sobre su adolorido pie. Trató de disimular lo mejor que pudo.
—¿Duele? —preguntó él preocupado.
—Un poco —abrió los ojos y suspiró—, pero estaré bien.
—Como alguien que sabe de lesiones... —ladeó la cabeza—. Te digo que en efecto estarás bien. No se ve tan terrible pero el dolor existe, así que...El reposo te hará bien.
—Gracias doctor, olvidé que eres experto en medicina —molestó y eso le sacó una pequeña risa. Posteriormente la rubia se masajeó el área de sus rodillas recordando lo otro que le había pasado.
—Vivo en un mundo de lesiones, algo he de aprender —él notó que ella estaba incómoda por algo más—. ¿Qué pasa?
—Nada —negó de inmediato sacando su mano del área que le dolía.
—Natalia... —sentenció—. ¿Qué más te duele? ¿Le dijiste al enfermero?
Hizo un gesto con la mando restándole importancia al asunto—No es nada.
—Dime que es, quizás sí es algo que haya que revisar.
—Pero si no es nada, dije.
—Natalia...
—Oh que webeas, ya —sin más fuerzas o energías para pelear, ella apuntó sus rodillas—. Hubo una parte de la escena donde tuve que arrastrarme de rodillas y siento como me arde, creo que tengo algunas heridas, pero estoy bien.
—Pues veamos —soltó la bolsa de hielo y la dejó estática en su tobillo—. Quizás tengamos que curar.
Tomó con delicadeza una de sus piernas a pesar de asumir que habían heridas en ambas y quiso subir parte del pantalón hasta la rodilla. El contacto inconsiente de sus manos contra su piel inmediatamente puso ésta de gallina y él lo notó, echándole una rápida mirada en la que ninguno dijo nada.
No obstante, su misión se estaba viendo un tanto obstaculizada. El pantalón no subía hasta la rodilla y eso le estaba impidiendo poder ver sus heridas. Intentó con a otra pierna pero el resultado era el mismo: No podía ver nada.
La miró en silencio unos instantes para meditar en sus opciones sin decir que tenía que ver su pierna más descubierta para ayudarle.
—Quizás tengas que cambiarte —sugirió suavemente.
—O mejor no cures nada, estaré bien —se encogió de hombros.
—No, Nat, es mejor ver eso ahora —tragó saliva—. El pantalón no sube más allá y...Necesito ver tus piernas.
Supo perfectamente que su elección de palabras fue la peor posible. De hecho, cerró los ojos para no tener que verla directamente a los ojos porque sabía como era ella. Sabía que le gustaban los juegos, los desafíos y ganas todos y cada uno de ellos. Por ende, aprovecharía su despiste a su favor.
—¿Ah sí? —alzó una ceja—. Ya habíamos hablado de que eso no volvería a pasar.
Supo que lo estaba vacilando—Natalia...
—¿Tan necesitado por verme de nuevo? ¿Y con la excusa de curarme los raspones? —rió sabiendo que estaba cumpliendo su cometido: molestarlo—. Yapo canario, no seas tan evidente.
—Nat, no des vuelta lo que dije ¿Quieres? Sabes a lo que me refiero. Necesito ver tus heridas.
—Ya, ya, ya entendí —suspiró—. Ayúdame a ponerme de pie.
Él asintió y se levantó primero para luego extenderle las manos e impulsarla hacia arriba. Repitió la acción de ser su soporte para que no se cayera mientras ella se mantenía en un pie y buscó ayudarla a caminar para llegar a su habitación y cambiarse...
Pero eso no pasó.
Ella se quedó quieta en su lugar.
—No, no, ¿Qué haces? —Pedri la miró en una mezcla de confusión y temor—. No es necesario ir a cambiarme.
Abriendo los ojos como platos, González sólo pudo presenciar en silencio su actuar.
Saltándose unos segundos de él y sin despegar sus ojos de los suyos, la rubia dirigió sus manos lentamente hasta el botón de su pantalón. Meticulosamente lo desabrochó tratando de no perderse ninguna de las reacciones del hombre y, cuando estuvo lista, lo impulsó hacia abajo, cayendo hasta sus pies donde —teniendo cuidado— sacó sus pies de él para quedar solamente en ropa interior frente al canario.
Miles de recuerdos, sensaciones, movimientos, poses, palabras y voces se vinieron de golpe a la mente del futbolista. Se sentía un verdadero idiota ya que se le había quedado mirando con la fresca memoria de la vez que la había hecho suya en su casa.
No podía evitarlo, todo lo llevaba a ese momento.
Sus bragas eran negras, tal y como las que había llevado ese día y así iba descubriendo que quizás eran sus favoritas. La camiseta que llevaba era larga así que aprovechó de cubrirse un poco con ella pero al mismo tiempo jugó con el borde de la prenda llamando su atención.
Él sabía lo que ella hacía...Jugaba con él.
Pero ese era el problema, él podría dejar que jugara con él de la forma que fuera.
—¿Qué? —finalmente su voz lo trajo a Tierra—. ¿Tienes algún problema? ¿Te aterra algo que no hayas visto antes?
