𝗼𝟲𝟭. de pesadilla a realidad

o61. ❝ i've been the archer, i've been the prey. who could ever leave me, darling? but who could stay?

(mini maratón 2/2)























































❝ todo a lo que ella le temía pasó de pesadilla a realidad en cuestión de segundos ❞

•─────•✦ CUANDO PEDRI Y VIVIANNE ESCUCHARON AQUELLA repentina e importante palabra salir de los labios de Natalia, sus caras se transformaron en unas de verdadero terror. Al mismo tiempo se pusieron de pie y rápidamente corrieron hacia la puerta para poder verificar con sus propios ojos lo que supuestamente la rubia había mencionado. Cuando llegaron se pusieron detrás de ella y lo comprobaron.

Era real.

Ella estaba ahí.

Verónica Morales.

La principal creadora de los traumas más grandes de la vida de Natalia estaba ahora en frente de ella luego de 3 años sin siquiera verla o saber de ella. Después de tantas dudas, de tantas interrogantes, de tantas torturas y tantas preocupaciones mentales que Natalia había tenido buscando las razones de su partida, ella había regresado.

La mujer sonreía ampliamente hacia su hija como si tratara de hacer de aquello el reencuentro del año. No había cambiado mucho en base a los recuerdos que la actriz tenía. Su frondoso, largo y castaño cabello estaba desordenado, su piel pálida, sus ojos semi azulados con pupilas constantemente dilatadas, una nariz fina, sus labios delgados y alargados, aquellos hoyuelos que se creaban en su rostro al sonreír y su característico olor a tabaco que rodeaba su anatomía entera...

Todo seguía ahí.

Era ella.

Natalia no podía creerlo. Seguía estática en su posición y fue como si algo se hubiera quebrado de repente dentro de ella. Si ese sentimiento pudiera tener sonido, probablemente se oiría que algo se había roto. Ver a su progenitora aparecer cuando menos la esperó trajo de vuelta todos los traumas que por años se había guardado y que había tratado de sepultar.

En ese momento, ella era otra vez una niña de 14 años frente a su abusiva madre.

—Mi niña hermosa, ¡Qué bueno es volver a verte!

Su voz.

Su maldita voz.

Tan sólo había bastado que ella se pusiese a hablar para que el mundo le comenzara a dar vueltas a la rubia. Aquella voz bipolar y cambiante que un día la adoraba y al siguiente la insultaba fue como un duro golpe en el estómago y de la nada ella sintió unas terribles ganas de ponerse a llorar.

Se estaba mareando.

—Tú... —susurró Natalia con un nudo en la garganta—. Tú...¿Qué...? ¿Qué haces aquí...?

Verónica sonrió como si fuera la mamá más dulce del mundo—Ay, me ha costado tanto encontrarte...Famosa y todo pero nadie sabe donde vives —rió—. Pero por fin estoy aquí...Estoy de vuelta mi amor.

Cállate, cállate, cállate, cállate, cállate, cállate, parecía gritarle su niña interior de Dietz.

—No...No puedes ser tú —su voz aún sonaba desorientada y el mareo continuó. Pedri notó que ya no estaba manteniéndose firme y puso su mano en su espalda baja.

—Por supuesto que soy yo —dijo como si fuera la cosa más normal del mundo—. ¿Está la Laurita? Muero por ver a mis dos hijas juntas.

Laura, Laura, Laura, Laura.

El recordatorio de la menor fue aún peor para la actriz. De sólo pensar en las posibilidades de la aparición de Verónica y que alguna pudiera estar relacionada con su hermana, estaba agregando una gota más al vaso de su cordura que estaba a nada de rebalsarse.

—No...No puedes estar aquí.

La vista comenzó a ponérsele más borrosa.

Estaba muy mareada.

—¡Claro que sí! ¿Puedo pasar?

Comenzó a ver negro.

—¿Natita?

Las voces ahora sonaban distantes, no las podía distinguir, ni siquiera la suya propia.

—¿Hija?

Natalia se desmayó.

La sobrecarga emocional y el estrés fueron demasiado fuertes para ella y su cuerpo terminó apagándose. González actuó en el momento correcto y la atrapó. Pasó uno de sus brazos por debajo de sus piernas y el otro por su espalda baja y de esa manera la cargó.

—Llévala al sillón. Acuéstala —ordenó Vivianne.

