23

Me dirigí a paso veloz a la habitación y cerré la puerta detrás de mí.

—Lamento por tardar, Papa, yo...— camino observando el suelo hasta que alzo mi vista hacia él. Se hallaba de pie al lado de la inmensa cama sin dejar de fulminarme con la mirada y de brazos cruzados. —¿Sucede algo?

—Ven aquí— pronuncia con decisión. Lo observo dubitativa y no respondo. —Te he dicho que vengas aquí.

—¿Qué es lo que te pasa? Has estado así todo el viaje— le recrimino posando una mano en mi cadera.

—No me hagas repetírtelo...— cuando notó que no me movía de mi lugar, su cuerpo se tensó y movió de un lado a otro su cabeza como si de verdad le molestara mi actitud. —No querrás que vaya a buscarte, Eva.

—Papa, si esto es porque he estado haciendo sociales con los Ghouls, lo lamento mucho pero no puedo pasar todo el tour en silencio como tu muñeca— con un paso firme y lento se acerca hacia mí. —Papa, relájate, podemos hablarlo con tranquilidad. No tienes que ponerte así— retrocedo en mis pasos hasta golpear mi espalda contra la puerta de la habitación. —Maldita sea...

Se posiciona frente a mí colocando ambas manos a la altura de mi cabeza, ocasionando que me encierre con su cuerpo. Me observaba fijamente y oía como su respiración se aceleraba a medida que la mía se entrecortaba por el miedo y la excitación.
Baja una de sus manos a mi mentón y, con su suave y perfectamente blanco guante, posa su dedo índice en mi labio inferior deslizandolo hasta dejarlo medianamente entreabierto. No parece estar satisfecho con su estimulo y, con un movimiento preciso, se quita el guante dejando al desnudo su gloriosa mano. Presionando en mi vientre su latente erección, realizó el mismo movimiento anterior y su mirada pareció brillar.

—Chúpalo— pronunció con la voz ronca. Sin dudar y sin quitar la mirada de la de él, abro la boca y dejo que su dedo se deleite. —Eso es... Más despacio... Sí, Eva...— gruñía sin dejar de observar como lo hacía. —Eres mía— dijo con la voz ronca.

Quita su dedo de mi boca para ser sustituida por sus labios. Su lengua no tardó en hacerse presente y sus manos bajaron con rapidez hacia el inicio de mi pantalón, desabrochandolo con velocidad para luego jugar con mi intimidad con aquel dedo que lubriqué.
Comencé a arquear la espalda y a posar la cabeza en la puerta dandole mayor acceso a mi cuello, que dada la oportunidad, no desaprovechó y logró sacar de mí los gemidos más fuertes y placenteros que jamás había hecho. Mientras sus dedos se movían con rigor en círculos jugando con mi cordura, su mano libre dejó en libertad a uno de mis senos, que sin perder tiempo, accedió a él.

—Papa... Por favor...— digo entre gemidos tomandome de su pequeña espalda.

—¿Piensas que no he escuchado la conversación? ¿Creen que estoy celoso? Oh... No sabes lo celoso que estoy— inserta dos dedos en mí logrando que un gemido muy audible escape de mi boca. —Eso es... Gime para mí. Dale tus gemidos a Papi.

Con un movimiento estratégico, alzó una de mis piernas para bordear su cadera sin quitar sus dedos de mí. Comenzó a moverlos más profundamente y rápido aprovechando la posición de mi pierna y el alcance que tenía. Me tomé de su pelo con una mano y tiré de él ocasionando que él logre escapar unos audibles gemidos de su boca. Sabía que en cualquier momento iba a llegar al clímax, pero esta no era la forma en la que quería llegar.

—Papa, por favor...— gimo más fuerte. —Me estás matando...

Quita sus dedos rápidamente de mí ocasionando que me sobresalte con su ausencia y presiona en mi desnuda intimidad su enorme y firme erección que, moviéndose para adentro y afuera, logró desestabilizarme.

—Siente... Siente como me pones— susurra. —Eres mía, Eva. Y de nadie más— continua con sus movimientos pélvicos.

—Sí, Papa, soy toda tuya— gimo cuando siento el clímax llegar. —Por favor... No aguanto más.

Me alza con rapidez haciendo que bordee mis piernas alrededor de su cintura y, sin dejar de besarnos, me deja caer suavemente sobre la cama. Me despoja de mi ropa besando cada centímetro de mi piel y quita su pantalón junto con su ropa interior dejando en libertad a su miembro rebelde. Antes de dejar caer su prenda, toma del bolsillo un condón y con movimientos muy rápidos, casi desesperados, ya se encontraba listo.

—¿Quieres saber cómo estaba hoy en el vuelo? De acuerdo, ya lo verás— me voltea quedando boca abajo y flexiona mis piernas quedando mi cintura a la altura de la suya sin antes darme una nalgada. —No me gusta ver como mis Ghouls te devoran con la mirada.

Con una estocada precisa, se introduce en mí haciendome estremecer sobre la suave tela de la cama. Continuó sus embestidas potentes y sus nalgadas logrando que mi mente vague y se pierda por todo el placer que sentía. Sus manos pellizcaban mis caderas y las mías la sábana. Mantuvimos un salvaje ritmo hasta que ambos llegamos al clímax en un suspiro agotador.

Amanecí buscando con una mano la silueta de Papa a mi lado y no lo hallé. Abrí los ojos un poco y observé que estaba sentado dándome la espalda mientras se colocaba sus zapatos. Al parecer no se había percatado de mi despierta y amanecida presencia, así que me deslicé hacia él abrazándolo por el cuello.

—Buen día— le susurro y coloco mi rostro cómodamente en su cuello.

—Buenos días, preciosa— susurra acariciando mis manos situadas alrededor de su cuello. —¿Has dormido bien?

—Ajá— suspiro. Él parece mirarme de reojo y oigo una pequeña risa.

—Aún estás desnuda, Eva... Sabes que me tienta mucho verte así... No podemos llegar tarde al desayuno— dice quitando mis manos alrededor de él.

—El desayuno es lo primero ¿Verdad?— pregunto divertida con el pecho al descubierto. Mi jugada resulta exitosa al notar la mirada de Papa sobre mis senos y sonrío victoriosa.

—Bueno... Eh...— balbucea. —El sexo también... Pero no ahora. Te lo debo— me guiña el ojo y se levanta para recoger mi ropa del suelo.

—De acuerdo, tú ganas— digo alzando los hombros.

Nos servimos café y nos acercamos a los Ghouls que se hallaban ensimismados en sus bebidas calientes sin emitir ninguna palabra. Al vernos llegar, nos observaron y se colocaron más derechos en sus asientos. Como si hubieran visto al Rey de Inglaterra.

—Buen día, Papa. Muy buenos días, Eva— pronuncia Air y ríen por lo bajo.

—Ghouls...— saluda Papa con una reverencia. —¿Puedo saber a qué se debe la risa?

—Relajate, Papa. Estamos contentos de que Eva esté aquí— comenta Earth. —Muero de ganas por ver cómo se lucirá en el primer show.

—Yo también estoy ansiosa. Será divertido— agrego con simpatía. Observo al grupo y noto algo extraño. —Oigan ¿Han visto Alpha?

—Ha desayunado antes que nosotros— responde Water con desinterés revolviendo su café.

—¿Y dónde está ahora?— pregunta Papa muy serio. Todos lo miran pero bajan la mirada en simultáneo. —Exijo una respuesta favorable ya mismo...

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