53
Antes de que él pudiera intensificar el beso, intenté detenerlo posando mis manos en su pecho y empujando levemente contra él para establecer un poco de distancia, pero resultó en vano al sentir sus labios jugueteando en mi cuello y sus manos acariciando mi figura con un delicioso detenimiento.
—Simon...— jadeé echando la cabeza hacia atrás. —Detente.
Más que una súplica, parecía que mis sentidos me estaban jugando una mala pasada con el tono en que lo pronuncié. Mi organismo y mi feminidad me pedían, o más correctamente, me exigían que no lo detenga, pero una parte más relevante de mí ejercía demasiado peso por sobre la otra estableciendo que lo que sea que estaba pasando con Simon tenía que parar en este preciso instante.
Él, sin detener sus caricias, se aventó suavemente a mi oído y el aire caliente que emanaba de su voz tuvo una reacción desfavorable en mi sistema nervioso.
—¿Qué pasa, Eva? ¿No te gusta?— su mandíbula no tardó en morder el lóbulo de mi oreja con sensualidad y yo no reprimí el gemido. —Eso es, princesa.
Me recostó cuidando de no aplastarme con su cuerpo mientras se ubicaba estratégicamente entre mis piernas. Bordeé su cintura con ambas sin pausar el beso ni un segundo, sintiendo mi entrepierna a punto de estallar. ¿Cuál era el problema ahora? Percibí que ya era libre y que, sin importar las ordenanzas de Papa, podía hacer lo que se me plazca sin temer a lo que él pudiera llegar a pensar... Menos teniendo en cuenta cómo salió disparado al hotel en donde se alojaba Cassidy. Vamos Eva, no hay nada de malo en estar con uno de sus Ghouls, pensé.
Simon notó que me detuve en seco cuando reflexionaba y se alejó un poco para observarme fijamente a los ojos con una expresión curiosa.
—¿Te encuentras bien? No haré nada que no quieras, Eva— susurró sonriendo de lado.
Cuando separé un poco los labios para responder lo que realmente me pasaba, sentí su latente erección presionando mi feminidad sin intención ocasionando que muerda mi labio inferior sin dejar de mirarlo. Él, al notar mi reacción, alzó una ceja aún dispuesto a saber lo que iba a contestar. Pero, más allá de las palabras que podría llegar a decir, mi respuesta fue clara y precisa. Me arrimé a su cuello y pegué mis labios a los suyos, logrando de esta forma que aumentemos la intensidad del beso y pegando nuestros lujuriosos cuerpos.
Aún permaneciendo debajo de él, deslicé mis manos sobre su espalda buscando el inicio de su remera mientras que él hacía lo mismo pero con mis pantalón. Nos quitamos prenda por prenda con lentitud, de forma tal que se incremente el deseo entre nosotros. Sus besos fueron suaves y calientes que, con suma cautela y observándome como si me pidiera permiso, recorrieron mi tórax hasta mi abdomen. A su vez, sus dedos acariciaban mi piel como si mi cuerpo fuese su lienzo y él estuviera dibujando figuras abstractas. Un océano de sensaciones nuevas se hicieron carne en mí al sentir nuevas manos; manos que no eran de Papa y que, por alguna razón, me hacían sentir distinta. Se detuvo en el inicio de mi pantalón y, con sus habilidosos dedos, lo desabrochó y me lo quitó junto con mi ropa interior sin retirar su mirada de la mía.
—No sabes lo mucho que te he deseado, princesa— exclama con voz ronca para luego besar mi muslo. —Lo mucho que he ansiado amarte.
Se acercó nuevamente a mis labios y me devoró con pasión acariciando mis senos por debajo con cautela. Un sinfín de caricias, besos y jadeos, pero todo esto era diferente con él. No sentía que fuese únicamente deseo, sino algo más. Algo más fuerte y cálido que la lujuria.
Alargó el brazo a la mesa de luz hurgando en uno de los cajones y noto que toma un condón. Reí bajo imaginando a todos los Ghouls tomando uno de ahí o reponiéndolos dispuestos a divertirse una noche más. Rompió el envoltorio y lo deslizó con mucha experiencia en su colosal miembro y se ubicó en mi entrada embistiéndome con lentitud, ocasionando que entrecierre los ojos al sentir su inmensidad en mí.
—¿Estás bien?— asentí con energía. —Seré suave, lo prometo.
Hundió su rostro en mi cuello dejando besos y pequeñas mordidas en él, consiguiendo que comience a gemir un poco más alto y que me aferre a su cuello con desesperación. Mantuvo un ritmo lento y suave, muy delicioso para mi organismo y colapsando mi mente sin escrúpulos. Recorrí su espalda bien tonificada con mis pequeñas manos, dejando detrás de sí una infinidad de sensaciones que yo venía portando desde que todo esto empezó. Unimos nuestros labios varias veces; otras veces simplemente nos dedicamos a suspirar nuestros nombres o a gemir muy por lo bajo.
—Te quiero, Eva... Te quiero como nunca quise a nadie antes— dice entre jadeos tomando mi rostro con sus manos.
Cuando hundió su rostro en mi cuello, una lágrima rebelde se escapó y recorrió mi rostro humedeciendo todo a su paso. Simon, a pesar de ser un bufón frente a los demás, era un hombre lleno de emociones... Algo que jamás había visto antes. Y, debido a su manera de hacerlo, entendía que me estaba haciendo el amor y eso me hacía retorcer por dentro ya que podía sentir que me quería más de lo que Papa pudiera demostrar.
