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Portada nueva...
Tengan cuidado que se pueden quemar con este capítulo (?

Papa se separa un poco de mí y me traslada tomando mis manos hacia su cama. Él se sienta en ella y me observa con una mirada muy profunda haciéndome sentir desnuda frente a él. No estaba segura si ya hacía calor o solamente era yo.

—Desnúdate— pronuncia casi en un susurro y suelta mis manos para colocarlas sobre la cama recostándose un poco.

—Ehmm...— lo observo confundida y me observo de arriba a abajo. Jamás me había desnudado yo misma frente a un hombre. Por lo general, es más común que lo haga la otra persona y es por eso que mis nervios se hicieron presentes haciéndome dudar y dudar. Quedar en ridículo no estaba en mis planes.

—No temas, Eva. Tienes un precioso cuerpo y no debes sentir vergüenza de eso— dice intentando calmarme. —Déjalo que fluya— asentí con vigor y cerré los ojos para llegar al relax máximo.

Desabroché botón por botón de mi camisa celeste logrando que mis dedos se deslicen sobre ella de una manera muy sensual y cautivadora para los ojos de Papa. Al llegar al último botón dejé que la prenda caiga en mis pies dejándome en sostén. Recorrí mi cuerpo desde el arco del sostén acariciando cada centímetro de mi abdomen hasta llegar al inicio de mis jeans. La mirada de Papa iba encendiéndose a medida que mis movimientos iban dejando expuesta mi desnudez. Lo desabroché con la misma delicadeza que con la que usé para la camisa y fuí deshaciéndome de él sin quitar mis ojos de los de él. Estaba extasiado y una de sus manos comenzó a acariciar su miembro por encima de su pantalón. Quité mi sostén y se lo arrojé con sensualidad emitiendo una risita coqueta.

—Para tu colección— agrego.

Su mirada hambrienta no dejaba de observar mis senos y su mano no detenía su estímulo. Podía notar a distancia cómo su bulto aumentaba su tamaño.

—Más que tu sostén, me gustaría tu ropa interior— pronunció casi en un gruñido.

—Como desee, mi señor— al decir esto, deslicé mi ropa interior con cautela hasta llegar a mis pies.

Papa acompañó el movimiento de mi prenda con su mirada sin quitarla en ningún momento. Cuando la tuve por fin en mis manos y fuera de mí, se la arrojé y él la tomó en el aire con su mano libre.

—Gracias— dice con una mirada muy ardiente. —Ahora acércate a mí— haciendo caso omiso, caminé con lentitud hacía a él. —Pónte de rodillas entre mis piernas— al decir esto, yo me detengo y él abre las piernas. Me coloco de rodillas frente a él quedando a la altura de su abdomen mientras él seguía sentado en la cama. —¿Quieres ver cómo me pones, mi amor?— asiento con los ojos muy abiertos y plasmados de asombro al escuchar cómo me llamó.

Con un movimiento preciso y rápido, desabrocha los botones de su pantalón y baja el cierre liberando a la verdadera bestia. Se encontraba locamente erecto y no podía quitar mis ojos de su inmensidad. Papa parecía sonreír complacido al ver mi reacción.

—Wow...— fue lo único que manifesté.

Mi instinto fue claro. Me avalancé para tocarlo y darle todo el placer que se merecía. Con movimientos envolventes, Papa expulsaba pequeños gemidos y gruñidos por su boca echando para atrás su cabeza y cerrando los ojos. Podía sentir en mi mano como su miembro se tensaba sólo por mí y mi acción. Sin tener tiempo muerto, me detuve para introducirlo en mi boca y deleitarlo con ella. Sorpresivamente, vuelve su mirada hacia la mía totalmente impresionado, como si no estuviera listo para esto.

—Maldita sea, Eva. No te detengas— posa una mano en mi cabeza para acariciar mi pelo y vuelve a relajar la suya hacia atrás como antes.

Succionando. Lamiendo. Besando toda su humanidad de arriba a abajo y viceversa. Logrando hacer que los gemidos de Papa sean más audibles y sus gruñidos provenientes de su garganta también logren encenderme aún más. Su miembro comenzaba a palpitar en mi boca exigiendo que no me detenga. Pidiéndome más placer. Mi lengua recorrió su longitud sin quitar mi mirada de la de él y su expresión desesperada lograba incentivarme para continuar.

—Mmmm, Eva... Me pones loco— me levanta del suelo y me coloca encima de él ubicando su miembro en mi entrada. —Y como ya lo lograste, te daré tu merecido— se insertó en mí con una fuerte y brutal embestida ocasionando que de mi garganta se escape un gemido demasiado audible.

Comencé a moverme encima de él ejerciendo presión en su miembro y Papa me sostenía depositando besos en mi cuello con su lengua presente en él. Posé mis manos en su pecho dejándolo recostar sobre la cama y aprovechó nuestra distancia para observarme mejor.

—Déjame encargarme de tí— dijo intercambiando los roles dejándome debajo de él presa de su hambre voraz.

Me embistió con fuerza presionando muy duro contra mi límite y hundiendo su rostro en mi cuello. Enredé mis piernas en su cintura y sus movimientos mantuvieron la embestida del inicio. Fuerte y profundo, como si se estuviese vengando o algo. Me besó con pasión y yo lo interrumpí para gemir su nombre una infinidad de veces.

—Eso es... Gime para mí, mi amor. Dámelo todo— gruñó sin detener sus mortales movimientos. —¿Puedes sentirme tuyo?

Clavé mis uñas en su espalda como respuesta y ambos gemimos a la vez. Podía sentirlo llegar... El clímax estaba a punto de envolverme en una sensación relajante y extrema.
Unos minutos más de pasión, ambos caímos rendidos a la vez.

—No creo que haya sido buena idea hacerlo, Papa. Tienes show hoy— digo arreglando mi pelo que se encontraba deplorable después de terrible maratón.

—¿Y cuál es el problema? Tengo mucha juventud que aprovechar— dice mientras peina su pelo con los dedos y yo río con su comentario. —Cada día me sorprendes más, Eva— dice guiñándome un ojo y alejándose a la puerta. —¿Nos vamos?

—Sí, vámonos— digo observando la cama destendida y riendo bajo. —¿No deberíamos...?

—No. Ellos se encargarán, por algo les pago— dice cínico y ambos salimos de la habitación.

Cierra la puerta con la tarjeta magnética y toma mi mano para dirigirnos a donde estaban los Ghouls.

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