El futbolista no puso objeción alguna y se movió de inmediato como la chilena le había pedido.

Mientras tanto, la castaña quiso aprovechar el momento para cerrar la puerta en plena cara de Verónica y así echarla de una buena vez, pero ésta fue un poco más ágil y puso su pie entre el espacio antes de cerrarse y lo impidió.

—Vete de aquí —dijo la más joven con una voz tan seria que podía calar sus huesos. Seguía ejerciendo presión sobre la madera.

—Déjame entrar Vivianne. Mi hija acaba de desmayarse —reclamó ella tratando de empujarla.

—¿¡Tu hija!? —gruñó—. ¿A la que olvidaste por 3 años al ser una weona drogadicta, violenta y buena para nada?

Ella realmente se molestó—Ni se te ocurra tratarme de esa manera —la apuntó—. Soy tu tía.

Rió con sarcasmo—Tú no eres nadie para mí y tampoco para ella. Ahora, vete por el mismo camino en que llegaste y no vuelvas más.

Mientras ellas discutían, Pedri se encargó de aplicar sus conocimientos de primeros auxilios con la chica desmayada. Levantó sus piernas a la altura de su corazón y se aseguró de que nada de su ropa le estuviera apretando. Una vez hecho, corrió a buscar un vaso de agua y unas compresas que humedeció para darle al despertar.

Estaba sumamente preocupado, por todo en general. Su desmayo y la terrible presencia de su madre recién aparecida.

—No lo haré —siguió empujando Verónica—. He venido a ver a mis hijas y no pienso irme sin cumplirlo.

—Laura no está —la declaración dejó a la mayor helada—, y Natalia no tiene ni una pizca de ganas de verte así que ve dando media vuelta ya mismo. No lo repetiré.

Soltó una risa nasal—Ella po, la gran defensora de su prima ¿Eh? Cómo siempre.

Se le acercó un poco—Al menos el cerebro te funciona un poco.

Harta de tantos insultos a su persona, Verónica hizo un esfuerzo más grande y logró empujar más fuerte la puerta y a Vivianne con ella. De esa forma, finalmente ingresó al departamento para ir en busca de su hija. No obstante, la castaña corrió para ponerse en frente de ella y evitarlo.

—Lárgate.

—¿¡Cómo quieres que me vaya con mi hija así!?

—¡Deja de decir que es tu hija, por la mierda! —batió las manos en el aire—. No lo es. Si lo fuera, jamás la hubieras tratado como la trataste.

—No te metas, Vivianne —quiso apartarla.

—¡Déjala tranquila! Si se desmayó fue por tu culpa —la apuntó.

Al ver que estaba teniendo problemas para alejarla, Pedri se giró para ayudar a Vivianne.

—Es momento de que se vaya —dijo seriamente.

Verónica pareció reír y apuntó al chico—¿Y este quién miercale es? ¿El weon con el que supuestamente está pololeando ella? ¿Éste?

—Deja de hablar, deja de meterte en su vida y vete —interfirió Vivianne.

—Deberíamos conocernos, soy tu suegra después de todo —ladeó la cabeza fingiendo ternura.

Pedri soltó una risa nasal—Ya oyó a Vivianne, usted no es nadie de Natalia como para decirme eso o cualquier cosa que salga de su boca.

Hizo una mueca—Es bravo, me gusta.

La castaña gruñó—¡Ya ándate! ¡Ándate ya! Si tienes al menos un gramo de consideración por ella déjala tranquila y vete.

—No puedo abandonarla después de haberla encontrado.

—¡Ella no quiere verte!

Entonces, ellos escucharon que alguien a sus espaldas se quejaba.

Los tres se giraron al mismo tiempo y se dieron cuenta que la rubia había comenzado a despertarse. Pedri fue quién se agachó hacia ella en el sillón y le ayudó a sentarse con cuidado bajo la atenta mirada de las otras mujeres.

—Nat —le llamó él con cuidado—. ¿Cómo te sientes? Dinos algo.

La chilena suspiró con pesadez y se llevó una mano a la frente para luego decir:

—Este es el peor día de mi vida.

Verónica quiso dar un paso adelante para acercarse a ella pero Vivianne la detuvo.

—Hija —la aludida levantó su cabeza al oírla—. Lo lamento, no quise que te...

—Cállate por favor —la voz de Natalia se oyó en un hilo de voz débil—. Cállate...No quiero oírte siquiera.

