58
Como toda historia tiene su fin... El final se está acercando.
▪▪▪
—Sí, pienso lo mismo— dije sarcástica y disgustada a la vez. —Me encantaría seguir hablando, Tobias, pero de verdad tengo mucho trabajo por terminar, así que...
—No te preocupes. Ya no tengo nada más que hacer aquí— se incorpora con lentitud y chequea si su celular aún permanece en el bolsillo de sus jeans. —Tendré que pedirte que me abras porque no creo que Rose me abra en el hall.
Asentí con desgano y ambos nos dirigimos al palier de mi piso. Sin emitir ni una palabra nos acercamos con un paso acelerado al ascensor, en donde presioné el botón que simbolizaba una flecha hacia abajo y ésta se iluminó en mi dedo.
Tobias permanecía detrás de mi con las manos en sus bolsillos mirando un punto fijo en la puerta del ascensor. Mientras tanto, yo estaba delante de él abrazándome por el frío que comencé a sentir de repente. Inicié a friccionar mis brazos con ambas manos para conseguir el calor, pero el ambiente congelado no permitía la concepción de insuficiente calidez.
—Ten— ofreció Tobias colocando su chaqueta de cuero sobre mis hombros. —No paras de temblar.
—Gracias— dije sin más lográndose entrever un diminuto rubor natural en mis mejillas.
Su chaqueta despedía su exquisito perfume por los aires. Aquel aroma se introducía lentamente por mis fosas nasales y lograba hacerme sonreír con discreción por el placer que me producía en el alma. Nada comparable con el aroma de una rosa, de tierra mojada cuando está a punto de llover, de un libro nuevo. Nada se comparaba con el perfume de Tobias y, más aún, cuando éste me permitía explorar recuerdos y anécdotas que jamás volverán.
Las puertas del ascensor se abrieron frente a nosotros e ingresamos taciturnos. Presioné el botón de planta baja y éste rápidamente comenzó a funcionar.
—¿Qué harás hoy?— pregunté en voz baja acariciando la suave tela del cuero que llevaba en mis hombros.
—Organizar todo para volver a Suecia— dijo con frialdad.
—Oh...— suspiré. —¿Cuándo te irás?
—En unos días. No recuerdo la fecha, pero sé que será dentro de muy poco— exclamó con calma.
Indiscutiblemente no estaba lista para su ida y todo lo que eso implicaría. Por un lado, se me hacía casi imposible volver con Tobias por todo el desastre que causó por una mujer petulante y políticamente incorrecta, pero por el otro, aún quería a Tobias y todas esas alternativas que mi mente creaba me estaban dando una mala pasada. ¿Acaso era normal una relación de amor-odio? Intentaba divagar en una de las millones de frases de vida que mi mamá me decía cuando conocía chicos y todo se resumía en que el amor es más fuerte... Y si lo es: ¿Realmente Tobias sentía cosas por mi? El recuerdo de Cassidy y él juntos en una misma cama difuminaba toda ficción sentimental y me hacía caer en la triste y cruda realidad.
Quité todos esos dilemas de mi mente cuando el ascensor llegó a su destino y atravesamos el hall lo más rápido que pudimos, a pesar de que él seguía mi ritmo. Mi razón volverá a estar clara cuando Tobias finalmente cruce la puerta de mi edificio y se aleje de mi.
Busqué en el abundante manojo de llaves la que abría la entrada principal y comencé a vacilar mientras la buscaba. Toda ese acto de nervios que di terminó cuando por fin introduje la maldita llave y la puerta cedió en mis manos.
—Bueno...— dije rompiendo el hielo de la peor manera. —Espero que tengas muchos éxitos en todo, Tobias. A pesar de todo, eres un talento caminante— sonrío con dificultad y él ríe.
—Lo mismo digo de ti, Eva— me dedica una radiante sonrisa que me derritió por dentro. —Nos vemos.
Observo su brazo al desnudo y noté su diabólico tatuaje que ya antes me habían comentado. Automáticamente recordé una foto de Tobias como una de sus millones de personalidades llamada Mary Goore en Repugnant y sentí como mi corazón se encogió.
—Toma— digo recordando que aún llevaba puesta su chaqueta.
—Quédatela— dijo alejándose.
—Pero Tobias es tu chaqueta favorita— digo haciendo un mohín.
—Dentro de poco me la devolverás— agregó con una sonrisa.
Camino peinando su cabello hacia atrás, tal y como lo hacía Papa, y buscó en los bolsillos de sus jeans las llaves de su auto. Aquel auto pequeño que usó aquella noche de fiesta en que lo conocí había evolucionado o algo por el estilo, ya que en su lugar se hallaba estacionado un impecable Mercedes Benz negro con el reconocido logo de la marca por sobre la parte delantera del auto.
Aquella nave rugió cuando Tobias pisó el acelerador y dejó detrás de sí una inconmensurable cantidad de humo negro.
⚠
Luego de dedicar unos minutos largos en mi habitación recostada en mi cama admirando el aroma de la chaqueta de Tobias, decidí ir a pasar la tarde en un evento de fotografía que se realizaba en uno de los museos más prestigiosos de la ciudad a unos kilómetros de mi casa.
Tomé el subterráneo y me senté lo más lejos que pude de la estruendosa multitud. Coloqué mis auriculares y dejé la playlist al azar. Love Is A Shield comenzó a sonar armoniosa y con aquella letra que a más de uno lograría identificar.
«Ahora no me importa lo que suceda. Lo que cuenta somos nosotros, no importa como será, sólo esta ingenuidad»
Reí para mis adentros al escuchar cada detalle. ¿Era realmente el amor un escudo? Lo dudaba completamente.
Unos minutos después, el transporte se detiene en la estación de mi destino. Atravieso la muchedumbre y me uno a los demás en la avenida principal. Recorrí la belleza de mi ciudad las calles que faltaban para llegar hasta que aquella gloriosa edificación se hizo notar en mi campo de vista.
Al ser la entrada gratuita, ingresé sin problemas sintiéndome más importante de lo que podría llegar a ser. Más que un museo, parecía una galería de arte, la cual estaba muy bien ambientada teniendo en cuenta las dimensiones de la misma. Atravesé el extenso salón de introducción hasta toparme con una primera fotografía artística de un niño pequeño tocando una guitarra acústica de adulto junto con su gato maullando en una silla. Mientras admiraba el profesionalismo de la misma, pensaba por qué nunca había publicado alguna foto de mi porfolio.
—¿Eva?— alguien me habla detrás de mi. Al reconocer esa voz familiar de asombro, me volteé con una radiante sonrisa en los labios.
—Jamie, hola— me acerco a él fundiéndonos en un cálido abrazo. —Que alegría verte.
—Lo mismo digo... Sabía que ibas a venir aquí— dice sonriente. —Estaba deseoso de ver alguna de tus obras por aquí, pero todavía no encontré nada.
—Oh, de eso estaba reflexionando hace unos minutos— ambos reímos. —¿Cómo estás?
—Pues, mejor ahora que estás tú aquí— sonrío sonrojada. —Vine a pasar el rato antes de ir al baby shower de Nina.
—¿El baby shower de Nina?— pregunto confundida. —Jamás me comentó algo de eso.
—Quizás no te lo dijo todavía, pero estás invitada, Eva, tranquila. Ha estado arreglando este evento desde que te fuiste al tour con Ghost— agrega. —Y siempre te mencionó. Tal vez entendió lo ocupada que estabas.
—O tal vez se dio cuenta lo mala amiga que soy— digo haciendo un mohín.
—No digas eso, sabes que ella te adora— dice acariciando mi brazo. —Te lo hará saber en breve.
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