Sus manos se fueron a los costados de sus bragas y se movieron lentamente por la tela que en esa zona cubría sus caderas.
González cerró los ojos—¿A eso quieres jugar? ¿En serio?
Sí, era un juego aunque ella no lo dijera. Jugaba a mostrarle en su propia cara aquello que —aunque lo tuviera en frente— no podría tener porque había un pacto estipulado. Era una condición; una letra chica de ver...Y no tocar.
Negó—Yo no juego. Si no te afecta, seguirás como si nada, sino...Sabes que yo sé cuando te pones nervioso, mi amor.
Pedri odiaba que ya lo conociera tan bien a esa punto. Sabía como reaccionaba y qué botones accionar para hacerlo perder la cabeza. La tenía semi desnuda frente a él luego de haber conocido ese cuerpo por completo y no podría hacer nada con él porque habían límites ya estipulados.
Pero ¿Saben algo? Él también ya la conocía, y sabía como había que reaccionar a sus juegos.
De repente, él se le acercó y la sorpresa del acto la hizo abrir los ojos como platos. Tal como en el set de grabación, el canario la tomó en sus brazos para volver a recostarla en el sillón con cuidado.
La acción fue una pequeña tortura. Imaginen tenerla así y no poder llevársela al cuarto para volver a hacerla suya como aquella noche. No podía. Sentía la calidez de sus piernas y eso le quemaba. Asimismo, el tacto que ella estaba sintiendo sólo le traía recuerdos de aquel día en que esas manos recorrieron cada centímetro de su anatomía sin temor alguno.
Insisto, todo seguía siendo una tortura.
Una vez ya instalada otra vez en el sofá, el futbolista la miró desde su posición; arriba de ella. Hasta eso se sintió como un crimen.
—Tienes razón, no me afecta...Así que sigamos —fueron sus palabras.
Mentiroso.
—¿Botiquín? —preguntó.
Saliendo de su trance y mirándolo desde abajo apuntó con la cabeza—En el baño.
Él asintió tratando de ignorar su semi desnudo tren inferior y se fue para segundos más tarde regresar con el objeto en la mano.
González tuvo que poner inmenso esfuerzo de su parte para seguir ignorando todo lo que tenía en frente. Debía verse firme. Volvió a sentarse en la posición anterior y con cuidado subió las piernas de la mujer a su regazo. La sensación le trajo muchos recuerdos. Aquella suavidad y aquella tersa piel seguían siendo las mismas.
Ya tratando de concentrarse, abrió los ojos como platos al ver sus rodillas.
—Nat, pero mira eso —señaló y ella observó—. Tienes todo raspado y con sangre.
—Tiene sentido. Cuando me arrastré sentí como los pedazos de piel se hacían hacia atrás —hizo una mueca.
Torció los labios—De verdad te quedó dañado.
—Da igual, en un par de días y con crema para las cicatrices estaré bien.
Pedri negó con la cabeza tomó un algodón junto con la solución para limpiar las heridas y delicadamente comenzó a pasarlo por sus rasguños.
—Auch —como acto reflejo ella se quejó de dolor y recogió un poco sus piernas hacia atrás.
—Quédate quieta —tomó sus piernas otra vez, trayéndolas hacia sí—. Hay que limpiar y curar, luego de esto te dejaré tranquila, lo prometo.
Ella soltó una risa nasal y simplemente lo observó como trabajaba en su piel. Se veía tan...Tierno. Él meticulosamente y con cuidado limpiando sus raspones como si se estuviera guardando todo el odio que le tenía por desear ayudarla.
Recordando algo, la actriz suspiró—No creo que me pueda deshacer de ti tan pronto.
—¿Por qué? —alzó la vista confundido.
—Tengo que ir a Madrid en unos días por un evento de la película —divisando a donde iba todo eso, su cuerpo se tensó al oírla—. Y sí, adivina, Elías se enteró y quiere que vayas conmigo un día aprovechando tu licencia por la lesión.
Se tomó el puente de la nariz—¿Es joda?
—Nop —negó—. Así que haz tu bolso, bonito. Nos vamos a Madrid.
Un día en aquella ciudad juntos ¿Qué podría salir mal?
Uf...Ni les digo.
HOLAAA NEDRI LOVERSSSS, QUÉ TAL???
joder que me gustó este capitulo jdjfjd que opinan ustedes? cuál fue su parte favorita? pedri preocupado? Nat coqueta? LES LEOOOOO
ya, ahora sí, se acuerdan que el cap pasado les mencioné que iba a aparecer un conocido personaje??? YAAA, PRÓXIMO CAPÍTULO SE VIENEEEE. y pucha que nos va a estresar xddd
pedri y nat los más tontos de chile pensando que literalmente se van a aguantar las ganas muajajaja
120 votos para actualización ✨
cap dedicado a pedri ya que está pasando otra vez por un momento difícil de lesión 🥺 todos contigo a muerte ❤
SIGUE EL CAOS, NOS VEMOS PRONTO
SEE YOU SOON
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