Morales se quedó en silencio un instante, viéndose realmente confrontada por la dureza de la rubia.

—Sólo...Quiero hablar contigo de algo importante.

—¿En serio? ¿Después de 3 años desaparecida y otros más que pasaste haciéndome la vida imposible? —escupió.

—Pero eso no importa ya...Yo cambié...

—¿¡Cambiaste!? —se alteró—. ¿Ya dejaste de drogarte? ¿De beber...? ¿De hacerle daño a la gente?

Ella quiso ponerse de pie pero el futbolista la sostuvo suavemente para impedir la acción.

—No te pongas de pie, acabas de levantarte de un desmayo. No deberías hablar siquiera —le dijo preocupado.

—Puedo responder a todas tus preguntas pero...Sólo quiero pasar un rato con mi hija —buscó sonar afable—. Bueno, y con Laura sobre todo...¿Dónde está ella?

Natalia la conocía.

Así que eligió no mencionar ese detalle.

—No está —dijo sonando normal en medio de su desesperación—. Y no vas a hablar con nadie. Ni conmigo...Ni con ella.

—Hay algo de lo que tenemos que hablar Natalia —ella se asustó al ver que el tono de su voz se ponía más serio—, y quiero hacerlo por las buenas...

Aquella última frase sacudió a la chilena en su lugar y no se dio cuenta en qué momento se vio a sí misma estrujando la mano de González con la suya. Él se percató del gesto y se asustó al ver con la gran fuerza que lo sujetaba. No le dolía, pero le preocupaba ver cómo estaba reaccionando.

Aquella última frase indicaba de todo menos cosas buenas.

—Me importa un pico lo que quieras decir —escupió con severidad—. Tú no tienes más espacio en nuestras vidas y sea lo que sea que tengas que decirme no lo quiero saber.

—Sí vas a querer —asintió.

—No.

—Sí vas a querer, hijita.

—Que no —apretó la mandíbula.

Vas a tener que querer —insistió.

—Ándate a la mismísima mierda —habló con enojo—. De la misma forma en la que me abandonaste a los 18 y al cuidado de la Laura...Vete y no vuelvas más.

—Natalia...

—No te necesito en mi maldita vida —ella hablaba con tanta dureza que a ella misma le dolía—. Jamás lo hice y jamás lo haré...Así que vamos a olvidar que este encuentro sucedió y vas a desaparecer...¿Me oíste?

Morales no dijo nada, sólo trató de mantenerse serena en su posición. No obstante, aquella amabilidad fingida con la que había llegado se estaba desvaneciendo poco a poco para revelar a la verdadera terrible mujer que ella era.

—¡Que si me escuchaste! —gritó ella al notar su silencio.

La mayor tragó saliva ligeramente y levantó su rostro con una mirada y unos ojos que le trajeron a su hija millones de recuerdos de todas las veces que la miró de esa manera.

Dura.

Autoritaria.

Prepotente.

—Te oí.

—Bien —secó las lágrimas de sus ojos—. Entonces ándate y no se te ocurra aparecer otra vez. Olvídame. Olvida mi existencia como yo olvidé la tuya.

—De acuerdo —puso sus manos al frente—. Para que veas que no soy una persona tan mala me iré...Porque no te estás sintiendo muy bien.

—Gracias.

—Pero...Volveré.

La rubia cerró sus ojos con fuerza—No, por favor...

—Por ti...Y por Laura.

—Ya basta —rogaba en cortos susurros ya casi para sí misma.

—Tenemos que hablar, hija —se encogió de hombros—. Para eso volví...Para eso logré encontrarte...

Ella le miró asustada.

Como la niña que fue.

—Si no es ahora...Va a ser en otro momento, Natalia.

La odiaba.

La aborrecía con su alma entera.

—No te vas a poder deshacer de mí.

—Vete...De aquí —dijo ella por última vez.

Verónica asintió y decidió no decir otra cosa. Prefirió dejar que sus acciones futuras hablaran por su silencio y pegó media vuelta para irse de la casa. Vivianne la siguió de cerca para asegurarse de que realmente se fuera y no hiciera alguna estupidez.

Una vez que la puerta se cerró con la mujer fuera de la estancia Natalia rompió en llanto.