Unos minutos después, ambos caímos rendidos con una fina capa de sudor por sobre nuestra piel. Se dejó caer a mi lado con sumo cuidado y me bordeó con sus brazos pegándome a él, no sin antes depositar un beso fugaz en mi pelo. Aún así, tenía que proseguir con mi plan de huida, porque Simon no merecía estar conmigo sabiendo que aún sigo pensando en Papa.
⚠
Cuando noté que Simon permanecía profundamente dormido, me quité de sus brazos tratando de no despertarlo y tomé mi ropa del suelo. Aunque haya sido un momento inolvidable y super romántico, no podía quedarme mucho tiempo. Los Ghouls podrían volver y no sería buena idea que me vean con él desenmascarado.
Me cambié, tomé las llaves de mi habitación y me alejé, previamente dedicándole a Simon una mirada algo afligida.
Me aseguré que no venía nadie por el pasillo y cerré la puerta de su habitación detrás de mí. Lo recorrí hasta llegar a la mía y veo que a lo lejos venía Papa a un paso torpe. Mientras caminaba, se observaba en uno de los espejos para asegurarse que su peinado estaba intacto y que, lo que sea que haya hecho, no tenga pistas visibles. Lo observé por un momento hasta que me divisó, pero para su mala suerte, ingresé rápido a nuestra habitación, bloqueando la puerta con la tarjeta para que no pudiera ingresar. Escuché que gritó mi nombre y luego unas pisadas veloces hasta la puerta, en donde tocó una severa cantidad de veces.
—Eva, déjame entrar, no traigo la llave— menciona desde el otro lado.
—No me digas— digo sarcástica aún apoyada contra la puerta. —Porque sé quién puede hacerte entrar a su habitación sin problemas.
—Pensé que estabas en el bar con mis Ghouls, pero no te ví con ellos— hace una pausa. —¿De qué hablas? Déjame entrar, Eva— continua golpeando, pero esta vez con más fuerza.
—Papa, hoy es noche de hombres en el bar ¿Acaso piensas que soy estúpida?— exhalo con fuerza toda la ira que tenía. —¿Es necesario nombrarla, Papa? Ya lo sé todo— exclamo afligida. —Más de lo que me gustaría saber.
—Maldita sea ¿Has revisado mi celular?— pregunta con un tono netamente furioso.
—¿De verdad te enoja más que te haya revisado el celular porque no sabía dónde estabas a que me faltes el respeto con una michifuz de cuarta?— no oí respuesta del otro lado, por lo que me acaba de confirmar mis sospechas. —Eres un cretino.
Me alejo un poco de la puerta cubriendo mi rostro con ambas manos mientras las lágrimas no dejaban de caer y empapar mi rostro. Lo que más me dolía no es lo que hizo, sino que no tenía las agallas para hacerse responsable de todo este dilema que él, por pura lujuria, creó.
—Eva, por favor, déjame entrar y lo hablaremos bien— sugiere con un tono más calmado esta vez.
Tomé mi valija y mi equipo de trabajo junto con mi bolso de mano y me acerqué decidida a tomar un abrigo mejor. La conversación que Papa me ofrecía no nos iba a llevar a ningún lado y ya de por sí no estaba en condiciones de escuchar más detalles. Nuestra relación tocó fondo al igual que yo.
Quité la tarjeta del sistema de la puerta y ésta cedió en sus manos. Primero me observó afligido y luego su expresión se tornó confundida al ver todas mis cosas empacadas.
—¿Qué haces? ¿A dónde vas?— pregunta obstruyéndome el paso.
—Lejos de ti, Papa. Estoy cansada de todo esto...— digo entre sollozos. —Lo lamento mucho por tus Ghouls, sé que ellos no tienen la culpa de esto, pero me voy. No continuaré el tour contigo— pronuncié adolorida y me acerqué a la puerta dispuesta a irme, pero él seguía allí parado.
—Eva, no puedes irte. Eres una parte fundamental de nosotros... Por favor, no me hagas esto. No nos arruines el tour por un capricho— dice tomándome de los hombros.
—¿Un capricho? ¿UN CAPRICHO?— vociferé y él observo el pasillo chequeando que no hayan moros en la costa. —¿Piensas que lo que hago es un capricho? Oh por Dios, Papa. Tú has arruinado el tour por un capricho tuyo...
—Tranquila, podemos hablarlo adentro con calma, pero por favor no nos dejes.
—No hay nada más para hablar, Papa— digo secando una lágrima. —Tenías que haberlo pensado antes de cagarla. No todo funciona como tú quieres ni todo gira alrededor tuyo. Eres igual de humano que yo. Y si mi ida es muy valiosa como para largarme ¿Recuerdas al chico que despidió tu asistente? ¿Colin? Pues, reclútalo que está trabajando por su cuenta... Problema resuelto— hago una pausa. —Maldigo el día en que te conocí, porque desde ese mismo momento me di cuenta que te quiero como nunca había querido a otro hombre— él me observa sorprendido y yo, al notar lo que había manifestado, ladeo la cabeza y lo quito de medio. —No vuelvas a buscarme.
—Eva...— pronunció él, pero yo ya me había alejado y mi respuesta no fue más que ignorarlo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top