26
Recorrimos toda la avenida principal entre risas y temas de conversación totalmente aleatorios. Conocí una faceta de Omega que, siendo honesta, me sorprendió y me agradó que me haya dado el privilegio de conocerlo. Pasamos toda la mañana divirtiéndonos que nos olvidamos que el tiempo corre cuando uno se divierte. Eran las dos de la tarde cuando llegamos al hotel y notamos que el salón comedor estaba lleno de gente almorzando.
—Mira lo tarde que es— digo entre risas sujetándolo del brazo. —Nos hemos pasado el almuerzo.
—Yo paso. Seguramente los chicos habrán pedido algo especial para nuestra habitación— hace una pausa alejándonos del pasillo. —Si comemos en público es más probable que nos identifiquen más rápido— ríe.
—Probablemente tengas razón— río. —Iré a almorzar entonces. Necesitaré energías para mañana— hago un gesto enseñando los pocos músculos que tengo desarrollados en los brazos y Omega ríe.
—Me parece bien, pequeña. Buen provecho. Nos vemos luego— alza una mano y se dirige al ascensor.
Observo como las puertas se cierran delante de él y le dedico una cálida sonrisa. Omega era un tipo muy agradable y haber compartido esa salida improvisada me hizo olvidar todo lo malo que había sucedido antes.
Me dirigí al salón comedor y me senté en una de las mesas para dos que había disponible cerca de aquel ventanal. Busqué mi celular en los bolsillos de mi campera y una chica de mi edad aparentemente se acerca para ofrecer el plato principal.
—Gracias— pronuncio amablemente. El plato se veía delicioso. Un filete con verduras salteadas, perfecto para mi estómago.
—¿Qué desea para tomar?— pregunta en mi idioma casi perfecto. Podía confundirla tranquilamente pero se notaba lo nativa que era.
—Sólo agua, gracias— ella asiente y se aleja.
Con mi celular en mano, comienzo a teclear un rápido mensaje a mi madre y luego a mis amigos.
—Lamento el retraso, pero no tuve tiempo para escribirte cuando llegué— recordé mi "bienvenida" ayer a la noche con Papa y automáticamente sentí mis mejillas arder. —Estoy sana y salva como lo prometí. Todo es un lujo aquí y estoy fascinada con esta experiencia. Espero que tú estes muy bien también y cuídate mucho. Te amo— tecleé rápidamente y la chica llega para servirme agua.
También envié un corto y conciso mensaje al grupo de mis amigos y, minutos después, recibo una llamada de Nina, quizá la más costosa que iba a atender.
—¿Nina? ¿Llamándome a millones de kilómetros? Tienes que estar bromeando— río.
—Querida, te extraño— grita del otro lado. —Será rápido, sólo quiero saber cómo la estas pasando compartiendo habitación con seis hombres— río al escucharla.
—Estás loca, niña. No comparto habitación con los Ghouls.
—Pero sí lo haces con Papa ¿Verdad?— no respondo rápidamente y ella ríe a carcajadas. —¡Lo sabía!
—Él es bastante personal con esas cosas. No me dió muchas opciones de convivencia así que tuve que acceder— digo mientras llevo un pedazo de filete a mi boca.
—Me imagino lo contenta que habrás estado cuando él te exigió compartir la cama— río. —Oigo murmullos por allí ¿Estás ocupada?
—Estoy almorzando, Nina— respondo y tomo una servilleta para limpiar los restos de comida. —Si no te molesta, te llamaré más tarde.
—No hay problema, querida. Disfrútalo y cuídate ¿Sí? Sé que Papa lo hará— declara. —Te quiero, amiga.
—Yo también, niña. Hablamos luego— cuelgo.
☠
Luego de un excelente almuerzo, me dirigí a mi habitación dispuesta a descansar un poco.
Al llegar a mi piso, recorrí uno de los pasillos que me llevarían a mi cuarto. Deduje que, al no tener la tarjeta para ingresar, Papa debería tener la puerta desbloqueada. Pero así no fue cómo resultó.
—Papa...—pronuncio por lo bajo mientras toco la puerta. —Papa ¿Estás allí dentro?— vuelvo a tocar la puerta y no oigo respuesta.
Quizá si llamaba a su celular podría saber si estaba allí o no. Rápidamente tecleé su número y posé la oreja libre sobre la puerta mientras que con la otra oía el sonido de la llamada. Unos segundos después, el ringtone de Papa comienza a sonar en el interior pero no oigo movimiento en él. Al parecer se quedó dormido ¿Quién sabe?
—Está durmiendo, Eva— me sobresalta una voz.
Me volteo y era Alpha quién me lo indicó. Cuelgo la llamada y guardo mi celular en el bolsillo de mi campera.
—¿Ha pasado algo más en mi ausencia?— pregunto con cierto nerviosismo.
—Nada— niega con la cabeza. —Hemos comido y ahora estamos descansando.
—Excepto tú.
—Excepto yo— responde. —¿Precisas descansar?— pregunta recargandose en la pared.
—Vine a eso, pero Papa cerró la puerta y no tengo la tarjeta para ingresar. Así que me ha cambiado los planes— sonrío tensa por la seriedad que Alpha emanaba. Algo que me pasaría sumamente extraño.
—Podríamos relajarnos en uno de los sofás de la sala de estar ¿Qué te parece?— propone acercándose a mí. —Las ballenas aquí junto con sus ronquidos no me dejan descansar— río.
—Eres muy malo— digo entre risas. —Me parece buena idea— su mirada se ilumina y me ofrece su brazo para dirigirnos a la planta baja.
—Después de usted, mademoiselle— dice coqueto.
—Gracias, monsieur— tomo su brazo y él me observa divertido.
—Oh, esa no me la esperaba— ambos reímos. —Creo que coincidimos mucho estando juntos, princesa— confiesa.
☠
—Adoro este sofá, lo necesito para todo el tour— dice mientras se recuesta estirando sus piernas por sobre la mesa ratona.
—Te matarán si te ven así— río y me acomodo en mi lugar.
—Me importa un carajo, mañana no volverán a verme la cara de Ghoul nunca más— ambos reímos. —Únete, es cómodo de verdad.
—Ya que insistes...— me recuesto un poco más y alzo ambas piernas como Alpha lo hacía. —De verdad lo es— confieso.
—Por supuesto que sí— dice divertido. —Puedes acercarte un poco más, ya sabes que no muerdo— pronuncia y extiende su brazo para pegarme más a él. —Ven, acércate. Es más cómodo cuando te dejas reposar en el pecho de alguien— me acerca a él y con dudas me recuesto en su pecho posando mi mano encima de él. Su mano se hallaba en mi espalda y podía sentir con seguridad su delicioso perfume. —¿Estás cómoda?— pregunta observandome.
—Sí, lo estoy— respondo con timidez.
Estábamos tan cerca el uno del otro que un centímetro más bastaba para que mi nariz roce el material duro de su máscara. El color de sus ojos se hacía más vivo cada segundo y no paraban de admirarme. De vez en cuando él observaba mis labios y volvía torpemente a mis ojos enseñando un deseo prohibido que le costaría lo peor.
—¿Sabes, Eva? ¿Puedo confesarte algo?— asiento dubitativa. —Tenerte así, tan cerca de mí, oliendo tu delicioso perfume y observando lo linda que eres, me generan deseos de no tener la máscara para poder besarte de una vez por todas— confiesa dejandome totalmente indefensa.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top