Esta irreconocible. Era otra persona. Claro, cómo no, si la pequeña niña traumada que había enterrado en el fondo de su corazón ahora estaba aflorando hacia la superficie y ahora ella buscaba enterrar a la mujer fuerte y segura de sí misma que Natalia había construido a base de su dolor.

Pedri la abrazó y la chica se aferró a su cuerpo como si soltarse significara desmoronarse por completo. Vivianne corrió hacia ella de vuelta y se agachó hasta su posición para poder consolarla también.

—¿Cómo es esto posible? —lloraba—. No...No...No lo puedo creer...Ella volvió.

—Tranquila —la castaña masajeó sus piernas—, ya se fue...No está.

—Pero dijo que volvería —reclamó y sintió que el pecho le pesaba—. No quiero que vuelva, quiero olvidar que ella apareció...¡Desearía que esto no hubiera pasado!

Pedri y Vivianne se echaron una rápida mirada. Ninguno sabía qué decir.

—La odio, la odio, la odio, la odio —repetía una y otra vez sujetándose del canario y empapando su camiseta en lágrimas.

—Vamos a asegurarnos de que no vuelva ¿Ya? —quiso tranquilizar la castaña en un intento fallido.

—No la conoces...Esa weona va a volver...No se va a rendir —sorbió su nariz—. Y va a seguir haciéndome la vida un infierno.

—Podemos llamar...

—¡No hay nadie, maldita sea! —exclamó interrumpiéndola—. Esto ya comenzó...Lo que tanto fue una pesadilla para mí...Ahora es una realidad.

Guardaron silencio.

—Esto comenzó...

—¿Necesitas que hagamos algo por ti ahora? —sugirió la mayor.

Ella asintió y se alejó del futbolista un instante—Laura —empezó a desesperarse—. Anda a buscarla a su escuela por favor, yo mandaré un mensaje de que vas, pero la necesito aquí, conmigo...Ahora —se dirigió a Vivianne.

—Claro, claro, voy de inmediato —dijo ella poniéndose de pie y yendo a buscar sus cosas.

—Esa mujer es capaz de todo. Necesito a mi hermana aquí...Donde la pueda ver, donde la pueda cuidar... —seguía en su caos propio.

Luego la castaña llegó en frente de ella con su bolso colgando y las llaves de su auto en mano.

—Voy altiro ¿Ya? No tardo. Laura va a estar aquí pronto.

—Gracias —dijo tratando de sonreír.

Vivianne iba a pegar media vuelta pero antes le echó una mirada a Pedri.

—Cuídala, porfa —lo apuntó.

Él asintió decidido y ambos observaron a la mayor irse.

Natalia seguía en pasmada. Su pecho subía y bajaba con frenesí y su pulso estaba tan acelerado que el canario podía oírlo. Estaba muy preocupado por ella. No se veía nada bien

—¿Necesitas que haga algo por ti? —le preguntó.

—Sí —se giró a verle—, quiero que te vayas.

El futbolista palideció.

—Nat.

—Ya tuvimos esta conversación...Estás fuera de este juego.

De pronto la chica se puso de pie con el propósito de escapar de su presencia pero sus piernas aún seguían débiles después del desmayo y eso la hizo tambalear, tanto así que casi llegó a caerse.

No obstante, eso no pasó ya que Pedri llegó a sostenerla.

—Pedri, está bien, ya era. Puedes irte.

—¿Estás demente? —la volteó para verla a los ojos con extrema preocupación—. Yo no voy a ir a ninguna parte.

Cerró los ojos agotada. El pecho aún le dolía y eso significaba que le costaba hablar—Ya hablamos de esto. Estás fuera de la ecuación. No te voy a involucrar.

—Y yo te había dicho que eso no lo decidias tú —contestó firme.

—Sí, sí, sí lo decido yo —reclamó—. Esa vieja loca es mí mamá y volvió para arruinarme la vida —gruñó—. ¿Qué acaso no lo entiendes? Esto no es un chiste...Es un tema sumamente delicado.

—Sé que es muy delicado para ti, por eso pienso apoyarte.

—Pedri, te estoy hablando en serio —juntó las palmas de sus manos—. Esto puede terminar en la corte...O con la policía, o en la cárcel ¡O qué se yo! ¡No estamos jugando!

—Me da igual —se encogió de hombros—. No puedo abandonarte.

Se limpió las lágrimas—Pedri, vete.

