24
—Está en la habitación todavía— dice Air rascando su nunca con nerviosismo. —No andaba muy bien de humor.
—¿Por qué está ahí todavía? Es horario de limpieza de habitaciones. Si hay alguien en el interior, no se la arreglarán— dice Papa molesto.
—Creo que deberías ir a verlo, Eva. Quizás a tí te escuche— sugiere Water con una intención extraña y evadiendo la pregunta de Papa.
—Bueno, si es la única solución...— digo sin terminar mi frase.
—No, no es la única. A mí me va a escuchar— hace un ademán furioso para levantarse, pero se detiene al escuchar el sonido de su celular. —Lo siento, debo atender. Es nuestra asistente— todos asentimos y él se aleja para atender la llamada.
Cuando estuvo lo medianamente lejos, los Ghouls retomaron la conversación sobre la situación de Alpha.
—Ve, Eva. No sé qué le pasa. Estamos seguros de que a tí te escuchará porque eres más cercana a él— comenta Water.
—¿Más cercana? No lo conozco tanto...— digo en forma desinteresada.
—Fue el primero en hablar contigo cuando viniste aquella tarde lluviosa de ensayo ¿Lo recuerdas?— asiento. —Le caes muy bien.
—Si tienes problemas, llámame— agrega Omega.
—De acuerdo, ustedes ganan. Iré a ver cómo está Alpha para que Papa pueda estar más calmado ¿Ok?— ellos asienten vigorizados. —Volveré en unos minutos.
Me incorporo y atravieso el pasillo para llegar a la sala principal. La recepcionista me dedica una sonrisa cálida y se la correspondo con amabilidad al pulsar el botón del ascensor.
Unos segundos más tardes, la puerta se abre enseñando mi reflejo en el espejo y un vacío total. Presioné la tecla del tercer piso y las puertas se cerraron frente a mí.
☠
—Alpha— pronuncio casi en un susurro. Al no oír respuesta, toco la puerta despacio. —¿Alpha? ¿Te encuentras bien?— tampoco oí respuesta. —Soy yo. Eva— digo un poco más alto y siento movimientos en la habitación.
—Está abierto, pasa— responde desde el otro lado.
Abro la puerta y ésta cede con un contacto fácil logrando que ingrese a su habitación.
Estaba en el cuarto de los Ghouls y, teniendo en cuenta lo numerosos que eran, todo estaba desordenado. ¿Primer día de hotel y ya está todo hecho un desastre? Hombres, pensé. Caminé evitando pisar sus prendas de ropa y algunas maletas fuera de lugar y abiertas para notar lo incómoda que era esta habitación. Eran cinco camas en fila con un televisor de pantalla plana en el centro de la pared y una puerta más que supuse que sería el baño. No habían muchos armarios, y los que habían eran de pared, así que entendía perfectamente por qué era una pocilga.
—Estoy vistiendome, no tardo— oigo del otro lado de aquella puerta.
—No hay problema— respondo casi en un grito.
No recorrí la habitación de arriba a abajo porque temía encontrar información sobre la vida personal de ellos... Aunque me daba mucha curiosidad saber sus nombres reales.
—¡Eva! ¿Qué te trae por aquí?— Alpha me sobresalta saliendo del baño.
—Pues, no te he visto en el desayuno y queria saber cómo estabas— digo con simpatía.
—¿Alguien te envió?— pregunta recargandose en el marco de la puerta.
—No...— miento y automáticamente cambio el tema. —¿Quieres contarme qué te pasa?
Él duda observando varios puntos del suelo hasta que vuelve a conectar su mirada con la mía.
—No querrás saberlo— dice alejándose hacia una de las camas pasando por al lado mío.
—¿Por qué no?— agarra una de las almohadas y la acomoda en su forma original. —¿A qué está relacionado?— se recuesta en su cama que se hallaba casi pegada a la ventana del otro lado de la habitación. —Bueno, no veo que estés muy comunicativo hoy, así que no tengo nada que hacer aquí— me doy media vuelta y camino hacia la puerta principal.
—¡Espera!— grita. —Lo siento. Soy muy malo expresando lo que me pasa. Por favor, Eva— dice y yo me acerco al pie de su cama con los brazos cruzados.
—¿Qué tienes?— pregunto dulcemente.
—Siéntate, por favor— señala su cama. Accedo y me siento al lado de él. —Prométeme que no se lo dirás a nadie ni tampoco te enfades con lo que voy a decir.
—Lo prometo...— pronuncio dubitativa. —¿A qué te refieres con hacerme enfadar? Por favor, para con la calesita de pensamientos.
—No soporto ver su egoísmo a flor de piel cuando está contigo— sentencia.
—¿Disculpa?— pregunto un tanto confundida
—Quiero decir, me encantaría pasar más tiempo contigo porque me importas— hace una pausa reflexionando sobre sus palabras. —Es decir, me interesa saber que estás bien y cómoda porque de verdad me agradas, Eva.
—¿Y cuál es el problema con eso?
—Papa— responde al segundo. —Aún sigo sin entender por qué no me permite estar contigo... No nos permite— se corrige. —Detesto la forma que tiene de apropiarse de las cosas... Y peor aún, de las personas.
—Alpha, me encanta pasar tiempo con ustedes. Son unos tipos muy dulces y divertidos conmigo, no dudes que seguiremos estando juntos en todo el tour— él toma mi mano y la aprieta con fuerza.
—¿De verdad lo dices?— pregunta con un brillo especial en sus ojos.
—Sí, ya se acostumbrará. Sólo dale tiempo— le sonrío.
—Por más que a él le dé rabia verme contigo, lo seguiré haciendo porque así soy yo. Me gusta romper las reglas— dice acercándose lentamente a mi y yo carraspeo.
—Eva, te dije que me encargaría yo de él...— dice alguien que abre la puerta sin importarle nada. Papa nota la mano de Alpha sobre la mía y automáticamente comienza a enojarse. —¿Se puede saber qué diablos hacen así?
—Nada que sea de tus asuntos— responde Alpha.
—Alpha...— le susurro en modo de desaprobación. Él niega con la cabeza y quita su mano de la mía.
—Estoy hablando con Eva ¿Cuál es el maldito problema?— pregunta cruzado de brazos. —Me interesaría demasiado saber por qué ella no debe estar conmigo. ¿Celos?
—¿Con los demás o sólo contigo? Porque estoy seguro de que lo único que te importa es que tú estes más cerca de Eva y no los demás ¿O me equivoco?...— comenta Papa y Alpha queda en un silencio críptico observando un punto fijo en el suelo.
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