—No lo haré —afirmó el agarre en su cintura.

—Ándate.

—Que no lo haré.

—Pedri por favor... —sus ojos se volvieron a llenar de lágrimas—. No quiero que salgas herido por esto como un daño colateral...No puedo ser así de egoísta.

Su sincera preocupación por su bienestar realmente lo sorprendió. Se dio un segundo para mirarla y asegurarse de que ese momento en serio estaba pasando y el choque de realidad llegó cuando confirmó que era así.

—A mí no me harás ningún daño, Nat —la tomó por las mejillas—. Quien está sufriendo aquí eres tú y necesitas apoyo aunque pienses que no.

—Pedri, no puedo hacerte esto —volvió a negar.

—No me estás haciendo nada. Es mí decisión.

—Pedri...

—Es mía.

—Pero todo lo que...

—Si quieres que te ruegue pues lo haré.

Su declaración la hizo cerrar los ojos con cansancio. Ella de verdad no quería hacerle daño, y si eso significaba alejarlo de su vida pues tendría que hacerlo.

—Pedri, no...

—Déjame quedarme —su intensa e inquisitiva mirada llegó hasta lo más profundo de su ser. Sus ojos no tenían intención de despegarse de ella—. Déjame quedarme, aunque sea esta noche.

—No puedo hacer eso —negó rendida.

—Y yo no puedo dejarte sola en un momento como este —contestó encogiéndose de hombros—. Venga Nat.

Ella se dio unos segundos para realmente meditar en la opción. Su principal objetivo era evitar que más gente saliera herida por un asunto que era de ella. Vivianne ya estaba involucrada y por supuesto que su hermana lo estaría también. Se sentía egoísta al pedirle a Pedri que se quedara porque...

.

Porque ella en el fondo quería que lo hiciera.

Pero no quería herirlo. Ni siquiera iba a ser ella directamente la que lo podía herir, sino la situación en general. Pensaba en su vida, en su perfecta familia, en su reputación, en su perfecta imagen mediática y como todos los fans lo amaba. ¿Qué pasaría si el caos saliera a la luz y todos supieran que el futbolista está metido en el juzgado? ¿O con la policía? No era justo.

Pero ella lo quería ahí con ella...

Y quizás por una vez en su vida se daría el gusto.

Finalmente suspiró y dijo:

—Mi lado de la cama es el...

—Derecho —completó él casi inconsistentemente con una sonrisa ladina—. Lo sé.

Ella quiso sonreír igualmente pero lo único que le resultó fue una mueca. Una mueca que luego se transformó en un sollozo. Sus emociones estaban incontenibles. No se reconocía para nada. Estaba ahí, llorando como una niña en los brazos del canario y con el cuerpo débil. Estaba reaccionando una vez más como aquella pequeña de 12 o 13 años. Estaba reaccionando de la misma manera en que esa niña veía a su madre cuando llegaba a casa con intenciones de hacerle daño.

Estaba mal...Estaba más mal que nunca.

Y para colmo...Ahora el canario estaba dentro de la ecuación. Estaba comenzando a entender de que no podría hacerle cambiar de opinión. Estaba siendo terco como una mula y —por lo que en ese momento veía— no tenía intenciones de cambiar de opinión en lo absoluto.

Ahora Pedri estaba involucrado.

Estaba dentro del juego.

Pero no lo digo de mala manera, porque él eligió quedarse.




























































mood después de leer este capítulo

HOLA GENTE, sé que fue fuerte y triste pero aquí estamos 🥲

que les pareció??? sí, verónica morales, la mamá de nat, ya está aquí. ha aparecido y créanme que no quiere nada bueno, lo lamento. me duele mucho ver como nat reaccionó, trayendo a su memoria la niña pequeña que sufría por su madre 😭

durante un tiempo veremos este tipo de capítulos. quizás no los típicos de siempre pero estaremos viendo como en medio de este proceso difícil de natalia, ella y pedri se empiezan a acercar de una manera muy linda 🥺

habrán unas cositas tristes pero otras bonitas también, igual chistosas Y MÁS ADELANTE ALGO QUE LAS DEJARÁ LOCASSSSS. pero para eso, siga sintonizando este canal jiji ❤️

200 votos para actualización

espero hayan disfrutado este mini maratón 🩷 NOS VEMOS LA OTRA SEMANAAAA

SEE YOU SOON

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